No podían creer que sus padres se la hubiesen vuelto a jugar… Otra vez. Y ahí estaban, Ranma y Akane, perdidos en un pequeño pueblo de montaña donde, 'supuestamente', iba a celebrarse una importante concentración de encargados de los dojos más influyentes de Japón y ellos debían acudir como los representantes del dojo Tendo. 'Es una oportunidad muy importante para darnos a conocer' –había comentado Soun. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando, al llegar al pueblecito; al que solo llegaba un tren al mes, preguntaron por la concentración y nadie parecía saber de que hablaban.

Y estos hechos los sitúan en el momento actual, atrapados en ese pequeño pueblo, con los billetes de vuelta, no reembolsables, para dentro de un mes; y con estancia en una posada barata, con una decoración del siglo pasado que disponía de una única habitación libre, previamente reservada para ellos dos gracias a una tal Nabiki Tendo.

La habitación contaba con una gran cama de matrimonio algo ajada, una vieja alfombra, una destartalada mesa aparador y un pequeño cuarto de baño.

- No creas que vamos a dormir los dos juntos en esta cama pervertido –dijo Akane.

- ¡Que sepas marimacho, que no tengo ningunas ganas de dormir con una mujer tan poco femenina como tú! Dormiré sobre la alfombra, seguro que será más agradable que hacerlo a tu lado. –contestó Ranma.

- ¡Serás idiota! –replicó Akane furiosa metiéndose en la cama y arropándose hasta el cuello.

Últimamente Akane ya nunca pegaba a Ranma, simplemente se cabreaba, le insultaba, pero parecía haber dejado su mazo para siempre. A Ranma por otra parte, le encantaba hacerla rabiar, le mantenía vivo. Simplemente era su forma de llevar su relación con ella. Tras ver como se acurrucaba enfurruñada en la cama, se tumbó boca arriba en la alfombra con los brazos bajo la cabeza y se dispuso a dormir.

A las 9 de la mañana, Akane despertó y, tras comprobar que su tonto prometido seguía durmiendo, pensó en aprovechar la tranquilidad para darse una ducha. No sabía que podrían hacer todo el mes atrapados en ese pueblo medio abandonado, la ducha le serviría para relajar esa sensación de claustrofobia.

- AAAHHHHHHH! –oyó Ranma gritar a Akane desde el baño. Se levantó tan rápido como pudo para ver que le sucedía, no obstante, a medio camino del baño se topo con una Akane asustada que se tropezó torpemente cayendo sobre él. -¡Un ratón! ¡Hay un enorme ratón en el baño!

A Ranma apenas le dio tiempo a procesar lo que decía Akane, se encontraba tirado en el suelo, con ella mojada encima, a causa de la reciente ducha, con tan solo una pequeña toalla que cubriese su desnudez. Para colmo, como se había despertado del susto, aún conservaba bastante latente el 'efecto de la mañana'. De repente Akane se incorporó para levantarse y notó en su zona más íntima las duras consecuencias de ser un hombre, por lo que rápidamente se apartó de Ranma reprochándole:

- Pero ¿qué crees que haces pervertido?

- Ehh… esto –titubeó Ranma –¡no vayas a creer que es por ti!, nos pasa a todos los hombres cuando despertamos, y dado que tú me has despertado de repente con esos gritos de gorila, y te has echado sobre mí, ¡pues no ha dado tiempo a que la cosa se calmase!

Akane volvío a mirar esa zona en concreto que resaltaba en el pantalón del pijama de Ranma.

- Y ¿por qué no baja aun?... No eres más que un pervertido.

- A ver si te crees que esto es instantáneo, ya te he dicho que no es por ti… ¡así que no te hagas ilusiones! –contraatacó Ranma, aunque lo cierto es que ella era la única razón de que siguiese totalmente empalmado, verla casi desnuda no ayudaría a ningún hombre a acabar con una erección.

Para calmar un poco las cosas, dejó a una extrañamente pensativa Akane en la habitación y se fue al baño a la caza del ratón.

A media mañana salieron de la habitación, aburridos y decididos a indagar por el pueblo y los bosques de los alrededores. Pasaron todo el día saludando a ancianitos y recorriendo casas abandonadas y angostos bosques. Akane apenas había pronunciado palabra desde la discusión de esa mañana, se la veía taciturna y pensativa. Estaba claro que había algo que no se le iba de la cabeza.

- ¿Qué te ocurre Akane? –preguntó Ranma una vez llegaron a la posada.

- No es nada Ranma, no me apetece hablar. Me voy a acostar –dijo al sentir el frío que hacía en el cuarto. Con lo poco que había que hacer, en la cama bajo las mantas estaría más cómoda.

- Lo que tú digas, pero está claro que te pasa algo, no has dicho nada desde esta mañana y tampoco es que discutiésemos tan fuerte para que aún te dure.

Tras esas palabras, Ranma se tumbó sobre la alfombra e intentó dormir en vano. La noche era mucho más fresca que la anterior, y la posada obviamente carecía de calefacción. Pasaron un par de horas y Akane sobre la cama, aun despierta, oyó como Ranma tiritaba del frío. No podía ser tan malo si le ofrecía un lado de la cama, era suficiente grande, pondría la almohada en medio y no había necesidad ni de rozarse- pensó.

- Oye Ranma, ¿estás despierto? –preguntó.

- Sí, ¿qué quieres? –respondió huraño Ranma.

- Pues, estaba pensando… que si tienes mucho frío… No es que yo quiera ni nada… solo que bueno, la cama es grande… puedes dormir aquí, aunque como se te ocurra acercarte a mí te prometo que volveré a sacar el mazo.

- Ya… ni que a mí me apeteciese acercarme –dijo Ranma incapaz de no contestarle, y tras esa respuesta se metió en la cama lo más alejado posible de ella. – Esto Akane… ¿sigues aún preocupada por lo que sea que te pasara antes?

- Ranma, ya te dije que no voy a hablar de eso contigo –contestó Akane cansada del tema.

- Venga Akane… -prosiguió Ranma paciente y preocupado- no puede ser tan malo, tal vez entre los dos demos con la solución, no puede ser nada que yo te haya hecho, si hay algo que te preocupa lo arreglamos y ya está, tenemos que pasar un mes atrapados aquí, mejor no andar preocupados por nada, para una vez que parece no haber demasiados locos alrededor.

A Akane le enterneció su preocupación, tal vez pudiese comentarle un poco por encima, pero tenía miedo de que él se riese de ella o considerase su preocupación poco probable.

- Bueno lo cierto es que… -intentó decir Akane –es con respecto a lo de esta mañana… Ehh… yo no… ehh –titubeó –no sé muy bien cómo funciona eso- dijo lanzando una mirada de soslayo a la zona intima de Ranma protagonista de esa mañana.

- Ehh… - contestó Ranma sonrojado – No entiendo bien que quieres decir Akane… esto… ¿a qué te refieres con lo de cómo funciona?

- Bueno ya sabes… eso… Yo… realmente… esto… no sé si es posible… tal vez sea culpa mía… no parece probable… -divagaba Akane sin atreverse a terminar ninguna de sus frases.

- Akane, no comprendo nada, que no es probable ¿el qué? ¿culpa tuya qué? No entiendo nada…

- Pues… no sé si… alguna día tal vez tengamos un problema… porque realmente… ¿y si…? –suspiró Akane derrotada.

- ¿y si qué? –volvió a preguntar el chico aun mas confundido.

- Pues… ¿y si eso no cabe dentro de mí, ehh? Es decir, eso parecía grande y duro, y yo realmente no sé si algo de ese tamaño pueda entrar en mi cuerpo, y ¿Qué pasaría si nunca puede? ¿Y si estoy mal hecha y no me cabe? –soltó por fin Akane atropelladamente haciendo que Ranma entrase momentáneamente en shock por lo que la chica estaba considerando. Es decir, realmente estaba preocupada por la posibilidad de no poder mantener relaciones sexuales con él. A Ranma esa remota posibilidad se le antojó tan apetecible que notó como la erección se abría paso en sus pantalones.

Buenas, he corregido algunas faltas de puntuación del capítulo. Lo subí ayer por la noche a toda prisa, y hasta hoy no lo he releído y me he dado cuenta de los errores. Pido disculpas. A los que me habéis leído, gracias por dedicarme vuestro tiempo.