El Trato.

Por Alisse.

I. Ella y él.

Un vagabundo... simplemente era eso. Un vagabundo que en el pasado había sido un hittokiri y que en esos momentos se dedicaba a ayudar en lo que más podía a la gente inocente, intentando lo más posible no relacionarse con ellos, quedándose poco más de dos días en cada lugar...

Himura Kenshin, sentado a orillas del río sobre una roca, sentía la tranquilidad a su alrededor. La brisa soplaba suave, si cerraba los ojos podía sentir el canto de los pájaros y el correr del viento en los árboles, lo mismo que el agradable sonido del agua correr.

Momentos como esos para él, se describían simplemente de una manera: perfectos.

Y serían perfectísimos si es que pudiera solucionar el gran problema que tenía en esos momentos: el hambre.

Es que si una persona normal no come desde la tarde del día anterior, ese día (ya pasada las doce de la tarde) era obvio que el hambre lo atacara con todo, y que escuchara cada ciertos minutos a su estómago protestar por la falta de alimento...

Suspiró, sintiendo nuevamente que se rompía la paz del lugar por los ruidos que su estómago hacía debido al hambre que sentía. Era una de las desventajas de ser un vagabundo, muchas veces el dinero se acababa antes que pudiera encontrar algún trabajo temporal y terminaba por ahí buscando algo qué comer... como en esos momentos. Tenía la leve esperanza de poder pescar algo con la precaria cañita que se había fabricado.

Y ya llevaba cerca de dos horas, y nada había picado... pero nada de nada, ni siquiera una simple basura. Definitivamente ese no era su día... o quizás era que Kyoto nunca lo recibía de una manera agradable.

Recordó que una vez había llegado recién pagado después de estar trabajando unos días en una granja, llegó a la ciudad con la idea de darse unos cuantos lujos (de vez en cuando se los merecía), pero a penas se había instalado en una posada, se dio cuenta que no tenía su monedero... Quiso darse contra una pared cuando tuvo que dejar aquel calentito lugar por su torpeza.

U otra vez que se le había ocurrido ir a esa ciudad en la época en que se veían las luciérnagas... consideraba que era un espectáculo digno de verse así que se sentó a orillas del río a disfrutar y no se dio cuenta cuando un perrito se acercó a él y pues... bueno, lo importante es que de pronto sintió su hakama tibia en su pierna izquierda y fue cuando se dio cuenta de la presencia del condenado perrito a su lado.

Y así... cada vez que iba a Tokio terminaba pasándole algo desagradable. Al parecer, esa no iba a ser la excepción de la regla.

El pelirrojo se convenció de eso cuando notó que el cielo cada vez estaba más nublado, clara muestra que iba a ponerse a llover cuando él menos lo deseaba... y ni siquiera había buscado algún refugio por estar ahí esperando pescar algo para comer.

Soltó una maldición cuando sintió una gotita caer justo sobre su nariz.

Estaba convencido, esa era la última vez que iba a Tokio. Además, a penas tuviera la oportunidad de salir de esa ciudad (es decir, lo más seguro cuando dejara de llover) se iría para no volver a poner un pie en ella... se había rendido.

Y estaba justamente pensando en eso, atrayendo hacia sí su bolso de viaje para irse a buscar algún refugio (lamentablemente, pensó, ese día tendría que buscarse algo por ahí... quizás si tenía suerte encontraba algún árbol frutal por ahí), cuando vio a la distancia una imagen que llamó su atención.

Era una chica que caminaba con lentitud en la orilla del río, con la cabeza baja y al parecer lo bastante concentrada como para no notar su presencia. Kenshin la quedó mirando con curiosidad, hubo algo que llamó su atención de ella, aunque no supo decir qué era.

Ella continuó caminando, de vez en cuando mirando un poco el río. A medida que se iba acercando, Kenshin podía observarla mejor. Tenía el cabello negro tomado en una coleta, ésta afirmada con un lazo azul... su kimono se notaba que era bueno... lo más seguro es que fuera de una familia acomodada. Pero lo que más le llamó la atención, era esa expresión de tristeza tan marcada en su rostro...

Kenshin estaba comenzando a dar la vuelta, para dejarla sola y él por fin buscar un refugio para la lluvia, cuando la vio tambalearse. Se detuvo, mirándola con atención en caso que cayera o algo así... lo que en efecto pasó momentos después (para suerte de ella, pensó Kenshin, cayó hacia atrás y no hacia el río)

En fin, en pocos momentos Kenshin estaba a su lado, afirmándola antes que se hubiera golpeado la cabeza en el suelo. La dejó tendida y tocó su frente, dándose cuenta que no tenía fiebre. Para su suerte, aún no comenzaba a llover.

La quedó mirando y se dio cuenta de lo bonita que era. Tenía una carita de muñeca, delicada, y ella misma parecía así. Se sentó a su lado, esperando a que despertara para ayudarla a llegar a su casa (en una de esas y en manera de agradecimiento, le daban algo de comer... se retó mentalmente por ese pensamiento)

Para su suerte, aún no comenzaba a llover... y sólo esperaba que no lo hiciera, porque no era ninguna gracia el tener que cargar con esa chica buscando refugio, sin contar que lo más seguro era que quisiera volver a su casa una vez que despertara y ahí sí que quedaría todo mojado y listo para resfriarse...

Y estaba justamente pensando en eso, cuando ella emitió un quejido y comenzó a moverse con lentitud. Abrió los ojos y Kenshin se encontró con unos ojos azules oscuros muy profundos... después de observarlos unos momentos, sonrió, y evitó que ella se sentara inmediatamente.

-Se desmayó y se golpeó la cabeza- le dijo con suavidad, afirmándole con suavidad su brazo para evitar que se me moviera –quédese así unos momentos más, por favor.

La vio dudar, pero después de unos momentos ella asintió, por lo que Kenshin la soltó. El pelirrojo continuó sentado a su lado, esperando que se sintiera mejor y que pudiera caminar sola... y esperaba que fuera antes que se pusiera a llover.

Ella lentamente se sentó.

-¿Ya se siente mejor?- le preguntó, ella asintió levemente –que bueno... ¿sabe?, tiene suerte, estuvo a punto de caer al río antes de desmayarse...

-Quizás hubiera sido lo mejor- la escuchó murmurar entre dientes, y la quedó mirando con curiosidad. Por momentos le pareció que ella tenía algo así como instintos suicidas o algo así... quizás ese había sido su propósito desde el comienzo.

-¿Perdón?, ¿por qué dice eso?- le preguntó, y en parte se sintió un tonto por estarle preguntando eso a ella, que ni siquiera la conocía... de seguro le iba a estar contando sus problemas.

-Digamos que... tengo un gran problema- contestó ella, sonriendo con amargura y mirando hacia otro lado –ni siquiera tengo cara para mirar a mis padres de frente...

Kenshin la observó con curiosidad. La chica, se volvía a decir, era muy bonita, pero podía ver en sus ojos que ese problema la angustiaba mucho.

-¿Y qué puede ser tan grave como para que quieras tirarte de cabeza al río?- le preguntó Kenshin, tratando de alivianar un poco el ambiente. Se sintió bien cuando la vio sonreír un poco... pero demasiado poco –señorita, quizás si habla con alguien que no tiene nada que ver con usted, se sienta mejor, al menos le servirá para desahogarse... piense que será muy difícil el volverme a ver, ya que siempre estoy viajando, y su secreto conmigo estará a salvo.

La chica pareció reconsiderar la idea, y suspiró. Después de unos momentos se volvió y mostró un semblante tranquilo al pelirrojo, que le sonrió con ternura.

-No puedo contarle mi vida a alguien que ni siquiera le sé el nombre...- dijo ella, con suavidad.

-Himura Kenshin- contestó el pelirrojo, inclinándose levemente -¿y usted es?

-Kamiya Kaoru- dijo ella, soltando un suspiro –bueno, ¿qué te puedo decir, Kenshin?, hace un tiempo conocí a un muchacho que me prometió el cielo, la tierra y todo lo que se puede prometer para hacer caer a una tonta inocente como yo...- Kenshin comenzó a intuir lo próximo que venía –como ve, caí redondito con sus bonitas palabras...

-¿Está enamorada de él?- le preguntó Kenshin, en un pequeño silencio de ella, Kaoru se encogió de hombros con la mirada pegada en el suelo –eso lo tomo como un sí...

-Eso ya no interesa- replicó ella, sentándose de tal manera que podía abrazar sus rodillas y apoyar su cara en ellas –porque por muy enamorada que esté de él, ya me mostró la clase de hombre que es, y pues...

-¿Está embarazada?- le preguntó Kenshin, obteniendo como respuesta un sollozo de parte de ella. La chica escondió su cara entre sus rodillas, comenzando a llorar. El otro la quedó mirando con cierta tristeza, sabía muy bien lo que pasaba con las señoritas que estaban en esa situación, no era para nada bien visto. Esperó un rato a que se calmara para luego continuar preguntándole -¿ya habló con él?

-Sí, pero no le interesa- contestó Kaoru –"es tú problema, no el mío", me dijo... y ni siquiera me estaba mirando... jamás le interesé...

Kenshin se sintió incómodo en esa situación. Definitivamente el verla llorar no era algo que le gustara, pero no tenía la suficiente confianza como para reconfortarla en sus brazos (aunque quisiera, no era lo correcto)

-Tiene que ser paciente...- le dijo Kenshin, dudando aún si acercarse o quedarse tranquilo en el lugar en que estaba –estoy seguro que va a recapacitar y ya verá que aceptará estar con usted...

Kaoru lo miró y sonrió un poco de manera resignada.

-Es bonito soñar...- murmuró ella, cerró los ojos y volvió a apoyar su frente en sus rodillas –tengo tanto miedo... mis padres son muy estrictos, tengo miedo a lo que puedan hacerme.

-En ese caso, ¿tiene pensado en lo que hará?- le preguntó Kenshin –de una u otra forma tiene que contárselo a sus padres- la vio apretar sus puños, muestra que la sola idea le daba algo de pánico... ¿algo?, ¡mucho! –quizás no reaccionen tan mal, y el miedo hace que piense eso de ellos...

Kaoru tuvo deseos de largarse a reír, pero lamentablemente se sentía tan mal que ni siquiera una sonrisita salió de sus labios. Miró al pelirrojo con el ceño fruncido.

-Puede que tú no sepas lo difícil que es porque eres hombre- le dijo –eres igual al otro que me dejó así. Los hombres fácilmente se desligan del asunto, después de todo, el bebé lo voy a tener yo, no él o tú... además, tú no conoces a mis padres, son demasiado tradicionales en sus ideas, y con esto se van a convencer que conmigo se equivocaron al criarme de esa manera...

Esta vez Kenshin se quedó en silencio. No sabía qué más decirle porque en cierta manera le encontraba razón. Ese era un problema algo serio, sobre todo si el otro se hacía el tonto y se desligaba completamente del asunto. De pronto, una idea pasó por su cabeza, pero dudó inmediatamente en decírsela a ella o no... después de todo, no era cualquier cosa lo que pensó proponerle unos momentos.

-¿Y usted cree que todo se solucionaría si es que se casa?- le preguntó Kenshin, como quien no quiere la cosa.

-...- ella lo miró algo sorprendida –bueno... se supone que sí, porque así el bebé nacería dentro de un matrimonio...- después de unos momentos sonrió con ironía –pero, lamentablemente, el principal responsable brilla por su ausencia y que yo sepa, ningún hombre va a querer hacerse cargo de un hijo que no es suyo, y mucho menos estar con una mujer que... bueno...

-¿Y qué tal si hacemos un trato?- le preguntó, ella lo miró visiblemente curiosa.

-¿Un trato?

-Sí...- Kenshin miró a sus lados con cierto nerviosismo –yo le ayudo a solucionar su problema...

-¿Eh?- la chica lo miró algo asustada ante la proposición -¿está diciendo que se va a casar conmigo?

-Eh... bueno... ehh... se podría decir que... sí...- Kenshin habló cortado, mirando a cualquier parte menos a la chica –o sea, la idea es que sus padres crean que el hijo suyo es mío, y cuando todo parezca muy claro yo me voy... si hago eso el que quedará mal soy yo, no usted, por lo que el honor de su familia quedará intacto, lo mismo que usted.

-¿Haría eso por mí?- le preguntó extrañada la chica.

-Sí...- Kenshin se encogió de hombros –soy un vagabundo, y estoy algo cansado de ir de un lugar a otro. Quedarme unos días en Tokio no me hará mal. ¿Qué dice?, ¿le agrada la idea o no?

Kaoru pensó seriamente en las posibilidades que tenía. En parte, la idea le parecía medianamente buena, que era peor que nada en la situación que estaba.

-¿Está seguro que quiere hacer esto, Kenshin?- le preguntó ella, dudosa. Le parecía demasiado bueno que de pronto apareciera un joven dispuesto a ayudarla de esa manera, y más aún, sin conocerla.

-Claro, Kaoru-dono- contestó él, sonriendo con amabilidad –el ser vagabundo me deja cierta libertades para decidir cuánto me quedo en cada lugar, y como tengo pensado no venir más a Tokio una vez que me vaya, puede considerarse que todo debería salir relativamente bien, tanto para usted como para mí.

-¿Y qué ganaría usted con esto?- le preguntó dudosa ella, el otro se encogió de hombros -¿nada?

-No me interesan las riquezas ni nada de eso, estoy tranquilo con la vida que estoy llevando hasta ahora siendo un vagabundo... pero de vez en cuando es bueno cambiar algunas cosas, además, no será por muchos días que tendré que quedarme en la ciudad.

-Oh, no, claro que no- se apresuró a decir Kaoru –el día antes de la boda estaría bien, al menos para hacer creer a mi papá que sí tengo a alguien conmigo...

-Pero... ¿no le causaría problemas si la dejo plantada el día de la boda?- le preguntó con cierta preocupación Kenshin, pero ésta se fue cuando vio sonreír a Kaoru de manera genuina por primera vez. Sólo esperaba que no fuera la última.

-De eso nos encargaremos más adelante- le dijo ella, notándose más animada –no tienes idea cuánto te agradezco... me has salvado la vida... literalmente...

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¿Qué les ha parecido?, ¿les suena en algo la trama?

Bueno, si vieron la película "Un paseo por las nubes" apuesto que sí. Este fic está algo inspirado en esa película en algunas ideas, por si acaso.

No tengo nada más qué decir... espero que estén bien y será hasta la próxima : )