Disclaimer: nada del Potterverso me pertenece

"Este fic participa en el reto anual "Long Story 2.0" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black"


1

Tal como éramos

―Eso es… ¡Golpea! ¡Golpea!

Sonó un pitido. Los contrincantes volvieron a sus esquinas. Dudley se sentó en el taburete y cogió su cantimplora para beber un poco.

―¿Qué tal? ―preguntó a su amigo, Piers Polkiss.

―No ha estado mal, no ha estado nada mal. Veo muchas posibilidades de ganar, amigo mío.

El árbitro llamó de nuevo a los boxeadores, quienes volvieron a enfrentarse. Minutos después, el adversario de Dudley caía al suelo.

―¡Sí! ―gritó Piers.

La gente del bar aplaudía y vitoreaba mientras el árbitro alzaba el brazo de Dudley y le proclamaba campeón de la noche. Minutos después, los dos se reunían con el dueño del bar.

―Muy bien, Perry, paga al ganador ―pidió Piers.

―No te hagas tantas ilusiones, Polkiss. No muchos apostaron por tu chico ―comentó Perry, el dueño.

―¿Cómo? Pero si es Dudley Dursley, más conocido como Big D. El boxeador más conocido a este lado de la ciudad.

Perry rió de manera sarcástica.

―¿En serio? Pues muchos lo acaban de conocer hoy. Confiaban en que Furioso Ben ganase la pelea de hoy.

―Ya, pues Furioso Ben no ha sido lo bastante listo como para ganar, ¿no crees?

―Puede que no haya ganado… Pero Furioso Ben hace honor a su nombre. Y está muy furioso.

Detrás de ellos aparecieron el contrincante de Dudley aquella noche y su representante y entrenador.

―Vais a darnos ese dinero ―ordenó Furioso Ben.

―¿En serio? ¿Y qué nos harás si no queremos daros el dinero? ―preguntó Dudley, desafiante.

Los cuatro se miraron, hasta que Dudley, en un alarde de rapidez mental, le propinó un puñetazo a Furioso Ben en la cara. Tras eso, Piers tomó el poco dinero que habían ganado y salieron corriendo. Furioso Ben y su entrenador les persiguieron, pero no pudieron alcanzarles a tiempo. Dudley y Piers se habían subido a un tren, alejándose de allí.

―¡Hasta nunca, idiota! ―gritó Piers desde el vagón, aunque ellos no pudiesen oírles.

Riéndose, se sentaron en unos asientos.

―Bueno, ¿cuánto hemos ganado?

Piers contó el dinero.

―En fin, no es gran cosa, pero nos será útil. ¿Quieres celebrarlo en O'Hannigan?

―¿Unas pintas de cerveza? Siempre son bienvenidas.

Horas después, ya siendo bastante tarde, salían del pub de Timothy O'Hannigan. Dudley se había tomado varias pintas y, a pesar de su enorme tamaño, estaba medio borracho. Piers, por su parte, era precavido, así que sólo se había tomado una. Llegaron, por fin, al pequeño apartamento que compartían juntos. Mientras subían las escaleras, Dudley se paró.

―¿Oyes eso? ―preguntó.

Escucharon pasos que se acercaban. Piers aguzó el oído. Se miraron un momento, horrorizados.

―¡La señora Nesby!

Subieron corriendo a trompicones, hasta llegar a su apartamento, entrar y cerrar la puerta. Oyeron como la señora Nesby, su casera, una anciana de armas tomar, llamaba fervientemente a la puerta.

―¡Granujas! ¡Abrid la puerta! ¡Me debéis dos meses de alquiler!

Piers y Dudley procuraron no hacer ruido, a pesar de que Nesby sabía que estaban ahí. Finalmente, la anciana se cansó de llamar, como siempre hacía.

―¿Hemos ganado lo suficiente para pagarle un mes? ―quiso saber Dudley.

―Hemos ganado lo suficiente para pagarle quince días. Pero tranquilo, tenemos otros dos combates planeados.

Dudley se tiró en su cama.

―Eres un gran amigo, Piers.

El aludido observaba a su amigo borracho tirado en su cama,

―No es para tanto…

―Sí, si lo eres. Dejaste esa… Esa beca para estudiar Económicas en Oxford para venirte conmigo a la gran ciudad y meternos en el mundillo de los combates.

―Bah, la economía no es lo mío ―refutó Piers.

―Claro que lo es. Si nos llevabas la cuenta a todos en la pandilla. Gracias, Piers… No habría hecho esto sin ti.

Dudley acabó por dormirse mientras Piers le observaba, sin decir nada. Cerró la puerta.

―Dudley Dursley, pequeño idiota…

Si había un momento en que Piers no aguantaba a Dudley, era cuando estaba borracho. Y no porque fuese tarea harto imposible llevar a una mole como Dudley hasta casa, sino por lo brutalmente sincero que se volvía.

Caminó hasta su habitación, cerró la puerta, y se sentó en su cama. Miró a la pared que tenía de frente. Había fotos de su infancia: con Dudley, con la pandilla, con sus padres… Cuando acabó su educación en Smeltings a los dieciocho años, a Piers le llegó una beca de Oxford para estudiar Económicas. Se habían hecho eco de los logros en matemáticas de Piers durante la escuela, así que estaban encantados de tener a un diamante en bruto al que pulir. Todos estaban orgullosos: sus padres, su familia, Dudley… Aunque Big D le había propuesto irse con él a la gran ciudad y buscarse la vida en el mundo del boxeo, deporte en el que Dudley había destacado en Smeltings, y Piers como su representante, lo cierto era que Dudley también le había dicho que no renunciase a la oportunidad que Oxford le brindaba. Pero lo cierto era que Piers no quería esa vida. Finalmente, le reveló a su mejor amigo que se iba con él. Aunque Dudley le intentó convencer de lo contrario, finalmente, ambos tomaron un tren hacia Londres, para comenzar su nueva vida.

Piers miró entonces hacia otro lado de la pared. Allí estaban las fotos que les habían tomado desde que habían llegado, principalmente acerca de los combates que habían librado. Nada más llegar a Londres, Piers puso todo su empeño en buscarle un combatea Dudley. Los inicios no fueron fáciles, eso ya lo sabían, pero ya llevaban unos cuantos años en eso, aunque su destino, su objetivo, estaba claro.

En otra pared, estaba un cartel de un combate de boxeo profesional. Ese era el objetivo de Piers, el boxeo profesional, luchar junto a los grandes, aunque sabía que Dudley no quería eso. Él era feliz con sus combates ocasionales en tabernas de la ciudad, enfrentándose a pesos pesados, ganando una miseria. Muchas veces lo pasaban mal para llegar a fin de mes, pero Dudley era feliz con la vida que tenía ahora. Por eso Piers nunca le había revelado la verdad.

―Big D… Tengo grandes planes para ti.

Apagó la luz y se tumbó en su cama. Mañana sería otro día.


Nota del autor: Aquí estoy otra vez, con nueva historia. He decidido seguir la fórmula de titular los capítulos con nombres de películas, al igual que el fic en sí, como ya hice en mi participación de la primera edición del Reto Anual del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Así pues:

Granujas de medio pelo (Small Time Crooks, 2000), es una comedia de Woody Allen protagonizada por él mismo, Tracey Ullman y Hugh Grant.

Tal como éramos (The Way We Were, 1973), es un drama romántico dirigido por Sidney Pollack, protagonizada por Robert Redford y Barbra Streisand.