Quiero aclarar que los personajes no son mios, son de Capcom. Yo invento las historias, y estas no tienen un fin lucrativo, sino que son meramente para entretener.

Disfrutenla como yo disfruto escribirlas.

Saludos, Project Revolution


Hacía ya dos semanas desde que Jill se había unido al escuadrón STARS por recomendación de su propio padre, Dick Valentine. Le resultaba un tanto irónico, ya que le había entrenado para ser una ladrona maestra y de golpe, luego de que lo encerraran en aquella prisión, le dijera que era suficiente con un Valentine tras las rejas… Paro con la mano el revoloteo de las carpetitas y hojas sueltas que tenía a su lado, en el asiento del acompañante. Aquel viento que entraba por su ventanilla baja hacia que bailaran alegres en su asiento, como un grupo de felices parejas de papel.

Sonrió apenada, en su auto color negro. Si su madre no se hubiera marchado cuando ella nació, tendría una segunda opinión... Siguió conduciendo por la autopista de Raccoon, a punto de llegar al RPD. Unos dos kilómetros más adelante, doblo en una de las principales avenidas del centro de Raccoon, Ennerdale. Miro un momento para afuera de su ventanilla de conductor, la gente ya comenzaba a inundar la ciudad; y eso que eran las 9:30 am.

Los negocios locales ya habían abierto hace rato y la gente, antes de su trabajo, universidad o escuela, hacían las compras. Doblo a la izquierda, entrando al estacionamiento del departamento de policía. Y para su sorpresa, el tipo más atractivo del equipo Alpha, Chris Redfield, cerraba su auto color café. Sintió mariposas en su estomago, nerviosa por no saber qué hacer en un momento como ese.

"estaciónate…, tranquila que él no te está viendo…" Jill se obligo mentalmente a calmarse y pensar en cualquier otra cosa… pero no podía, sin duda que le gustaba mucho Chris… Se estaciono en el único lugar libre que quedaba, justamente al lado del muchacho castaño y apenas tres años mayor que ella. Chris vio el auto y reconoció al conductor, esbozando una sonrisa amigable y saludándole con la mano derecha.

Jill bajo del auto, tomando las carpetitas y hojas con sujetadores a su lado, y cerrándolo.

-¡Hola Jill! ¿Cómo pasaste la noche leyendo todos aquellos papeles?- Dijo Chris divertido

-Muy gracioso…- Jill pasó por detrás del auto, y se coloco al lado de Chris- Fue la pesadilla más grande de mi vida…- Rió. Chris le saludo con un beso en la mejilla, como de costumbre… pero aquel día era especial, se había puesto la colonia masculina que le hacía perder la cordura… Tenía un leve olor a chocolate… Y aquellas molestas mariposas no pararon de provocarle cosquillas al oler eso.

-¿Y cómo crees que lo pase yo?- Este miro para su mano izquierda, mostrando una carpeta amarilla llena de papeles- Creo que Wesker está loco…- Rieron los dos, al unísono.

Caminaron por el estacionamiento y llegaron a la puerta de reja de entrada al departamento. Chris abrió la misma, como un total caballero. Jill pasó y le espero. Luego, ambos entraron al inmenso hall del RPD

Caminaron hacia el mostrador de color marrón oscuro y lleno de pantallas de ordenador. Allí estaba Kathy, la recepcionista y Jonathan, también recepcionista. Los dos tomaron sus tarjetas de identificación de los STARS y la pasaron por el detector. Jill vio de reojo la mirada celosa de Kathy. "¿qué pasa? ¿A ti también te gusta Chris?" rió para sus dentros.

-Parece que somos los número cuatro y cinco en llegar el día de hoy, ¿eh, Jill?- Jill miro a la pantalla; esta marcaba los miembros presentes y ausentes en el día de la fecha. Viernes y solo tres personas ya estaban allí. Barry Burton, Brad Vickers y Wesker ya habían cantado el presente.

-Al fin no tendré que pagar el café…- Susurro entre risas la joven castaña.

-Un día tendrías que dejar de ser tan buena…- Dijo Chris rascándose la nuca. Comenzaron a caminar por el hall, dirigiéndose al fondo del mismo. En el lado izquierdo, estaba la puerta que conducía al armario de limpieza y a las escaleras, que conducían hacia la pequeña pero abarrotada oficina de los STARS. Abrió ella la puerta y doblaron a la izquierda.

-¿Te alcanzó la noche para revisar el caso de esta semana?- Comenzó Jill

-Muy poco, me faltaron dos hojas y terminaba todo, pero el sueño me vencía, asíque me fui a acostar.- Confeso Chris

-¿A qué hora se supone que fue eso?- Sonrío

-Dos treinta de la madrugada…

-¡Cielo Santo! ¡Pobre señor Redfield!- Bromeó

-Ja ja, que chistosa eres cuando quieres.- Subieron la escalera cubierta por una alfombra roja y con diseños contemporáneos. Llegaron a una puerta y los dos la atravesaron. Dieron con un pasillo gris, como las paredes, el piso y el techo. En la pared de la derecha, había cuatro ventanas, que dejaban entrar todo el sol de la mañana. Avanzaron y pasaron una puerta, que daba al armario de armas de su unidad. Les llego una voz masculina y firme. Era la de Albert Wesker, el recién llegado capitán.

Jill tuvo calosfríos al oír esa voz… había algo en el que no le hacía fiarse… Chris también tenía la misma sensación; al parecer no era la única.

-Pero capitán…- Se oyó una voz suplicante, justamente de Brad- Yo SI hice los informes…

-No importa…- Le vieron salir de la oficina echa una furia. Al parecer, su capitán no tenía un buen día… Los paso, golpeándoles los hombros a ambos por su rápido caminar. Jill miro a Chris, y este a su vez le miró; confusos…

Entraron a la oficina y vieron a sus dos compañeros sentados, intentando aguantarse de la risa. Brad estaba sentado en el último escritorio, con una taza de café en la mano. Barry, estaba en el primero de todos, luego del de su capitán y líder de la unidad. Este tenía las manos sobre la cara, riéndose muy por lo bajo…

¡PUUM!

La puerta se cerró detrás de los dos jóvenes de manera muy brusca, y aquellos dos soltaron dos carcajadas estruendosas.

-Eres… Muy bueno actuando… Vickers…- Dijo Barry, aún riendo. El muchacho, de unos treinta y cuatro años asentía, mientras se cubría los ojos con la mano izquierda.

-¿Qué paso aquí? –Pregunto Chris, confundido y con el seño fruncido- ¿y por que el capitán salió hecha una furia?-

-Le gastamos una broma, y no se la tomo muy bien…- Respondió Barry

-¿con los informes?- pregunto Jill

-Así es… y solo falta que venga Frost para seguir el juego…- esta vez fue Brad el que habló.

Jill y Chris se miraron, con unas sonrisas en sus rostros. Se sentaron en el segundo escritorio, dejando las carpetas y los papeles sobre el mismo. Si le hacían una broma a esa hora, seguro que su día de entrenamiento seria una tortura….


Brian Irons estaba en su oficina, hastiado de la rabieta de infante del Capitán Wesker. En su curriculum detallaba que era un gran dirigente, con paciencia de hierro… Pero comprobó que no era tan cierto como creía.

-Solo digo, que les encomendé una pequeña tarea, ¡y nadie fue capaz a realizarla!- Se llevo las manos a las sienes, masajeándolas con impaciencia. –Le pregunto a Vickers si fue capaz de realizarla… ¡Y me responde que no! Y se veía que se estaba burlando de mí… Jefe, recomiendo una fuerte sanción para esos "graciosos incumplidores" y a ver si así aprenden…-

-Señor Wesker, por favor, ¿simplemente un informe crea este escándalo? ¿Por qué no va y consulta si alguien más lo realizo?- Irons coloco su cabezota sobre la mano derecha. Soltando un bufido de aburrimiento.

Wesker, le miro con la boca abierta; ¿Le tomaba el pelo o qué? ¿De qué lado estaba? Era claro que los negocios con Umbrella no le servían para ver lo que le pasaba a él con aquella unidad de incompetentes. Siempre riendo, nunca tomándose el trabajo en serio… Iba a ser un placer verlos en las montañas Arklay, morir por su misma incompetencia…

Eso le calmo un poco el subconsciente totalmente alterado, pensar en que él se enfrentaría totalmente a sabiendas de lo que pasaría ahí dentro, las armas bio- orgánicas y todo aquello… Sonrió un poco, pero borro totalmente la sonrisa de su frio y calculador rostro. Miro nuevamente a Irons con seriedad, esperando que no notara su sonrisa momentánea… siempre su fachada había sido seria y reservada, y prefería que nadie más notara aquello. Irons suspiro cansado, hastiado de todo aquello. Le miro, acariciándose levemente el bigote.

-Valla y soluciónelo usted mismo, capitán. Vea si su hipótesis de que son unos "inservibles" es fundamentada…- Volvió con el papeleo matutino, sin prestarle atención a lo que el rezongaba.

-pero jefe…-

-No hablo mas Wesker, vuelva a su oficina…- Irons escribía en las hojas, sin siquiera mirarle.

Wesker suspiró y comenzó su retorno a la pequeña oficina de los STARS. Tomo el pomo de la puerta, lo giro y salió. Apenas cerró la puerta se quedo mirando directamente a aquel tigre anaranjado que estaba allí. "dinero de Umbrella" pensó.

Todavía no entendía el porqué le daban tanta cantidad de dinero. Con unos miles bastaba, pero se empecinaba en hablar si no le daban más de diez mil de los verdes. Sonrió hacia un costado, ello sí que le hacía gracia. En incontables ocasiones le habían salvado el culo sobornando a las víctimas de aquel gordo inmundo… Pero…

Siguió caminando a paso tranquilo, pensando en que haría el día de hoy con aquellos soldados…

Jill y Chris se lo estaban pasando a lo grande con Forest y Joseph, mientras las bromas y el café matutino corría como de costumbre. Apenas entraron y se sentaron, Forest, Richard y Kenneth entraron, todos juntos y riendo. Se habían sentado Richard y Kenneth juntos, detrás del escritorio en el cual estaban sentados Jill y Chris. Forest, como de costumbre, tomo una silla y se sentó con el respaldo para adelante, acomodándose su largo y lacio pelo castaño tras su espalda. Apoyando sus brazos contra el respaldo, tomaba café en su tasa personal de porcelana; todos tenían una, pero cada uno tenía la suya ya que se las habían dado cuando cada uno entraba en la unidad, y aquellas tazas tenían sus nombres escritos.

Seguían charlando del papeleo y de la broma que todos tenían que continuar… "menuda cosa de niños…" Jill miró su tasa, con el café por el fondo. Sentía que no debería estar allí, tendría que estar en cualquier otro lugar, pero no allí… Volvió a los chistes de sus compañeros, una vez más, pensando en los horribles asesinatos que ocurrían en Raccoon. Las pobres victimas ya sumaban más de cinco, y a eso, se le sumaba que había dos pequeñas involucradas… Las vecinas de Jill. Becky y su hermana Priscilla McGee fueron brutalmente asesinadas, y lo que el informe de la autopsia demostró era que su aparente causa de muerte se produjo por mordeduras humanas. Jill se sentía muy mal por ellas y por su familia, y estaba más que decidida a encerrar a sus agresores, de una manera u otra…

Chris le sacó de su estado pensativo, una vez más. Sonriéndole de costado y haciéndole brillar esos ojos marrones oscuros que el tenia. Sintió inevitablemente un cosquilleo en el estomago, producto de aquella seductora sonrisa.

-Hey, ¡vuelve! Aquí se están contando buenos chistes, ¿Sabes?- Comentó con un tono juguetón.

-Lo siento… es que volví a pensar en Becky y Priscilla…- Chris cambio su sonrisa por un gesto más serio, si dejar de mirarle.

-Mira Jill, se que te ha afectado mucho, pero…- Chris y Jill sintieron un estruendoso abrir de la pobre puerta de entrada a la pequeña oficina. Era Wesker, rojo como un tomate de la furia. Sus lentes se le habían salido del lugar, de nuevo. Detrás de él, entraron el resto del equipo entero. Con caras blancas y los gestos de miedo. Todos allí sintieron una especie de necesidad de largarse inmediatamente de allí. Si Wesker se cabreaba, tu día entero también lo hacía.

-Al campo de práctica…- Se hizo un silencio de ultratumba en el lugar. El campo de práctica no significaba nada bueno. NADA. Los recién llegados dejaron los informes sobre el escritorio de Wesker, además de que dejaban sus bolsos con objetos personales a los costados de sus respectivos escritorios…- ¡YA!- Gritó enfadado el capitán. Hoy parecía que sus piernas y abdominales dolerían… y muchísimo…


Espero que les haya gustado la primera parte de la historia, veré si el proximo fin de semana o siquiera hoy puedo subir el siguiente capitulo. Ademas espero que les guste esto, ya que a mi me fasina esta historia, como me fasina escribir...

Saludos!