Aqui con una nueva historia, últimamente se me ah dado eso de escribir cosas familiares, y la verdad no sé la razón. Quizá por que me gusta eso de la familia como tal ...

ah si, como sea. Esta es la idea mas random que he tenido ultimamente. Así que no me hago responsble de lo que haya escrito...bueno si xD

en fin, espero y les guste :3 *quiere que alguien la lea*

Es de mis tipicos semi-AU, con toques cursis y algo de OC y OOC ... anyway (?)

bla bla bla yo no soy Hidekaz bla bla bla así que Hetalia y todas sus 5 temporadas y muchos volumenes de manga no son mios bla bla bla todos los derechos reservados bla bla bla


El hermano que jamás desee
British Bros fic

Capitulo 1

Entre los arbustos que crecían se escondía un pequeño país. Sus ojos verdes adornados con unas gruesas cejas se veían por los grandes huecos que en los arbustos había. Su cabello rubio brillaba con el sol. Tembloroso sale de su escondite, tropezando con la ropa que lleva, incomodo por aquel par de orejas de conejo que cuelgan a su lado. Su nombre, Arthur, la representación de Inglaterra.

Mirando por todos lados, como si buscara a alguien en especial. Sube la capucha de su bata, intentando esconder lo que ahora de lado en lado de su cabeza lleva.

No volverá a confiar en su hermano mayor nunca más, si le es posible dejará de llamarle así. Es un imbécil, eso nadie se lo va a negar o impedir que lo piense. Entre maldición y maldición no se da cuenta si alguien atrás le mira, ni si los arbustos crujen a su paso. Con las manitas agarrando la capucha elije sentarse atrás de un gran árbol.

La sombra le tranquiliza, el trinar de las aves le recuerda que la primavera ha llegado, junto con ella un calor insoportable si no lograba encontrar una cura para las orejas de conejo.

¿Cómo había sucedido todo? Es fácil entenderlo cuando eres el menor de 5 hermanos. Y sobre todo si tu hermano mayor, aquel chico pelirrojo como el fuego es un agresivo de primera. Cuando Ian, el escoces, se propone algo, no hay manera humana de evitar que lo haga realidad. Y en esa entonces necesitaba un conejito de indias. Arthur no se podía negar, menos si el par de gemelos celta lo amarran a un árbol. Y tampoco pudo pedir ayuda, si Trevor, el irlandés de rasgos celtas más marcados, lo amordaza mientras que Dean hace que el galés no se acercará a la zona donde se llevaría un acto atroz. Como si Dilam le importará.

Arthur odiaba a Ian en esos momentos más que a nada en el universo, en primera por el simple hecho de haber existido y en segunda porque ¡esa poción sabia a rayos! Su hermano escoces jamás fue bueno para la magia y nunca lo será.

Después de un tiempo considerable baja su capucha dejando ver las orejas que caen y parecen su cabello normal, solo que más largo y en dos coletas…

-miserable.- murmurando el pequeño niño se levanta de su cómodo árbol, para acercarse al rio que corre detrás de él. Observando su reflejo se da cuenta que de alguna manera no le queda tan mal. Acercando sus manos para tomar agua, aún tenía el mal sabor de boca.

Era cansado tener una vida tan agitada como la que debía soportar, habían países que no debían compartir con sus hermanos más de lo necesario. Sin embargo el anglosajón soportaba 24/7 los maltratos de Escocia, que entre sus torturas preferidas se encontraban colgarlo de cabeza con trampas de los árboles, dispararle con flechas y la más reciente: transformarlo en su objeto de prueba con eso de las indagaciones en la magia. Había veces que el menor de los cinco pensaba seriamente en que los gemelos Irlanda, Dean y Trevor, tenían un acuerdo con el mayor de los 5, en hacerle la vida de cachitos al más pequeño. Cosa que lograban mejor que nada. Detestaba a ese par de gemelos. Odiaba a ese trio de pelirrojos que solo existían para joderlo.

Los odiaba de sobre manera. El único que pasaba sin pena ni gloria era el galés, castaño y de ojos verdes agua, reservado y calmado. Si no fuera por el rasgo de las cejas jurarían que no eran hermanos.

Y las cejas también eran un problema, el rubio había corrido con la mala suerte de tener las cejas más gruesas de todos sus hermanos, las más notorias, lo que le traía a un lado las burlas de sus hermanos día tras día Si no se volvía loco era por milagro

Pero con tan poca edad era imposible que Arthur Kirkland no llegara a un límite de incomodidad. Observo a su alrededor, sin encontrar nada interesante en su rápida observación. Regresó a la sombra del árbol, sentándose y abrazando sus rodillas contra el pecho. Unas gruesas lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas, mientras esconde el rostro sonrosado en sus brazos. No entendía el concepto de amor teniendo hermanos así.

Entre sus sollozos se escuchó el aletear alegre de algo, que pasaba a su alrededor. Inglaterra no quería moscas a su alrededor, así que, con el rostro bañado en lágrimas, y el ceño fruncido, en un rápido movimiento subió la cabeza, observando que enfrente suyo un pequeño conejo de color verde menta volaba, mirando con esos ojos de botón al pequeño niño.

-T-tú e-eres…

-hola!- con entusiasmo el ser le saludo, seguido de una risita entretenida- ¿Por qué lloras?

-porque odio a mis hermanos.- con la voz cortada por los sollozos soltó esas pesadas palabras, desviando su mirada del extraño que se mantenía enfrente

-quizá no entienda mucho de los humanos, pero…- con un cálido gesto de comprensión se acercó a su hombro, quedándose ahí.- puedo estar contigo… soy un hada y a las hadas no nos gusta ver infelicidad

-pues más pareces un conejo verde volador… -no quería sonar grosero, pero sus palabras salían por reflejo

-no soy un hada común, es cierto, pero puedo ser un buen amigo…

Arthur se quedó un momento pensando en aquellas palabras, ¿un amigo? Él jamás tuvo un amigo, incluso aquel niño raro que solía ir a molestarlo estaba tachado como uno de sus invitados menos deseados, así como los demás miembros de su familia.

-pero…si eres mi amigo, solo yo te podré ver… ¿no?

-si tú lo deseas así, así será

El anglosajón se enjuago las lágrimas, tocando al ser que tenía a un lado

-entonces conoces más hadas, ¿verdad?

-claro, ellas estarán gustosas de conocerte…algún día claro

Y lo que resto del día Arthur paso hablando con el ser mágico, de cosas inimaginables, de magia y demás.

O.O

-creí que por fin nos habíamos deshecho de ti.- comento Ian una vez que toda la familia Kirkland se sentó en la improvisada mesa de madera de la casita que compartían, mirando seriamente a su hermano menor, que con esfuerzos alcanzaba la mesa.

-ni en tus mejores sueños imbécil…-Arthur no deseaba hablar de nada, aún seguía enojado con sus hermanos. Sin embargo Dean rompió el silencio del lugar.

-y… ¿con quién hablabas Artie?

-con nadie de tu incumbencia

-vaya, nuestro hermanito tiene amigos imaginarios, es un gran logro.- comento con burla Trevor, acariciando una de las orejas de conejo que aun llevaba el menor.

El joven rubio solo se levantó de su asiento y corrió hacia la parte de la casa que le tocaba. Evitando el contacto con los demás

Media hora más tarde cuando el hambre le había hecho levantarse de su rincón e ir a ver si quedaban moronas por lo menos del pan se encontró con una escena extraña; sentado a la orilla del lago estaba Ian, hablando solo o eso parecía a primera vista, en su monologo se escuchaba el nombre de Nessie, un nombre del que nunca nadie había pedido informes, ni se atreverían.

Cuando hubo encontrado un pedazo de pan observo que los gemelos estaban hablando entre ellos, pero parecía que tenían a alguien más, pues aplaudían sonoramente, cantando. Como si en una fiesta estuvieran; Arthur se acercó con sigilo a ver qué pasa, pero solo encontró a sus hermanos viendo a un punto fijo de su suelo, mientras cantaban en irlandés, repitiendo nombres que parecían sacados para gnomos o duendes.

Por la noche escucho un fuerte aleteo que retumbo las paredes de la casa, y una pequeña risita de Dilam, con un suspiro de satisfacción. También percibió un olor a gallina quemada… el mismo olor que casi todos los días había a esas horas.


¿Scones? ¿Pociones de orejas de conejos? En reviews plz.