Disclaimer: No soy rubia ni tengo más plata que la Reina y mucho menos hago mis compras navideñas en Tiffany's así que no, no soy Rowling.
Otra cosa
Siempre fue un idiota. Y nadie -piensa en Lavender, pero sólo por un segundo- puede negarlo.
Ronald Weasley siempre fue un idiota.
Y debe ser por eso, por haberlo conocido desde los once años, cuando eran apenas unos críos con tierra en la mejilla y piernas cortas, que le cuesta ver ese lado suyo.
La sonrisa ladeada, las pupilas dilatadas, las palabras suaves. Suaves como una caricia de terciopelo, el rozar de su pluma. Suaves como las yemas de sus dedos recorriéndole la espalda que lentamente se convierte en un arquear cadencioso, como el lomo de Crockshanks cuando se asusta.
Y debe admitir que ella también se asusta.
Hay veces en que no lo reconoce. Hay veces que piensa que la Guerra lo ha cambiado todo, que Fred y su ausencia tal vez le hayan abierto los ojos (despertado el sentimiento de Carpe Diem que ahora parece inmerso en cada rincón de su cuerpo). Que ya no tiene ese miedo infantil y torpes inseguridades. Que ya no quiere esconderse entre peleas e insultos ofendidos. En terquedades que luego de enfrentar a la muerte sólo parecen ser pérdidas de tiempo.
Hay veces en que cree que él ya está harto de perderlo. Lo delata la aspereza con la que la besa, la rapidez de sus manos sobre sus muslos. La manera en que no se contiene cuando explota.
Y su presencia. Siempre junto a ella. Como un miedo turbio a perderla, a quedarse solo... A no decirle todo aquello que siempre se ha guardado.
Nunca olvidará la noche del entierro cuando la llevó a su cuarto y estuvieron allí, él en su falda mojándole el vestido de lágrimas, toda la noche. Lloraron, ambos, soltando a media voz recuerdos, reproches, palabras de consuelo. Generalmente cortado por una interrupción de labios.
Pasaron la noche entre miradas eternas y sentimientos demasiado grandes como para que ellos lo sientan. La impresión de llevar una vida entera en hombros de diecisiete años.
Hasta que luego, cuando el amanecer cayó sobre la ventana, sintió su brazo rodeándole la cintura, su cuerpo tibio arropándola y sus labios fijos en la piel de su cuello.
-¿Estás despierta?
El estremecimiento. La sonrisa. Lentamente el darse vuelta y darle un beso profundo, las manos en su cuerpo (por todo su cuerpo). La incomodidad ya desvanecida, los miedos esfumados como por el viento que se acerca justo antes de la tormenta.
Ronald Weasley siempre fue un idiota...
Pero ya es tiempo de que empiece a ser otra cosa.
Hola!Como había dicho hace mucho tiempo, cuando escribí Buenas noches, ahora sí vengo con un RonHermione (el primero, by the way, así que sean bueeenos ^^).
Si llegaste hasta acá, gracias. Si llegás hasta el GO!, quiero que sepas que te quiero mucho.
