ANTES DE EMPEZAR A LEER DEBEN SABER LO SIGUIENTE: este fan fic lo empecé a escribir hace años con KMILA, quien también tiene historias en esta web y fue ella quien hace aproximadamente un poco más de 2 años comenzó a publicar Amores Extraños aquí mismo. Ella subió ocho o nueve capítulos de la misma, no recuerdo bien, pero ahora yo me tomé la libertad de seguir subiéndolo para que los lectores que se quedaron con ganas de seguir leyéndolo puedan hacerlo. También lo tengo en otras webs como Azkabán México, Harry Argentino, y La Web de Harry. Luego les dejaré los links por si quieren leerlo en alguna de esas. Mis nicknames varían, a veces aparezco simplemente como Rowena, en otras webs aparezco como Rowena Black y aquí soy Rowena black-Lupin... perdón por el rollo, es para evitar confusiones.
Y bueno, la forma en que yo me imagino a dos de los personajes principales es la siguiente: me inspiré en el actor Ewan McGregor para describir a Remus Lupin y en Hugh Jackman para Sirius Black…
Abandoné el fic mucho tiempo, pero he hecho algunos cambios desde el principio de la historia y actualmente la retomé. El final se acerca… disfrútenla!
1.- El poder de una sonrisa
-... y bien... ¿quién me puede decir cómo debo ahuyentar a un vampiro?- preguntó el profesor Remus Lupin a los chicos de séptimo grado de Gryffindor.
Pero este no era el mismo profesor pálido y enfermizo, pobremente vestido, que tres años antes les había impartido efensa Contra las Artes Oscuras. En los últimos meses su aspecto era más saludable, ya casi no se ausentaba de clases e incluso vestía un poco mejor, reflejo de que su salud financiera también estaba en recuperación.
- Con un collar de ajo- dijo Seamus Finnigan.
- Mal- contestó el profesor.
- ¿Con un crucifijo?- preguntó Neville Longbottom.
- Mal.
- ¿Con una cebolla?- dijo Dean Thomas.
- ¡Mal! Esos no son más que métodos muggles inservibles- volvió a contestar Lupin comenzando a perder la paciencia. Entonces Hermione Granger, la prefecta de Gryffindor, levantó la mano.
- ¿Si, señorita Granger?
- Con la maldición reflectora, profesor- titubeó.
- Correcto- dijo Lupin contento con la respuesta dada por su alumna- ¿y me podrías explicar, Hermione, cómo funciona?
- Bueno... consiste en hacer aparecer un espejo: se dice que los vampiros no tienen reflejo, pero con este espejo lo tendrán, y al verse a sí mismos, se desvanecerán.
-¡Excelente, Hermione! ¡10 puntos para Gryffindor!
En ese momento la campana que indicaba la hora del almuerzo sonó. Como de costumbre, todos los chicos cogieron sus libros y salieron rápidamente del aula.
Pero la única que aún estaba ahí era Hermione, quien metía cuidadosamente sus libros, pergaminos y plumás en su mochila. Usualmente, desde este curso, ella era la primera en llegar al aula de DCAO y la última en irse.
El profesor Lupin la observaba atentamente desde su escritorio con una ligera sonrisa.
Ella sintió su mirada y se puso un poco nerviosa.
- Vamos Hermione, el almuerzo espera- dijo.
- S...sí profesor, vamos- contestó la chica cerrando su mochila y colgándosela al hombro. Tomó el libro de solía leer en su tiempo libre y se dirigió a la salida, donde el profesor aguardaba.
Él cerró la puerta detrás de sí y caminó junto a Hermione hacia el Gran Comedor.
- Ha sido una clase interesante la de hoy, ¿no?- comentó él.
- Por supuesto: igual que todas desde que lo tenemos de regreso, profesor.- dijo Hermione con un poco de pena.
- Oh, muchas gracias Hermione. Eres una excelente alumna.
Ella no dijo nada. Solo sintió cómo se le encogía el estómago.
Lupin la miró y le sonrió.
- ¿Por qué no vienes esta tarde a mi despacho a tomar el té?- le propuso.
La cara de la chica comenzó a adquirir un tono rosado.
- Y-yo... bueno... ¿por qué no? Ahí estaré- dijo sintiendo un escalofrío.
- Genial. Te estaré esperando.
Cuando llegaron al Gran Comedor, cada quien se fue por su lado.
Esa tarde, Hermione fue rápidamente a su habitación para peinarse y arreglarse un poco. Estaba sumamente nerviosa y emocionada...
Bajó las escaleras apresuradamente hacia la sala común, cuando de repente se encontró con Ron Weasley y Harry Potter, sus mejores amigos.
-¿A dónde vas?- le preguntó Harry.
- Eh... voy... voy a la biblioteca- contestó ella siguiendo su camino.
Sintiendo su corazón palpitarle fuertemente en su pecho, en menos de lo que creía ya estaba frente a la puerta del despacho de Lupin.
La puerta se encontraba entreabierta. Ella asomó su cabeza, mientras tocaba suavemente la puerta llamando la atención del joven profesor, quien había despegado la vista del escritorio, para dirigirle una cálida sonrisa.
- Te estaba esperando, Hermione - dijo mientras se aproximaba a ella y cerraba la puerta detrás de él.
Hermione aún no podía creer su suerte, lo siguió hasta que le indicó su asiento y se acomodó en él, hasta sentirse mucho más tranquila.
Él se sentó frente a ella, y con un movimiento de la varita hizo aparecer una tetera y dos tazas. Por un momento un incómodo silencio reinó en el aula.
- Y bien...- dijo Lupin acercándole una taza y mirándola a los ojos. Ella enrojeció un poco- ¿qué te gustaría hacer cuando salgas de Hogwarts?
Ella esbozó una ligera sonrisa y contestó:
- Aún no lo termino de decidir… al principio pensaba estudiar para ser auror, pero últimamente me ha interesado mucho la investigación mágica, especialmente el área de desarrollo de hechizos…
- Vaya, suena a que es carrera interesante. Y creo que también tienes madera para eso. ¿Sabes? De hecho tú eres mi mejor alumna en DCAO.
Hermione soltó una risita nerviosa.
-¿En verdad lo cree?
- Sí: es la verdad.
- Pero no soy tan buena como usted: gracias a su ayuda y sus conocimientos, fue más fácil matar a Voldemort.
Lupin se quedó pensando por unos momentos. Hermione agregó:
- Lo admiro mucho, profesor. Usted... bueno, pienso que el ministerio y la confederación internacional de magos debieron otorgarle la Orden de Merlín Primera Clase.
- Una Orden de Merlín no lo es todo. Y la verdad no me interesa conseguir una: lo más importante para mí, es la satisfacción que obtuve al colaborar para matar a Voldemort.
Siguieron platicando durante un buen rato: de vez en cuando Remus le dirigía cálidas sonrisas a su alumna, las cuales eran respondidas vivazmente.
N/A: sigan leyendo, juro que se pondrá interesante!
