Gracias por pasar a leer. Ésta es mi primera historia de DBZ, espero que les guste. Espero sus comentarios, consejos, ideas, todo lo que se les ocurra :)
Los personajes de DBZ no me pertenecen
Capítulo 1: La decisión
- Bulma, ¿entiendes la situación?- Preguntaba un hombre moreno con cabello abundante
- Sí, profesor Broly- Pensaba ella con la mirada perdida
- Ya no puedes seguir así. Además de tu profesor de Materiales, soy tu consejero, y es mi responsabilidad velar por tu seguridad Temo que si sigues de esta forma…-
- No voy a suicidarme- Interrumpió con rabia
El hombre enmudeció. Sabía que no lo haría - … Eres la mejor alumna que esta universidad ha tenido, pero el decano ya no quiere que estés entre nosotros. No quiero que lo malentiendas, pero la universidad no se hará cargo si es que algo llega a ocurrir-
Esa mañana había despertado, como siempre, antes que sonara la alarma. Aún estaba oscuro, y por la ventana se lograban distinguir las nubes grisáceas que adornaban el cielo, mostrando que la noche aún no se había ido. Se sentó en su cama y tomó los libros y cuadernos sobre el velador. Era su rutina. El estudio matutino la había ayudado mucho a superarse, así que lo había adoptado casi como una religión. Un par de horas después se levantó y se dirigió a la ducha. El agua estaba muy helada, tanto que sintió dolores de cabeza. Sin embargo agradecía que esta vez tenía agua.
- Entonces, ¿quiere decir que dejarán que me vaya a otra universidad? Me graduaré como sea, Profesor, y sería una lástima que se perdieran de un genio como yo- Bulma respondía altaneramente
- No estoy tratando de atacarte, pero el consejo académico sabe de tu situación. Estás en la ruina, vives en una pocilga, se ve que tu salud ha empeorado, a este paso morirás en el intento de graduarte. Aún recuerdo a la hermosa chica que llegó en su primer día, con las mejillas rosadas, llena de sueños y vitalidad. Ahora mírate…- Dijo señalando sus ojeras
- Gracias - Suspiró sintiéndose insultada
- Solo quiero que entiendas que graduarte no es lo más importante-
- Pues, para mí lo es, y lo haré a como dé lugar. Voy a retomar el lugar de mi padre y reconstruiré Corporación Cápsula- Dijo tajante
- Sabemos sobre tu deuda…- Interrumpió el discurso de la chica
Entonces ella enmudeció. Las cosas habían cambiado.
- Son 3.000 dólares al casero de tu edificio. ¿Cómo vas a reunirlas? ¿Acaso crees que solo será tomar tus cosas y marcharte de ese lugar? Van a perseguirte hasta que les pagues… Bulma, esta es la mejor institución del país, y por eso no van a permitir involucrarse con un asesinato por ajuste de cuentas, ni menos con que se sepa que una de las alumnas vive en la calle-
- Solo necesito tiempo- Murmuró ella
- Tu empleo como mesera ya no te servirá. Con eso has sobrevivido, pero así es como has ido acumulando esa deuda… Si solo pudieras llamar a tu madre-
Jamás llamaría a Bunny para algo como eso. Amaba a su madre, pero sabía que luego de la muerte de su padre las cosas habían cambiado mucho, y la rubia había enloquecido.
- Eso no es posible- Dijo evitando ahondar en el tema
- Me temo que deberemos expulsarte, Bulma- Declaró el profesor apoyándose en la mesa
- Diles que me den un mes. Aún tengo una tía a la que puedo contactar…-
- ¿Es en serio? Deberías haberlo hecho antes… Si es así, todo mejorará, Bulma. Debes recordar que este es tu último año, y pronto comenzará a formularse el proyecto final de titulación-
- Lo sé, maestro- Claro que lo sabía. Pensaba en ello a diario.
- Si sigues así, de seguro alguien querrá patrocinar tus proyectos… y eso significaría un trabajo estable a mediados del año-
- Es por eso que no pueden cortar mi carrera en estos momentos-
- Tú, preocúpate de saldar la deuda con tu casero, y yo hablaré con el consejo-
- Muchas gracias-
Bulma no se despidió, solo se levantó violentamente de la silla en que la estaba para salir corriendo de ahí. ¿Qué haría ahora? Obviamente había mentido sobre su tía rica para que la dejaran en paz. ¿Cómo era posible que estuvieran metiéndose en su vida personal? Deberían haberse quedado conformes al ver sus calificaciones… O al menos eso pensó cuando comenzó a matarse estudiando. Inocentemente creyó que la becarían, o que la apoyarían de alguna otra forma si veían su gran potencial. Incluso se había alejado de sus amigos, todo por esforzarse al máximo, devorando libros.
Pero ahora entendía que a esos cerdos, sólo les importaban las apariencias.
Era su cuarto año en la capital del norte. Había llegado escapando, justo la semana en la que embargaron su casa debido a las deudas de Bunny. Su padre las había dejado bastante bien aseguradas en cuanto a lo económico, incluso, cuando detectaron su enfermedad, decidió contratar a un contador para producir la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible. A él jamás le interesó el dinero, pero amaba a sus mujeres, así que necesitaba sentirse seguro al partir. Pero Bunny no lo soportó, incluso al día siguiente del entierro, tomó su cartera de charol roja, y su mejor vestido para ahogar sus penas en el casino de la ciudad. Y así voló la fortuna de los Briefs, llegando al extremo de vender los derechos de los primeros inventos de la familia… como el de las cápsulas Hoi-Poi. Fue el error más grande que pudo cometer, porque incluso ahora las patentes de las cápsulas le daban un ingreso en dinero excesivo a los Daimao, los nuevos dueños.
Aún recordaba la última conversación con su madre, quien en su desquicio, había llegado a odiar la ciencia, haciendo que destruyendo por completo los laboratorios de su difunto marido. Y cuando su pequeña Bulma, la que estaba destinada a casarse con algún famoso, le dijo que quería irse a estudiar a la mejor, y la más cara, universidad del país para retomar la labor de su padre, ella enloqueció. Por supuesto no iba a apoyarla económicamente, ni menos darse su bendición para su viaje. Se iba a la ciudad más fría del país, la más lejana, la quería abandonar tal y como lo había hecho su marido.
- No lo lograrás y ni siquiera deberías intentarlo. Tu padre murió gracias a todo eso-
- Papá enfermó-
- Fue por culpa de la radiación… Todo por esos inútiles experimentos- Decía autoconvenciéndose – Si te vas, no quiero que vuelvas, no te llamaré, ni te visitaré. Te vas ahora y morirás también para mí- Decía la madre queriendo presionarla para no verla partir, pensando que las amenazas servirían-
- Lo lograré, mamá. Y cuando lo haga volveremos a nuestra vida de antes-
- No quiero nada de ti, ni de lo que consigas con estos inútiles trabajos. ¿Por qué no estudias en esta ciudad? Busca algo con sentido, podrías ser actriz, o algo por el estilo-
- Te amo mamá-
Fue lo último que le dijo al partir…
Odiaba llorar en público, porque era extremadamente orgullosa. Y se notaba en todo, en su ropa reparada y siempre limpia, trataba de ocultar los desgastes de su viejo bolso de cuero, poniéndole algunos parches de colores. Siempre se veía presentable y pulcra, incluso notaba que sus compañeras admiraban su estilo y originalidad, pensando que todo lo hacía apropósito... Nadie, excepto los profesores entrometidos, sabía de su actual situación económica y por su puesto de su empleo como mesera. Trabaja al otro extremo de la ciudad, en el único lugar que quisieron recibirla sin papeles, y permitiéndole trabajar 12 horas al día, sin hacer preguntas.
Iba viajando en el tren, como era su costumbre, mirando maravillada el paisaje por la ventanilla. No se quejaba, no estaba triste, solo algo preocupada. Pero su espíritu aún no se había roto, y con eso era suficiente para seguir esforzándose y luchando hasta la titulación.
- Buenas tardes- Saludaba Bulma, entrando al lugar, dejando su bolso y su chaqueta en el casillero, como era costumbre-
- ¿Cuándo vas a comprarte una chaqueta nueva, niña?- Preguntó un hombre enorme con la cabeza adornada con cuernos.
- ¿Con lo que me pagas?- Respondió ella divertida
- No te quejes- Dijo él poniéndose serio
- No lo hago, señor Ox. Sabe que estoy muy agradecida- Decía sonriéndole al caballero
Ambos se llevaban muy bien. El señor Ox Satán era un hombre gigante, bondadoso y generoso, tanto que llegaba a ser algo despistado, y algunos trabajadores lo engañaban para robarle. Sin embargo cuando llegó Bulma las cosas cambiaron. La chica era justiciera por naturaleza, tenía el carácter fuerte y una gran ética, así que frente a eso sus compañeros de trabajo sabían que no podían luchar contra eso. En un principio le ofrecieron realizar saqueos a las bodegas de forma organizada, pero ella se negó. ¿Cómo traicionaría al único hombre que la apoyaba y mantenía a pesar de todos su problemas? Así que ahora, los ladrones tenían a dos pares de ojos vigilantes encima. A pesar de esto, Bulma no era completamente sincera con su jefe ya que él no sabía que ella iba a la universidad, y de hecho nadie lo hacía. Hace algunos meses había querido comentarle algo a su jefe, sin embargo notó que uno de los chicos fue rechazado por tener estudios técnicos. "No quiero personas que hagan sentirse inferiores de mis clientes", le escuchó decir. Al parecer en esos lugares de la capital del Norte, aún había mucha discriminación…
- Buenas tardes, ¿quieres algo de café?- Decía Bulma con la cafetera en la mano. Vestía como todos los días su uniforme rosa pastel, abotonado y su mandil blanco.
- Claro que sí- Respondió el cliente de tez morena
- ¿Y con qué lo acompañarás?- Preguntaba vertiendo el líquido en su taza
- Pues, contigo- Respondió algo avergonzado, pareciendo haberse dado ánimos para atreverse a hablarle.
- Yamcha, sabes que no puedo- Comentó sonriente- Ahora dime qué quieres comer-
- Dile al gordo de Yajirobe que me prepare ese grandioso estofado carne- Dijo elevando la voz
- ¡Ya te escuché, amigo!- Un regordete hombre de apariencia graciosa gritaba desde la cocina
- ¿Bulma? Vamos, podríamos salir solo un par de horas, si quieres le pido permiso al señor Ox-
El joven que tenía enfrente de seguro era el más dulce que había conocido en el mundo. Era dedicado, detallista y muy amable. Además era bastante guapo, alto, moreno, pero no estaba si sus cicatrices le daban un toque de chico rebelde o de hombre peligroso. De todas formas, hace mucho que se había decidido a dejar de lado las citas y las relaciones románticas, hasta que terminara la universidad. No podía permitirse distracciones.
- ¡No! No quiero que el señor Ox se enoje conmigo por tu culpa. Además estoy muy ocupada, realmente no quiero ser grosera pero- Explicaba ella sin querer sonar grosera
- Bueno, algún día me dirás que sí, así que…- Dijo tomando un lápiz de su bolsillo y una servilleta que estaba sobre la mesa. Le escribió su número telefónico- Como no quieres darme el tuyo, aquí está el mío. Si necesitas cualquier cosa, sólo llámame-
- Gracias- Dijo sonriéndole.
Si supiera que su sonrisa lo hipnotizaba, de seguro se habría detenido.
El día transcurrió sin novedades, y como cada lunes los visitaron los mismos conductores de camiones, que salían a distribuir sus cargas por todo el país. Se había instaurado como un tipo de cábala visitar a la hermosa chica del pelo turquesa antes de cada ruta. Era como la diosa de la buena suerte y los viajes tranquilos.
Bulma sonreía, luego de un buen día de trabajo, buenas propinas y contacto con personas amables. Secaba un vaso repasándolo una y otra vez, hasta que a su mente volvieron los problemas. En pocas horas debería volver a su cuarto rentado. No habría luz, ni calefacción, las velas se acababan, y tendría que entrar por la ventana nuevamente, para no encontrarse con su casero…
- Niña, aquí está tu paga- Decía el señor Ox
- Gracias- Dijo ella tomando el sobre
- Y hay algo extra para tu chaqueta- Comentó el hombre
- Señor Ox, era una broma- Dijo ella sorprendida
- Necesito que mi mejor trabajadora esté contenta
Bulma era amable y eficiente, todo lo que su jefe quería. Desde hace mucho había dejado esas actitudes altaneras y soberbias, porque cuando la pobreza llegó, también llegó la consciencia y la humildad.
- Señor Ox… tengo un problema- Comenzó a decir ella
- No me digas que vas a irte de aquí… Aunque si encontraste algo mejor, lo entendería- El señor Ox elevaba su vista al techo, meditando- Ya sabes que los tiempos han estado difíciles, incluso hay una falla en las cocinas y necesito pagar por la reparación, son 1.000 dólares y no sé de dónde los sacaré-
- No… es solo que… mañana llevaré un par de minutos tarde- Mintió, cambiando de opinión
- No hay problemas, Bulma- Contestó con amabilidad
Realmente estuvo a punto de pedirle un préstamo a su jefe. Sabía que él accedería si pudiera, pero al parecer no era la única a la que el dinero le faltaba. Él era su última esperanza, ya había recorrido la ciudad entera pidiendo préstamos, y buscando trabajos con mejores salarios.
Se cambió de ropa, y tomó sus cosas, siempre con la vista baja. Se despidió de todos fingiendo alegría, y dio gracias porque ese día no le tocaba turno completo. Caminó en silencio, con la cabeza llena de ideas hasta la estación del tren para volver a su "hogar".
- Ayer fueron 300 dólares- Comentaba una chica con sus amigas
Bulma iba aferrada a una barandilla superior al interior del tren, era tarde y estaba cansada, no tenía ánimos de enfocarse en conversaciones ajenas, pero esa frase llamó su atención. Observó de reojo a dos chicas, una morena y una rubia conversando con otra de pelo rojizo.
- ¿Eso es con propinas?- Preguntaba la pelirroja, al parecer la estaban tratando de convencer
- Claro que no- Respondió altaneramente la rubia – Eso depende de lo buena que seas, y de lo hermosa que te encuentren. No todas pueden reunir 100 extras cada noche-
- ¿¡400 dólares la noche!?- Gritó la pelirroja sin poder creerlo
- Pero debes estar muy segura de querer hacerlo- Comentó la chica morena, la que parecía más sensata – Pocas chicas duran más de dos días –
- Lo dices como si fuese mucho sacrificio – Observó la pelirroja con desconfianza
La rubia le lanzó una mirada desaprobatoria a la morena – Depende de ti-
- ¿Y qué debo hacer?-
- Solo debes presentarte en el Danubio a las 6 de la tarde, ya sabes la dirección, es hacia el norte, cerca de la calle Nevados-
- Claro- Respondió la pelirroja
"Es la calle en la que se encuentra le restaurante de Ox", pensó Bulma con asombro.
¿Y cuál sería ese dichoso trabajo en el que pagaban tanto? Lo primero que pensó era que se trataba de prostitutas... Queriendo confirmar la idea volvió a mirarlas sin disimular. La chica rubia de cabello corto llevaba jeans, unos lindos mocasines color café y una chaqueta ajustada de los mismos tonos. Y la chica de cabello oscuro llevaba un vestido largo, lila, con un abrigo bastante grueso. Ninguna de las dos parecían chicas de la calle, su ropa estaba bastante cuidada, y tampoco se notaban exhibicionistas, parecían dos personas normales… Ahora sí su curiosidad la estaba matando.
- ¿Nos conocemos?- Preguntó la rubia levantándose de su asiento para acercarse a Bulma - ¿O es que acaso te gusto?... Lo siento, no me atraen las chicas – Dijo enfrentándola
- Lo… lo siento – Tartamudeó Bulma y bajó en la siguiente estación.
Bulma no era una persona que se dejase intimidar tan fácilmente, pero esa chica ruda la había dejado congelada. Afortunadamente se había bajado en la estación correcta para llegar a su casa.
Estaba totalmente oscuro, las calles desiertas, y los rincones llenos de basura. Como siempre caminaba rápidamente con la cabeza gacha. Si bien nunca le había pasado nada, camino a casa, se recordaba a sí misma que no debía tentar su suerte. Luego de saludar a un par de perros callejeros, se encontró con uno de los callejones más feos de la zona, y era justo ese en el que se encontraba el edificio de su casero, y su por lo tanto su habitación rentada. Conociendo su camino, anduvo pegándose a una de las paredes tratando de evitar ser vista por las ventanas, ya que Krillin, el dueño, vivía en el primer piso, y era bastante astuto. Con cierta agilidad trepó hacia la escalera de emergencia y comenzó a subir sigilosamente hasta el cuarto piso, tratando de hacer el menor ruido. Luego se encaramó en la ventana de la izquierda y entró por ella destrabando el seguro con un par de pinches de cabello. Estaba todo como lo había, dejado, todo oscuro, metió su bolso y luego entró.
- ¿Creías que esta noche ibas a poder engañarme de nuevo?- Se escuchó una voz masculina en la oscuridad
- Señor Krillin- Bulma reconoció la voz de su casero, quien se encontraba esperándola
- Te descubrí, niña. Ahora págame-
- Señor, no tengo el dinero en este momento pero si me da un par de días-
- Hace dos meses dijiste lo mismo y has estado entrando como una ladrona a mi edificio. Ya agotaste tus opciones-
- ¿Y qué hará? ¿Tirará mis cosas a la calle?- Dijo Bulma queriendo intimidarlo
- No seas tonta, eso no me beneficiaría en nada. Pero estás tan muerta de hambre que no podría sacar ningún provecho de tu situación. Aunque… hoy vino un tipo de tu universidad-
- ¿De nuevo?- Preguntó sorprendida sin entender qué ocurría.
- Si no tengo el dinero, al menos veré cómo te hundes de una vez por todas-
- Por favor, deme hasta mañana. ¿Acaso cree que una chica bonita como yo no podría ganar algo de dinero en un día?-
- No me interesas, ¿crees que olvidaría tu deuda por…?-
- No me refiero a eso, señor Krillin- Corrigió aborreciendo la idea de acostarse con su casero por una deuda- Pero… creo que tengo una posibilidad-
- Realmente no me importa lo que hagas ni cómo lo hagas. Si quieres robar el dinero, o matar a alguien, no me quiero enterar. Solo tráeme el dinero mañana. Si no lo haces no solo iré a tu universidad… no me conoces, niña, soy capaz de muchas cosas. Mi imaginación es terrible-
- No me amenace- Enfrentó ella
- Si no me pagas, voy a hacerte la vida imposible. No solo hablaré con la gente en tu universidad, me encargaré de hacer correr el rumor de que mataste a alguien, esconderé drogas en tus cosas, y así aunque logres terminar tu carrera en alguna parte, nadie va a contratarte. Eso sería peor que matarte- Dijo retirándose de la habitación
Bulma sintió miedo, por primera vez ¿Matar, robar? Su corazón se aceleró y solo puso sentarse a orillas de su fea cama para calmarse. Sentía el ruidoso sonido de su respiración entrecortada. Conocía a Krillin, era un tipo sin escrúpulos, un tipo rencoroso. De pronto elevó la vista a su velador, y lo encontró vacío.
- ¡Señor Krillin!- Gritó desde su puerta – Mis libros…-
- Venderé toda esa porquería mañana- Respondió él mientras bajaba por las escaleras
- Pero… es todo lo que tengo- Dijo ella con un nudo en la garganta
- Corrección… es todo lo que yo tengo- Rebatió enfadado
- Al menos devuélvame mis cuadernos- Rogó la chica desde las barandas de las escaleras.
- No- Dijo cerrando su puerta de golpe, desde el primer piso.
Bulma volvió a su habitación. Lo había evitado todo el día pero en ese momento ya no pudo contenerse y comenzó a llorar. ¿Por qué todo parecía estar en su contra? Al día siguiente tenía un examen de Materiales, uno de los más difíciles de su vida universitaria, no había podido repasar en todo el día… "A la mierda todo", pensó con la cabeza hundida entre las rodillas. Tal vez su madre tenía razón, querer estudiar en una ciudad ajena, sin dinero, todo para revivir el pasado, todo contra viento y marea, era un error. ¿Y si volvía a casa? Quizás Bunny la recibiría y podría trabajar en cualquier cosa, sin tener que pagar estadía ni esa dichosa universidad. Estaba harta de los malos tratos y los insultos, cuando su padre aún vivía jamás nadie se atrevió a tratarla así, tenía miles de sirvientes, todo lo que quería, absolutamente todo. "Mi vida era perfecta", pensaba son amargura. ¿Y ahora? Tenía que rogar por tener algo de agua por las mañanas, al que comer en la universidad, algo de dinero para tomar el tren… Ya lo había intentado todo y estaba dándose por vencida, no la habían criado para mendigar, y había usado toda su imaginación para juntar dinero, paseó perros, cuidó niños, incluso trabajó por las noches atendiendo en una gasolinería, pero nada de eso le dio lo suficiente para cubrir sus gastos y rendir en la universidad.
"Esto es tu culpa, papá, ¿por qué nos dejaste?, se preguntó empuñando las manos con toda su fuerza. No podía culparlo, él había hecho todo por ella y su madre. ¿Entonces la culpa era de Bunny? Ya no tenía sentido buscar al responsable de su estado. Entonces se secó las lágrimas, se levantó y tomó un pequeño bolso para guardar todas sus cosas y volver a la Capital del Este…
- Vamos hija, no te des por vencida- Le decía su padre
- Papá, no puedo arreglar este motor- Reclamaba la pequeña de 8 años, en el taller de su padre
- Sigue intentándolo, con el tiempo será pan comido-
- Es muy difícil- Lanzó la llave y se cruzó de brazos
- ¿Sabes cuántas veces hice explotar el laboratorio antes de lograr que las cápsulas pudieran abrirse sin liberar energía descontroladamente? Fueron muchos meses de trabajo, pero valió la pena. Recuerda, ¿piensas que algo es difícil de lograr? Pues, todo lo importante lo es, mi niña. Tú eres un genio, debes seguir adelante-
Las palabras de su padre resonaban en su mente… ¿Seguir intentándolo? No podía negar que durante todo este tiempo se había vuelto fuerte, decidida y había encontrado buenas personas. No podía victimizarse, al fin y al cabo las cosas habían salido mal, pero todos tenían dificultades.
"Tienes razón, papá. Yo puedo", pensó deteniéndose. Esa noche decidió que confiaría en sus conocimientos, en sus estudios diarios, en lo que había aprendido en clases y dormiría tranquilamente. Se daría una última oportunidad para salir adelante, un último esfuerzo.
A la mañana siguiente despertó con mucha energía, decidida a dar lo mejor de sí en el examen. Incluso su buen ánimo duró más allá, quizás porque la prueba le pareció medianamente fácil. Ni siquiera notó que tenía hambre, se dedicó a tomar los trenes correspondientes, siempre esbozando una sonrisa de satisfacción. Estaba decidida a pedirle el dinero al señor Ox, para solucionar el problema con Krillin. Caminó hacia el restaurante disfrutando el clima del día, saludando a algunos clientes en el camino.
- ¿No hay nada que quieras decirme?- Preguntó el señor Ox, deteniéndola frente a su casillero
- Muchas gracias por el dinero de la chaqueta- Dijo Bulma divertida
- Me mentiste- Soltó el hombre con los brazos cruzados
-¿Qué?- Preguntó borrando la sonrisa de su rostro
- Así que vas a la universidad…- Comenzó a decirle él
- Nunca le dije que no lo hacía-
- Y le debes mucho dinero a tu casero- Continuó
- ¿¡Cómo se enteró!?- Gritó Bulma perdiendo el control
- Vino un profesor- Respondió el hombre
Bulma suspiró hastiada. Ya habían llegado demasiado lejos…
- ¿Y vas a despedirme por estar estudiando?-
- Por las mentiras. Siempre pensé que eras la única empleada de confianza que tenía. Además mentiste sobre tus papeles, tu apellido-
- ¿Qué tiene que ver todo esto con el trabajo? ¿Qué importa de dónde vengo o lo que hago en mi tiempo libre?- Enfrentó la chica perdiendo el control
- Pensaba en hacerte gerente… Estoy a punto de retirarme- Respondió el hombre sin querer echarla del lugar.
Bulma tomó su bolso con rabia – Vas a echarme cuando más necesito el trabajo-
- Lo siento, ya no confío en ti- Sentenció el hombre sin poder mirarla a los ojos.
La chica, tomó sus cosas y salió violentamente del lugar sin saber a dónde ir. No podía volver a su casa sin el dinero. "Los odio", pensó en sus profesores. Estaba harta de querer hacer lo correcto cada día, harta de ser la chica responsable, la chica amable, tratar de ser la mejor de su clase y conformarse con sobrevivir cada día en vez de vivir su juventud como se debía.
Instintivamente miró su reloj y notó que eran las 17.30 hrs. Entonces dirigió su mirada hacia el norte, al final de la calle. "El Danubio", pensó, recordando las palabras de las chicas en el tren. Sin saber por qué lo hacía caminó por la calle encontrando un sector alejado, repleto de autos lujosos. El Danubio era un local de fachada oscura, hecha de porcelana, una gran puerta de hierro fundido le daba un toque serio y enigmático. Había un gran tipo en el exterior cuidando la entrada, y una chica vestida con un traje formal recibiendo a los recién llegados. ¿Qué era ese lugar? De pronto reconoció una limusina lustrosa de la que bajaron dos tipos elegantes, ambos con el cabello en punta, color negro. Sintió su corazón acelerarse al ver que no entraban mujeres por la puerta ancha.
"No seas cobarde, ya no tienes más alternativas", pensó caminando hacia el lugar.
- Hola…- Titubeó ante la recepcionista de cabello azul
- No puedes estar aquí, debes entrar por el costado- Le dijo la chica, entre dientes
Entonces Bulma entendió que debía alejarse. Caminó por la dirección indicada hasta una pequeña y oculta puerta. Golpeó un par de veces.
- Llegaste antes- Saludó una anciana, haciéndola pasar- Apresúrate, no tengo todo el día-
¿La estaban esperando? Siguió a la anciana hacia el interior del lugar. Observó una máquina de tarjetas para marcar los horarios de salida y entrada, y más allá otro guardia custodiando esa salida.
- Bien, creo que Onsekiz te habrá dado los detalles, pero no sé qué tipo de memoria tienes así que vayamos al grano. Son tres noches a la semana, 200 dólares diarios, y no voy a pedirte audición porque vienes recomendada- Comentó la anciana, parecía cansada
- ¿No eran 300?- Preguntó Bulma con desfachatez
- Bueno eso es para las chicas con más experiencia y las que hacen una noche en las mesas-
- No tengo problemas en hacer las mesas- Dijo con inocencia
- … al parecer tienes agallas, o necesitas mucho el dinero- Observó la anciana – Déjame verte- Rogó girándola- Eres bonita, y tienes buen cuerpo, pero debes saber que en el escenario necesitarás más que eso-
- ¿Escenario?-
- Claro, remodelamos el local, anteriormente teníamos varias tarimas, pero decidimos enfocar toda la atención en una sola bailarina. No quiero ponerte nerviosa, pero esta noche es una prueba, si recibo al menos 5 comentarios positivos de clientes sobre ti, podrás quedarte. Pero debes entender que nuestros clientes son bastante exigentes-
Bulma enmudeció. Al parecer iba entendiendo que ese lugar era un club nocturno, ¿estaba dispuesta a bailar en su tubo toda la noche para pagar su universidad? Ante la duda quiso retirarse de ahí, tenía miedo, jamás se había imaginado como una… prostituta
- Bien, ahí está el vestidor, tu tocador es el del fondo, dile a las chicas que busquen algo de tu talla. Si traes alguna pista de música debes dársela al DJ con anticipación-
Sin saber por qué, continuó el camino hacia el vestidor
- La chica es bonita, Onzekiz- Dijo la anciana irrumpiendo en el vestidor.
Onsekiz era la chica rubia que había visto en el tren. En ese momento pensó que corregiría la situación y la dejaría libre, ya que no era a ella a la que estaban esperando. Se preparó para ser echada del lugar – Te lo dije…- Observaba a Bulma, sonriendo. ¿A qué estaba jugando?- Siéntate, nueva- Le ordenó a Bulma- Señora Baba, nosotras le daremos los demás detalles-
- Bien- Dijo la anciana retirándose
La habitación estaba totalmente adornada con bonitas lámparas y un papel tapiz color burdeo. A un costado había un vestidor con muchos pares de tacones de todos los colores, y distintos diseños. En el lugar también había un sinfín de accesorios, plumas, batas translúcidas. Los tocadores de las chicas eran muebles blancos clásicos, tres espejos, con cómodas butacas, todo bastante iluminado. El lugar además de buena decoración tenía un sector de alimentación, con un par de cafeteras, algunos bocadillos y pasteles. Y la pobre moría de hambre…
- Así que realmente te gusto- Interrumpió Onsekiz
- No digas tonterías- Corrigió Bulma, ofuscada- Solo vine… por curiosidad-
- Se ve que necesitas el dinero- Respondió la rubia
- Hola, me llamo Milk- Saludó la chica del cabello oscuro
- Escuchen, no quiero ser grosera pero no soy capaz de hacer esto, yo soy una chica decente-
- ¿Y acaso nosotras no lo somos?- Enfrentó Onsekiz
- Discúlpame, no es lo que quise decir-
- Tranquilízate- Murmuró Milk dándole una palmadita en la espalda a Bulma
- Nueva, que te quede claro, en primer lugar no somos prostitutas, somos bailarinas, no está permitido acostarse con clientes en el local, aunque si quieres hacerlo hay un chico llamado Ten que arrienda habitaciones en un edificio cercano… En segundo lugar, nosotras no tenemos contacto directo con los clientes. Solo las chicas que atienden las mesas se llevan esa parte-
- Oh…- Murmuró Bulma, recordando la reacción de la señora Baba- Y… ¿ustedes se desnudan?-
- Depende- Rio la rubia- Depende de cuánto quieras ganar en las noches-
Teniendo toda esa información las cosas no parecían tan terribles "Bulma, por favor, son bailarinas exóticas, no puedes caer tan bajo!", pensaba.
- Debes decidir si te quedas o te vas, porque pronto llegará la verdadera recomendada-
- No la presiones Onsekiz- Decía la chica de cabello negro - ¿Bulma, no es cierto? Yo llegué aquí de la misma forma que tú, y este trabajo me ha dado gran estabilidad económica. No digo que debes quedarte, pero… a veces los prejuicios nos limitan. Personalmente creo que deberías intentarlo, aunque sea una noche, y decidir-
- No le ruegues- Dijo la chica rubia con rudeza
- No le estoy rogando pero, mírala, se nota que tiene problemas-
Milk tenía toda la razón y Bulma no dejaba de mirar la mesa de los bocadillos…
Si accedía a este trabajo, aunque fuese por una noche, ganaría todo el sueldo de la semana que obtenía con Ox, y al menos podría darle un adelanto a Krillin para recuperar sus libros y cuadernos. ¿Qué tan terrible era lo que tenía que hacer? Recordó a su padre "Sigue intentándolo", pero de seguro, si supiera que se había metido a un club nocturno, él estaría decepcionado. ¿Y su madre, qué diría? La cabeza se le llenaba de dudas… Pero esos pastelillos se veían deliciosos, hace meses que no comía algo parecido. ¿Y si alguien en la universidad se enteraba? Eso era lo que menos le preocupaba, de hecho ¡Ojalá alguien lo supiera! ¡Que todos se enteraran! Al fin y al cabo le reclamaron por ser pobre y tener deudas con tipos peligrosos, no dijeron nada sobre la decencia ni el decoro…
- Solo una noche- Dijo Bulma con el corazón acelerado. De alguna forma no solo quería el dinero y la comida, también quería lanzar todas sus inhibiciones por la ventana- Pero no tengo nada preparado- Dijo algo preocupada.
- No te preocupes, te ayudaremos- Respondió Milk guiñándole el ojo
Gracias :)
