Hola, aquí está mi primer prumano *-* espero que les guste, es un one-shot pero si les gusta lo continuo y con capítulos más largos. Por cierto, la imagen de portada no es mía pero agradezco mucho a la artista por un dibujo tan bonito.

Hetalia no me pertenece O.O

-Joder- dijo acabando otra botella y arrojándola a la pila que había acumulado en las últimas horas. Enseguida tomo otra y repitió la misma acción, sintiendo como el líquido alcohólico bajaba por su garganta sin hacer efecto sobre su condenada cabeza- joder, joder, joder- en ese momento su resistencia a las bebidas de la que estaba tan orgulloso, no era más que un talento estúpido e inoportuno.

-Disculpe- le llamo un empleado de la taberna. El lugar estaba totalmente vacío y solo quedaba el albino, sentado en el rincón más alejado de la barra- ya no podemos servir más y...

-Sí, sí, si - le interrumpió Gilbert incorporándose y sacando su billetera- he venido a este maldito bar por más de seis años, ya sé que es hora de cerrar y quieres que saque mi culo de aquí- espetó depositando unos billetes en la mesa y saliendo del lugar.

Hacía un frio de muerte y no había muchas personas en las calles aparte de algunos méndigos y transeúntes que caminaban apresurados hacia el calor de sus casas. Metió las manos en los bolsillos de su abrigo y siguió caminando hasta llegar a un viejo parque, exhalo el aire congelado que tenía en los pulmones y se sentó en uno de los montones de bancos desocupados.

Se sentía como un montón de mierda. ¿Por qué demonios se encontraba de aquella forma?¿Cómo era posible que anduviera vagueando por las calles como una puta alma en pena por algo tan estúpido como eso? Si, de alguna forma se había enamorado de esa maldita machorra descerebrada y había sido rechazado.

No, eso no era lo que le importaba y él lo sabía perfectamente. Extrajo de su bolsillo el pequeño sobre color lavanda, en frente tenía escrito con letras doradas: Para Gilbert Beilschmidt.

No leyó el contenido, ¿para qué hacerlo? ya lo había leído más de treinta veces cuando ella se lo dio. Era una invitación, ¿para qué?, pues para nada más ni nada menos que una maldita boda, su maldita boda. La boda de Elizabeta y el estirado de Roderich.

¿Y qué podía hacer? Lo había intentado todo. No fue hasta que el señorito les anunció que iba a pedirle matrimonio que se dio cuenta de cuánto le dolería no estar con ella, de que los latidos de su corazón no eran a causa de una enfermedad extraña y de que sus amigos tenían razón cuando le decían que estaba loco por esa mujer lo suficientemente extraña como para cargar consigo un sartén a donde quiera que iba.

Pero daba igual, ya era tarde. La boda sería en cinco días y nada iba a pararla. Ni él ni nadie.

Se distrajo de sus pensamientos al escuchar el sonido de pisadas dirigiéndose hacia donde él estaba sentado. Alzó la vista justo a tiempo para encontrarse con un par de brillantes ojos color olivo que lo miraban fijamente, el propietario de las orbes era un chico un poco más bajo que él, de cabello castaño oscuro y un extraño rulo sobresaliendo de su cabeza. El aparentemente menor lo miraba ceñudo.

-¿Quién coño...

-Cierra la boca y escucha- lo calló el moreno con acento italiano, inhalando todo el aire que pudo con sus pulmones y con las mejillas un poco sonrojadas- Soy Lovino Vargas, soy tu "hada madrina" y soy quién va a cumplir tu deseo.

...

Gilbert solo atinó a suspirar, sabía que había gente que hablaba del fin del mundo y un montón de estupideces más, pero nadie le había contado de alguien que dijera ser una puñetera hada. Iba a ignorar al chico cuando recapacito, si regresaba a su apartamento lo único que ganaría seria una serie de interminables sermones sobre las derrotas en el amor colmadas de frases como "ya será la próxima" o "hiciste lo que pudiste". En definitiva era mejor seguirle el juego a un loco que sentir la lástima de sus amigos, no tenía la fuerza suficiente ni el ánimo para fingir ser el chico egocéntrico y despreocupado de siempre.

-Demuéstralo- dijo por fin sonriéndole juguetonamente al menor. Éste lo miró un poco sorprendido pero después puso los ojos en blanco y cruzó los brazos sobre el pecho.

-Pide algo.

-¿Cómo qué?

-Yo que sé, cualquier mierda que se te ocurra- gruño el otro impaciente.

-Está bien...-dijo el alvino sin mucha confianza- dame una...cerveza.

-...

-¿Qué?

-¿En serio, una puñetera cerveza? Te puedo dar cualquier cosa en este maldito mundo, ¿y tú me pides una jodida cerveza?- le gritó enojado el castaño ofendido por ser subestimado de aquella forma.

-¡Tú me dijiste que pidiera cualquier mierda que se me ocurriera, solo dame la puta cerveza de una vez!- exclamo también enojado el oji rojo parándose para encarar al italiano- mi grandioso ser no tiene tiempo para...

-Ya, como quieras- lo tranquilizó Lovino, mirando hacia ambos lados para ver si no había nadie alrededor. Una vez que se aseguró de que el parque estaba vacío chasqueó los dedos y apareció una botella en las manos de Gilbert, éste se quedó anonado viendo la bebida fría y solida entre sus dedos.- entonces, ¿quieres otra?.- preguntó sonriendo de oreja a oreja por la reacción del mayor.

El alemán no dijo nada, simplemente cayó al suelo desmayado.

Fin del One-shot, espero reviews y críticas con gusto, gracias por leer. Si sigo para el próximo capitulo hay FrUk