REGENBOGEN
Sirius se sentó cerca del
mostrador de la tienda, con un cigarrillo encendido entre los labios y
la mirada perdida en la calle. Afuera nevaba; vacaciones de navidad...
Los chicos corriendo por las aceras arrojándose bolas de nieve con
una risa frenética, luces de colores en cada escaparate, magos y
brujas llevando paquetes envueltos para regalos y más allá,
un hombre que cargaba un pino todavía vivo. Y él todavía
ahí, encerrado junto a un agradable aroma a menta (que era lo que
menos le molestaba), musiquitas cursis que decían cosas de dar y
recibir, de paz, de amor y esa clase de estupideces, y, lo que es mejor,
montones y montones de artículos para Quidditch.
No es que a Sirius le molestase
este deporte, ya que de hecho adoraba ir a los partidos que se celebraban
entre las casas de su escuela; guardaba como memorias invaluables las pocas
veces que había podido asistir a las mundiales y le fascinaba ver
los entrenamientos del equipo de Gryffindor.
Era sólo que era eso
lo que a él le gustaba: ver. No jugar. No sabía nada respecto
a jugar. No había hecho pruebas para el equipo aunque James no se
cansaba jamás de decirle que pudo haber sido un gran buscador gracias
a sus envidiables reflejos y blah blah... Pero no. Y tampoco es que no
le gustase volar... simplemente las escobas no eran para él. El
quidditch no era para él.
Y ese era su problema.
Se había encerrado en aquél
establecimiento desde hacía aproximadamente 2 horas, previamente
seguro de que eso sucedería (aunque le había sido negado
hasta el cansancio), y ahora, fastidiado de ver a su mejor amigo todavía
indeciso respecto a qué escoba nueva comprar (había perdido
la anterior en un vuelo desenfrenado hacia el sauce boxeador y... bueno,
al menos él seguía vivo), había decidido que era mucho
mejor apartarse y... dejarle en paz.
"Paaddfooot" gimió de pronto
una voz a su espalda y volvió el rostro, curioso. James estaba ahí,
de pie frente a él, con el ceño torcido y una escoba en cada
mano. "¿Por qué te fuiste? Todavía no puedo decidirme
por ninguna, ¿No ves que necesito tu opinión?"
Encogiéndose de hombros,
Sirius se volvió completamente hacia él, sin levantarse de
su sitio en el mostrador. "¿Pero para qué quieres mi opinión?
Yo ni siquiera tengo una escoba..."
James arrugó la nariz.
"Y te he dicho montones de veces
que deberías ir comprándote una. Al menos para salir por
la ventana de la torre las noches de luna llena.." se acomodó los
anteojos y golpeó el mango de una de las escobas contra el piso
de madera.
"Ya te he dicho que..."
"Como sea." interrumpió James,
extendiendo la primera escoba hacia el rostro del animago. "¿Qué
te parece ésta?" inquirió, sonriendo.
Sirius la miró de arriba
a abajo, vagamente. Era delgada, de mango negro brillante y con una especie
de anillos de metal que circulaban la madera cada 20cms. Las cerdas grises
acentuaban con el aspecto metálico y mortecino de la escoba y llevaba
grabada al final del mango la palabra Nimbus.
"Es nueva." sonrió Prongs,
resbalando su mano desde la parte superior a la media. "Va de 0 a 160km/hr
en menos de 15 segundos y está libre de vibraciones."
"Bien." dijo Black, como si nada.
"Entonces compra esa."
"¡Pero también está
la Hammer!" interrumpió el otro, con un chillido infantil y puso
de golpe la segunda escoba frente a su amigo, quien arqueó las cejas.
Ésta tenía la parte inferior del mango mucho más delgado
que el resto de éste, amoldado a la forma de las manos, cobrizo,
con una placa de metal en la parte donde las cerdas estaban aferradas por
algunas cuerdas de piel y cobre. Al final del mango decía con letras
bien grandes HAMMER. Había escuchado de ella; la usó
el equipo de Francia durante las últimas mundiales. "Alcanza 140km/hr
en 10 segundos y tampoco vibra; pero además no se corroe con la
lluvia y asegura que te durará para siempre!" los ojos marrones
de James brillando detrás de las gafas asustaron a Sirius, quien
no veía entre ambas escobas ninguna diferencia salvo el color y
el nombre y comenzaba a marearse.
"Entonces compra esa.." balbuceó,
cuando James se inclinó hacia él con una mirada inquisidora.
"¡Pero es que la Nimbus es
más rápida!" replicó Potter, haciendo uno de esos
adorables pucheritos a los que Sirius jamás podía resistirse.
Aquella vez, sin embargo, era diferente: tenía hambre, le dolía
la cabeza y necesitaba ir al baño. Sacudió la mano, quitándole
importancia al asunto.
"¡Entonces la Nimbus!"
"¡¡Pero la Hammer...!!"
Retirando el cigarrillo de sus labios,
Sirius se puso de pie, abruptamente, levantando su estatura por una cabeza
encima de la de James.
"¡Entonces busca una que resista
más que la Nimbus y alcance más revoluciones que la Hammer!"
"Pero.."
"Por Merlín, James, ¡Tú
eres un chaser, yo soy.. soy... Sirius! ¡¿Por qué me
preguntas a mí?!" explotó, irritado, y caminó hacia
la puerta. "Sólo... sólo búscame en The Leaky Cauldron
cuando hallas escogido una, ¿quieres?" entonces abrió la
puerta y la campanilla se sacudió con la brisa helada que irrumpió
en el local.
Se detuvo algunos segundos, dándose
cuenta de que tal vez había sido muy rudo con Prongs, y se dio la
media vuelta. Pero volvió a fruncir el ceño al percatarse
de que James ni siquiera lo miraba, sumido en una observación ausente
de ambas escobas todavía entre sus manos, y con un gruñido
salió de la tienda hacia Diagon Alley, cerrando su túnica
y arrojando el cigarrillo hacia la nieve del suelo.
James se quedó adentro, sin
levantar la mirada.
(A/N: ay que aprender a controlarse
cuando anda una en sus días u.u -coff-se muerde la lengua-)
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Suspiró, profundamente, apoyado
sobre la mesa de una esquina cualquiera, aferrando el tarro de Butter Bear
entre uno de sus puños y viendo de forma ausente a los muggles que
pasaban afuera de las ventanas del bar. Dio un nuevo trago a su bebida
y se estremeció ligeramente. La cerveza era dulce y tibia y se sentía
muy placentera recorriendo su garganta y extendiéndose por su cuerpo
entero, devolviendo la vida a sus miembros adormecidos por el frío.
Tenía ya más de una
hora ahí, 3 cigarros acabados y por lo menos 4 butter bears consumidas.
Un par de brujas, cuatro magos y una veela ya se le habían insinuado
y, con un cigarrillo encendido en la boca y fingiendo que dormía,
seguía esperando porque James llegase. Si es que lo había
escuchado...
"No puedo creerlo." resopló,
girando el tarro de cristal entre sus dedos. "Una escoba resulta más
importante para él que yo..." volvió a suspirar, fuertemente,
y levantó la cabeza. Se ruborizó al encontrarse con dos ojos
castaños que le observaban, fijamente, desde arriba. "Prongs..."
alcanzó a decir, antes de que éste se volviera hacia la calle
londinense frente a ellos.
"Hace mucho frío, ¿No
crees?" inquirió James, sonriendo ligeramente. Llevaba el abrigo
cubierto de copos de nieve secos y la cara enrojecida por el frío.
Acababa de llegar. "Creo que sería buena idea ir a casa."
Sirius lo miró, insistente,
pero el otro no le devolvió la mirada, todavía inmerso en
un par de peatones que acababan de pasar frente al bar sin notarlo.
"¿Qué escoba compraste
finalmente?"
Los ojos marrones de James se volvieron
hacia sí.
"No compré ninguna." respondió,
encogiéndose de hombros y sin dejar de sonreír. "Salí
de la tienda luego de ti."
Padfoot arqueó sus cejas,
confundido. "¿Qué..? ¿¿Entonces en dónde
habías estado??"
Prongs soltó una risita ausente
antes se sentarse frente a él y tomar la butter bear de Sirius.
Le dio un sorbo y se encogió sobre sí mismo sintiendo el
líquido caliente recorriendo su cuerpo congelado.
"Ah.. pediré una." declaró,
volteando para buscar a Tom.
"¿James?"
"¿¿Si??"
"¿En dónde estabas?"
El brazo de Potter se extendió
hacia su rostro y atrapó entre dos de sus dedos el cigarro de la
boca de Sirius, quien se echó ligeramente para atrás. Se
lo llevó a los labios y tras inhalar profundamente echó una
voluta de humo blanco por la nariz, como un bufido.
"Me siento mejor." dijo, sonriendo
ampliamente. Volvió el rostro y saludó a Tom, el encargado.
"¡Buenos días, Tom!" saludó, y el hombre le devolvió
el saludo. "Te encargo una butter bear." terminó, antes de regresar
la mirada al frente, hacia un Sirius que le miraba con el ceño fruncido.
"¿Qué sucede?"
Black sacudió su cabeza y
luego volvió a inclinarse sobre la mesa, resignándose a perder
el cigarrillo y la respuesta.
Se estremeció de pronto,
al sentir una mano sobre la suya, y rodó sus ojos grises hasta que
se topó con una mirada castaña y apacible que le miraba desde
arriba.
"¿Es tan desagradable estar
conmigo?" preguntó, con voz suave, y Sirius se incorporó
de golpe, aturdido.
"¿Q-qué?"
"Es decir... no pensé que
te molestase tanto acompañarme..." desvió ligeramente el
rostro, sin soltar la mano de su mejor amigo, y se encogió de hombros.
"Solamente deseaba compartir lo que me gusta contigo... No.. no
lo hubiese hecho si hubiese sabido que..."
La otra de Sirius aferró
de pronto a la de James, y cerrando la que tenía debajo, lo miró
fijamente.
"¡No, no es eso!" exclamó,
sintiéndose como un idiota. "Es sólo.. quiero decir... no
es que me desagrade estar contigo, James... si es una de las cosas que
más amo en esta vida.." sintió cómo sus mejillas comenzaban
a encenderse cuando notó que Prongs se ruborizaba. "...es sólo
que.. James... no comprendo muchas de las cosas que te agradan...
Discúlpame..." arrastrando la mano de James hasta su rostro, besó
suavemente el dorso de piel fría. "...me porté como un imbécil,
James... no.. no debí haberme enojado... sólo que... estaba
cansado, es todo... No deseaba hacerte sentir mal, yo..."
Cerró sus ojos al sentir
que Prongs extendía su otra mano hacia su rostro, los dedos extendidos,
y acariciaba suavemente su mejilla enrojecida.
"Está bien, supongo.." su
voz sonaba todavía calmada, ajena a cualquier sensación.
"No debí obligarte a hacer algo que no te gusta... yo... creo que
sería mejor regresar de una vez..." dijo, sonriendo, e inclinándose
para besar suavemente la frente de Black.
Pero no pudo hacerlo porque las
manos de éste soltaron bruscamente a la suya y, sorpresivamente,
aferraron su rostro.
"No." presionando su frente contra
la de James y viendo fijamente dentro de aquél par de ojos marrones,
Sirius trató de sonreír. "No es necesario que dejes lo que
te gusta solamente para agradarme, James.. discúlpame, fui muy egoísta..."
tragó fuertemente, frotando sus dedos pulgares sobre las mejillas
calientes de Prongs. "...Lo siento mucho.."
James sonrió, ligeramente,
y se inclinó todavía más. Sus labios se presionaron
contra los de Sirius, quien jadeó, fuertemente, antes de abrir la
boca y corresponder lentamente al suave beso de Prongs.
"Está bien, Sirius.." balbuceó
el más pequeño, rompiendo el beso. "Acepto que hoy me excedí
de tiempo... así que por ahora podemos regresar a casa o hacer lo
que tú gustes." se alejó de él, repentinamente, y
sonrió a Tom, quien tenía su pedido en una mano y una sonrisa
alegre en los labios.
La depositó sobre la mesa
antes de alejarse de ellos como si no hubiese visto nada, ante las miradas
curiosas de ambos Marauders.
Con una risita, James tomó
su bebida y dio un largo trago antes de dejar el tarro sobre la mesa y
ponerse de pie.
"Entonces, ¿Qué deseas
hacer?" pidió, sonriendo, y Sirius lo miró.
"¿No comprarás tu
escoba?"
Prongs negó con la cabeza.
"Ya te dije que haremos lo que tú
desees."
"Pero deseo que compres tu escoba..."
Rompiendo en una risa esta vez más
estruendosa, James tiró de Sirius hacia él por un brazo y
se aferró a él. "Por supuesto, cuando yo me case con Evans
(A/N: coff-espérate-coff)."
Sirius lo miró de mala gana.
"No juegues con eso..."
Entonces, poniéndose de puntas,
James volvió a besar a Sirius, rápidamente; dejó un
par de monedas en la mesa y lo arrastró hacia la salida.
"No te preocupes, en realidad era
demasiada presión hasta para mí. Creo que por el momento
seguiré viendo catálogos." sonrió, abrió la
puerta que conducía hacia Diagon y suspiró profundamente.
"Mi Regenbogen era demasiado buena como para ser reemplazada tan pronto,
de cualquier forma." declaró, echando una mirada a su compañero,
que lo miraba también, con sus profundos ojos grises.
Amplió su sonrisa y cerró
la puerta detrás de ellos.
"Vayamos a comprarte una túnica..."
"¿Otra? Pero tengo muchas.."
James se inclinó ligeramente
hasta que su cabeza se apoyó sobre el hombro del otro.
"Pero ésta será una
nueva colección: Las túnicas que Padfoot usa cuando está
con Prongs. Yo voy a escogerlas todas."
Se quedaron algunos segundos en
silencio, simplemente mirándose, hasta que Black sonrió también,
se inclinó para besar la mejilla de Prongs y luego volvió
a incorporarse.
"Bueno, si mis asuntos no te aburren..."
Y golpeando las lozas salidas en
el muro con su varita, James rió. Ambos entraron por la abertura
en la pared, dejando atrás el Londres Muggle una vez más.
"Por cierto... ¿Has pensado
en comprarte una escoba? Yo podría ayudarte a escoger una."
Tal vez la idea de salir corriendo
ahora no era tan mala...
END
notas: me duele la espalda T-T estuve escribiendo esto sin detenerme más que a cambiar de canción y a ir al baño y.. ya me cansé ;0;! Como sea... Regenbogen quiere decir algo así como Colores muy Nítidos, y aunque no tiene nada que ver... era el nombre de la canción que estaba escuchando :P En fin.
