Disclaimer: La serie Naruto/Naruto Shippuden, así como sus personajes pertenecen al mangaka Masashi Kishimoto; créditos al autor/a por la imagen de portada. La historia pertenece a su respectiva autora, sin ánimo de lucro y por mero entretenimiento.
Nota: Universo ninja, puede sufrir leves alteraciones de la historia original.
Especificación: Historia centrada en Hyuuga Hinata y Haruno Sakura, sus protagonistas.
Cronología: Después de la pelea entre Orochimaru y Naruto, en búsqueda de Sasuke.
Resumen: La situación en Konoha y Suna no es alentadora; las mujeres más allegadas a los jinchurikis están desapareciendo una a una, llevándose consigo la paz en ambas aldeas. Nadie sabe del paradero de las chicas y, una nota de despedida con cuatro palabras como su única pista, no ayuda en absoluto. Para ambas aldeas, la conclusión es una: Akatsuki está detrás de todo.
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Prólogo
"Subsidio a Suna"
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La luna llena se alzaba en su máximo esplendor, siendo acompañada por miles de estrellas que, a la vista, parecían diminutos puntos brillantes; el canto de las cigarras era rítmico y relajante, mientras que las aves nocturnas disfrutaban de la tranquilidad, reposando sobre las gruesas ramas de los árboles más aledaños.
Todo parecía calmo y sereno, de no ser por el sonido de las ramas de los altos árboles crujir, debido a los pasos apresurados de una chica. Llevaba prisa, demasiada. Su respiración era agitada y su andar torpe; no miraba hacia ningún ángulo que no fuera recto, de frente.
No sabía la razón, pero ahí estaba ella, avanzando a paso veloz. Temiendo internamente por lo que hubiera detrás; pero ella no debía temer, después de todo era una ninja experimentada y fuerte. Por alguna razón, no podía detenerse y sospechaba que era su instinto de advertencia. Alguien la estaba siguiendo.
No. Debía concentrarse en llegar a Suna lo antes posible, más específico, antes del amanecer. Aunque la aldea esperara su regreso hasta después de medio día. Ignoró la molesta sensación en su estómago y pecho; sus pulmones clamaban por un momento de respiración profunda y su lengua pedía a gritos un trago de cualquier líquido.
—Mierda.
Masculló cuando sintió su arma caer al suelo. No podía olvidarla porque era su prioridad en las peleas. Bajó de un salto hacia el suelo y, cuando estuvo a punto de recogerla, su mente reaccionó:
«No, no se me cayó»
Había sido alguien. Antes de que el arma hubiera tocado el suelo, algo se la había arrebatado. Lo sintió a través del inmenso chakra que desprendía esa persona, si es que era solo una. No pensaba racionalmente en ese momento y no lo haría hasta que saliera de ese maldito bosque.
— ¿Quién anda ahí?
Era inútil, tratar de huir hacia el punto más alejado de aquella persona le resultaba imposible. Entonces fue cuando cayó en cuenta: no era sólo una persona, estaba rodeada de dos.
—Es ella. Temari, la hermana mayor del Kazekage.
La rubia abrió los ojos con desmesura. La profunda voz del hombre que de un momento a otro se encontraba frente a ella le resultaba tétrica y, no ayudaba en nada a su sentido racional aquel frío aliento sobre su cuello que comenzó a sentir segundos después. Por si fuera poco, la vista sobre su vestimenta era lo que menos esperaba ni quería observar en su vida.
—¡Akatsuki!
Gritó con potencia. Estaba acorralada, no tendría oportunidad de enfrentarse a un miembro de tan temeraria organización, mucho menos a dos. Sin embargo, debía hacer algo, tenía que escapar. No se imaginaba cómo, pero debía lograr distraerlos para huir sin tener que pelear. Sudó frío cuando un par de manos la tomó por los hombros e hizo presión sobre estos, mientras el otro sólo sonreía.
—Serás una gran obra de arte.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal al término de aquella perturbadora frase. No sabía quién era el dueño de la voz a sus espaldas, no obstante, el rubio que tenía frente a ella se mantenía quieto, esperando una reacción suya o alguna palabra por parte de su compañero.
A continuación, el tiempo pareció trascurrir con suma lentitud; dejó de sentir la presión sobre sus hombros y eso la ayudó a relajarse de alguna manera, pero no le fue suficiente. Necesitaba un plan para salir ilesa a como diera lugar, para que sus hermanos no sospecharan nada y así no salieran a buscar a sus agresores para devolverles el favor. Si tan sólo hubiera aceptado la escolta que la Hokage le ofrecía, Shikamaru ya hubiera ideado un plan.
—¡Vamos, maestro Sasori! Usted sabe que debemos mantenerla viva. Además, el arte es efímero, algo que hace destellar al mundo.
—Disculpa, pero el arte debe ser capturado por la eternidad, para que pueda ser admirado durante años y años.
¿Le estaban tomando el pelo? La tensión de la atmósfera fue rápidamente sustituida por una conversación sinsentido acerca del arte; lo único que Temari observaba era a dos miembros de Akatsuki posicionarse uno a lado del otro, continuando con su diferencia de ideas. Palabras como «arte», «eternidad» y «perecedero» abundaban en la conversación de los artistas; el rubio y el pelirrojo parecían ser muy distintos entre sí.
Entonces cayó en cuenta. Ella había pasado a un segundo plano desde que comenzó aquel extraño debate. Ninguno de ellos le prestaba atención, o al menos eso parecía; así que, con pasos sigilosos retrocedió, con el objeto de escabullirse entre los arbustos y emprender su huida. Si no estaba mal, estaba a punto de adentrarse al desierto y pronto llegaría a Suna, por lo que esa era su oportunidad de escapar sin pelear.
—¿A dónde vas, nena?
Esa fue la frase que le dio el impulso para iniciar la carrera. La voz del rubio resonaba en sus oídos cada vez que pisaba las ramas secas en el suelo; la seguían muy de cerca, sentía el inmenso chakra que ambos poseían seguirle los talones, pero eso no fue excusa para que girara su rostro hacia atrás. No deseaba verlos, al menos hasta que tuviera refuerzos para hacerles frente.
Ahora que lo pensaba, se suponía que ese hombre pelirrojo había muerto. La chica de la hoja, junto a la abuela Chiyo habían tenido una contienda a muerte hace no mucho, cuando su hermano Kankuro había sido derrotado por él y Gaara, su hermano más pequeño, estaba siendo víctima de sus planes.
Haruno le detalló la batalla, alegando que su abuela fue la responsable de su muerte gracias a un jutsu de sellado; aunque omitió algunos detallesdetalles que le resultaron insignificantes al principio, ahora dudaba de que en verdad lo fueran.
No pudo pensar más, ni siquiera seguir corriendo. Se encontraba inmovilizada de cuerpo completo, siendo completamente inútil para tomar en posesión su abanico y lanzar, por lo menos, una ráfaga de viento.
—Es inútil —Sasori se encontraba apoyado en el tronco de un árbol no muy lejano—. Ahora eres mi marioneta.
—T-tú estabas-
—Muerto —cortó rápidamente, sin expresión alguna en su rostro—. Lo siento, pero no te explicaré algo que no te incumbe.
Si bien, su tono de voz y cortesía eran elegantes y calmados, eso no cambiaba en nada la situación actual: eran miembros de Akatsuki, la organización criminal más peligrosa. Era la primera vez que veía a un miembro en vivo y el pelirrojo no coincidía en nada con la descripción que le había dado Kankuro; Sakura opinó lo mismo de él, negándose a dar detalle de su aspecto físico detrás de la marioneta que lo escudaba.
—¿Qué es lo que quieren? —cuestionó temiendo por la respuesta, aunque su deseo por saber sus intenciones era mayor.
—Nada en especial.
La respuesta simplona del marionetista le provocó más dudas. Si no estaban ahí con ella por algo insignificante, no tenía idea de lo que vendría después.
Escuchó de nuevo la irritante voz de Deidara frente a ella, alegando que «sería él quien se llevara el crédito de la misión», por lo que una idea hizo eco en su mente: a quien querían ellos, era a Gaara. Sin embargo, no terminaba de cuadrarle en absoluto; no hallaba una razón por la cual quisieran algo de él, ya que, el bijuu había sido extraído de su cuerpo por ellos mismos.
—Haz lo que quieras. Sólo no me hagas esperar.
Al instante siguiente, el pelirrojo desapareció de su vista, dejando sólo a Deidara frente a ella y, por lo tanto, liberándola de los hilos de chakra puestos en sus articulaciones. Suspiró pesado. Si bien, ahora podía luchar en una batalla más justa, no debía bajar la guardia. Se trataba de un miembro de Akatsuki después de todo.
Se posicionó, lista para iniciar la pelea, pero el rubio se quedó inmóvil en su lugar, observándola fijamente con una sonrisa ladina. Ese gesto le hizo fruncir el ceño, creyendo que no la estaba tomando en serio.
—Tranquila, nena. No te apresures —habló con jovialidad—, te tengo un trato.
...
El cielo en el territorio de Konoha se mostraba vivo, tan azul como ningún otro; las calles eran pobladas por los aldeanos que salían a comprar víveres, trabajadores saliendo de los establecimientos de comida por su hora de descanso y otros dando un paseo. Todo parecía indicar que no pasaría nada con relevancia ese día.
No hasta que un ave, proveniente de la aldea de la arena, surcó los cielos con un pergamino y se adentró en las instalaciones de los altos mandos.
Posteriormente, la quinta hokage se dispuso a recibir la información que su aldea vecina le propiciaba. Se levantó con pereza, llevándose los dedos índice y pulgar al puente de la nariz y suspiró; ordenó a Shizune, buscar a un par de ninjas que ella misma había seleccionado y se dirigió a la ventana que mostraba la vista de su querida aldea. Sólo esperaba que Naruto no estuviera en el momento siguiente.
Cuando los tres ninjas cruzaron el umbral de la gran puerta, se giró hacia ellos y se sentó de nueva cuenta en la silla tras su escritorio. Suspiró, apoyando sus codos sobre el mueble y entrelazando sus dedos para poder reposar su cabeza sobre ellos; los miró con un matiz de fastidio y comenzó:
—Sakura, Sai, Shikamaru —nombró autoritaria, esperando a que ellos asintieran—. Tienen misión.
—Que fastidio —Shikamaru no se hizo esperar con su ataque de pereza—. ¿De qué se trata?
—Ustedes tres partirán dentro de media hora a Suna —explicó la rubia—. Nos ha llegado información sobre la desaparición de uno de sus miembros hace un par de días, después de que partiera demuestra aldea.
La mente de Shikamaru se encendió en ese momento. Temari había sido la única que había ido a la aldea hacía poco, con la misión de enviar un mensaje de parte del Kazekage hacia una mujer. No le había dicho de quién se trataba, pero la misión no tuvo mucha importancia, incluso cuando Tsunade le ofreció la escolta a su hogar.
—Sé que el Kazekage no desconfía de nosotros —prosiguió—, pero no sólo es su confianza, es la de todos sus colegas.
—¿Quiere decir que ellos creen que nosotros somos responsables? —intervino Sakura.
—Sí, y necesitan una respuesta rápido. De lo contrario, la paz entre ambas aldeas se verá afectada.
—¡Esto es ridículo! —vociferó Shikamaru después de escuchar a la Hokage—. ¿Está diciendo que Temari fue raptada? Ella es una chica fuerte e inteligente, no podría haber sido secuestrada tan de repente.
—Eso sucedió la misma noche de su partida, Shikamaru —aclaró la hokage, posando su vista sobre él—. Suna no quiso involucrarnos en un principio y la buscaron por su cuenta. Lamentablemente no encontraron ni un solo rastro de su paradero, por lo que los principales sospechosos en su lista somos nosotros.
Por más impotencia que el Nara sintiera, debía mantener la calma como siempre lo hacía. Ni él mismo comprendía la sensación en su estómago al escuchar que la chica de la arena había desaparecido sin dejar rastro. Era absurdo.
Tanto Sakura como Sai se mantuvieron atentos a la explicación que Tsunade otorgaba, respondiendo con ligeros asentimientos de cabeza cada vez que ella preguntaba que si les quedaba claro; asignó el mando a un despistado Shikamaru y continuó:
—Su misión será el subsidio a Sunagakure, ofreciendo sus servicios y siguiendo sus órdenes. En su viaje, deberán buscar alguna pista que indique-
—¡Abuela Tsunade! —una voz bastante conocida y molesta llegó a los tímpanos de la Hokage, interrumpiéndola en el acto—. ¿Qué ha pasado en Suna, y por qué no estoy incluido?
Una vena palpitante sobre la sien de la voluptuosa rubia, indicaba que estaba molesta. Naruto se encontraba detrás de ella con el ceño fruncido y las manos cruzadas sobre el pecho, exigiendo una respuesta.
—Porque no haces falta en esta misión —Tsunade estaba controlando su puño—. Así que lárgate a-
—¡Quiero ir!
La interrumpió una vez más, decidido a cambiar la opinión de la Hokage; eso la enfureció más, al grado de que otra vena se hinchara sobre su frente. Hizo un puchero, esperando la negativa de la mujer para poder interrumpirla, de nuevo.
—Naruto, no puedes-
—¡No puedo dejar a Sakura-chan con ellos! —habló más alto, señalando a los dos hombres despectivamente—. ¡Y quiero saber qué pasa con Gaara!
Una tercera vena adornó la hinchada frente de la mayor, por lo que apretó su otro puño y apretó los párpados, conteniéndose de sacar al ninja a patadas. Sai esbozó una falsa sonrisa, mientras que Shikamaru se encontraba meditabundo, ajeno a la discusión; Sakura estaba preocupada por su amigo, si no hacía algo por detener a Naruto en su insistencia, seguramente tendría que visitarlo al hospital unos días después, o peor aún, tener que curarlo ella misma.
—Oye, si Tsunade-sama dijo que-
—Partirán en media hora —el interrumpir se estaba volviendo rutinario. Tsunade suspiró—, vayan a alistarse. Arsenal, medicamento, lo que necesiten. Recuerden que el enemigo puede rondar cerca... Y explíquenle la misión a Naruto, no estoy de humor para repetirla dos veces.
—¡Sí! —exclamó eufórico el rubio—. Abuela Tsunade, es usted la mejor.
Con un bufido de resignación por parte de Sakura y un asentimiento por parte de sus compañeros, los cuatro se dirigieron a la salida y, por ende, separándose con rumbo hacia sus hogares y equiparse para la misión. Kunais, Shuriken y herramientas de combate fueron lo necesario para los miembros del equipo, que se encaminarían hacia Suna.
Pasada la media hora, los cuatro se encontraron en las puertas de la aldea, preparados para partir lo más pronto posible. No obstante, tras un poste se encontraba escondida Hinata, observando cómo su amado rubiose alejaba en compañía de la pelirrosa, quien lo golpeaba de vez en cuando; sonrojada, caminó hasta las afueras de la aldea cuando se aseguró de que los ninjas ya estaban lo suficientemente lejos. Quería ser ella la que ocupara el lugar de Haruno y de una vez confesar sus sentimientos hacia Naruto.
Estaba tan ensimismada que no se dio cuenta de que alguien la observaba desde la rama de un árbol. Una silueta masculina se encontraba de cuclillas, mirando el largo cabello que ahora tenía la chica y su rostro sonrojado. Sonrió para sí mismo, con un pensamiento que hizo manifestar con su profunda voz:
—Definitivamente has cambiado bastante, Hyuuga Hinata.
-To be continued-
Nota de autora:
Sé que no debería escribir algo nuevo sin terminar lo anterior, pero la idea me surgió y aquí estoy, publicándola.
Quiero aclarar que este no es un fic NaruSaku ni NaruHina, pero como estoy adaptando la historia a la obra de Kishimoto, no me queda más que hacer. Lo que sí digo es que, sí habrá parejas, aunque con un desarrollo un poco lento, pero muy hermoso.
Espero que les haya gustado el prólogo y si fue así, háganmelo saber. Y si no, también, que sus críticas me ayudan mucho.
P.D: Si no han leído "Pasión de Estocolmo", pasen a leerla, es gratis. Es un fic SasuHina en un universo alternativo.
Sin más que decir, hasta el próximo capítulo. (\•3•)/
