Libertad a destiempo
Raki no podía cargar con su cuerpo desde lo que le habían hecho. Cadenas descargadas sobre él. Dolor. Le quitaron su espada. Humillación. Y luego...los hombres que venían a verlo. Tenía prohibido decirles nada a través de la mordaza. Solo tumbarse en el camastro y dejar que le hicieran por lo que pagaron bien poco. TAN poco que a penas pan mohoso le daban para mantenerlo vivo. Durmió presa de la fiebre, del delirio. Volvió a respirar el pecho de Clare, a llenarse las fosas nasales con la vainilla que quemaba sus vasos sanguíneos. Aunque su figura en el sueño se hiciera tan borrosa como fuera en su memoria. Ya no estaba seguro de qué tan alta era, ¿del tamaño de una montaña? ¿De verdad? ¿Inalcanzable? Hubiera llorado pero la nieve le cubría los ojos, amenazando con convertirlos en hielo si no se levantaba pronto. Era una lección a aprender: las alucinaciones no te dejan percibir cuando eres libre.
