¡Holaaa personas!
Ya sé, yo normalmente solo subo Bubbline (¡Es que lo amo!), pero bueno esta historia rondaba mi cabeza y no sabía con que personajes hacerla porque no quería cambiar la condición de vampiro de Marceline, en fin, esta pareja me llamaba muchísimo la atención y por fin ha salido algo decente (creo), así que dije ¿Por qué no?
Es la primera historia que escribo sobre ellas así que les agradecería que me dijeran que tal les parece. Si les gusta o si no les gusta, notificarme de errores, felicitarme, amenazarme, lo que sea es bienvenido.
Los personajes no me pertenecen a mí, son de Disney y mi intención no es robarlos ni nada parecido, bla bla bla...
Ya debieron notar que la historia no va con lo del querido castillo y princesas, así que espero que les guste.
Es raro que me guste una pareja de Disney pero película me gusto mucho.
Ahora si, veamos que tal les parece. Y haganmelo saber, por favorsito.
Se sentía un poco intimidada y asustada en esa gran ciudad, era la primera vez que iba ahí y por más que durante años hubiera estado estudiando a la raza humana, ahora que se encontraba frente a ellos se sentía tan pequeña, a pesar de que ella estaba a una gran altura sobre ellos. Se quedó observándolos con curiosidad, ajenos a cualquier cosa que no fueran esos extraños aparatos ruidosos y pequeños que llevaban en sus manos. Antes de partir no le había dado tanto miedo, tal vez porque se hallaba rodeada de otros ángeles y eso le daba confianza y seguridad, pero ahora que tenía que estar sola en un lugar tan enorme le daba pánico.
Trato de tranquilizarse y pensar que no estaba tan sola como en ese momento le parecía, después de todo había ángeles por todo el mundo cuidando a sus respectivas personas asignadas. Ahora bien, tenía ella también que encontrar a su persona, se suponía que llegaría hasta esa persona por una especie de luz. Todos los individuos tenían una que era solo visible para su ángel designado. Se concentró y comenzó a repasar los lugares en busca de dicha luz, pero solo lograba ver un montón de gente de un lado para otro. Decidió ir a pie, tal vez así encontrara a su persona más rápido.
Nadie podría verla mientras ella así lo quisiera, a pesar de saberlo bien no dejaba de repetírselo una y otra vez cada que alguien parecía mirarla. Caminaba despacio esquivando cualquier pequeño roce con alguna persona. Se mantuvo en la misma dirección por un buen rato, sus alas escondidas de cualquier mirada curiosa e indeseada. Estaba por cambiar de dirección cuando de pronto una pequeña y tenue luz apareció en su campo de visión, se elevó en el aire para ver mejor y comenzó a seguirla con mucho entusiasmo. Paso a través de algunos edificios viejos y descoloridos que parecían estar ahí desde hace cientos de años, no puedo evitar preguntarse si todavía existiría alguien que los habitara, la respuesta llego sola cuando vio salir a una señora mayor con su cabello pintado de negro recogido hacia atrás en una cebolla, su frente totalmente despejada, llevaba un bastón en el que se apoyaba cada dos pasos y su vestido bastante bonito lleno de colores alegres; no pudo evitar querer que esa señora fuera su persona, se le veía tan frágil y desprotegida que la inundaban las ganas de querer cuidar de ella, pero se dio cuenta que ya tenía quien la cuidara, un ángel fuerte de cara apacible, cabello negro y ojos oscuros hipnotizantes, al verla ahí suspendida le saludo con un breve gesto de cabeza y volvió a su trabajo supervisando a la viejecita.
Retomo el vuelo que llevaba y pronto distinguió por fin de donde provenía la luz, había dejado atrás ya los edificios viejos para dar paso a unos que parecían más habitables aunque tampoco fueran la gran envidia entre las personas. Se coló por una ventana abierta justo en el apartamento del que salía aquel destello. No vio a la persona pero sabía que se encontraba ahí por lo que decidió dar un paseo por las habitaciones hasta encontrarla, fue a la cocina y todo lo que vio le pareció extraño, había unas especie de cuencos de metal, se aburrió inmediatamente y repaso habitación por habitación hasta que escucho un ruido proveniente de un pequeño cuarto que tenía un baño y una cortina, se dio cuenta enseguida de que al parecer la persona que buscaba estaba tomando una ducha por lo que quiso darle privacidad y salió de ahí.
Se sentó sobre la cama y escondió sus alas. No pensaba mostrarse al humano, eso no era parte de lo que los ángeles guardianes hacían, así que solo se acomodó. Sintió que algo se movía al lado de ella y se levantó asustada, levanto con algo de miedo la sabana y encontró a una criaturita adorable, nunca los había visto en persona pero a juzgar por sus orejas y su cola supo que era un perro… o un gato, la verdad nunca había distinguido muy bien la diferencia entre uno y otro. El animal solo se quedó mirándola con algo de curiosidad, se acercó cauteloso y ella también.
-Hola, pequeñín- dijo con voz dulce
Era imposible que el humano la escuchara si ella así lo decidía así que no le preocupaba hablar fuerte o bajo.
Acerco la mano hasta el peludo amigo y este se echó con la panza hacia arriba, fue cuando noto que tenía que ser un perro, ese comportamiento según había estudiado solo era típico de la raza canina.
-¿Quieres que te acaricie?- el animal solo saco la lengua ante toda respuesta
Empezó a rascarle la barriga al perro y este movió su pata rápidamente. Eran más adorables de lo que había pensado, tan suave y con ese color de pelo café oscuro con manchas más claras, esas patas con pequeños almohadones en ellas y su lengua que permanecía afuera de sus bocas la mayor parte del tiempo.
Estaba tan emocionada por el descubrimiento que la voz del humano la sorprendió haciendo que ella se detuviera de caricias y volteara a verlo mientras el perro corría hasta él.
-Hey, ¿Quién tiene un niño tan lindo? ¿Quién es hermoso?- decía el hombre con voz infantil mientras mimaba a su mascota
Parecía bastante joven a pesar de tener un cuerpo grande, aunque según tenía entendido los humanos podían hacer algo llamado "ejercicio" para desarrollar un cuerpo así. No pudo evitar comparar las características de esa persona con las suyas propias, llevaba su cabello rubio mojado y pegado a la cara a diferencia del suyo que lo era color blanco y lo llevaba sujeto en una trenza aunque siempre le había gustado dejar algo de cabello suelto en su frente, en la piel si se parecían pues ambos eran blancos aunque tenía que admitir que su piel era un poco más pálida que la de él, los ojos del muchacho eran café claro mientras los de ella eran azules, y era obvio que en cuerpo eran más que diferentes. En esos momentos ella iba vestida con un vestido blanco hasta la rodilla que le quedaba amoldado a su figura, él en cambio solo llevaba una toalla enrollada a su cintura aunque supuso que eso era solo porque acababa de salir de bañarse.
Él ajeno a su presencia seguía jugando con su perro y haciéndole mimos. Pareció cansarse y saco ropa del armario. Ella salió de la habitación para no verlo cambiarse pues sabía que a los humanos les gustaba tener esa privacidad. Para un ángel ver desnudo a alguien no tenía ningún significado pues sus mentes eran tan puras que no se les pasaba siquiera la idea de que estar sin ropa fuera algo malo y aunque ellos solían llevarlas era solamente por simple disfrute personal.
-Ven, es hora de comer algo, Sven- oyó decir al joven y lo vio salir del cuarto hacia la cocina junto a su perro
Ella lo siguió curiosa por la manera en que se encargaría de la comida. Estuvo detrás de él observando como mezclaba unas cosas y las ponía en la estufa, aunque no lograba entender como lograba hacer todo eso casi mecánicamente.
-Vaya, es impresionante- murmuro para sí
-Ya está la comida- le anuncio a su mascota
Él se sentó en la mesa mientras su perro comía a un lado. El ángel se sentó literalmente sobre la mesa, su peso era el mismo que el de una pluma si así lo quería así que la mesa ni siquiera se movió. Decidió cambiar a una ropa más cómoda, más terrenal. Se lo pensó un poco y copio el atuendo que había visto en una muchacha cuando se dirigía hacia allí, de pronto ya no portaba el hermoso vestido blanco sino un pantalón azul, una blusa blanca y unas zapatillas negras.
-¿Así que tú eres mi persona? Bien, desde ahora yo seré tu ángel guardián- le informo
El joven permaneció impasible. El ángel le había hablado pero en realidad no lo había hecho para que la escuchara y por eso el seguía comiendo tranquilamente. Se estaba aburriendo por lo que comenzó a hablarle aunque no la fuera a oír.
-Me llamo Elsa por cierto-
El único que parecía darse cuenta de su voz era el pequeño perro.
-Tu eres Sven, ¿Cierto?- le pregunto al animal quien le ladró como respondiendo a su pregunta
-¿A quién le ladras, Sven? ¡Oh, cielos! ¡Se me ha hecho tardísimo!- se levantó rápidamente de la mesa
Salió prácticamente corriendo del apartamento. Elsa estaba confundida por la actitud del humano pero no se detuvo a pensarlo y salió detrás de él. Ni siquiera le dio tiempo de admirar los lugares por los que pasaban pues iba demasiado rápido y no podía perderlo de vista. Estaba por cruzar una avenida sin darse cuenta de un enorme camión que venía hacia él.
-¡Voltea!- le grito el ángel, esta vez haciendo que él la escuchara
En el último segundo logro reaccionar y retroceder lo suficiente para que el camión no le pasara por encima. Cuando Elsa llego junto a él no pudo evitar lanzarle una mirada de reproche que aunque él no percibió si le provoco cierta incomodidad.
-Deberías fijarte mejor, mi primer día y casi te matan- le regaño
Siguieron su camino más tranquilamente aunque con la misma prisa. Llegaron a una especie de tienda donde el muchacho se colocó un delantal y unos guantes de plástico, se dirigió a la parte trasera del negocio y comenzó a bajar de un camión las enormes barras de hielo. De pronto el ángel se dio cuenta el porqué del cuerpo de fisicoculturista del muchacho.
-¡Kristoff, llegas tarde!- grito un hombre calvo y chaparro
-Por la expresión de tu rostro supongo que te está hablando a ti- le dijo pues aun no conocía el nombre del muchacho
-Lo siento señor, no volverá a pasar- se disculpó enérgicamente
-Eso espero- le advirtió el hombre y se fue
Kristoff suspiro aliviado y volvió a su trabajo.
Es un buen hombre, solo un poco exigente, Pensó el ángel.
El día transcurrió un poco más tranquilo, ella lo seguía de aquí para allá por todo el lugar aunque se la pasaba casi todo el tiempo picando el hielo y metiéndolo en bolsas. Habría ido a ver las cosas que había en todo el local pero le gustaba ver la cara de felicidad con la que el joven cumplía con su trabajo. Además de que parecía como si esperara algo con ansias, como si esa felicidad no fuera solo por su trabajo sino que hubiera otra razón aparte.
Cuando su turno al fin acabo la felicidad lo desbordaba como a un transparente cristal. Elsa no podía dejar de preguntarse qué tendría así de feliz al humano. Lo siguió de nuevo hasta su departamento y por un momento descarto la idea de que tuviera razones extras para ser feliz, hasta que lo vio salir nuevamente.
El entusiasmo era contagioso, ella misma tenía también ahora la misma cara que Kristoff, siempre había sido alguien muy curiosa por lo que al igual que él deseaba llegar a donde sea que se dirigiesen. Esta vez tomo un taxi por lo que ella pudo ir contemplando las calles, los árboles, parques y a las demás personas, a través de la ventana. Aunque quería seguir teniendo más tiempo para admirarlos con detenimiento.
Al fin el coche se detuvo frente a un restaurante que distaba de ser lujoso, a decir verdad Elsa lo encontró bastante agradable, despedía un aroma a familia y comodidad que la hacían sentir muy bien. Kristoff se acercó hasta una mesa y se quedó ahí esperando.
El ángel se sentó en la otra silla mientras llegaba la compañía del humano. Estaba más que entusiasmada observando las demás mesas y personas que ni siquiera se dio cuenta cuando llego la compañía hasta que oyó su voz al lado de la mesa.
-Hola, Kristoff- saludo una muchacha
Se paró rápidamente de la silla para que no fuera a sentarse sobre ella y entonces empezó a mirarla con detenimiento. La joven tenía unos ojos azules igual a los de ella, su cabello era entre rojo y castaño con un pequeño mechón blanco a un costado de él, lo llevaba recogido en una cola de caballo, tenía la tez blanca, y llevaba un pantalón negro ajustado con una blusa color celeste y zapatillas azules.
-Hola, Anna, me alegro de verte- saludo él, haciéndole un gesto con la mano para que se sentara
Elsa pensó en el saludo de Kristoff y en que era más cierto de lo que su tono había demostrado. La muchacha se sentó enfrente de él y comenzaron a charlar.
-Estás enamorado de ella- declaro el ángel con una sonrisa
-¿No deberías darles algo de privacidad, Elsa?-
Volteo asustada ante la mención de su nombre pero al ver quien era la cara le brillo de la alegría al ver por fin a alguien conocido.
-¡Olaf!- grito emocionada y se dirigió hacia él
Estaba a unos centímetros de la mesa, tal vez por eso no lo había notado. Se alegró mucho de saber que era precisamente su amigo el ángel guardián de la amiga de Kristoff. Así por lo menos podría verlo siempre que el joven la quisiera visitar. Este mundo le gustaba cada vez más.
