Fake tears
Ningún personaje de yyh me pertenece. Yo sólo escribo un fanfic, nada más.
1. Fake absentia
Abrió los ojos y descubrió que estaba sentado en su silla frente al escritorio de su habitación. Un pequeño escalofrío, de esos que crecen conforme suben por la espalda, hizo que se estremeciera. Sobre a superficie de madera del escritorio frente a él estaban esparcidos unos billetes. La luz de la habitación estaba encendida y pudo escuchar de pronto la puerta abrirse a sus espaldas.
"¿Vas a bajar a cenar o quieres una invitación? Esto no es un hotel, ni un restaurante. Así que mueve tu trasero hacia el comedor o te voy a llevar arrastrando."
No volteó porque no era necesario hacerlo para saber de quien se trataba. Se puso de pie al instante, para no amargar más a quien esperaba en la puerta. Esperaba que no hubiera visto el dinero que yacía sobre el mueble, así que disimuladamente lo cubrió con uno de sus cuadernos.
"Date prisa." Ordenó el sujeto que lo esperaba en la puerta. "¿Por qué traes esa cara¿Qué te ocurre? "
No sabía como explicarle, no sabía como decirle que de pronto había aparecido sentado en frente a su escritorio, sin saber cómo. Mientras avanzaba por el corredor rumbo al comedor de la casa pudo recordar que esa mañana salió, como todas las mañanas, rumbo a la escuela. Y luego de ese acontecimiento… el resto del día era un recuerdo vacío. No podía recordar ni siquiera lo que había sucedido en la escuela ese día o si tan sólo había ido para allá.
"Te estuve llamando hijo. ¿Por qué no bajabas¿No me oíste?"
"Lo siento mamá. No… volverá a pasar." Dijo mientras se sentó sintiéndose muy confundido. ¿Cómo era posible que no la hubiera oído?
Ella lo miraba preocupada. Las madres saben cuando algo le pasa a los hijos y su mamá no era ajena a ese don.
"¿Te sientes mal Shuuichi?" insistió ella arrugando sus cejas.
"No mamá, estoy bien, estoy bien." Lo último que quería era mortificarla
"Es que como no estas comiendo nada, hijo." Su boquita se torció en una mueca de preocupación. "Estás enfermo, dime que sientes..."
"No tiene nada Shiori, no tiene nada. Son cosas de chiquillos, él está bien. Si no tienes hambre retírate a tu habitación."
No sabía si debía agradecerle al esposo de su mamá, pero no podía desperdiciar la oportunidad para desaparecer y poner en orden sus ideas.
"Gracias." Levantó su plato de la mesa, bajo la atenta mirada de su mamá quien tampoco estaba comiendo nada. "Permiso."
Entonces subió a su habitación tan rápido como pudo. Abajo se desató una discusión acerca de lo que le podía estar pasando. De nuevo ella se preocupaba al borde de las lagrimas y su esposo la regañaba por ponerse de ese modo.
Una vez llegó a su destino, se tendió sobre la cama. No sentía hambre, pero tampoco recordaba haber comido algo en todo el día. No podía recordar nada de lo que había sucedido en todo el día.
Recordó el dinero escondido bajo sus materiales escolares y fue en su búsqueda. Era mucho dinero y no sabía dónde lo había obtenido. Algo le decía que no debía dejar que nadie lo viera, así que tomó los billetes y se arrodilló al lado de su cama. Encontró unas maderas sueltas apenas asomándose debajo del velador. Las removió con cuidado y en la oscuridad del agujero pudo divisar una cajita oculta dentro.
Tuvo algo de miedo de sacarlo y abrirlo. Al final lo hizo y encontró dentro más billetes. Incluyó dentro los que tenía entre sus manos y luego lo devolvió a su lugar la caja. Desconcertado, sin saber su procedencia no podía pensar si quiera de donde habían salido, se levantó del suelo. Pero era mucho dinero, lo podía saber sin tener que contarlo. Cómo había conseguido ese dinero era tan misterioso como lo que había hecho el día completo.
Regresó a su asiento, frente al escritorio donde reposaban en silencio sus cuadernos escolares. Los tomó y acarició sus hojas en blanco, como si acariciara sus recuerdos. Los abandonó entonces a su suerte y salió de su habitación rumbo al baño.
Frente al espejo trató de recordar de nuevo, sin éxito. Abrió el grifo del agua para tomar un baño y notó que no podía recordar absolutamente nada de lo que había hecho o dicho en los últimos días. De pronto sus recuerdos se habían ido de paseo a un lugar lejano y no habían dejado dicho cuando volverían.
Debajo del chorro de agua tibia cerró los ojos sintiéndose desesperado. No podía decirle nada a su mamá porque ella armaría un escándalo y se preocuparía demasiado. Y por otro lado, el esposo de su mamá era una pésima opción. Así que trató de tranquilizarse un poco, dejando que el agua refresque su memoria. Pero su mente se negaba a cooperar.
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Era de noche y estaba parado en la puerta de la casa. No sabía si tocar la puerta o no. Estaba en problemas porque no tenía permiso para llegar tan tarde y lo peor sin una explicación válida para tal falta.
Por un momento sintió deseos de darse media vuelta y desaparecer en medio de la noche. Corría un viento helado que sacudía su cabello rojo y desordenado. Pudo notar al ver su sombra sobre la puerta que estaba bastante despeinado.
Hubiera deseado darse media vuelta entonces e irse lejos. Poder olvidarse que tenía una casa y una madre a la que quería mucho y desvanecerse en la ciudad a sus espaldas. Estaba temblando.
La puerta se abrió sin que necesitara buscar la llave que seguro traía entre sus cosas. Tras ella estaba el esposo de su mamá y en el fondo de la habitación ella, preocupada y llorosa.
"Lo siento." Atinó a decir un segundo antes de que una bofetada se estrellara en su rostro.
No necesitó entrar por su cuenta, el esposo de su mamá lo ayudó gentilmente con un jalón que lo lanzó hacia donde estaba ella.
"¿Dónde estabas hijo¿Por qué haces esto?" ella rompió en llanto entonces.
Le hubiera gustado tanto responderle con la verdad, pero carecía de esta. Sólo bajó la mirada y volvió a disculparse tímidamente.
"Nada de eso. ¿Dónde demonios estabas mocoso? Y más te vale decir la verdad."
No pudo responder, aunque lo hubiese querido no iba a responderle nunca.
" ! Responde maldita sea! "El sujeto le iba a volver a pegar, frente a su mamá. Por lo general eso lo hacía cuando ella no estaba cerca.
Pero el siguiente golpe no llegó.
"Shuuichi… ¿Dónde estabas? Estábamos preocupados por ti… ¿Por qué llegas tan tarde?."
"Lo siento, no me di cuenta que era tarde y…"
"¿Tienes idea de qué hora es?" insistió el esposo de su mamá sacudiéndolo con violencia. Como si de ese modo pudiera lograr que soltara una respuesta. "Responde…"
"No sé, no sé." Y esa era la verdad. No tenía idea de qué hora era, ni qué estaba haciendo afuera a esas horas, ni dónde estuvo, ni nada que explicara semejante ausencia.
De repente si buscaba entre sus cosas algo le podría dar un indicio de donde estuvo.
El esposo de su mamá lo iba a golpear de nuevo. Vio venir un golpe más y no hizo nada por esquivarlo o defenderse, se lo merecía por preocuparla, por hacerla llorar.
"No, déjalo ya, no…" ella lloraba como si sintiera el dolor en su rostro. "Déjalo ya…."
"Mamá lo siento… perdona…"
"Cállate y vete a tu habitación. Ya luego iré a hablar contigo. Vete de una vez." Ordenó el sujeto, siempre les daba órdenes y siempre las terminaban cumpliendo. "Shiori, ya deja de llorar. Deja de llorar de ese modo.
Ella entonces se secó las lágrimas y continué llorando en silencio mientras huía hacia la cocina.
"Esto es todo culpa tuya." Insistió el sujeto empujándolo hacia la escalera. "Vete a tu habitación ahora. Shiori… ya deja de llorar, te vas a poner mal."
Y la siguió hasta la cocina a seguir atormentándola con el discurso de siempre. Que no tenía porque llorar, que el mocoso tenía la culpa por portarse de ese modo, que ella lo mimaba demasiado y por eso pasaban esas cosas.
Había escuchado lo mismo tantas veces antes.
Sentado sobre su cama sintió deseos de meterse en más problemas y correr hacia el baño y tomar una ducha. Necesitaba ducharse, pero le había ordenado que se quedara en su habitación. Pero necesitaba tanto tomar un baño…
Vació el contenido de su maleta sobre la cama, para matar el rato mientras venía el esposo de su mamá a acabar de regañarlo. No había nada fuera de lo común, sus cuadernos, un libro… un boleto de tren usado.
Así que ahí era donde había estado. Shibuya… pero eso quedaba lejísimos… no podía ser suyo, de alguien más seguro.
Destruyó el boleto con asco. Por lo menos no había más dinero esta vez. No había nada en los bolsillos de su maletín. Pero sí en sus bolsillos.
Más billetes.
Los dejó caer al suelo como si estuvieran cargados de mugre.
Temblaba de nuevo… ahora quería con más ganas ir al baño y meterse al agua. Escondió los billetes bajo la cama, empujándolos con el pie. No quería tocarlos de nuevo. Que se quedarán ahí, hasta que su mamá los encuentre… y haga preguntas… y de nuevo no le iba a poder responder, porque lo último que poseía en ese momento de su vida eran respuestas
Quizá podía comprarle a su mamá un bonito regalo, algo que ella quiera. Para eso es el dinero, para comprar lo que uno quiere, lo que necesita. ¿Para qué necesitaba el dinero entonces? Para amontonarlo en una cajita de cartón, para poder juntar suficiente dinero y llevarse a su mamá lejos de ese lugar. Donde pudieran vivir solos y juntos de nuevo.
Esa era una buena idea. De repente debería apuntarla para que luego no se le olvide.
Necesitaba darse un baño, con la urgencia del pez fuera del agua.
Entonces entró a su habitación un pez grande, el esposo de su mamá y lo encontró ahogándose, sobre el suelo, al lado de su cama.
"Tu madre está descansando así que no hagas ningún ruido." Anunció un segundo antes de empezar a golpearlo de nuevo. Ahora que ella no estaba ya no había ningún problema.
Shiori es muy sensible, esas cosas la ponen muy nerviosa. Se pone tan triste y no para de llorar. No pueden darle ese tipo de disgustos, así que debían guardar mucho silencio para que ella estuviera bien.
Besó el suelo una vez más mientras que las patadas caían sobre él, mientras que no tuviera respuestas así sería. De repente si le daba el dinero…. Eso lo pondría de mejor humor y se olvidaría de preguntarle como lo consiguió.
"No quiero que vuelvas a hacer esto. No vas a volver a llegar a esta hora, mocoso. La próxima vez te va a ir peor…" y se detuvo por fin. Ya era bastante tarde, seguro quería irse a dormir ya.
Pero él no iba a poder irse a dormir sin tomar un baño antes.
Se levantó del suelo cuando el sujeto se fue. Siguió sus pasos hasta la habitación de su mamá. Ella estaba durmiendo ya… estaba muy cansada y triste…
Se acercó para besar su frente, aprovechando que su esposo estaba de espaldas a ellos. Su frente estaba tibia y ella bien dormida.
"Buenas noches mamá, perdóname por lo de ahora."
"ya lárgate a dormir de una vez." Ordenó el esposo de su mamá.
Se retiró en silencio mientras que encontraba su camino hacia el baño. Abrió el botiquín y encontró lo que buscaba. Abrió el frasco de pastillas de su mamá, la que la hacían dormir tan profundamente y tomó dos cápsulas.
Las tragó frente al espejo y abrió la llave del agua. Temblaba de nuevo así que tomó dos píldoras más. Entró al agua tan fresca y pura….Transparente como el plástico que revestía las pastillas y dejaba ver los gránulos adormecedores que contenía.
Cuando acabó de ducharse, sintió deseos de tomarse dos cápsulas más. Pero ya era suficiente… se podrían dar cuenta de que cada día faltaban más pastillitas y eso sería problemático.
Cerró el botiquín entonces... Sin poder dejar de temblar.
Continurá...
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