Disclaimer: Los personajes y la historia original de Naruto pertenecen a Misashi Kishimoto y a su editorial, por lo que no obtengo beneficio alguno a escribir esta historia más que pasar un buen rato de ocio.

Advertencia: Demasiadas flores, azúcar y muchos, demasiados colores. Nos quedamos sin formula X así que no logramos salvar la historia.


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Prólogo

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Era pequeño, no lloraba mucho y tenía el cabello fino, tan fino que parecía etéreo.

Tenía un olor particular, agradable y una calidez reconfortante. Naruto pensaba que a pesar de ser tan pequeño y frágil no solo era lo más hermoso que él había visto en su vida, sino también, lo más poderoso que jamás había experimentado. Había sido un interesante y abrumador proceso el que se había desarrollado durante aquellos nueves meses donde él, Naruto Uzumaki, quien no era la persona más aficionada a la lectura había devorado uno tras otro libro sobre el embarazo, incluso, había consultado a Sakura, a Shizune, a la propia Tsunade cuanta duda y preocupación tenía sobre la condición de Hinata. Él quería ser parte de todo el proceso, deseaba estar involucrado en el más pequeño detalle de aquello que él había estado esperando durante toda su vida: La paternidad.

Naruto podía afirmar con total convicción que la paternidad era el sueño más importante de su vida y muchos podían preguntar ¿Qué no era el ser Hokage su más grande sueño? Y él podría decir que sí, aunque de distintas formas. El ser Hokage representaba para él el máximo objetivo como Shinobi, sin embargo, ser padre representaba para él cumplimiento de su mayor anhelo y su más grande e incandescente necesidad: formar parte de algo, una familia.

Cuando era solo un niño, en más de una ocasión había vuelto su mirada hacia la entrada del orfanato e imaginaba que de pronto, en uno de esos soleados y alegres días, su madre y padre llegarían por él con sonrisas sinceras, palabras de amor y el juramento de no volver a separarse jamás. Sobraba decir que aquello nunca ocurrió. Los años pasaron y su soledad aumentaba, siendo eclipsada de forma momentánea durante los regaños y la calidez que le brindaba Iruka y, posteriormente, con las enseñanzas y las risas que compartió con el equipo Siete, pareció casi desvanecerse, sin embargo, Sasuke se marchó, el destino del mundo cayó de pronto sobre sus hombros y una vez más se sintió como el niño desvalido y asustado que siempre había sido. El ser el elegido del cual hablaban las profecías no quería decir que fuera inquebrantable, la soledad es una herida difícil de sanar, se necesita paciencia, dulzura, gentileza y mucho valor. Y él había encontrado todo aquello en Hinata, quien pasó de ser una niña rara a sus ojos a una Kunoichi formidable a la cual respetar y luego, con el pasar del tiempo y la convivencia, se convirtió en la persona que deseaba proteger más que nada en el mundo.

Hinata era la persona que significaría hogar desde ahora hasta el último día de su vida y él no podía ser más feliz de que así fuera.

— Es hermoso ¿Verdad?—Dijo Hinata, con sus ojos entrecerrados y las mejillas aún sonrosadas por el esfuerzo.

Y él sonrió, rio, asintió y lloró, Naruto era un cumulo de sentimientos y sensaciones las cuales eran imposible de explicar con palabras, el rubio abrió la boca un par de veces para decir algo más ninguna palabra lograba ser dicha, la risa le ganaba y volvía su mirada hacía su hijo. Su hijo. Que bien se sentía pensarlo y aún mejor decirlo—Soy Papá—Logró decir entre risas mientras una lagrimilla traicionera resbalaba por su mejilla.

Hinata lo miró enternecida y acunó una de sus manos en la mejilla de su esposo quien al sentir su calor cerró los ojos disfrutando del contacto—Gracias—Dijo con suavidad mirando a la mujer frente a él con todo el amor del que era capaz y esta vez fue el turno de ella de reír embriagada de felicidad. Juntaron sus frentes y murmuraron palabras de amor, nada podía empañar ese momento el cual se grabaría a fuego en sus memorias.

El pequeño niño bostezó llamando la atención de sus padres que lo observaron completamente enamorados y orgullosos, ambos estaban realmente impacientes por llevar a su recién nacido a su hogar, donde lo cuidarían y amarían con todo lo que ellos eran. Naruto sonrió con ternura y con sus dedos repasó con delicadeza el pequeño perfil del niño quien se movió ligeramente entre abriendo su diminuta boquita, las mejillas de ambos padres se tiñeron de rosa.

— Eres el bebé más mono de Konoha ¡Del mundo!—Exclamó Naruto con júbilo. Hinata soltó una risilla.

Naruto suspiró y beso la frente del niño

—Bienvenido al mundo, Hijo.

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