Prometí un Hermione- Severus y aquí está. Me está costando sangre, sudor y lágrimas escribirlo porque doña inspiración decidi desaparecer y no volver en días, pero... he empezado a sacar algo en limpio. Espero que os guste.

Disclaimer los personajes no son míos no gano nada con esto lo hago para divertirme.

CONTIENE SPOLIERS SEXTO LIBRO


Hermione se levantó una vez más aquella noche, como tantas otras últimamente no podía dormir. Agradeció internamente que la habitación de sus padres quedara en la otra ala de la casa, últimamente sus noches se estaban haciendo demasiado largas y sus paseos nocturnos se habían hecho demasiado habituales. Respiró hondo y volvió a tumbarse en la cama, sus manos se movieron inconscientemente hacia su vientre, y empezó a masajearlo tiernamente, era un acto tan natural que no fue consciente de lo que hacía hasta un rato después. Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente y se preguntó como debería afrontar todo esto. Por primera vez se sentía desbordada, fuera de lugar, y ningún libro, ninguna hora perdida en la biblioteca podrían ayudarla.

Necesitaba hablar con alguien, pero no sabía con quien, sus padres no la entenderían, Hermione había pasado ya la delgada línea que separa ambos mundos, el mágico y el muggle y de algún modo pertenecía al primero, y ahora más que nunca, se dijo mientras seguía acariciando su vientre. Sus amigos, no, ahora no podía contar con ellos, si sabían lo suyo la rechazarían y ella no lo aguantaría, no más dolor.

Hermione se fijó entonces en su vientre, tan plano como siempre, y se preguntó cuando se le empezaría a notar el embarazo, hasta ahora solamente había tenido ligeros mareos matutinos, pero sabía que no tardaría mucho en mostrar un vientre más abultado de lo normal. Había encontrado en algunos libros sencillos remedios para ocultar su embarazo, pero todos tenían un riesgo añadido sobre el niño y sobre la madre, y si de algo estaba segura Hermione es que ella no quería dañar de ningún modo a su futuro hijo.

Se preguntó que pasaría si Albus estuviera vivo, y supo con total certeza que hubiera acudido a él. Albus siempre sabía que hacer, siempre sabía de antemano lo que sucedía. Aún recordaba el último día del director en el colegio, unas horas antes de la fatídica noche.

Flash Back

Hermione lo encontró en el pasillo del segundo piso, y tras mirarla brevemente le sonrió. La joven gryffindor supo en ese momento que el director estaba al corriente de todo, que a ese hombre de un modo incomprensible para el resto no se le podía ocultar nada.

- Buenas tardes Srta. Granger, me alegra verla tan bien.- la saludó cálidamente.

-Buenas tardes director. Y muchas gracias, me dirigía a la biblioteca- Hermione adelantó al director sonriéndole afablemente.

- Srta. Granger solo una cosa- de repente el rostro del director se mostró serio- No crea todo lo que oiga y vea, deje que sea su corazón el que la guíe.

Hermione se quedó parada en medio del pasillo sin saber que decir, ni que hacer, no entendía lo que el director le decía pero tampoco tenía tiempo de pensar más en ello, le quedaban dos ensayos por terminar y quería hacerlo antes de la hora de la cena. Despidiéndose de él cortésmente se dirigió apuradamente a la biblioteca.

Fin Flash Back

Ahora tumbada en su cama e intentando conciliar un sueño que se le había escapado durante días, se preguntaba si Albus no sabía lo que estaba preparado para él aquella noche, si no era todo parte de un plan mayor, si no había sido un mal sueño. Pero siempre despertaba sola, sin nadie a su lado que le ayudara a superar esto, se preguntaba se pasaría cuando su pequeño empezara a crecer de verdad en su vientre, cuando notara sus primeros movimientos, sus patadas, como le diría quien era su padre, donde estaba…

Hermione ahogó un grito de rabia, y girándose bruscamente en la cama hundió su cara en la almohada, saladas lágrimas volvieron a recorrer su rostro, y si no hacía nada para remediarlo al día siguiente volvería a tener los ojos hinchados como tantas otras mañanas.

-Vamos Herm que mañana tienes boda, y no te gustará estar así en la boda de Fleur y Bill.

Se animaba a sí misma, aún a sabiendas que cuando volviera a tener un momento de soledad, volvería a llorar.