Hola Gente!! Aquí he vuelto con uan neuva historia que espero les guste!

Como todos saben no poseo nada de crepusculo, todo es de Stephanie Meyer


Una vuelta a tu pasado

Prólogo

Pesadilla

Me desperté con un grito, pero este murió antes de salir de mis labios. Me desperecé y miré a mi alrededor frenética, los latidos de mi corazón retumbaban en mis oídos. Un sueño, es sólo un sueño.

Un estremecimiento me recorría al revivir la pesadilla: el bosque cercano a mi casa, donde aparecíamos los dos muy cerca, pero a la vez, a kilómetros de distancia. Sus ojos fríos y lejanos paralizaron todo mi cuerpo. Y sus palabras se repiten una y otra vez en mi mente "no me convienes, Bella".

Traté de olvidarme de aquellos recuerdos y me levanté de la cama. De repente, me hice consciente de que habían pasado ya tres meses de su partida y sus palabras aún dolían como si las acabara de pronunciar.

Deambulé por la habitación intentando tranquilizarme, pero me sentía sofocada, así que decidí salir. Necesitaba distracción.

Sin darme cuenta siquiera ya estaba fuera de la casa de Charlie, y me adentraba en el bosque, haciendo caso omiso de la pequeña voz que me decía que prometí no hacer nada estúpido. No estoy haciendo nada malo, sólo necesito un respiro. Me decía para convencerme.

El lugar estaba oscuro, por lo que caminé tan lento como pude, intentando no tropezar. Llegué hasta un claro y me senté a los pies de un árbol mirando la luna. Debían ser cerca de las cuatro de la mañana, con suerte me encontraría un lobo salvaje y acabaría con mi patética vida.

Me entretuve mirando el paso de las copiosas nubes que se mueven en el cielo, negando la vista de la luna. De pronto, me sentí cansada y entumida. La oscuridad total se cernió sobre el claro y cierro los ojos. una luminosidad repentina me molesta los ojos por lo que los abro, para encontrarme a centímetros con una cara completamente desconocida.

- Aaaaaah -grité echándome hacia atrás como acto reflejo. El extraño se hizo para atrás también.

- Guau, buenos pulmones -una voz profunda me hizo abrir los ojos, que no sabía había cerrado-. Por poco me dejas sordo, niña.

- ¿Qué…quién eres? -le pregunté aún sin atreverme a moverme. Las nubes volvieron a bloquear la luz y sólo pude ver los brillantes e inhumanos ojos de mi interlocutor.

Tragué con fuerza, tal vez salir a mitad de la noche a un bosque no fue tan buena idea. No hagas nada desesperado o estúpido. La voz de Edward me llegó como un eco sin fuerza.

- Hey, tranquila, escucha cómo late tu corazón. Te va a dar un ataque -me dijo sonriéndome simpáticamente.

- ¿Qué eres tú?

- Muy perspicaz. No te haré daño, ¿de acuerdo? Así que no temas, pero debo decirte que este es mi hogar, por lo cuál tienes que irte.

- ¿Qué eres? -insistí.

- Que niña más testaruda -me dijo rodando los ojos. No sentí que fuera peligroso así que me relajé. Al menos un poco-. Ya lárgate de aquí.

- Que poco hospitalario -le dije reprobadoramente, no hice ningún amago por levantarme.

- Humanos -dijo entre dientes-. Aunque no lo creas, tengo cosas que hacer, no puedo entretenerme contigo. Lo siento, niña -diciendo esto me levantó sin esfuerzo alguno y me dejó a un costado del árbol. Luego, él desapareció dentro de éste. Quedé mirando idiótamente el árbol, esperando a que volviera a parecer, cuando lo hizo, se sorprendió de verme ahí-. Pensé que te habías ido.

- Pues ya ves que no -le dije sonriendo tímidamente-. Había pensado, que tal vez pueda quedarme, no te estorbaré.

- ¿Por qué quieres quedarte? -me preguntó suspicazmente.

- No quiero volver a mi hogar -un estremecimiento me recorrió al pensar en mi habitación y en mi pesadilla.

- ¿Recuerdos no gratos?

- Algo así…

- Lo siento, pero no puedo permitirte el quedarte -me dijo firmemente.

- ¿Por qué? No te molestaré.

- Ay, niña, no entiendes. Lo que haré ahora no puede ser visto por ojos mortales -alcé una ceja interrogante-- Me has hecho hablar de más. Ya vete te digo.

- Hagamos un trato, tú me dices qué eres, y yo me voy y nunca le digo a nadie de este encuentro.

- No recordarás este encuentro, qué sentido tiene que te diga lo que soy.

- Por favor -le supliqué.

- Hagamos un trato, si te digo qué soy, tú me dirás por qué no quieres volver a tu hogar.

- Hecho.

- Soy un brujo -abrí mi boca para refutarle y decirle que me dijera la verdad cuando un recuerdo pasó por mi mente: Su padre era un fanático … También creía a pies juntillas en la realidad del mal. Encabezó partidas de caza contra brujos, licántropos…y vampiros. Oh, Dios mío-. Así que me crees, chica lista. Ahora contesta tú.

- Yo… no tengo razones para seguir mi vida -hubo un silencio espeso mientras meditaba mis palabras con cuidado-. En un momento de mi vida hubiera dado todo por un hombre, y ahora él, se llevó todo.

- Entiendo -su voz me distrajo de oscuros pensamientos y me hizo volver a mirarlo vi que un brillo extraño resplandecía en sus ojos-. Tal vez si puedas serme útil, después de todo.

- ¿A qué te refieres?

- Existe un hechizo, que he querido probar hace siglos. Nunca he encontrado una persona que cumpla los requisitos… hasta ahora.

- De acuerdo, me estás asustando, ¿de qué hablas?

- No temas, no te dolerá. Es un hechizo sencillo. Se supone que tú das tu vida a cambio de otra distinta. Se necesita a alguien que no desee la vida que le tocó, y quiera un cambio.

- ¿Se supone? ¿No lo sabes con certeza?

- Bueno, la explicación de los hechizos es bastante vago. Nunca he podido experimentar esta en particular, así que no sé qué hace. ¿Quieres probar? -pensé en negarme, después de todo, ¿qué clase de seguridades me estaba dando? Ninguna, estaba diciendo que sería su conejillo de indias. Abrí la boca dispuesta a negarme, pero luego recordé sus crueles palabras No me convienes, Bella. Y me di cuenta lo asquerosa y aburrida que se veía mi vida de aquí en más. ¿Qué podía perder?

- Está bien.

- Perfecto, perfecto. Espérame aquí mismo -diciendo esto desapareció una vez más dentro del árbol. Cuando reapareció, traía un grueso libro entre sus huesudas manos. Me di cuenta de lo flaco y grisáceo que se veía bajo la luz de la luna. Me pregunté qué edad tendría-. Para cualquier hechizo, se necesita dar algo a cambio de lo que recibirás, en este caso, tu vida a cambio de otra -dijo leyendo-. Sentirás simplemente mucho sueño e irás cayendo en un sopor en el cuál verás tu vida pasar hacia atrás. ¿Estás lista?

- Lista.

Al terminar de pronunciar estas palabras sentí cómo mi cabeza se desconectaba de mi cuerpo, y vi mi vida, tal cómo él dijo, pasar ante mí: La despedida de Edward, mi cumpleaños número dieciocho, el enfrentamiento con James, el partido de baseball, nuestra tarde en el prado, mi visita a Port Angeles, el choque con Tyler, la primera clase de Biología, mi llegada a Forks, el casamiento de Reneé, mi vida escolar en Phoenix, mis vacaciones con Charlie, nuestra corta vida en Forks y luego… Negro.

Me desperté con un gritó, pero éste murió antes de salir de mis labios. Miré a todos lados frenética, encontrándome con que ya era de día y el sol brillaba fuertemente.

Me desperecé, dejando mi pesadilla completamente al olvido. Me acerqué a la ventana y dejé que los cálidos rayos de sol acariciaran mi cuerpo. Miré hacia fuera y vi a la gente pasear tranquila por la mañana. Aún era temprano para que Chicago estuviera en movimiento.

El sonido de la puerta abrirse me separó de la ventana, para ver a Annie entrando a la habitación.

- Buenos días, señorita. Veo que ha madrugado esta mañana, ¿ha tenido un mal sueño?

- Para nada, Annie, es sólo que me he despertado temprano esta mañana -ella sonrió y se dirigió a mi ropero.

- El baño estará listo en quince minutos, si gusta bañarse.

- Si, está bien.- me dirigí a la ventana una vez más –Chicago es hermoso, me alegro de haber vuelto.

- Como todos nos alegramos de su regreso señorita.- le sonreí alegremente mientras me arreglaba las cosas para el baño.

- ¿Qué me deparará este nuevo año? -me pregunté a mi misma

- Un marido, eso es seguro.

- No digas esas cosas, Annie, aún soy muy joven.

- Quince años es una excelente edad, mi señorita.

- Si tú lo dices…

- Ahora venga, entre en el baño, que sus padres de seguro querrán ir a misa con usted.

- He tenido años y años de misa.

- Ay, mi señorita, usted sabe lo importante que es estar bien con el señor de allá arriba.- diciendo esto miró el techo con respeto mientras hacía la señal de la cruz.

- Pero, Annie, estamos en el 1916, ¿qué cosas podrían pasar?

- Uno nunca sabe, uno nunca sabe.

Continuará…


Notas de Autora:

Hoola! tanto tiempo!!

Bueno, aquí vengo con una historia nueva... Ustedes saben, para que no se olviden de mi )

Pretendo que esta historia tenga entre 20 a 30 capítulos, así que queda muuucho por delante y les digo desde ya que no podré actualizar tan seguido como siempre lo hago, dado que este es la última etapa de mi año escolar y ya estoy hasta el cuello de actividades... así que eso!

Un agradecimiento especial a mi beta-reader Sirenita, quien sin ella esto no estaría aqui XD

Un beso muuuy grande y se me cuidan!!

Ylaris