Loony
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Aclaración: Ni siquiera Santa Claus es tan rico como Jotaká, así que no, Harry Potter nunca me llegará como regalo de Navidad.
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Luna tiene 9 años y unos ojos enormes y saltones con aire soñador. Antes de que mamá muriera pasaba la mayor parte del día en el jardín, buscando Snorkacks de cuernos arrugados que parecen esconderse cuando ella se acerca, porque nunca ha logrado atrapar uno. Pero la pequeña Luna no se rinde en su búsqueda.
Hace días papá le ha enseñado que la mejor manera de atraerlos es con un poco de jalea de frambuesa y tartas de calabaza, porque al parecer, al igual que el señor Lovegoon, son un poco glotones.
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Luna tiene 12 años. Está a punto de empezar su segundo curso en Hogwarts y mira como nieva por la ventanilla, en el tren.
Hace frío. Piensa que quizá fuera, allá, en el mundo que parece muy lejano, un montón de Heliopaths (espíritus del fuego) galopan y queman todo a su paso.
Le gustaría un poco de ese calor.
Es la única ocupante del vagón.
Le gustaría un amigo con quien compartirlo.
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Luna tiene 14 años y ha empezado a pegar carteles por todo Hogwarts. Varios libros, su colección de cromos y los dibujos detallados de la anatomía del Blibber maravilloso, dibujados por ella misma claro, son algunos de las cosas que pide le sean devueltas a quienes las escondieron.
Pero que no está en el gran comedor. Harry parece abatido mientras habla. Y Luna sabe que es porque, como su madre, el recuerdo de Sirius Black nunca se irá.
- No es como si no lo volvieras a ver… tú los oíste… detrás del velo, ¿no?
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Luna tiene 15 años y el mismo cabello rubio, largo y mal cuidado de siempre.
Se sienta junto a Neville mientras ve a Harry, Ron y Hermione hacerlo un poco más adelante. Su vista se voltea al pasar Hagrid, que llora, mientras deposita a Dumbledore en el mármol blanco y frío.
Incluso de lejos ve las gafas sobrepuestas en la nariz chueca y el nudo en la garganta parece hacerse más grande mientras la sal llena sus ojos.
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Luna tiene 16 años y su collar de corchos lleva un buen tiempo perdido. Su piel es incluso más pálida por todo el tiempo que ha pasado encerrada en el sótano de los Malfoy.
Fleur le ha estado vendando una de las piernas, que lleva días, quizá meses lastimada, mira cada poco el reloj, preocupada. Entonces pasa, la taza de té en sus manos cae y se rompe cuando oye gritar a Harry, ¡Dobby!
Corre al salir y lo primero que ve son sus ojos.
Los ojos de Dobby miran sin ver el cielo que parece más grande y oscuro que nunca.
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Luna tiene 17 años y la guerra casi parece haberle envejecido tanto como a los demás.
Se dirige a Hogwarts, junto con los pocos que han decido volver y reconstruirlo. Y quizá así, también, reconstruirse a sí mismos.
