Disclaimer: Los personajes que resulten conocidos son propiedad de JK Rowling y la WB. El resto es mío.
N/A: Este fanfic está hecho con las mejores intenciones de mostrar la personalidad que para mí ambos deberían poseer por herencia. Espero que sea de su agrado, los capítulos son muy cortos por eso publico a diario. (Estoy publicando también en otra web esta historia). Dejen comentarios, por favor. Gracias.
Pareja: Rose Weasley/Scorpius Malfoy.
Clasificación: NC-17
Advertencia: La presente historia posee escenas subidas de tono. (Generalmente no soy muy explicita) Vendría a llamarse Lime o muy leve Lemmon. Menores absténganse, están avisados.
COMO SI FUERAS INDIFERENTE.
I
Algo equívoco.
Bien podría ser que todos fueran capaces de estar atentos al Quidditch. Es un deporte fascinante, pero claramente los que estaban metidos en el partido eran los jugadores. Como buscadores que eran, Rose y Scorpius volaban pegados intentando ponerle fin a un juego que había llevado casi tres horas sin dar atisbos de la snitch dorada. El destello lo vio el rubio primero, pero la buscadora de Gryffindor le ganó en la carrera cuando llegaron cerca del suelo. Rose alargó su mano a la vez que escuchaba ya los cantos y vítores para su equipo. Ella no dejaba jamás que le ganaran, y otra vez, derrotaba a las serpientes dejándoles un sabor amargo en el alma. Scorpius bajó de su escoba controlándose por no ir a golpear a su amigo Albus que aunque fuera el guardián de Slytherin, había ido a abrazar a su prima para felicitarla por la nueva hazaña. Frustrado consigo mismo, salió del campo sin hacer caso a los llamados de sus compañeros o a las burlas del resto de los leones. Los Scamander como buenos Ravenclaw le hacían señas de desaprobación al ver que el buscador que los había dejado fuera de copa a ellos, había perdido recientemente en la final del año. Ni siquiera en séptimo podía ganar. De todas formas no le importó. Fue directo al vestuario y luego de escuchar al capitán del equipo a medias, se largó de allí.
Quería darse un largo baño en el último piso. El baño de prefectos era perfecto para ello y dado que él era uno de ellos, no debía ocultarse, ni robar la llave, ni dar explicaciones a nadie que lo pudiera ver entrando allí. Todo quien lo veía le refregaba el fracaso en la cara, él seguía siendo indiferente. Weasley le había advertido ya, que volvería a ganarle como siempre. Pasaron unos minutos hasta que llegó a las duchas y se metió en la bañera llena de diferentes aguas perfumadas y enjabonadas a antojo de uno. Mágicamente para el que se metiera allí, se elegían sus gustos preferidos sin necesidad de pensarlo. Scorpius estaba relajado. Completamente cansado y aburrido, salió de allí y se enrolló una blanca toalla en su cintura, sin darse cuenta de que alguien lo había estado observando. Levantó la vista y dio con ella. La pesadilla en persona, un demonio, el infierno; Rose Weasley.
—¿Te debo algo? —preguntó alzando una ceja. Pasó sus dedos entre su cabello y se lo despegó de la cara.
—Volviste a perder… —le recordó Rose, cruzándose de brazos. Ella estaba limpia y cambiada ya, con su particular perfume a jazmín igual que siempre, destilando por todo su cuerpo.
—Lo sé, estuve allí, ¿recuerdas? —preguntó con una media sonrisa—. De alguna forma, espero que no hayas caído tan bajo como para estar espiándome hace rato, ¿no?
—No es como si tuviera la necesidad de hacerlo —dijo Rose burlándose de él—. No habrá nada sorprendente.
Scorpius soltó su toalla sin demostrar pudor, orgulloso de sí mismo, mientras veía la cara enrojecida de su enemiga. Sin decir absolutamente una sola palabra, Rose se volteó anonadada y se dispuso a salir de allí, pensando con total negación, que jamás debía haber entrado allí, y que por mucho que pudiera intentar convencerse de que Scorpius Malfoy no tenía nada positivo, se había equivocado totalmente.
