Hola a todos. Este es mi segundo fanfic de Miraculous Ladybug. A diferencia del primero, quería hacer algo un poco más… feliz.

Y bueno, estoy aquí con un drabble que vino a mi mente mientras estaba esperando el autobús. La inspiración llega de maneras que no pensamos.

Miraculous Ladybug y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Thomas Astruc que nos está haciendo sufrir con esta larga espera por la segunda temporada. Y peor con Jeremy Zag que nos está spoileando a cada rato. La verdad no es tan divertido. Digo, me gusta saber las cosas por adelantado, pero considero que lo que está haciendo ya es demasiado. Procuraré, por lo tanto, que todas mis historias de MLB no contengan spoilers.

Es todo por el momento.

¡Disfruten la lectura!


Marinette estaba sentada junto a un gran ventanal. Afuera estaba soleado. Paris se veía vivo, como si la primavera estuviera hablando por medio de los verdes árboles y los pájaros que cantaban alegremente. Ella ya no era una adolescente. Era una mujer, diseñadora famosa, esposa y futura madre. Sintió el movimiento de su pequeño bebé en su gran barriga de embarazada. Después de contemplar un rato el exterior, continuó con su labor. Estaba tejiendo un pequeño gorrito.

— Ahí estás—dijo Adrien entrando a la habitación, observó detenidamente a Marinette—. ¿Madame Agreste sabe tejer?—preguntó con una sonrisa.

— Obviamente, ¿acaso creías que no sabría hacerlo?—contestó ella con una sonrisa aún más grande.

— No lo sé, nunca me había percatado de que supieras hacerlo—agregó él acercando una silla junto a ella y puso una de sus manos sobre la panza de su esposa.

— ¿Y quién crees que te hizo la bufanda entonces?—dijo Marinette como si fuera obvio.

— ¿De qué bufanda hablas?

Ella se quedó muda por un instante. Recordó que, aunque los años habían pasado, que sus identidades se habían descubierto y que el misterio de Papillon había quedado resuelto; jamás le había contado que la bufanda que Adrien tanto amaba la había hecho ella.

— Tú estás escondiendo algo—replicó él mirando fijamente a la persona que tenía frente a él. Ella simplemente sonrió, como cuando era adolescente.

— Yo no escondo nada, mi amor.

— Tú hiciste la bufanda, pero preferiste que creyera que fue mi padre, ¿verdad?—Marinette se sonrojó. Esa era la respuesta. El rubio abrazó fuertemente a su esposa—. ¿Por qué nunca me lo dijiste?

— ¿Recuerdas la emoción que sentiste cuando creíste que había sido tu padre?—preguntó ella tímidamente—. ¿Cómo podría quitarte algo tan importante?

— Es un poco frustrante, sin embargo—él le dio un beso en la frente y después la miró fijamente, con todo el amor que sentía reflejándose en su mirada—… amo eso de ti. Que eres empática, amable, bondadosa…

— Auch—dijo la señora Agreste llevándose una mano al vientre—. Creo que el bebé ya se cansó de tanta dulzura, sus patadas se están haciendo cada vez más fuertes—agregó ella con una leve carcajada.

— Bebé, no lastimes a mami—dijo Adrien frotando la barriga, pudo sentir cómo la criatura dentro se movía al oír a su padre—. Anda, mi amor, duerme tranquilo.

— O tranquila…

— O tranquila, cierto—sonrió él—. No sé cómo dejé que me convencieras de que fuera sorpresa.

Ella le dio un beso a su marido y continuó con su tejido.


Me encantan las cosas tiernas y cortitas. Aunque no siempre soy buena escribiéndolas jeje. Espero que les haya gustado. Prometo escribir más muy pronto.

¡Besos!