Creo… que te quiero
Mi segundo fic yaoi, una petición de kamon-dark-kazemaru, así que se lo dedico a ella, ¡espero que todos lo disfrutéis! ^^
Después de un largo entrenamiento, lo que todos estaban deseando era ducharse, para quitarse ese desagradable olor a sudor de la piel. Mientras se cambiaban, Goenji y su amigo Hiroto mantenían una conversación algo incómoda para el moreno.
-¡Eh! ¡Goenji! –Gritó el pelirrojo para llamar su atención- ¿Lo ves? Luego dices que no es verdad.
-¿Qué? ¿El qué? –el reclamado puso su atención en el chico de ojos esmeralda que le hablaba.
-Le estabas mirando… ñ.ñ -canturreó el pelirrojo.
-¡No es verdad! –Replicó el del pelo de punta-. Por favor, si es un chico… ¿por qué iba yo a estar mirándole?
-Ah, no sé, tú sabrás lo que quieres –el chico pálido sonrió- porque… sabes lo que quieres, ¿no es así?
El moreno apartó la vista con el ceño fruncido. Siempre la misma historia: él se quedaba embobado, Hiroto le llamaba, insinuaba que le gustaba el atleta, y él no le hacía ni caso. Kiyama podía ser un pesado, pero en el fondo tenía razón, y Shuuya lo sabía. Llevaba unas semanas pensando, y nunca había estado con una chica, ya con quince años y medio, y eso era bastante raro ya que tenía muy buen tipo y figura, debido a los entrenamientos. Pero si buscaba en su memoria, él sabía que no había salido con nadie porque no había querido, o simplemente porque no le interesaba.
Frente a eso, muchas chicas, y algún que otro chico, se tiraban de los pelos. ¿Cómo alguien así no tenía ningún tipo de experiencia en el amor?
Al oji negro, por su parte, nunca le había importado lo más mínimo ese tema, y estaba claro que jamás se había enamorado. Aunque sabía que él sí les gustaba a otras personas… nunca se había planteado corresponderles.
Por el camino de vuelta a casa, los dos amigos se pusieron a hablar del tema.
-Hiroto, sobre lo de antes… -empezó Goenji.
-Sí, lo que tú digas, según tú no te gusta y la idea es propia de un depravado sexual… -interrumpió el pelirrojo.
-¡No! –se quejó el otro.
-¡¿No? ¡Ja, palabras textuales de Goenji Shuuya! –Replicó el de ojos esmeraldas-. Y que sepas que no me sentaron nada bien. Ni a Tsunami, ni a Tachimukai, y creo que a Midorikawa tampoco.
-Lo siento –se disculpó Shuuya por enésima vez-. Pero no es eso de lo que quería hablarte. Decía… que creo que tienes razón –el pelirrojo le miró, estupefacto-. Creo que me gusta Kazemaru… ¿qué? –preguntó el moreno, al ver que su amigo le miraba fijamente.
-¡Lo sabía! ¡Ja, yo tenía razón! –estalló.
-Estás loco… -dijo Goenji con la gotita estilo anime.
-¿Y… cuándo se lo vas a decir?
-¿¡Decírselo! ¡Ni hablar de eso!
-Cobarde…
-Pervertido…
-No saques las cosas de contexto –replicó el pelirrojo-. A ti te gusta Kazemaru, y si no se lo dices te estarás comportando como un auténtico idiota.
-¡No soy ni idiota ni cobarde! ¡Es más, pienso decírselo la próxima vez que le vea!
-Ah, genial. Mira, ahí lo tienes –el ojos esmeraldas señaló detrás de Goenji-. Adelante. ¿Qué? ¿A que ahora no eres tan valiente? –se burló de su amigo, que se había quedado paralizado en cuestión de instantes.
El goleador de fuego se armó de valor y cruzó la calle y detuvo a Kazemaru, que escuchaba música.
-¿…? Ah, hola Goenji-kun –le saludó el peli azul-. ¿Qué te cuentas?
-Quería… yo… porque… eh… tú… -la lengua del delantero decidió jugarle una mala pasada en ese momento-. Yo… tú… luego… quiero decir, ¿quieres tú luego ir a la Torre metal de?
-Jajaja, claro que sí –el chico de ojos castaños se rió de buena fe de la frase tan rara que le había dicho su amigo y siguió su camino, contento de haber sido invitado por el pelo pincho.
Mientras tanto, con Goenji…
Esa sonrisa… le derretía, y le daba unas ganas de cogerle y llenarle de besos… adoraba su carita de ángel, y la manera que tenía de caminar, hablar, respirar, sonreír… hacía que se estremeciera con el simple contacto de su suave piel, y cada vez que pensaba en ese niño suspiraba como idiota. (xD)
POR LA TARDE, EN CASA DE KAZEMARU…
El peli azul peinaba su suave cabello con un cepillo mientras Fubuki y Midorikawa se reían de fondo.
-¿Queréis callaros? Parecéis colegialas –les dijo Kaze-kun.
-Oh, Kaze-kun –se burló Midorikawa-, perdónanos, no queríamos ofender a tu llamita de fuego –dijo antes de estallar en risas junto con el peli plateado. El oji marrón les miró de reojo, asesinamente-. Uh, qué miedo, nene…
El ex atleta sacó dos camisas del armario y les pidió su opinión a sus amigos, quienes cuchicheaban cosas pervertidas en voz baja, y se reían, el peli azul de verdad que estaba harto de eso, no tenía que haberles contado jamás sus sentimientos por el delantero de fuego. Decidió atacar con sus propias armas.
-¿Y vosotros qué, eh? Cobardes malditos… tú, Mido-chan, que cada vez que hablas con cierto pelirrojo pareces una gelatina verde, ¿eh? –Fubuki rió el comentario de su amigo.
-Bah… -el moreno se sonrojó y miró hacia otro lado. Las razones que le hacían temblar cuando se acercaba a su delantero de los meteoritos no eran las que el peli azul pensaba. Ellos dos salían en secreto desde hacía por lo menos dos meses, y se ponía nervioso al verle porque entre la emoción de estar junto a él y pensar en las noches con dolor de trasero que le hacía pasar…-. No te metas conmigo. Lo de Shiro-chan es peor.
-¡Eh, yo no te he hecho nada! –se sonrojó el chico de las nieves.
-Ya, pero tenía que distraer la atención de mí con algo –explicó el oji negro-. Oye, nene, si hoy resulta que no ligas con tu querido fuego parlante, ¿vendrás con nosotros a ese nuevo local que han puesto enfrente del campo de entrenamientos?
-Ya sabía yo que tramabas ir allí, lo llevas mirando una semana como si te lo fueras a comer –se rió Shiro.
-Sí, supongo que podría ir… -aceptó el ex atleta-. Y ahora, por favor, fuera de mi casa. Me voy.
-¿A tu cita con Goenji-baka? –preguntó Mido-kun para molestar.
-¡No le llames así!
-Bueno… tranquilo –mientras salían los tres por la puerta-. ¿Podemos acompañarte?
-¡No!
-Jo… ¿y espiarte? –dijo ilusionado el peli verde. Tendríais que haber visto la cara de Kaze-chan.
-Vamos, Mido-chan, déjale, necesita intimidad con su llamita… ¡corre! –y se llevó a su amigo corriendo a casa, mientras reían por el camino. Kazemaru se fue directo a la Torre de Metal.
Bien, hasta aquí la introducción, habrá otros dos o tres capítulos más, creo.
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