No poseo Saint Seiya ni ninguno de sus personajes.
Lo habían llevado los guardias, amarrado, sin camisa ni zapatos. Estaba lleno de golpes y seguía revolviéndose, y hablando en un idioma que para Aioros era desconocido. Sólo tiempo después llegaría a entender todo lo que se dijo en aquella escena imborrable de su niñez.
Shion reconoció al forastero como irlandés cuando se apareció entre el alboroto generado por su apresamiento. En el séquito del Patriarca iba Aioros, cogido de la mano de su madre, asistente del Pope.
―¿Qué haces en el Santuario? ―preguntó Shion con su aire de autoridad.
―¿Turistear? ―fue la respuesta, ante la cual un guardia le propinó un nuevo macanazo en la cara, que hizo al intruso escupir sangre y, al parecer, un trozo de muela.
Shion hizo una seña para que se detuvieran y siguió el interrogatorio.
―¿Cómo te llamas, irlandés?
―Emmm… ¿Patrick?- el forastero respondía cada pregunta con otra pregunta, como si no se hubiese dado el tiempo ni el trabajo de crearse una coartada.
―No sabes con quién tratas de bromear, así es que más vale que me digas tu nombre y tu propósito ahora mismo -replicó Shion con acerada voz.
―Mira, si quieres puedes llamarme Susan (1) ―replicó el forastero, antes de agregar con un malévolo cambio de tono―: y estoy aquí con un objetivo claro…
Dicho lo cual encendió su cosmos, rompiendo las amarras y se lanzó puño en alto en contra del Patriarca, ante el horror de los guardias. Shion lo paró en el aire, con su sola mirada. De rodillas en el suelo, el forastero volvió a escupir sangre, como si un puño invisible lo hubiese golpeado.
―Esa fue una farsa muy pobre, Patrick, no llegué a creérmela ―dijo Shion impasiblemente, antes de volverse hacia Néfele, la madre de Aioros―. Nuestro huésped no reviste ningún peligro ―le dijo―. Asegúrate de que se presente en buenas condiciones en el Templo Mayor, hoy al atardecer.
Shion se marchó y cuando los guardias preguntaron qué hacer con el intruso, sólo dijo algo como:
―Aléjense de él si no quieren que los mate. Aunque sé que se comportará, de ahora en adelante ―y reanudó su paso lento de anciano respetable, en dirección al monte sagrado.
Aioros había visto a su madre agacharse frente al forastero al que Shion había identificado como Patrick. Lo hizo con dificultad, dado su avanzado embarazo y apenas tomó la mano izquierda del "huésped", quedó horrorizada, como si hubiese reconocido algo sobrecogedor en la sencilla sortija gris que llevaba el personaje.
-χαῖρε κύριε (2) ―murmuró la mujer.
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(1) Snatch. Caía de cajón, lo siento.
(2) "Salve, Señor"
