Disclaimer:

Los personajes, trama y detalles originales de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, Shūeisha y Shūkan Shōnen Jump (manga), Hayato Date, Pierrot y TV Tokyo (anime).

Advertencias:

Basado en la obra del manga, con ligeras influencias del anime.

La clasificación indica temas que no son propiamente para menores o personas sensibles a asuntos relacionados con la violencia física, psicológica, o contenido de índole sexual en determinado momento, además de uso de lenguaje vulgar. Queda a discreción del lector el contenido.

Notas introductorias:

-Insertar aquí la musiquita de 20th century-

Siendo rescatado de la fosa de la idea ahogada por El Gran Kaiosama, sin importar los zombies, las guerras ninjas y demás cosas extrañas que en su momento mataron mi inspiración para este fic, finalmente está ante ustedes lo que considero el único fic de una OTP.

Dedicatorias:

Fic para el foro Desafío Shinobi ¡Hi-yah!, en la campaña "El valor de los extra"

(Más información en mi perfil)


La lista de Jashin

El Gran Kaiosama & Kusubana Yoru

Kurenai solo sanaría su dolor en cuanto lo padeciera plenamente, aunque eso implicara desenterrar a Hidan.


Asuma, el padre ausente

La enfermera a cargo de la recepción terminaba el llamado con su voz cantarina al médico encargado del departamento de pediatría. Una vez que los altavoces quedaron en silencio, únicamente el ligero chirrido de la silla de ruedas que llevaba a un paciente con ambas piernas lesionadas fue audible en la recepción.

El hospital era por naturaleza un sitio tranquilo, se hablaba en murmullos y el paso ligero de las enfermeras hacía parecer que andaban sobre el aire, sin hacer ruido alguno, por eso mismo la intempestiva entrada de Chōji Akimichi que casi arranca de sus goznes la puerta de cristal, hizo que todos los presentes giraran la vista para verle, y detrás de él, a sus compañeros de equipo. Shikamaru llevaba en brazos a una mujer pálida, bañada en sudor con un ligero temblor en todo el cuerpo.

Ino se adelantó para buscar a un médico, una enfermera o quien fuera que pudiera ayudar a Kurenai, no obstante, fue a Shikamaru a quien interceptaron.

—Las contracciones empezaron hace dos horas —dijo el muchacho a la enfermera que le revisaba el pulso a la mujer —, pero eran cada diez minutos, y ya le había SUCEIDO antes, pensamos que se le pasarían.

Kurenai apretó el brazo de su acompañante y lanzó un gemido prolongado.

—Ahora son cada minuto, duran treinta segundos.

La enfermera asintió sin emitir palabra alguna escuchando de voz de la futura madre el nombre del médico que llevaba el control prenatal. Los muchachos estaban nerviosos, esperando que les dijeran qué hacer para hacerlo tan rápido como pudieran, sin embargo, la mujer de blanco se tomaba su tiempo y con calma fue a recepción para que vocearan al médico. Lo único que un camillero había hecho por la kunoichi, hasta el momento, fue conducirla a una habitación para que la valorara el especialista cuando llegara.

Los tres ninjas no habían pronunciado palabra, ni siquiera Ino, solo se movieron del sitio en el que fueron separados de la mujer aunque la chica ya había dado un jalón a la mano de Chōji para que reaccionara.

—Tenemos que ir a la casa de Kurenai-sensei. Con las prisas olvidamos traer su maleta.

—No debí invitarle esa barbacoa —susurró Chōji con rastros de remordimiento en la voz.

—No seas tonto, las barbacoas no causan el inicio de un parto.

Shikamaru solo se dejó caer en una de las sillas de la sala de espera de la recepción.

—Mejor apúrense —dijo —, yo me quedaré aquí a esperar que alguien diga algo.

Ambos asintieron y salieron con más calma que cuando entraron, después de todo, Kurenai ya estaba en el hospital, no había necesidad para andar corriendo. Shikamaru sonrió nervioso mientras sacaba distraídamente la cajetilla de cigarros de su chaleco, pero el movimiento se quedó interrumpido cuando escuchó el carraspeo de la mujer que atendía la recepción, suspiró y puso ambas manos sobre su cabeza inclinándose hacia atrás.

—Gente problemática.

El doctor no tardó mucho en aparecer, pero a Kurenai se le antojó como un día entero la tardanza del hombre. Justo a la entrada de la habitación de exploración, la enfermera que la había atendido le entregó el reporte con la revisión superficial que le había hecho mientras llegaba. Muchas personas tenían la creencia de que eso lo hacían para disimular la demora de los doctores, pero lo cierto era, que tenía indicadores de presión muy baja, las contracciones eran verdaderamente fuertes y continuas según el estudio realizado, y era un bebé con demasiada fuerza. O al menos eso comentó el doctor, siendo consciente de que era una kunoichi la que estaba tendida quejándose y no una mujer sin entrenamiento.

La enfermera dijo algo sobre anestesia, ella simplemente asintió.

Pasó a otra sala casi enseguida, el médico confirmó por última vez que la madre y el bebé estaban en condiciones de un parto vaginal, que fuera del escándalo que armaba Kurenai, no existían complicaciones médicas para lo contrario. Acostumbrado como estaba a situaciones parecidas, mandó llamar a su equipo de asistencia y él mismo condujo la camilla.

—Tranquila, en un rato más tendrá a su bebé en brazos —comentó —. Además, son dolores que no causan rencor.

—¿En dónde está Asuma? —chilló ella sintiendo claramente cómo en su interior todo se comprimía dolorosamente, las contracciones se volvían cada vez más prolongadas al punto en que ya no estaba segura de cuándo terminaba una y empezaba otra.

—¿Asuma? Hum no lo sé, mandaré a alguna enfermera para buscarlo, está a buen tiempo de llegar —siguió, haciendo una señal a la joven a su lado para que fuera a la sala de espera a buscar al hombre.

¿Por qué no llegaba? Él había planeado con antelación casi todo, y cuando se lo dijo no tenía más de dos semanas de retraso en su periodo, sin confirmar con un médico que fuera un embarazo y no un problema hormonal. Tenía armado todo un plan hasta para modificar sus horarios y pedir un permiso para esas fechas con tal de no estar fuera cuando ocurriera, pues tenía un tipo de trauma respecto a que su madre lo trajo al mundo sola y así estuvo hasta los siete u ocho meses en que su padre se dignó a aparecer en Konoha. Para Asuma, había sido duro aceptar que su padre fue el último en conocerlo, aunque ni siquiera lo recordara realmente.

Reservó la habitación más amplia pese a que médicos y enfermeras le juraron que no funcionaba como hotel, y también había estado consultando varios volantes de "parto sin dolor" ¿Sin dolor? Bueno si él estaba pensando…

—¿Kurenai?

La voz de Shikamaru, apareciendo en el pasillo la asentó en la realidad como si de un tremendo bofetón se tratara. El chico la miró con cierto aire de preocupación.

—Asuma...

Kurenai se llevó una mano a la cara y dejó escapar un gemido quedo que solo fue respondido por la mano del alumno favorito de aquél que ese día debiera convertirse en padre.

—Él no… —quiso decir Shikamaru.

El doctor asintió para indicarle a Shikamaru que podía quedarse comprendiendo inmediatamente lo que ocurría y que posiblemente nadie más estaría con ella en aquel momento que supondría ser el más feliz para una madre.

Asuma no estaba, nunca más estaría, Kurenai aterrizaba vertiginosamente entre el dolor de su vientre y el de su pecho, Shikamaru y los otros chicos la llevaron al hospital, eso había sucedido. Apretó los ojos al sentir cómo las lágrimas se le escapaban sin control mezclándose con la capa de sudor que cubría su cuerpo entero, y mientras apretaba la mano de Shikamaru se sintió pequeña, débil e indefensa con un sentimiento mayor al que la embargó la tarde en la que aquél chico la había ido a buscar a su departamento. La fragilidad de su decisión de seguir adelante con fuerza y optimismo se hizo trizas en ese solo instante en que esperaba que el hombre apareciera, disculpándose por la tardanza poco propia de él, haciendo enojar a más de una enfermera por traer entre los labios un cigarrillo sin filtro.

Con la vista nublada por su propio llanto se aferró a lo más cercano cuando con una contracción mucho más fuerte y dolorosa que todas las anteriores juntas, la tumba de Asuma como un pensamiento volvió todo su mundo en una brillante esfera de dolor. Venía el punto más alto, la punzada más aguda, el doctor ya indicaba que estaba saliendo y todo perdió el enfoque, todo perdió el sonido tangible y el aire se llenó de olor a tabaco…

—¡¿Asuma?!

¡Había llegado! ¡Sí había llegado! ¡Justo al frente veía su silueta! Con el uniforme, la mascada de su grupo de la juventud ¡El humo! Pero estaba demasiado oscuro, demasiado difuminado. Aquella silueta cayó de rodillas uniendo un grito propio al de ella que seguía en labor de parto. El suelo que sostenía a aquella apesadumbrada silueta se tiñó de un violento rojo y más gritos retumbaron en sus oídos sin poder encontrarle una adecuada interpretación, solo pudo percibir de ellos el dolor igual o superior al suyo, pero de otra clase, del tipo que desgarraba el alma de quien estaba cerca, de ella misma.

—¡Asuma! —volvió a gritar sobreponiéndose a la falta de aire.

Por un instante sintió la necesidad de saltar de la camilla, y al parecer en realidad estaba por hacerlo, trataron de detenerla, pero consiguió soltarse.

—¡Asuma! —ella lo llamaba. La mancha carmesí absorbía la forma del padre de su hijo. El chirrido estaba por dejarla sorda, el eco gutural de esa voz profunda tan familiar como fantasmal solo pudo emitir a ella una súplica de ayuda.

—¡Asuma! ¡Asuma! ¡Yo estoy aquí!

El pánico se apoderó de ella cuando al olor del tabaco se unió el metálico y salino sabor de la sangre, trató de alcanzarlo… su cuerpo no respondió…

La inconsciencia llegó a ella cómo una tranquila y tibia manta.

.

Abrió los ojos lentamente, sintiéndose particularmente cansada, como si cada músculo de su cuerpo hubiera sido vapuleado individualmente sin poner resistencia de ningún tipo. Entreabrió la boca sintiéndola seca y pegajosa, entonces alguien le acercó una pajilla; al sentirla cerca de sus labios la sujetó, sorbiendo para que el líquido la refrescara. Poco a poco la bruma en sus ojos desapareció junto con la sensación de haber comido paja. Shikamaru estaba al lado de ella sujetando el vaso del que había bebido. Ella lo miró con ansiedad y él se alzó de hombros sonriendo con tranquilidad.

—El doctor dice que nunca habían visto un bebé con tantas ganas de venir a este mundo, que pudo haber nacido solo. Lo tienen en el otro cuarto.

Kurenai asintió mientras su cuerpo se relajaba.

—Pero te pusiste como loca.

Shikamaru se rascó la barbilla recordando aquella experiencia como una batalla a pequeña escala donde no tenía ni la menor idea de qué hacer.

—Noqueaste a una enfermera y tuve que usar mi jutsu de sombras para detenerte… gritaste mucho el nombre de Asuma —pronunció lo último algo apenado, pensando que debía dar la misma noticia dos veces en caso de que el impacto emocional aún estuviera presente, como había advertido el doctor, ya asumiendo de manera correcta que el hombre estaba muerto.

—Yo… no lo recuerdo —mintió ella sin saber por qué, cerrando los ojos nuevamente —. Quisiera ver a mi bebé ¿puedo? —preguntó para cambiar el tema dejándole claro al chico que no había necesidad de explicarle nada.

Como si estuvieran esperando a que dijera eso, entró una enfermera llevando al bebé en brazos y detrás ella, Ino, con los brazos cruzados sin despegar la mirada del montón de frazadas rosas y blancas.

Shikamaru se inclinó un poco hasta quedar cerca del oído de Kurenai.

—Ino no se ha despegado de los cuneros, tiene la idea de que podrían robarla o reemplazarla por otra bebé en el mercado negro —susurró justificando la actitud recelosa de la rubia.

—También está un poco cansada —dijo la enfermera entregándole a la bebé completamente desentendida de la mirada inquisidora de la muchacha a su espalda —. Tuvo un día muy pesado. Nacer es un arduo trabajo.

Ella los dejó, y no del todo complacida, indicó a los demás que podían pasar. Como todo buen miembro del personal médico, odiaba que grupos numerosos se congregaran en las habitaciones, pero la autorización estaba dada y contra eso poco o nada podía hacerse.

Kurenai tomó aquella pequeña persona mirándola con detenimiento y fascinación, se sentía extraña, no podía creer que esa hermosa niña fuera de ella, que de verdad estuviera ahí en sus brazos y no dando patadas a las dos de la mañana en su vientre.

—Se ve un poco hinchada —dijo Chōji acercándose un poco.

—Yo pienso que es perfecta.

Ino parecía conmovida, desde el momento en que se pegó al pediatra, había creído que sería como una copia de su padre, pero en cambio, se encontró con algo más parecido a una versión miniaturizada de Kurenai.

—¿Ya has pensado en un nombre? —preguntó antes de que algún otro tuviera oportunidad de hacerlo.

—Mirai —dijo Kurenai sin despegar la vista de la pequeña —. Si hubiera sido niño, sería Hiruzen — agregó riendo —. Habíamos hecho un trato, Asuma escogería el nombre si era niña, y yo si era niño. Aunque nunca le gustó la idea de ponerle el nombre de su padre.

—Mirai es un buen nombre.

Kurenai levantó la vista y vio a Shino, Hinata y Kiba que permanecían parados en el quicio de la puerta, estaban ansiosos de acercarse, pero habían mantenido cierta distancia debido al recelo de la enfermera, ella hizo una señal con la cabeza y sus antiguos alumnos acortaron la distancia. Escuchó a Kiba hablar de uno o dos consejos para cuando le salieran los dientes, Ino le dijo que para eso faltaba bastante, y de repente todos estaban opinando sobre lo que era mejor aunque ninguno de ellos tenía hijos.

No había pasado mucho cuando todo se envolvió con un silencio inquietante, ni los chillidos de Ino ni los casi gritos de Kiba llegaron a sus oídos, Kurenai había clavado la vista en la ventana como si una fuerza externa la obligara a ello.

Afuera era de noche, el follaje de un árbol estaba en primer plano y al fondo las luces de la aldea. Poco a poco, aumentando la intensidad del volumen, el grito que inundó la sala de parto volvió a aparecer. Abrazó al bebé con fuerza y cerró los ojos negándose a ver en esa oscuridad nocturna, la silueta de un ninja suplicando ayuda.


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