El Divino Poder se unió al crearme con el sumo Saber y el primo Amor
En la Edad solo puede aventajarme lo Eterno, mas eternamente Imparcial, sin embargo siempre les observo con Amor.
No perdáis las Esperanzas, al jugar mi Juego. Tan solo deseo de ustedes que respondan a mí desafío...
El Ángel del Destino...
De todos los seres humanos disponibles...por qué tenía que ser yo un ángel?
Tk Takaishi
Prólogo
Malomyotismon había sido derrotado. Había sido gracias a la luz de la esperanza de los niños de todo el mundo y la de aquellos niños que habían sido una vez engañados y manipulados por los representantes de las tinieblas.
Fue esa misma luz que alimentó las esperanzas creídas muertas, brindando una calidez de tan grandiosa en sus corazones que por primera vez aquellos niños se atrevieron a volver a creer en sus sueños. Los espíritus guardianes del mundo digital recompensaron ese cambio concediendo a esos niños un compañero digimon a cada uno.
Hubo alguien más quien despertó su propia luz de esperanza, la persona responsable del desastre; un desastre cometido en nombre de un sueño frustrado de acceder al digimundo. Y cuando finalmente lo consiguió, fue de la manera equivocada. Esa persona era el señor Oikawa.
Una vez libre de la influencia de Malomyotismon, libre por fin del papel de marioneta, éste finalmente pudo contemplar el daño ocasionado en el mundo digital. Todo por culpa de su locura…
Lloró al ver que Cody, el hijo de su difunto amigo, le miraba con compasión, perdonándolo por todos sus pecados. Y se conmovió aun más al ver que delante de sus ojos aparecía un pequeño digimon verde diciéndole que era su digimon compañero y que le había estado esperándolo hacía tiempo.
A través de esa criatura, Oikawa supo que había sido perdonado por los dioses guardianes del mundo digital.
Todo lo que había añorado se le había concedido, pero ya era demasiado tarde. Su ciclo de vida había concluido. Pero antes de desvanecerse por completo, miró por última vez a los niños y no pudo menos que enfocar la mirada sobre aquél que originariamente había intentado dominar pero al cual nunca pudo llegar. De haberlo hecho, jamás habría elegido a Ken Ichijouji como su blanco.
Miro al niño a los ojos y pudo ver, durante una milésima de segundo, un resplandor dorado que se desprendía del elegido. El moribundo sintió un estremecimiento en todo su ser. Si bien los ojos de aquel jovencito le miraban con pena, Oikawa supo en ese instante que no se trataba de un digielegido ordinario. Quizás fuera cierto de que al entrar a los brazos de la muerte, una persona finalmente podía "ver".
Y lo que Oikawa vio fue superpuesto sobre la silueta del jovencito lo dejó boquiabierto.
La figura de un ángel de verdad.
Suprema, magnífica.
Conmovido, Oikawa entonces eligió convertirse en luz y con ella restauró el digimundo, formando a su vez parte de él. Y finalmente se restableció el equilibrio entre los dos mundos. El hombre finalmente descansó en paz.
Una vez restaurado el digimundo, niños y digimons se abrazaron; luego comenzaron a bailar y a cantar de alegría. Y a conocerse entre todos e intercambiar anécdotas de sus respectivas aventuras. Fue una fiesta.
Mas en medio de todo ese jolgorio por la paz nadie percibió que uno de ellos se marchaba.
Era el elegido al cual Oikawa había observado antes de desaparecer.
Él habría participado de la fiesta de no ser por el momento en que, casualmente, miró hacia cierto montículo y vio a una joven parada allí. Alta y rubia, mayor que el resto. ¿De qué nación provenía? ¿Desde cuándo era una digielegida? ¿Por qué surgía de ella esa luz plateada? ¿Y por qué nadie más parecía percibir su presencia?
Sus ojos se encontraron y él sintió que lo llamaban... todo era muy extraño. Sentía que debía ir aunque no entendiera el por qué. Le estaba sucediendo a él algo similar que Hikari Yagami, sin embargo no eran las fuerzas de las tinieblas quienes lo llamaban. Era algo completamente diferente.
Nadie se fijó que él se iba, ni siquiera su querido compañero digimon. Cuando llegó a la cima del montículo notó que la joven, por cierto muy bonita, le sonreía candorosamente, tenía impregnada las energías de los cuatro dioses guardianes.
Ella le extendió una mano y juntos desaparecieron en el aire tan silenciosamente como ella había llegado.
Para cuando los otros se dieron cuenta salieron en su búsqueda, pensando que algo malo le había sucedido.
Pero el señor Gennai les detuvo.
- no se preocupen, él esta bien. Pronto regresará a su lado.
- ¿por qué? - preguntó una desconsolada Hikari -¿ Acaso alguien le hizo algo? ¿Por que marcharse así?
- ¡cierto! – estalló Yamatto - ¡No es propio de él!
-Regresará - juró Gennai - pero no puedo decirles por qué ni cuando. Cuando regrese, podrán preguntarle.
Y no pudieron sacarle más información.
Takeru Takaishi no apareció sino tres días después.
