La historia "La Huésped", y casi todos los personajes pertenecen a la grandiosa Stephenie Meyer. La trama y personajes originales son míos :)
PRISIONEROS
No siempre hacen falta barrotes para encontrarse en una prisión. A veces saber que jamás serás libre de hacer lo que quieres es el más cruel y puro de los confinamientos.
1. Encierro
Otra noche en la que no era capaz de dormir. Esto de mirar al techo en la oscuridad se estaba volviendo demasiado frecuente. Suspiré y cerré los ojos, aunque sabía que era en vano. Noté que tenía memorizado el patrón de agujeros en el techo de la cueva. Ni siquiera hacía falta que los estuviera mirando para saber dónde estaba cada uno de ellos. Me froté los ojos y me di la vuelta para mirar a la pared.
Dormía solo, me había mudado hacía poco, ya que me moría por conseguir algo de privacidad, así que ahora me encontraba en una pequeña habitación que había estado agrandando lentamente por meses. Era bastante alta, pues el techo llegaba hasta mucho más arriba de mi cabeza, pero solo tenía espacio suficiente para un colchón, y un pasillo de medio metro a uno de sus lados. Así que por las noches, mirar a las paredes se sentía casi como encontrarme encerrado en una caja… o en un ataúd.
Sacudí la cabeza para empujar esos pensamientos y apreté los puños en la almohada. Últimamente me sentía de esa manera muy seguido. Encerrado. Estaba volviéndome loco el estar todo el tiempo en las cuevas. Claro que estaba feliz de estar ahí. Todos estábamos a salvo, y las cosas eran mucho más fáciles para nosotros que una vida como fugitivos, pero había algo que simplemente me aterraba. Y era la idea de que viviría toda mi vida aquí. En esta cueva. Sin futuro. Sin ser capaz de formar una familia, o de conseguir todas las experiencias de una vida normal. Maldición, tenía 21 años y jamás había llegado a más de primera base con una chica. Y eso tan solo había sido por un estúpido juego.
Una vez más deseé que lo mío con Darla hubiera funcionado. Después de todo, tenía un fuerte presentimiento de que Jared e Ian la habían traído justamente para que fuéramos pareja. Pero en realidad no se puede solo juntar a dos personas al azar y esperar que se entiendan. Ella era genial y todo, pero había algo entre nosotros que simplemente no encajaba. Quizás no era su tipo. O quizás ella no era el mío. Probablemente ambas. Pero estando con ella me sentía de la misma forma en que me sentía cuando estaba con Libertad. Como si se tratara de una prima, alguien a quien debía proteger.
Me di vuelta en la cama por milésima vez y deseé poder dormirme de una maldita vez. Solía ser tan fácil cuando era niño: Solía ser capaz de dormir en cualquier lugar, en cualquier momento en el que fuera posible hacerlo. Ahora, quieto en la oscuridad, me sentía tan… solo. Y despierto. Horrorosamente despierto.
Cuando finalmente la luz del sol golpeó mi rostro, me froté los ojos y llené mis pulmones en un largo suspiro. Una noche más en la que casi no había dormido. Ya no podía soportarlo, tenía que hacer algo, lo que fuera. Hoy era el día.
- Deberíamos hacer una expedición –anuncié mientras me sentaba a la mesa del desayuno junto a Wanda. A mi izquierda estaba Kyle, con Sol pegada a su costado. Melanie se encontraba al otro lado del mostrador, junto a Jared. Ian permanecía sentado sobre la loza, al otro lado de Wanda. Mel me miró alzando las cejas y soltó una pequeña carcajada.
- ¿Para qué quieres una expedición? –preguntó. Había burla en su voz. Apreté los puños debajo de la mesa. Jamás lo comprendería.
- Estamos cortos de víveres –argumenté cruzándome de brazos, intentando relajarme un poco. Debía tener cuidado al plantear esto. No había salido desde aquella vez en la que habíamos escogido un cuerpo para Wanda, así que de seguro no sería fácil hacer que Mel dejara de preocuparse.
- No es así, hay suficiente comida –era la voz de Sol. Cerré los ojos con frustración y me pregunté por qué había elegido ese preciso momento para intervenir en la conversación. La miré por un segundo pero no desmentí lo que decía, después de todo, era cierto.
Suspiré y me recliné sobre la mesa para atraer la atención del pequeño grupo que me rodeaba. Cuadré los hombros para que me tomaran un poco más en serio.
- Escuchen. Sé que esto parece la vida perfecta para todos ustedes –levanté las manos cuando noté que Mel estaba a punto de interrumpirme y continué hablando-. Lo es para mí también. O lo era. Pero deben entender que hay más cosas que ver en el mundo que las cuevas.
Wanda me miró con curiosidad, frunciendo el ceño. Me froté la cabeza intentando buscar las palabras adecuadas.
- Solo quiero salir. No veo cual es el gran problema –maldición, esas definitivamente no eran las palabras adecuadas.
- Sabes cuál es el gran problema, chico –dijo Jared.
- Tú sales todo el tiempo –solté. Genial, ahora me estaba comportando como un niño. Eso seguro me ayudaría mucho.
- Sabes que no es lo mismo –murmuró Mel a su lado. Detestaba cuando parecían la misma persona en una discusión. Era como pelear con un ser de dos cabezas.
- Yo puedo traerte lo que necesites –ofreció Wanda con amabilidad y yo solté un quejido de frustración. ¿Estaba condenado a pasar el resto de mi vida en estas cuevas? Estaba a punto de decirle que no necesitaba nada que ella pudiera traerme cuando una risa me interrumpió. Me di la vuelta para mirar a Kyle.
- Ay, vamos. Denle un respiro al chico. Solo quiere salir un poco –soltó, aún con una sonrisa en su boca. Me relajé y le devolví una pequeña mueca de agradecimiento cuando me guiñó un ojo.
- Es peligroso. Fin de la discusión –esa fue Mel, por supuesto.
- No, no lo es –dije con un tono un poco más alto-. A mi edad tú estabas huyendo de todo el mundo, cuidándome y acarreando con la responsabilidad de mantenernos a ambos vivos.
Ese sí era un buen argumento. Después de todo, era cierto. En las condiciones en las que habíamos crecido, la edad no significaba demasiado. Claro que para ella, siempre sería un simple niño. Me mordí la lengua cuando surgieron en mi interior las ansias por hacerle notar que ya era mucho más grande que ella. La había sobrepasado en altura hacía más de dos años, y mi contextura y estado físico eran envidiables, gracias al trabajo en las cuevas. Pero ciertamente, aclarar eso no iba a ayudarme.
- Eso era diferente, no tenía otra opción –replicó frunciendo el ceño.
- Tampoco tengo otra opción, Mel. Me estoy volviendo loco aquí –dije esto como un acto reflejo, antes de pensar si sería bueno ser tan sincero. Así que intenté calmar mis nervios y continuar un poco más calmado-. Ni siquiera sería peligroso. Nadie me verá. Ni siquiera sabrán que estoy ahí. Vamos… por favor –susurré las últimas palabras. Un silencio abismal siguió a mis palabras. Creí que me volvería loco esperando sus reacciones. Hacía unos años Jeb les había delegado esa tarea: de ellos dependía quién se enlistaba en las expediciones.
- Quizás podríamos tomar una expedición corta –soltó Ian de repente después de lo que pareció una eternidad. Jared lo miró por un momento. Creí que iba a soltar un grito de emoción, pero me contuve, apretando los puños y los dientes.
- Nos está haciendo falta ropa de cama –agregó él mirándome con una expresión cómplice. No estaba seguro, pero pesé que había algo de compasión ahí también.
Mel y Wanda intercambiaron una larga mirada, como si hubieran conservado la habilidad de comunicarse telepáticamente, y luego Mel puso los ojos en blanco, y finalmente accedió. Sabía que ya no debería necesitar su permiso, siendo mayor, pero no haría algo que la mantuviera preocupada, quería que estuviera de acuerdo. Y ahora que sabía que así era… tenía un viaje para el que prepararme.
Metí en mi mochila mis pocas pertenencias, que permanecían apiladas en un rincón de mi recientemente adquirida habitación, y pasé el resto del día ayudando a Ian y Jared con los preparativos. Recolectamos comida y unas cuantas baratijas más, y luego aguardamos a que oscureciera en la cocina. Acordamos que sería más fácil manejarnos si éramos menos personas, pero no podíamos llegar a un acuerdo sobre qué personas irían.
- Si Jared y Jamie van, yo también –había dicho Mel.
- Pero un viaje sin Wanda sería un viaje perdido –argumentó el tío Jeb. No lo había visto demasiado en los últimos días. Nuestras tareas casi no habían coincidido, pero parecía estar a bordo con la idea de que fuera a la expedición.
- Si Wanda va, yo iré –replicó Ian. Puse los ojos en blanco.
- ¿Así que iremos Jared, Mel, Wanda, tú y yo? –pregunté mirando a Ian. Mel y él fruncieron el ceño.
- Somos demasiados –anunció Jared en tono profesional. Ya tenía esa mirada que ponía cuando planificaba algo de forma lógica. Miró a Ian con intención y éste se cruzó de brazos sobre el pecho con terquedad-. No podemos ir todos. Será una expedición de unos cuantos días. Una semana, como mucho –continuó Jared.
- Si yo no voy, entonces tampoco Melanie –dijo con un tono demasiado frío y solo un poco infantil. Mel lo atravesó con la mirada y yo suspiré frustrado y me incliné sobre la mesa para hablar.
- No necesitamos ir todos. Jared, Wanda y yo nos las arreglaremos a la perfección –dije.
- Me estás dejando afuera –gruñó Mel. Esta vez, la mirada iracunda fue dirigida a mí.
- No te estoy dejando fuera, es solo que… Jared no se concentrará en protegerme a mí si también tiene que velar por tu seguridad –era la primera vez que decía lo correcto para convencerla en años.
- Puedo cuidarme sola, nadie necesita velar por mi seguridad.
- Lo hará de todos modos y lo sabes –contraataqué. Ella y Jar intercambiaron una mirada y él hizo una pequeña mueca a la vez que se encogía de hombros. Era evidente que yo tenía razón-. E Ian. Sabes que a Wanda no le pasará nada. No hay riesgo para ella.
- Sé que puede cuidarse, es solo que no quiero dejarla –dijo mientras pasaba un brazo por encima de sus hombros y le plantaba un beso en la mejilla. Habían pasado tantos años juntos y ella aún se sonrojaba y sonreía cuando él hacía demostraciones como esa.
- Solo será una semana –murmuró ella-. Y si es lo que Jamie realmente quiere…
- Lo sé, lo sé, no tienes que explicarlo –musitó Ian entre dientes poniendo los ojos en blanco-. Solo asegúrate de volver. Sana y salva… y rápido –agregó con media sonrisa en los labios.
- Así que solo irán Wanda, Jared y Jamie –resumió el tío Jeb sacando a Ian de su burbuja. Tanto él como Mel se cruzaron de brazos y fruncieron el ceño. No pude ocultar el alivio que sentía de que Mel no asistiera. Era terrible sentirme así, pero sabía que solo me trataría como a un niño pequeño todo el viaje, y francamente, estaba bastante harto de que me vieran de esa manera.
Bueno, es mi primer fic de La Huesped, así que tengan piedad! Dejen coments, porfis! (Tanto si les gusta como si no)
