Ha pasado tanto tiempo que ya no recordaba cómo era el contacto humano, no es que fuera exigente solo lo suficientemente gay como para saber que sus necesidades físicas no las podía resolver siempre solo, pero ¿Era demasiado pedir una cita previa? ¿Un gesto? Algo que indique que estaba con otro ser humano y no con algún buey en celo, ciego y calenturiento que ni le importase que fuese demasiado bajo para acorralarlo en el baño de un apestoso bar lleno de vaqueros texanos.

Jared no veía una luz al final de su camino, no esperaba que lo lleven a cenar a un restorán con violines ni mucho menos o que se pusieran un tuksido para sorprenderlo fuera del rancho algún fin de semana, donde trabajaba con otros veinte hombres después de arriar más de cuatrocientas cabezas de ganado. Pero esta ilusión empezó a crecer más y más en el trascurso de los años, demasiados polvos rápidos, demasiados toques fugases incluso con alguno de sus compañeros más discretos que luego de algunas largas travesías no soportaban más el aislamiento sin ninguna mujer cerca, le piden uno que otro favor y él no puede negar que tiene necesidades también.

Él fue abierto con su sexualidad el primer día que se presentó al trabajo hace más de dos años, cuarenta hombres voltearon a verlo cuando alzo la mano para acotar eso mismo cuando le preguntaron a todo el grupo contratado que si tenían alguna duda, nadie dijo nada, nadie se atrevería siquiera a mofarse cuando vieron su altura, uno de sus pequeños grandes problemas, podía ser muy gay, pero su apariencia no ayudaba a lograr sus metas y menos después de casi dos semanas de duro trabajo, estaba lastimado, sucio, sabía que olía porque el mismo no lo soportaba y su mejor ropa estaba casi desecha.

Había declinado casi catorce ofertas de sexo con pollas ya conocidas, siete pedidos de mamadas, como trabajos manuales, nada, ya no quería nada y si lo extrañaba, pero simplemente no podía negar que le faltaba un todo dentro del cuerpo que un gesto tonto podría simplemente poner una sonrisa en su rostro.

Pero suspira sentado en lo alto de la cerca mirando como el grupo que se encarga de domar los sementales, como el jinete está luchando con una yegua de color blanco y a pesar de sus evidentes problemas personales no deja de pensar que está castigando demasiado al animal para poder domarlo, más que evidente en el pelaje blanco donde las marcas rojas van en aumento.

Pega un grito agudo con la mano enguantada arqueada a un lado de su boca, el mismo grito que hace al ganado correr más rápido y el caballo se asusta más, pega un giro que tira al jinete al piso y casi es aplastado por el animal, pero él ni se inmuta, el grupo cerca de la puerta del corral los que se supone deben saber que no deben lastimar, pero todos están a punto de lincharlo cuándo el caballo está trotando hasta el sin importarle que hay personas en el camino y se pavonea a su lado como si supiera que él está allí para defenderlo, le palme a la cabeza y todos se miran entre sí.

Él tiene ese pequeño don con los animales, un don donde no necesita palabras, el jinete es Dawson y el maldice para sí mismo cuando lo reconoce, ¿Porque siempre se busca problemas con el mismo sujeto sin siquiera saberlo? Suspira, está cansado de lo mismo, Dawson se levanta enfurruñado golpeando a los compañeros que quisieron ayudarlo a levantarse y esta se detiene en el segundo que cree que ira hasta el a confrontarlo, el caballo junto a él relincha alzando las patas delanteras, perdiendo el nervio y agitando la cabeza en el aire.

- ¿Cuantas veces tengo que decírtelo Jared? - Morgan esta junto a él subiéndose al corral, es por eso que Dawson no se acercó, una sonrisa se forma de un lado de la su boca que Morgan no podría llegar a ver.

- De que hablas…- se lame los labios y empieza a armar un cigarrillo con aroma a chocolate.

- Tu tarea es arrear y cuidar mi ganado, no domas mis caballos, pero no… sigues viniendo aquí. – el hombre se frota el rosto cansado pero su tono de vos es hipnotizaste y el solo lo escucha para disfrutarlo.

- Mira bien antes de comentar nada Morgan. - el hombre se frota la barba bi color y cuando la yegua da una vuelta es que ve las marcas en la Mustang, se saca el sombrero y lo golpea contra la madera.

- ¡DOWSON! ¡DEMONIOS! ¡ESA YEGUA YA NO VALE NADA! RAYOS-RAYOS ¡!ES LA PUTA MUSTANG DE MELANNY CHOW! – despotrica en el sonido más bajo y rasposo que hace la piel de Jared tintinear, que daría por tener algo con Morgan, es un tipo correcto, leal y con una apariencia impactante en su texano negro y su trasero respingado, pero está demasiado casado y demasiado heterosexual.

- Te lo dije…. – murmura con suficiencia, pero no le mira porque podría propinarle un izquierdoso como acto reflejo.

- Cállate Jared…- Morgan se baja de donde está empuja a la yegua y se acerca como si el demonio hubiera tomado posesión de él mientras se acerca a Dawson el cual recibe nada menos que un puñetazo que lo duerme.

Con la yegua siguiéndole fuera del corral sin siquiera poner una mano en los estribos se va fumando su cigarrillo hasta los establos, la yegua de Melanny Chow tiene sangre especial, con un linaje de más de cien caballos puros por ambas partes de cinco generaciones, la única es su línea de descendencia que salió albina. Pero a los jinetes de doma no les importa de dónde viene el caballo, o lo que vale ellos solo les interesan hacer rápido su trabajo porque cobran por cabeza.

Si supieran que este animal valía como dos millones de dólares tal vez hubieran usado otras técnicas que clavarle las espuelas, le aplica una pomada que arde al llegar a su caballeriza y la yegua se lo hace saber con un relinchido, mientras ve que no se quite la pomada la cepilla para distraerla, su pelaje es casi perlado de blanco a crema, odia a los estúpidos jinetes que se creen tan machos como para lastimar a un animal así porque sí.

Chad se le acerca riéndose con sus otros dos amigos, apenas pudiendo caminar de la risa de ver como los jinetes están llevando a rastras a Dawson por el puñetazo de Morgan, si él sabe que es gracioso y la verdad ama como Morgan se sulfura y reparte puñetazos, pero también sabe que devaluaron a una yegua demasiado valiosa.

- ¡Jared, lo viste, lo viste, dios dime que lo viste! – Chad cae sobre sus rodillas arrastrándose hasta donde esta Jared y la yegua relincha porque no le gusta que se le acerquen así.

- Estaba en primera fila Chad. – dice sin ganas pasando el cepillo por la larga melena perlada.

- ¿Y porque no te ríes? – le mira como si estuviera loco o algo peor.

- Oye… tu sabes él tiene "ese" problemita. - Christian que era el más serio de los tres, sabe controlar su risotada para poner cara de piedra en menos de tres segundos apoyándose contra la puerta abierta de la caballeriza donde Jared está trabajando.

- No es un problema. – bufa haciéndose el duro pero por desgracia detesta haberse puesto borracho a mitad del campo rodeado de ganado a confesarle a sus amigos que necesitaba que sean lindos con él, cariñosos y mimosos, y de hecho deseaba tener una relación seria, al principio se rieron de él, después se puso a llorar por ello porque ellos conocían como él era, su promiscuidad y como de desligado era de sus parejas de sexo viéndolo como un chiste de su parte la confesión y solo Christian tuvo los huevos para acercarse a él y decirle que lo comprendía.

- Jared, tú el domador de pollas distinguido en toda la nación por saber quién tiene un bulto decente que chupar, no quiere chupar más, tocar o meter nada y eso si es raro, creo que deberíamos llevarte al veterinario o algo. - Steve comenta y Chris lo mira de mala manera casi queriendo asesinarlo cuando el rubio se da cuenta.

- Cállate Carlson. - el rubio en su coleta esconde su rostro tras su texano color crema y sus manos enguantadas se alzan para hacerle saber que no quiere problemas.

- Vamos a los siete picos… después de tanto tiempo arriando necesitamos unas buenas cervezas, shots de tequila y una buena follada. - Christian muerde la aleta de su sombrero mientras se ata el cabello sudando por el calor intenso que hace en pleno verano.

- No creo que follada, pero me vendría bien un juego de pool y mucho alcohol. - Jared sonríen y todos celebran a viva voz.

La gente del pueblo más cercano es súper pequeño, las granjas son muchas y muy distantes por lo que les toma más de dos horas llegar hasta allí en la camioneta de Chad, una ranchera que apenas si el motor sigue en pie, la ducha rápida en las barracas apenas si tiene un efecto positivo en el puesto que el camino lleno de polvo y el calor no son los mejores aliados, la gente se agolpa sobre la barra, el ambiente esta encendido como la gente animada y bastante ebria para las ocho de la noche.

Solo con una mirada de Christian despeja la mesa de unos niños que ya deberían estar en la cama y Chad trae una bandeja en la mano llena de chupitos y otra con ocho cervezas, Steve aplaude y Jared menciona que no han pasado dos minutos dentro del bar y él ya es el camarero estrella de la noche, si hace bien la cuenta tiene más de cuatro semanas sin sexo, se muere por una caricia que sabe que en el lugar donde habita y recorre todos los días no lo encontrara, demonios ni las mujeres de los alrededores de King Ranch tenían serios problemas para encontrar algo de eso.

Luego de dos cervezas y casi siete chupitos esta hasta arriba de esperar, mira a su alrededor con destreza de no mostrar ni siquiera una señal de estar buscando algo decente que meterse a la boca para que sus amigos no lo noten, Christian tiene una pequeña pelirroja en los brazos a la cual mese mientras le sonríe de muy de cerca, Steve está en lo mismo con una morena con rasgos indios preciosa y debe admitirlo solo porque él es fiel a la verdad, Chad está bailando en línea y gritando a todo pulmón, ebrio y sin perder el ritmo le hace reír.

Pero no ve nada que valga la pena volviendo a suspirar y tomando los chupitos de sus amigos en la mesa sin que a estos les importe mucho, un tipo choca con él y le mira por sobre el hombro, quiere pelea, pero él no está de humor para ese tipo de adrenalina asique solo vuelve a colocar sus codos en la mesa y el chupito en sus labios lentamente.

A su izquierda el intenso sonido de la gente hablando cambia y la gente se está quejando por algo por lo que volta a mirar que pasa y uno de sus compañeros de arreo empuja a un hombre en un traje gris algo gastado, este se da la vuelta a ver que fue intencional, el piensa solo sigue de largo amigo, pero el hombre se sube las gafas marrones y rotas a un lado de la patilla y le pregunta cuál es su problema, y ahí está la chispa que detona el polvorín, una mujer de la nada le da un puñetazo y lo manda al suelo desatando una pelea, Chris y Steve se mueven estratégicamente para que sus presas no se le escabullan sin ellos.

Pero al notar que son los hombres del King Rancho los que están peleando interviene, Christian le dice algo, pero no lo escucha, empuja a un par de vuelta y uno que se detiene antes de encestarle un golpe cuando le reconoce, y con una mueca de estar levantando algo del piso, tiene al hombre del traje en un puño, el hombre protesta como el citadino que es, y todos le miran atentos, el arriero que empezó eso le mira y alza las cejas agarrando de la cintura a la mujer que encesto el primer golpee.

- No queremos problemas Jared, no le digas a Morgan. – es lo primero que sale de la joven boca.

- Jeremy, eres joven, estúpido y esta… no es buena influencia. - señala a Shanon una mujer de entrada en los cuarenta que se cuelga de la camisa a cuadros del chico de veinticinco.

- Hey tu… - la chica está por lanzarse encima y otro dos de sus compañeros la detienen.

- Discúlpate… - Jared dice sin parpadear, su mandíbula cuadrada encajándose hacia un lado, este ebrio o no, pero aún le tienen respeto como Morgan lo hace.

- Disculpe, no fue mi intención empujarlo. – el pequeño rubio alza su sombrero y se disculpa inocentemente.

- Demonios si fue tu intención, niñat…- el de traje está a diez centímetros del piso colgado de su saco en el puño de Jared, este le tapa la boca al hombre y esté con sus dos manos intenta sacarse esa enorme mano de su rostro.

Todo vuelve a su habitual barullo al minuto siguiente, gente bebiendo como si nada hubiera pasado, Jared empuja al hombre afuera del bar donde la única iluminación es una lamparita de pocos wats y el cartel de los siete picos como a diez metros del piso. Lo empuja hasta que el hombre se tropieza con la mismísima tierra seca en sus zapatos de charol marrón.

- ¡Pero que hace! – la voz disgustada en el silencio del exterior hace que su piel se erice como la de Morgan lo hace y se retira un poco el cabello de los ojos para ver al hombre que le está plantando cara.

- Salvarte el pellejo… - dice suavemente al ver el intenso color verde detrás del marco roto que en ese momento se terminan de caer al suelo, el hombre lo toma, pero el cristal esta despedazado y parece maldecir al universo.

- ¡Demonios no quiero que me salve el pellejo, solo necesito un teléfono para llamar a una grúa! – le dice, tono bajo áspero, casi como el gruñido de una pantera antes de destazar su presa y Jared siente como la piel se le eriza de gusto desde el nacimiento de su espalda hasta la nuca.

- ¿Como este? - Jared saca su teléfono celular de la parte trasera de su pantalón con dos dedos moviéndolo sutilmente como el objeto de los deseos del hombre de traje.

- ¿Tu… me lo prestarías? Eso sí me seria de mucha ayuda. – el hombre de traje da tres pasos hacia el casi con una sonrisa dispuesto a tomarlo de su mano cuando él lo alza por sobre su cabeza y el otro hombre no lo puede alcanzar. – es una broma? - otra vez ese tono molesto y Jared está casi duro en sus jeans viejos.

- No, te dejare usarlo si me das algo a cambio. – replica sacándose el palillo de la boca.

- Oh si claro, tengo algo de dinero aquí. - el hombre se acerca la billetera completamente al rostro para ver cuánto tiene imposibilitado de reconocer los billetes de lejos.

- No quiero dinero… - el hombre con un rostro que jamás en su vida se le hubiera cruzado por la cabeza fuera remotamente masculino al ser tan delineado, con labios rellenos y largas pestañas como una niña, pero lo que refleja su expresión fastidiada en es suficiente para ponerlo a mil, lo necesita, quiere probarlo y dejarlo hecho desastre en sus ropas finas de citadino.

- ¿Y qué es lo que quieres a cambio? - Jared se pone el celular en el bolsillo trasero de sus vaqueros mientras da pasos hacia el hombre que retrocede como acto reflejo, el desconcierto como el nerviosismo es notable en todo ese cuerpo.

- ¿Qué hace? ¿Qué quiere? - pregunta exasperado y otra correntada de placer sube por su espina haciendo latir su polla contra el cierre del pantalón, lo empuja sin tocarlo hasta un lado del bar donde nadie pasa, donde no hay luces más que la luna sobre sus cabezas y los grillos parecen haber tomado ese lugar fresco para cantar.

- Nos pongo a resguardo, solo quiero chuparte la polla, nada serio. – sus ojos ven al hombre de cabello corto con la filosa intención, sin miramientos, directo al grano.

- ¿Co-co-cómo?... - la espalda cubierta por ese anticuado traje golpea el muro de concreto y Jared solo se pone de rodillas, sus manos rápidas abriéndose paso, pero el con una sola mano lo empuja contra la pared y el hombre al fin se queda quieto.

Es así como consigue siempre lo que quiere, un empujón, un mirada intensa, la verdad cortada directamente de su lengua y sin siquiera quietarle el cinturón que parece de su abuelo, logra alcanzar con su mano la suave carne y los testículos, su boca haciéndose le agua, ama las pollas tanto como ama los animales, el tequilla bombeando fuertemente en sus venas, la imagen del miembro flácido es tan tierna que solo apoya sus labios en ella y la acaricia con cuidado, llenándose del olor intenso de un hombre que ha acumulado todo el día, se relame y da besos entre suaves lamidas pequeñas.

Una mano toca su hombro apenas intentando apartarlo, seguro el citadino está aturdido y no sabe cómo reaccionar con el hombre que lo sostiene de las bolas para que no se mueva mientras el disfruta de su miembro, tal vez hasta se preguntara como demonios llego a eso, se lo mete todo a la boca y presiona lentamente haciéndole sentir su propio calor, humedeciendo la piel que da una fuerte palpitación sobre su lengua y se lo saca lento de la boca.

Ama poner un miembro erecto, la dedicación, la delicadeza del mismo acto con algo tan frágil, el tono apagado y bajo de ese hombre haciéndole gemir con la polla semi dura en la boca, vibración que hace jadear a su invitado de esa noche, la polla sale completamente dura de entre sus labios, rosácea y pesada, la besa y la acaricia con sus labios lamiendo con todo el deseo acumulado de semanas, está siendo dulce con él lo sabe, no está de humor para las vertiginosas mamadas rápidas, bruscas y llenas de obscenos sonidos húmedos.

Y una angustia sube por su estómago mientras se esmera para que no le arruine el momento, apoyándose en la arrugada camisa hacia arriba notando las formas de ese cuerpo y la toma completa hasta el fondo, tiene buen tamaño, su sabor le empalaga, pero no puede evitar sentir que soltara sus lágrimas nuevamente por hacer esto de nuevo con un extraño salido de la nada, y por el que no siente nada. Como un recuerdo fantasma llega sin esperarlo una caricia en su mejilla izquierda y el suave toque de las yemas de unos dedos suaves apartando su cabello de su frente, abre los ojos y el hombre agitado le mira atento, casi con cuidado mientras peina suavemente su cabello a un lado con ambas manos, sus ojos se cierran ante los suaves toques haciendo que su pecho golpeando sin sentido por el gesto.

Dios necesitaba tanto eso, como le sostiene la cabeza para que se apoye en su tacto mientras se la chupa, no presiona para hundirse en su garganta, solo es gentil, dulce con esas manos cálidas y tersas, delineando sus labios con la punta de su dedos mientras se retira y respira profundamente, podría morir con esas manos tocándole mientras hace lo que más le gusta, recorre el firme mástil con su lengua presionando su cadera contra su rostro, cierra los ojos cuando esos dedos que no cree poder olvidar colocan su cabello en suaves caricias por todo el lardo hasta detrás de su oreja rosando su cuello y acomodando su camisa como si no quisiera estropeársela.

La punta de la polla es succionada con energía y el sonido gutural se escapa de la garganta del hombre en traje, lo repite una y otra vez, escucha algo que le parecer raro hasta que puede entenderlo pidiéndole que espere, quiere que lo deje respirar, pero no puede simplemente tratarlo así más, necesitar acabar esto ya antes de que se ponga a llorar como un estúpido por algo tan mínimo y cuando siente como el disparo golpea su paladar él está tragando el semen caliente y espeso, que parece pegarse en su garganta, traga y traga escuchándolo gemir en una octava haciendo que una corriente de placer recorrer por todo su cuerpo, haciéndolo acabar en su estúpidos pantalones que no podían estar más estropeados.

Su lengua repasa una y otra vez su paladar, agitado por la deliciosa proteína que lo deja laxo, satisfecho, mira al frente y pone en su lugar a su nuevo mejor amigo, se levanta y los ojos entre abiertos le miran como si estuviera buscando algo en su rostro, pero el cumple su palabra por lo que toma su teléfono marca y espera, esa por preguntarle donde quedo su auto y mandar muy al fondo de su cuerpo la sensación apretada de su garganta cuando el hombre se inclina sobre su pecho y pone sus manos en su cintura para mantenerlo ahí mientras recupera el aliento.

Eso aprieta más el nudo en su garganta, pero él no puede ceder por lo que pone el teléfono en el oído del otro hombre porque sabe que no podrá hablar una sola palabra, le escucha responder a la voz del otro lado, le dice dónde está su auto y eso es todo, el empuja un poco al otro hombre con fuerza para que se parte de él, lo saluda con su dedos índice y pulgar en el borde de su texano metiéndose al bar inmediatamente.

Abrumado, alza la mano en la barra le entregan dos cervezas y vuelve a su mesa, sintiendo aun las caricias que tanto deseaba en su rostro, sintiendo el peso del otro hombre sobre su pecho, sus manos suaves que solo conocen el trabajo de oficina sosteniéndolo cerca, y se da cuenta de que aún tiene el nudo en la garganta, que no puede hablar cuando Christian le pregunta donde estaba, si mato al citadino y lo entero por ahí.

Se toma las dos cervezas casi sin respirar, intentando bajar toda esa mierda que no solo no sabe cómo manejar, sino que no sabe cómo conseguir lo que desea sin dejar de ser como es, sin poner el sexo por delante o su lengua diciendo barbaridades, Chad aparece con más tequila en una charola y se pone a tragar más chupitos de los que puede recordar, esa noche no podía terminar peor.