Cap. 1: Día
Light's POV
Otro día aburrido como los demás. No hay nada que hacer en este estúpido lugar en esta maldita silla de ruedas...
Ahora mismo me encuentro en un hospital; concretamente en la habitación 203.
Mi día a día se basa en dar vueltas por la estrecha sala sin hacer nada. Hace por lo menos una semana que no me dejan salir por un "incidente" ocurrido hace unas 2 semanas, calificado por los psiquiatras como "un caso perdido". Solo que ese "caso perdido" no soy yo.
FLASHBACK
Me encontraba caminando -cuando aún podía caminar...- por las calles de Japón tranquilamente. Sólo iba de paseo. Sólo eso...
Todo pasó rapidísimo. Azotea. Caída. Sangre... Y así acabé sin ser yo la que caía.
Explicándolo con detalles: en ese mismo momento pasaba por debajo de uno de los edificios de esa calle. No era nada fuera de lo común, hasta que una sombra cayó a toda velocidad a mi lado -se notaba que era de una persona- y, sin dejarme tiempo para asimilar lo que estaba pasando, mi ropa se llenó de sangre hasta arriba.
FIN FLASHBACK
Probablemente parecerá que esto no tiene nada que ver conmigo, pero más tarde me acabó involucrando. Esa persona. La que cayó desde esa azotea, se aloja en este hospital. Justo en la habitación 202. A mi lado.
FLASHBACK
No entendía lo que pasaba y, poco más tarde, mis padres me llevaron al psicólogo porque no me sacaba de la cabeza esa horrible imagen. Bueno, pues no sirvió de nada. Y para colmo, mi padre, junto con mi madre, se debían ir por asuntos de trabajo, dejándome completamente sola.
Dejé de asistir al instituto por miedo y me empecé a volver paranoica. Pensaba que algo así le podría ocurrir a las personas que quiero; incluso a las que no me gustan.
Un día decidí salir a la calle a convencerme de que nada de eso me ocurriría.
Fue entonces cuando ocurrió. Caminaba con miedo y las piernas me temblaban ligeramente, aparte de una sensación horrible de mareo y náuseas. En un abrir y cerrar de ojos llegué a la calle donde ocurrió todo. No podía despegar la vista del lugar de la caída, recordándome el suceso.
Yo seguía mirando ese maldito lugar, completamente rodeado de cintas policiales y la marca del cuerpo pintada en el suelo. En ese instante una sombra surgió detrás de mí, susurrándome al oído una frase que jamás olvidaré:
"Cuando el cordero sabe demasiado... El lobo lo devora."
Sólo pude sentir un dolor agudo en mis piernas antes de caer desmayada.
Una vez en la habitación del hospital, cuando logré despertar, me encontraba en una de las camillas. La sala era toda blanca, y yo, tenía puesta una mascarilla de oxígeno -me dijeron que del miedo de lo sucedido, había perdido mucho oxígeno- y sólo alcanzaba a ver máquinas para el pulso, la tensión, etc. Intenté levantarme, pero mis piernas no reaccionaban. Oí los pasos de los doctores acercarse, para luego abrir la puerta lentamente, intentando no despertarme. Uno de ellos se dio cuenta de que estaba consciente, esperaron un tiempo y me lo dijeron:
- Lo sentimos mucho, pero... Me temo que no podrás volver a caminar. A causa de una fractura en los gemelos, tus piernas se han inutilizado. Lo siento, de veras...
La noticia no me afectó tanto. De alguna forma, ya me lo esperaba. Poco más tarde se fueron.
Me las arreglé para coger la silla de ruedas a mi lado y montarme en ella.
