¿Será el tiempo un impedimento?

Capítulo 1: Arribando

El avión aterrizó lentamente en la pista de aquel aeropuerto, ya entrando la noche. Pasaron unos minutos antes de que el avión pudiese detenerse completamente, y recibir, por alto parlante, la bienvenida del piloto del avión, al correspondiente país. Uno a uno los pasajeros de desperezaron y se desabrocharon los cinturones para salir por las compuertas que se habían abierto, dando paso a la masa de gente que salía apresuradamente, dirigiéndose al interior del aeropuerto. Luego de unos 10 minutos, cuando ya se hubo bajado todo el gentío, un chico albino de mirada dorada salió del avión, escuchando su mp3. Caminó lentamente hacia la salida de la máquina, y se quedó un rato admirando el atochado aeropuerto, respiró profundamente el aire que corría en lo alto de las escaleras del avión, moviéndose levemente los largos cabellos plateados en su espalda.

- Por fin he llegado- dijo en tono cansado y bajó las con las manos en sus bolsillos- Me pregunto si mi padre habrá llamado a alguien para que me viniera a buscar…

Al llegar al repleto aeropuerto, vio a un hombre bajito y muy rechoncho, vestido de chofer, levantando un cartel que decía con letras grandes y ultra fosforescentes "Inuyasha Taisho".

- (OoU) ¿Pero qué diab…? - dijo Inuyasha dando un paso atrás- No puede ser, este anciano con cara de pulga está levantando un estúpido cartel con mi nombre, y encima con letras fosforescentes...

- ¡¡Aquí joven Inuyasha, Inuyasha Taisho!!- gritó el chofer viendo a la gente que caminaba de aquí a allá apresurada, tratando de encontrar con la mirada a dicho joven- ¿Qué tal señorita? Sería un placer mostrarle la ciudad… y si quiere puede ser otra cosilla también…- dijo de manera pícara a una joven que pasó al lado de él, quien al escuchar tales palabras le plantó una cachetada que le dejó marcada la cara al anciano.

- (-.-U) Espero que haya otro Inuyasha Taisho en este aeropuerto- soltó un suspiro resignado y meditó un momento- ¿A quién más le pondrían Inuyasha y tendría apellido Taisho?- soltó otro suspiro cansado y se acercó, todavía con las manos en sus bolsillos, muy lentamente al hombre, quien estaba siendo golpeado brutalmente por la muchacha con una cartera.

- ¡¡SUCIO…- le pegó un carterazo- ANCIANO…- otro carterazo- DECRÉPITO!!- y otro carterazo. Jadeó fuertemente al terminar de pegarle e hizo una mirada asesina con las pupilas pequeñitas- ¡¡Y POR BIEN SUYO NO ME HABLE MÁS, VIEJO PERVERTIDO!!- gritó la joven pegándole un último carterazo se alejó a paso rápido del aeropuerto.

- (XX) Ay… ¿cómo una jovencita tan bella puede tener una fuerza tan descomunal?- dijo el viejo levantándose del suelo, haciendo variados quejidos de dolor tocándose su espalda. De pronto, vio que un joven lo miraba con una ceja levantada, frente a él. Sus ojos lo inspeccionaron un momento tratando de reconocerlo y después de un momento cayó de cuentas de quién era- ¡Oh!, usted debe ser el señor Taisho- dijo alegre el hombre, terminando de pararse- Mi nombre es Myoga Ketsune, mucho gusto- dijo el hombre estrechando de manera exagerada la mano de Inuyasha, haciéndolo sacudir primero su brazo, y posteriormente todo su cuerpo.

- Sí… lo que sea- dijo Inuyasha hastiado, separando rápidamente su mano de la de aquel hombre tan extraño- Eres un sinvergüenza por tratar así a una joven que apenas conoces- dijo Inuyasha con los ojos pequeñitos.

- (xD) Pero si yo trataba de ser amable con la jovencita que se notaba que estaba algo perdida- dijo Myoga en tono inocente- No sé qué se habrá imaginado al decirle que le podría mostrar otra cosilla, aparte de la ciudad- pensó Myoga, meditando la situación.

Inuyasha arrugó el entrecejo y se cruzó de brazos en actitud arrogante.

- Anciano, sí que eres extraño…

- (­.) Bueno bueno, cambiando de tema… como usted sabrá, su padre me ha contratado para llevarlo a conocer su nueva casa en Japón- dijo el chofer más alegre.

El ojidorado se limitó a levantar una ceja algo extrañado por la actitud tan exageradamente alegre de aquel hombre.

- Sí… claro- dijo sin dejar de levantar su ceja- De seguro este hombre debe ser un pedófilo encubierto- pensó Inuyasha mirando seriamente al hombre.

El anciano tosió algo incómodo al ver que el ojidorado le dirigía una mirada de ¿reproche?.

- ¿Qué tal si vamos a recoger su equipaje y lo llevo a su casa para que pueda descansar, joven Inuyasha?- dijo Myoga caminando cojo hacia el lugar de donde se recogía el equipaje, seguido por Inuyasha- Yo con gusto le daría un paseo por la ciudad ¡auch!, pero usted ya debe estar muy cansado como para seguir viajando, además aquí ya ¡auch! anocheció- terminó Myoga sacando las únicas dos maletas que quedaban en la máquina giratoria- Tome joven Inuyasha- y se las entregó a Inuyasha, quien soltó un "maldición" al ser cargado hacia abajo por el peso de las maletas.

- ¡¿Pero qué no debes cargar TÚ MIS maletas, mequetrefe?!- dijo Inuyasha algo exasperado mirando al viejo.

Myoga se tomó un poco la espalda, se incorporó rápidamente y en su cara se mostró una expresión de alivio al sentirse un "crack" en sus huesos.

- No no no no no- dijo cerrando sus ojos moviendo rápidamente su dedo índice de un lado a otro, y tomó una actitud de sabio dejando estático su dedo-, su padre me contrató sólo para llevarlo a su casa, no para cargarle sus maletas, señor Taisho- terminó de decir el anciano abriendo un ojo para ver la expresión más que molesta del chico- Ya vamos andando que se va a hacer más tarde- dijo Myoga caminando enérgicamente hacia la salida del aeropuerto.

- ¡Feh!, esta sí que es buena, yo debo cargar mis propias maletas cuando se supone que el idiota que maneja es el que las lleva. (&.&) Mi padre debió haber especificado al viejo zopenco que debía llevar las maletas también, aunque esas cosas son más que obvias para decirlas- expresó Inuyasha con los dientes juntos caminando a duras penas, cargando en cada mano una maleta, bastante alejado del anciano.

- ¿Acaso dijo algo, señor Taisho?- dijo Myoga dándose vuelta algo extrañado- Pero qué vergüenza, señor, usted es joven y fuerte, esas maletas no deberían ser nada para usted- remató Myoga dándose vuelta otra vez para seguir su camino.

Inuyasha, harto, gritó a todo lo que sus pulmones dieron desde donde se encontraba.

- Anciano infeliz, ¡¿por qué mejor no te metes las maletas por el…?!

- Cuidado con lo que vas a decir, muchachito, ¿qué no ve que hay niños pequeños en el aeropuerto?- interrumpió Myoga desde adelante.

El ojidorado soltó las maletas bruscamente y miró a su alrededor indignado, y vio cómo una mujer, al parecer más indignada que él, pasó por el lado del joven, tapándole los oídos a su hijo pequeño, mirándolo furtivamente.

- Vámonos tesoro, no te juntes nunca con esta chusma.

El niñito miró hacia arriba viendo primero hacia su mamá y luego al ojidorado, que estaba más que molesto.

- (u.uU) Sí, mami- dijo el pequeño adivinando lo que su madre dijo, pues sus oídos se encontraban tapados, y su madre decía esa típica frase cuando alguien decía algo malo. Se alejó de su madre caminando para ponerse frente al joven- Chusma chusma, prrrrrrrr- dijo el niñito empujándolo, para luego salir corriendo al lado de su madre.

Inuyasha agarró su rostro bruscamente con una mano y gruñó fuertemente.

- ¡Argh! ¡¡Este viejo sinvergüenza me las pagará!!- de pronto su ira se disipó lentamente y su flequillo tapó su rostro-… Y vaya que voy a disfrutar cuando llegue ese momento- formó una sonrisa malévola imaginándose la escena y arrastró otra vez las pesadas maletas, para dirigirse a la salida del aeropuerto.

°

Ya llegando Inuyasha a la salida del aeropuerto, un auto ubicado en la última fila de autos estacionados comenzó a tocar la bocina insistentemente, por lo que el chico, iracundo, dirigió su mirada a aquella dirección.

- Argh, ¿pero quién toca la bocina tan insisten…?- y se calló inmediatamente soltando las maletas bruscamente, haciendo estruendo en el piso- (O.o) No… puede… ser- dijo Inuyasha con un tic en el ojo, viendo cómo del último auto el viejo Myoga, saludando con una mano, sacaba medio cuerpo gritando "¡YUJU!, por aquí, señor Inuyasha"- ¡¡Este viejo está tocado de la cabeza si quiere que cargue las malditas maletas hasta allá!!- exclamó Inuyasha colérico.

Las personas que se encontraban a su alrededor se miraban y cuchicheaban entre ellos diciendo comentarios como "Este jovencito está loco" o "Cómo ha cambiado la juventud de hoy, ¿cierto?" o también "Este muchacho está amargado, debería conseguirse una novia".

Inuyasha giró su cabeza lentamente con el fin de encarar sólo a algunas personas.

- ¿Qué tanto están hablando de mí, gente inmunda? Después sus nietos van a ser igual a mí o peor, así que cierren la boca, porque después les faltará lengua para reclamarles a ellos- y les dirigió una mirada asesina, saliendo chispas de sus ojos.

Las personas lo miraron asustados y se alejaron rápidamente, como si tuvieran a una fiera frente a ellos.

Inuyasha, ya resignado, arrastró sus maletas pasando por el lado de la largísima fila de autos, contando primero hasta diez, y luego hasta 20… 30… 40… 50…

Después de 20 minutos…

- Pff, hasta que se digna a aparecer, señor Taisho- dijo Myoga bajando el vidrio del copiloto, viendo cómo Inuyasha arrastraba las maletas a duras penas, todo sudado y andrajoso-, ya me estaba saliendo barba de tanto que se demoraba, joven Inuyasha- dijo Myoga poniendo sus manos detrás de su nuca, tomando un jugo.

- ¡¡Arggggggggggh, escucha viejo pelón!!- dijo Inuyasha soltando las maletas, apareciéndose en la ventana del copiloto, apuntándolo con el dedo de modo amenazador-, será mejor que cierres tu maldita boca si no quieres que te arranque las pocas cosas que tienes por dientes ¿me escuchaste?- bufó Inuyasha cerrando el puño amenazadoramente y salió de la ventana, tomando las maletas nuevamente- Lo único que saben hacer los viejos amargados a tu edad es hacer reclamos a medio mundo- y finalmente metió los bultos, dificultosamente, en el portaequipaje cerrando de un portazo.

- Pero joven Inuyasha, ¿qué no le enseñaron en casa a respetar a los mayores?- dijo Myoga encendiendo el auto.

Inuyasha cerró la puerta del asiento de atrás.

- Pues fíjate que no, viejo deslenguado, ni me interesa aprender a respetarte- y cruzó sus brazos encendiendo su mp3.

- En mis tiempos los muchachos sí que tenían respeto por sus mayores- terminó Myoga echando a andar el auto- Aaah… qué buenos tiempos aquellos- dijo en tono soñador.

- Qué pena anciano- dijo Inuyasha con sarcasmo, colocándose en el espacio de los asientos delanteros-, pero te apuesto a que los ancianos de antes no explotaban a los jóvenes que llegaban de un viaje en avión, sabiendo que ese trabajo les correspondía a ellos, ni para más remate les hacían críticas enfermizas sobre que el trabajo que a ELLOS les correspondía hacer- y dicho esto, el chico se echó hacia atrás, cerró sus ojos cansados, apoyó su cabeza en el respaldo del asiento y subió al máximo el volumen de su mp3, golpeando las palmas de sus manos en sus muslos, siguiendo el ritmo de la música.

El viejo rió de manera cómplice al asegurarse de que el chico estuviera concentrado en la música.

- (¬-¬) Yo lo hubiera ayudado si su padre no me hubiera pedido explícitamente que no le ayudase en nada- dijo divertido Myoga para sí, manejando rumbo a la casa- Aunque pensándolo bien, no me dijo que me estacionara en el último lugar de la fila de autos del aeropuerto- dijo Myoga pensativo- (n///n) Pero qué va, me gusta hacer sufrir al chico- dijo risueño Myoga manejando en las atochadas calles de la ciudad.

°

Después de un rato se detuvo el vehículo, e Inuyasha, curioso, abrió un poco los ojos tratando de ubicarse por primera vez desde que habían partido, mas no lograba reconocer el lugar, pues estaba todo oscuro, por lo que cerró los ojos otra vez, y habló despreocupadamente.

- Oye viejo, ¿dónde estamos?

- Estamos en su casa, señor. De hecho, estoy esperando a que se abran las rejas para ingresar a la residencia.

Inuyasha abrió los ojos desmesuradamente, se levantó del asiento y se colocó en el espacio que había entre el espacio del conductor y el del copiloto, y vio un gran antejardín con una cantidad impresionante de plantas que rodeaban el curvado camino del auto, que tenía como destino el garage, que se encontraba a un costado de una esplendorosa casa.

- ¿E-esa es m-mi casa?- preguntó Inuyasha desconcertado al anciano, señalando débilmente la casa.

- Sí, señor, esa es su casa- dijo Myoga de manera jovial y echó a andar el vehículo, pues justo en ese momento se habían abierto las rejas, que luego se cerraron solas apenas ingresaron. Siguió el camino del auto, que se encontraba maravillosamente rodeado de diferentes tipos de plantas y flores, y se estacionó afuera del gran garage, que se encontraba cerrado, y apagó el motor.

Inuyasha se bajó del auto, y quedó más anonadado que antes.

- No… lo… puedo… creer…- pronunció lentamente el joven, con un puño apoyado en su boca, admirando de lejos la construcción- Y todo esto para mí… solo- dijo Inuyasha todavía sin creérselo.

- Así es, joven Inuyasha- dijo el viejo bajándose del auto- Y aquí tiene las llaves- y le lanzó las llaves al ojidorado.

Inuyasha recibió las llaves gustoso, que luego tiró hacia al aire y la atrapó con su mano.

- ¡Excelente!- dijo el chico admirando las llaves que enredó en su mano.

- Pero hay una sola condición- dijo Myoga poniendo sus manos detrás de su espalda de manera seria.

Inuyasha arrugó el entrecejo preocupado.

- ¿Y… cuál sería?- pronunció algo preocupado, pues sabía que toda esta historia no podía ser del mundo de Barbie y Ken, al fin y al cabo todo era plan de su padre, y por ello, todo, absolutamente TODO tenía su lado oscuro ( . )

Myoga meditó unos momentos que se hicieron eternos para Inuyasha, quien comenzó a impacientarse un poco, pues no era un hombre de mucha paciencia que digamos.

– Pensándolo bien… son varias condiciones- exclamó Myoga, pero la expresión de duda se apoderó pronto en su rostro y meditó otro poco-… creo que la palabra no era "condición"…- recapacitó otros minutos, con el rostro terriblemente pensativo, como si estuviera recordando todo dificultosamente-… o tal vez sí era…

Inuyasha trató de nombrar mentalmente todos los estados de EE.UU., pero la paciencia se le estaba agotando rápidamente, pues la venita en su frente poco a poco comenzaba a hincharse, y levantó lentamente su puño en señal de amenaza con los ojos cerrados.

-Uno… dos… tres… cuatro…- pensó Inuyasha con la rabia acumulándosele- ¡¡Al demonio la cuenta!!- dijo Inuyasha explotando, levantando el puño en señal de amenaza, haciendo que Myoga pegara un salto- ¡¡Viejo idiota, o hablas o hablas, porque sino, te juro que te reviento ahora mismo!!- exclamó exasperado Inuyasha al anciano, que se asustó al nivel de caerse en el pasto al sentirse tan intimidado.

El viejo rió de manera nerviosa y colocó sus manos delante de él.

-Y-ya lo recordé, joven Taisho, e-eran… ¡reglas!, sí sí sí, reglas- dijo Myoga entre alegre y nervioso.

Inuyasha lo agarró de su chaqueta y en su rostro apareció una expresión entre maligna y divertida.

- Pues empieza a hablar ahora mequetrefe, que la paciencia se agotó, y si empiezas con las dudas de nuevo, te golpearé tan fuerte que desearás no haber aceptado nunca el trabajo ni haberme conocido, ¿me entendiste?- exclamó Inuyasha pegando su frente a la del viejo que estaba sudada.

- (O-O) Sí, sí, entendí- dijo el viejo más nervioso, aclarándose la garganta- L-la primera, y más importante según su padre, e-es obtener notas sobresalientes en el colegio para quedarse en Japón- tragó saliva pesadamente-, la seg-gunda regla es no hacer fiestas en la casa- trató de soltarse un poco el cuello de la camisa-, la tercera regla e-es limpiarla por lo menos una vez a l-la semana, al igual que el jardín- dijo Myoga más nervioso- Y la cua-cuarta regla, sin embargo, momentánea, es q-que durante la primera semana, yo… yo…- el viejo se paralizó al imaginarse la actitud que tomaría el chico con lo que tendría que decirle.

- ¿Tú qué…?- dijo Inuyasha en un fingido tono dulce que al viejo asustó en serio.

- Y-y-yo… yo-o… de-de-deberé v-vivir… ¡con usted!- balbuceó el viejo cubriéndose el rostro con los brazos- ¡¡¡POR FAVOR NO ME HAGA NADA!!!- suplicó el viejo casi llorando.

Inuyasha se quedó paralizado, procesando las palabras que el viejo acababa de decir…

En el cerebro de Inuyasha…

- Procesando archivo, espere un momento…- dijo una voz de computadora con una barrita completándose de a poco. Después de unos segundos la barrita se completó- Archivo procesado, gracias por su paciencia…

Con Inuyasha nuevamente…

- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡QQQQQQQQQUUUUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!!!!!!!!!- exclamó Inuyasha zamarreando al viejo- ¡¡¡¿CÓMO QUE DEBES VIVIR CONMIGO LA PRIMERA SEMANA?!!! ¡¡¿ACASO MI PADRE ESTÁ DEMENTE?!!- dijo Inuyasha tomándose la cabeza con las manos, soltando finalmente al viejo, que se hizo hacia atrás, sentado, chocando con un árbol.

- ¡¡S-son reglas de su padre… n-no podemos contradecirlo!!- dijo Myoga aterrorizado, sentado a los pies del árbol, abrazándolo fuertemente con ambos brazos.

- ¡¡¡¡A LA MIERDA LAS REGLAS DE MI PADRE, ABUELO!!!!- dijo Inuyasha gritando- ¡¡ÉL NO SABE NADA Y NO TIENE DERECHO A TOMAR DESICIONES POR MÍ SIN HABÉRMELAS PREGUNTADO ANTES!!- exclamó el joven apuntándolo con un dedo desde donde estaba.

- Lo siento, señor…- dijo Myoga levantándose de a poco, como si estuviera frente a un animal salvaje-, p-pero no puedo desobedecer las reglas de su padre- y se acercó a Inuyasha, girando su sombrero en sus manos de manera nerviosa- S-sin embargo, podemos hacer una cosa…

Inuyasha lo miró esperanzado, aplacándosele la furia instantáneamente.

- ¿Qué cosa? Te prometo que haré lo que sea- dijo Inuyasha poniéndose frente al viejo que se asustó un poco al acercarse Inuyasha.

- Puedo quedarme hasta mañana, y llamar a su padre para decirle que no es necesario quedarme el resto de la semana, pues usted puede valerse por sí mismo- lo miró directamente a los ojos con el rostro serio- Si no fuese por mi conciencia, no le mostraría los lugares más importantes de Japón ni los caminos que usted debe saber- expuso Myoga poniéndose su sombrero nuevamente.

Inuyasha lo meditó un momento con el rostro serio. "Tal vez no me convenga deshacerme del viejo todavía", hizo una sonrisa maligna "Podría 'divertirme' con el viejo por todas las que me hizo en el aeropuerto (¬-¬)".

- Está bien- dijo el chico cerrando sus ojos-, solamente espero que mi padre no se ponga testarudo y me deje vivir solo- abrió levemente sus ojos dorados que denotaban un poco de tristeza, mas trató de disimularlo al darse cuenta que había pensado en voz alta- (&&) Pero espero que puedas cumplir con tu parte, abuelo, porque sino serás puré para los bebés- dijo en tono lúgubre.

Myoga sintió un desagradable escalofrío a lo largo de toda su espina dorsal al escuchar tales palabras del albino.

- P-p-por sup-puesto q-que c-cumpliré, señor- dijo tartamudeando el viejo.

Pasaron unos minutos, en que los dos estuvieron en silencio sin moverse de su sitio, pues Inuyasha se encontraba sumido en sus pensamientos, con la mirada perdida.

"Cielos, hace tanto frío" pensó el anciano castañeándole los dientes. "Pero si le digo algo, ahora que está tan concentrado, puede que hasta me golpee y prefiero mil veces terminar muerto de frío que morir apaleado" y se abrazó él mismo tratando de darse calor.

Después de un rato, Inuyasha volvió a la realidad gracias al sonido incesante de los dientes del viejo que castañeaban unos con otros, y cerró sus ojos iracundo tratando de ignorar aquel sonido.

- Arrrrrgh, sí que haces ruido, viejo debilucho- dijo Inuyasha caminando hacia la entrada de la casa- Vamos, no quiero que pesques un resfriado por mi culpa- dijo a regañadientes.

- (T-T) Muchas gracias, señor- dijo Myoga agradecido siguiendo a Inuyasha para entrar a la casa.

Inuyasha caminó reflexivo hacia la entrada de la casa- Ha pasado tiempo desde la última vez que estuve en Japón- introdujo la llave abriendo la puerta- Espero comenzar mi vida de nuevo- encendió la luz a un costado de la puerta- Sólo quiero vivir tranquilo, aunque sea una vez- y admiró nostálgico la casa por dentro.

Myoga cerró la puerta de entrada, y miró a Inuyasha, que tenía una expresión ¿triste?

- Señor Taisho…- nada, seguía igual. Tanteó con un dedo el brazo del ojidorado- Señor Taisho- Inuyasha lo miró como despertando-, ¿se encuentra usted bien?- dijo el anciano algo preocupado.

Inuyasha cerró los ojos con el rostro serio.

- Sí viejo, no me pasa nada- se encaminó hacia las escaleras- acuéstate de una vez que mañana será un largo día- dijo Inuyasha subiendo lentamente las escaleras.

Myoga lo miró preocupado, definitivamente el chico no era del que se mostraba vulnerable ante las demás personas, y algo estaba ocultando, pero mañana trataría de averiguar lo más que pudiese.

- Que pase buenas noches, joven Inuyasha.

El ojidorado, todavía subiendo las escaleras, hizo un gesto despreocupado con la mano.

- Sí, sí, buenas noches- y caminó por el segundo piso buscando la puerta hacia la habitación más apropiada para él.

- El chico no es feliz… ¿por qué habrá venido a Japón?- se preguntó Myoga tomando una posición pensativa- Aaaahhhhhh, qué sueño- bostezó el viejo estirando sus brazos- Me iré a acostar- dijo el anciano rascándose el trasero subiendo las escaleras. Definitivamente mañana sería un largo día…

Esta historia continuará…

Hola a chicos y chicas!! Bueno, en primer lugar te quiero agradecer por leer este fic que es tan especial para mí, y obviamente espero que sea de tu agrado, ya que es el primero que hago y me ha costado montones hacer pues a cada rato lo he estado modificando para que sea agradable su lectura ñ.ñU

Jajajajajja, ya me puse cursi Xd… Una vez más te agradezco leer el fic y no te olvides de dejar reviews para saber si voy por buen camino…

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Ninguno de los personajes me pertenecen sino que a la gran y fantástica Rumiko Takahashi.

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- ByE Bye -