Mi nueva obsesion eres tu.
Tie Made
El Imperio de los Nikiforov está de fiesta, hoy su pequeño principe cumple ocho años. Muchos de los reinos circundantes y de los que están aliados con el imperio, se encargan de enviar sus regalos con la esperanza de ser respectivo al gusto del pequeño y mimado principe, que de disgustarlo más de uno perderá lo que más le importa.
Cada año el principe de cabellos largos y plateados es llenado de regalos, desde animales exóticos hasta joyas increíbles e inigualables. Juguetes, ropas finas, incluso sirvientes y caballeros han sido dados a él y así evitar la furia de los padres que los miman hasta el soberano hartazgo. El problema viene a que con el pasar del tiempo, es difícil llenar las expectativas del infante, cada vez hay que aumentar la grandeza del regalo y, por ende, se hace complicado.
Viktor Nikiforov, el conocido príncipe mimado ve los regalos que traen para él, en su mayoría le encantan, muchos son objetos con algún dote mágico que lo hace especial. Los pocos que no le han gustado, descansan en uno de los rincones, donde luego los emperadores buscarían a su remitente para que reciba las consecuencias.
—Falto un regalo... —hace a un lado el montón de tarjetas que le enviaron, también los papeles coloridos entre otros. En proceso su "pequeña" mascota, un tigre de bengala, quedo al descubierto. — ¡Mamá, falto un regalo! —exclama como si esto fuera la mayor tragedia del mundo.
—No cielo, todos los mensajeros llegaron, quizás es que no lo ves. —explica la emperatriz con tierno tono y el niño hace un marcado puchero. — Revisa de nuevo.
— ¡No hay nada! —tira los papeles y el tigre que estaba ahí se levantó por la pequeña conmoción. —¡Quiero-
—Ejem... —un tembloroso hombre uniformado se hizo presente. Viktor se lo quedó mirando con clara cara de berrinche. —E-el regalo del reino Katsuki espera en el salón de baile.
— ¿Ahí? ¿Por que ahí? ¡Lo quiero aquí!
—E-es algo que no se puede entregar directamente, es un poco diferente a lo usual. —explico tragando grueso.
— ¿Una presentación? ¡Mamá! —comenzó a jalar la mano de esta y la mujer no tuvo más que dejarse llevar. El emperador niega con la cabeza sonriente por la forma en que su hijo se llevó a su esposa.
Viktor llega corriendo al salón de baile, dónde está preparado un lugar específicamente para él a juzgar por la forma en que está puesta el asiento y su tamaño. El felino de franjas, que se echa a un lado del asiento. Aun sabiendo lo caprichoso que es, resulta prácticamente imposible no decir que se ve adorable.
Tras unos minutos muy cortos, en los cuales Viktor estuvo a nada de reclamar la tardanza, las luces se hicieron en tono azulado, pequeñas formas de copo hicieron aparición. Cuando la música de curioso ritmo hizo aparición, un muchacho justo debajo de la luz de un reflector blanco. Sus ojos se abrieron un poco más mientras su sonrisa se ensancha, quién está ahí iniciando lo que asume una danza, resaltando su figura, es un joven de al menos... veinte o dieciocho años.
Cabello negro, ojos marrones, ropa oscura y que apenas abría los ojos por momentos pues los tenía mayormente cerrados. Viktor no apartaba su mirada del apuesto joven que danza, le resulta imposible aun cuando no tiene una explicación clara de porque no puede hacerlo. En un salto que pudo haber significado una caída, lo que en realidad pasó fue algo que califica como magnífico y hasta ahora había visto algo así, cosa rara. Al caer en el hielo y raspar este con la cuchilla de su patín, el hielo aparte de caerle encima hizo una pantalla con la que al abrir los ojos nuevamente, su traje no era el mismo, pasando de negro a púrpura con brillo en ciertos lugares.
La danza se hizo más simple, igual que su música con apenas instrumentos en uso. Para su desgracia acabó demasiado pronto, en exceso.
— ¿Por que paras? ¡Sigue danzando! —exige, ansioso y levantándose de su asiento. El joven se acercó sonriendo amable y realizando una pequeña reverencia al noble. —Respóndeme.
—Me alegra que le gustara mi regalo de cumpleaños. Aun embargo, alteza, ya he terminado. —concluye sin mirarlo a los ojos como está estipulado. Viktor se ofusco de inmediato por el trato tan distante.
— ¡Mírame a la cara! Quiero que lo hagas de nuevo, ahora... ¡Hazlo! —quisquilla y el tigre muestra sus colmillos como amenaza. — ¡Hazlo, hazlo, hazlo!
—E-eh...
—Mi hijo te ha ordenado repetirlo. —el pobre muchacho sintió un escalofrío por la mirada tan intimidante de la emperatriz en su persona.
—Cla... ro... —balbuceo haciendo otra pequeña reverencia.
— Espera, quiero tu nombre. —pide con hiperactiva voz y el muchacho ladea la cabeza, un tanto sorprendida de la curiosidad del niño.
—Me llamo Yuuri Katsuki, alteza. —responde con una suave sonrisa. Viktor volvió a tomar asiento con una enorme sonrisa por tener lo que quiere en su plenitud.
Que fuera una repetición de lo que ha visto sino hasta hace unos segundo no hizo que el gustara menos, causando esa sonrisa tan extraña en su persona y que su madre no tardo en notar, esa especie de corazón que su pequeño podía hacer con la boca al estar únicamente fascinado con algo, una especie de demostración en exceso sincera de lo complacido que está en caso de poder leer su mirada.
Muchas presentaciones han hecho para él como regalo, en su mayoría no han salido muy bien por lo crítica que es la mentalidad de Viktor, diciendo que son frías, inexpresivas, secas, entre otros adjetivos que descartaron el momento por completo y en esta ocasión, parece ser todo lo contrario, para ella es extraño pues... Ese joven a pesar de estarlo haciendo hermoso no ha hecho nada que Viktor no haya visto ya.
Quizás lo único diferente, es que es sobre hielo, por lo demás... Común y corriente, por no nombrar lo en exceso corriente que es el intérprete, del reino Katsuki, no le sorprendía conociendo a quienes lo gobiernan y su gente, siempre con esos rasgos.
Viktor se levantó de su lugar aplaudiendo fuertemente, el tigre resoplo, acostando su cabeza en sus patas, queriendo dormir. Yuuri se acercó de nuevo, haciendo una reverencia que podía interpretarse como una despedida y casi intento de huida por su parte.
— ¡HAZLO DE NUEVO! —pidió dando un paso y estuvo a punto de caer de boca por el hielo puesto en el salón, Yuuri pudo evitarlo y Viktor se lo quedo mirando directamente a los ojos. —Quiero que lo hagas de nuevo.
—Su alteza, con todo respeto... Lo voy a aburrir. —rio penoso poniendo al niño en pie en el suelo, el rostro de Viktor se tornó rojo.
— ¡No me voy a aburrir! Quiero que lo hagas de nuevo. —exigía haciendo pucheros también.
—Lo lamento, repetirla de esa manera hará que pierda belleza, a menos que se tenga el deseo firme de hacerlo a usted acabará por no gustarle. —Viktor estuvo a punto de replicar. —Me honra de todo corazón que las coreografías que hice para usted le gustaran, pero me sentiría muy mal si dejaran de hacerlo.
—No me podrían dejar de gustar y... ¡No me trates de usted! No me gusta que lo hagas. —señalo de inmediato, Yuuri que sentía la mirada de la emperatriz encima no sabía si obedecer eso o no. —Las hiciste para mí, por eso puedo decirte que lo hagas una y otra vez, es como si tu fueras mi regalo y por eso...—guardó silencio por un momento tras sus propias palabras.
—El viaje de regreso a mi hogar es muy extenso, alteza. Puedo venir un día que usted desee y repetirlo. —sus labios tiemblas nerviosos por lo que puede estar pasando por esa pequeña cabecita llena de mimos y cumplimiento de caprichos. —Tal vez hacer una nueva, preparar más ropa...
— ¿Tú puedes hacer todo eso?
—S-si... digo... esto lo hice más o menos solo, altez-
— ¡ENTONCES QUIERO QUE TE QUEDES! —exclamó saltando sobre Yuuri que de no agarrarlo fuerte se caía, por no decir que también podía caerse él por estar en patines. Yuuri parpadeo rápidamente, mostrando clara sorpresa y espanto por lo que dice. —Si tú eres quién lo hace, es porque tú eres mi regalo, como mi regalo debes quedarte si me gusta y me gustaste ¡Ahora eres mío! —lo abraza del cuello, casi asfixiándolo.
—Pe-pero alteza, debo...
—Mi hijo ya ha hablado. —interrumpe la emperatriz, tomando a Viktor de los brazos del muchacho que había intentado ponerlo de nuevo en el suelo. —Seas o no el regalo, te ha ordenado quedarte. —Yuuri bajo la mirada de inmediato, para no empeorar la situación.
—Con todo el respeto, no puedo quedarme aquí, tengo que volver a mi hogar- ¿Qué están haciendo? —tartamudea nervioso del par de guardias que lo toman de los brazos y lo sacan del hielo.
—Llévenlo al cuarto de mascotas en lo que se arregla su habitación. —ordena la emperatriz, debido a la aún persistente renuencia del joven, el par de guardias no tuvo más que tomarlo de forma violenta, sacándole un quejido.
— ¡No le hagan daño! —ordenó Viktor en el suelo dando un pequeño pisotón. —Mamá, están dañando mi regalo. —acuso y Yuuri lo miró con una expresión difícil de entender, mientras los soldados tiemblan temerosos.
—Luego hablaremos sobre eso. Llévenlo. —para evitar más problemas, uno se montó a Yuuri al hombro, que evidentemente seguía debatiéndose con él para que lo soltaran. —Ya están todos tus regalos ¿te gusto tu cumpleaños? —sonríe acariciando la cara del pequeño que asiente. —Ve a acomodarte para dormir... Puede que sea una noche larga.
—Pero... Quiero ir a decirle que ellos no muerden.
...
Se sobo el brazo, habiendo caído de lado cuando lo empujaron dentro del llamado "cuarto de mascotas". Apresurado daba golpes contra las elegantes puertas, intentando abrirla sin éxito alguno y con el corazón palpitando a todo lo que da en la garganta. Sabía que ir a dar un "regalo" al príncipe Nikiforov era una cuestión peligrosa, pues de no gustarle, su cabeza abandonaría su lugar.
En el mejor de los casos al gustarle, solo tendría que conformarse con una risita e irse, no espero que pasara todo lo que pasó, pues a mucho ya les ha patinado y ninguno había tomado esa actitud tan extraña. Aunque claro... Ninguna de esas personas era Viktor Nikiforov. Un rugido a sus espaldas lo alarmo, girándose.
—Oh por... DIOS. —se hizo a un lado, evitando al enorme animal de pelaje negro que salto en su dirección y choco contra la puerta, con el muchacho como objetivo. —Tran-tranquilo, me trajeron a-aquí y- ¡HIAA! —su grito por tener a la enorme y peligrosa pantera sobre su ser resonó en toda la habitación junto al grito de este, estuvo el rugido del felino mostrando sus colmillos y acercándose con clara intención de morderlo.
—Beka~ No se muerde, es nuevo amigo. —Viktor cerró la puerta a sus espalda, con el tigre sentado a su lado, siendo de su tamaño sentado, cabe destacar que ambos felinos son enormes, más de lo que deberían. Yuuri con pequeñas lagrimillas en los ojos por el terror de hace unos minutos se lo quedo mirando. —Ven aquí, ya no lo puedes atacar, sino Yuri dormirá en otra habitación.
El puma, que soltó lo que parecía un bufido se quitó de encima del joven, que se sentó y arrastró por el suelo asustado con el corazón desbocado. El puma se sienta junto al tigre, moviendo la cola a un ritmo más lento mientras Viktor se acerca de a saltos a Yuuri que abraza sus piernas.
—Lo siento, suele atacar a los que no conoce. El negro es Otabek, puedes llamarlo Beka y el de rayas es Yuri... Aunque se parece tanto a tu nombre que pues llamarlo Yurio. —sonríe emocionado, Yuuri tiene una cara de sorpresa y confusión bastante marcada. —Vas a verlos muchos, me acompañan a todos lados para que nadie me haga daño y tú también vendrás conmigo así que-
—No me voy a quedar aquí. —moquea, Viktor borro su sonrisa al instante. —Debo volver a mi hogar... Soy el único principe varón que hay, tengo que regresar. —insiste tembloroso, Viktor aprieta los labios y frunce el entrecejo.
— ¡No me importa! Te vas a quedar, eres mi regalo, eres mio. —pataleo. —Es como... ¡Una nueva mascota! Pero humana y que puede hablarme... ¡Por eso eres mucho mejor! También patinas, puedes enseñarme a hacerlo, bailarías mucho para mí.
—Puedo hacerlo volviendo a mi hogar, lo necesito, volveré dos veces a la semana o tres si quieres. —pedía algo sobrecogido y viendo a la puerta, si alguien entraba, no podía discutir con la joyita de hijo. —De la forma que más te guste...
—De la forma que más me gusta es quedándote aquí. Te darán una habitación cerca de la mia, podríamos hasta hacer esas fiestas de pijama como dicen los cuentos. —su mirada ilusionada deja en claro lo mucho que este punto lo ilusiona.
—Podemos hacerlo, para eso no tengo que quedarme aquí el resto de mi vida. —responde tembloroso, los guardias se lo habían aclarado, una vez Viktor reclamaba algo o alguien, este no se iba hasta el día de su muerte aun si el niño se danzaba o aburría de esa persona.
— ¿Cuánto debo darle a tu Familia? —ladea la cabeza con espeluznante gesto. —Puedo pagarles mucho, tanto como sea necesario, incluso que dejen de mandarme regalos de cumpleaños. Darle joyas, elevar su estatus, lo que sea necesario para que ya no te necesiten. —Yuuri junto mínimamente las cejas, claramente ofendido.
—Soy un humano, no un objeto como para que usted pague por mí y ni todo el dinero que pueda ofrecer haría que acepten mí ausencia. Lo siento mucho, alteza, pero iré de regreso a
Viktor se agacho y tomo la cara de Yuuri, sus manos apenas cubrían las rellenas mejillas del pelinegro que lo mira interrogante. Su sonrisa ensanchada y aparentemente inocente encendió las alarmas de alerta en su cerebro, advirtiéndole que de alguna manera, empeoró la situación con su sinceridad. Trago grueso.
—Eres un objeto, mi pertenencia y si no lo aceptan ellos morirán para que no tengas razones por las cuales irte. —los ojos de Yuuri se abrieron levemente en señal de espanto. —No tienes que pensar en nada más que hacerme feliz... y yo cuidare de ti, te daré todo lo que puedas necesitar.
—Yo no-
—Alteza, es hora de dormir, la habitación de su nuevo amigo esta lista. —informa una mujer de cierta edad con un moño redondo y firme en su cabeza, vestida de mucama.
— ¡Genial! Ven, te mostraré donde es. —lo toma de la mano y tira de este para que lo siga.
Yuuri apretó los labios, más que intimidado por las palabras que el niño le dedicó con tanta suavidad. Entendía que unos padres mimaran a su hijo, hacerle creer merecedor de todo en la vida, pero... Permitir que haga amenazas de ese tipo y darle muy posiblemente el poder de realizarlas es extremo. Que lo calificara de propiedad es un acto de puro desconocimiento de lo que es, la vida real, aparte de ser bastante cruel pues tiene la capacidad de sentir, no es como una jodida Estatua.
—Mañana te mostraré todo el palacio, puedes ir a dormir por hoy. —su sonrisa en forma de corazón no tiene intención de desaparecer del rostro del niño, eso es obvio. Yuuri no da un solo paso. — ¿Que pasa? ¿Quieres que compartamos habitación? ¡Seria genial! Haríamos fiestas todos los días.
—Alteza... Enserio debo volver a casa. Ya es tarde y no quiero que quien me trajo corra algunos riesgo con animales salvajes para llevarme. Mañana por la mañana me iré. —explica, probando la técnica de imponer. Viktor que jugaba con sus largos mechones se lo quedo mirando.
—Yuuri no entiende lo que le digo... No importa, es mio... Nadie te dejaría irse. —afirma abriendo la puerta de su habitación. —Si te vas te voy a buscar, eres mi regalo.
—El regalo era-
—Buenas noches, te veo mañana en la ventana. —despide sin más, cerrando la entrada y dejando a Yuuri ahí.
Con nervios entro a la enorme y maravillosa habitación que tenía vista a una hermosa montaña. Cama con postes y doseles de tono oscuro, mesa de noche, un closet que asume vacío, un enorme ventanal que da vista a uno de los tantos jardines del exageradamente enorme palacio había ropa colocada sobre la cama y al acercarse se dio cuenta que es en realidad suya, un yukata de color azul con algunos detalles floreados por decoración.
Pensando en el tema que lo atormenta y, de hecho, por el que está dentro de esas lujosas cuatro paredes, debe tener una forma de salir huyendo, aunque no está muy seguro de que aun haciéndolo Viktor no se moleste y mande el ejercito completo a destruir su reiniciar por el miedo que le da estar fuera de este.
Es algo sin pies ni cabeza, por motivos que posiblemente sean por culpa de sus padres, tiene un pavor inmenso a estar fuera de su hogar, su palacio no tan grande como este, pero que es perfecto a su forma de ver. Estar con gente que no conoce, formar una relación o lazo afectivo... Esta rotundamente prohibido hacerlo, fueron las exactas palabras de sus padres cuando tenía alrededor de seis años.
Prohibido tener amigos... Prohibido hablar... Prohibido sentir... Algunas veces incluso llega a creer que sus padres piensan igual que Viktor, más que un humano, es un objeto para ellos que no tiene necesidad de al menos sentir que es un humano igual que ellos.
Admitiría que la desconfianza no le permite dormir, está acostado en la cama, viendo por ventana en la espera de que amanezca, el problema es que estando ahí echado es difícil que no entre pereza a su persona, que sus párpados pesan y sus ojos ardan levemente por la necesidad de dormir. En ese momento hubiera caído rendido, de no ser porque...
Abrió los ojos sorprendido por una caricia en la pierna, la cual subió con mucha suavidad a su espalda y culminando en su cuello. Cual vaporosa serpiente y que causó escalofríos, salto de la cama espantado por la sensación y obvio temor por algo impropio de parte de quienquiera que fuese esa persona, la mano se siente muy grande como para tratarse de Viktor...
— ¿Qué ocurre? Pareces asustado. —Yuuri se hizo atrás de inmediato, viendo con la boca abierta y el ceño fruncido quién había tomado asiento en la cama.
—Tu... —llevo una mano su cara, apretándose los ojos y volviéndolos a abrir. —Tú quién... ¿Quién se supone que eres?
—Me has nombrado mucho el día de hoy, por un título, pero eso cuenta. —asegura con una débil y burlona risa.
—Eh... no. —ve para otro lado, pensando en salir por la ventana de ser necesario. —Eres un... ¿hermano de Viktor? Tío, primo...
En la cama había un hombre, calcularía unos veinticinco años a lo mucho, tal vez treinta. Cabello corto con un fleco que cubre parte de sus ojos, expresión relajada y levemente sonriente, vistiendo un yukata verde, lo cual es bastante raro por donde están, en el imperio en si no se usa ese tipo de ropa. Su postura tan confiada lo molestaba, porque se suponía que si estaba en esa habitación nadie tenía permiso de entrar.
— ¿Es importante?
— ¡No! De todas maneras, fuera de mi habitación. —ordena señalando la puerta, sosteniendo parte de su ropa para evitar que caiga y mostrar de más. El peli plata ladea la cabeza, llevando una mano a su cara para amortiguar la risita. — ¿De que te ríes? Escucha, no me interesa quien seas, largo de aquí, ya tengo suficientes problemas con el príncipe Viktor para-
— ¿Conmigo? Yo no tengo problema alguno contigo, de hecho, estoy muy feliz de tenerte aquí. —se levanta de la cama y camina hasta Yuuri, que se sobrecoge al tenerlo en frente, pues le saca prácticamente una cabeza de altura y por la ropa tan escotada y fina, podía notar con facilidad lo ejercitado que está, por consiguiente, es fuerte. —Hace mucho que nadie se quedaba en esta habitación...
— ¿Q-que tiene la habitación? —no sabía que le daba más miedo ahora, si ese detalle o el hombre frente a él. —A-aléjese de mí, usted no-
— ¿No, qué? Si estas ocupando esta habitación significa que eres mi concubino, estar cerca es lo menos que haremos, Yuu~ri~—sono como un ronroneo gustoso, llevando su mano a la cintura del pelinegro que se alarma, empujándolo por el pecho sin éxito.
— ¡En ningún momento se supone que sería concubino de nadie! El principe Viktor no dijo nada de eso.
—No lo dije, pensé que era obvio. —Yuuri frunció más el entrecejo, aquella forma de achacarse a si mimo como si fuera el principe es extraña.
Pero él no puede ser, porque Viktor es un niño.
—Deja de estar jugando, el principe Viktor está durmiendo en la habitación de a un lado, diga quién es de una vez si es lo que quiere al venir aquí a acorralarme. —exige con postura relativamente firme.
—En eso tienes razón, está durmiendo, por eso mismo, yo soy Viktor. —conduce su rostro hasta donde el cuello y el hombro se unen, depositando un pequeño beso en la piel tibia. —Tu nuevo amante si quieres llamarlo de esa manera...
— ¿¡Pero que le...!?
El nombrado Viktor se apartó un poco y aplaudió, dejaron de estar en la habitación, pasando a un campo lleno de flores y mariposas revoloteando por todos lados. Yuuri que mira boquiabierto el panorama se percata de que sus ropas han cambiado, de un estilo muy diferente y común del imperio. Un abrazo por la espalda lo hizo dejar de estar pensando en ese imposible cambio de... Prácticamente todo.
— ¿te gusta? Se que en el reino Katsuki no suele haber tiempo para que las flores crezcan de esta manera. —Yuuri no respondió. —Tampoco hay mar. —chasqueo los dedos y el panorama cambió totalmente, siendo ahora una hermosa costa de agua cristalina. —Dime donde quieres estar, qué te gustaría... Como mi concubino seras mi consentido. —da un beso a la cabeza de Yuuri, que se aparta de golpe con el pulso acelerado.
Por esto acabó cayendo y de hecho, el agua chapeo, lo empapo y eso no debía ser posible por lo mismo, estaban en una habitación, en ningún momento fueron a una playa o un campo de flores y esa ropa debía ser un truco, así como él podía cambiar de ropa durante el patinaje.
Viktor lo veía desde su lugar, curioso y un tanto divertido por las reacciones de Yuuri, pues resultaban sumamente adorables para él. Extendió su mano para ayudarlo a levantarse, este lo negó y se levantó por si solo, sacudiendo los brazos para quitarse el exceso de agua.
—Podemos ir a nadar si gustas, no vendría nada mal.
— ¿¡Que se supone que es esto!? ¡NO ES POSIBLE QUE ESTEMOS AQUÍ! —quisquilla ofuscado y nervioso a niveles críticos. Viktor da un par de pasos, acercándose e invadiendo de nuevo el espacio personal.
—Es posible siempre que sueñes, no me creo que seas tan escéptico. —da un toquecito a la nariz respingona del contrario que parpadea por eso. —Aunque el tiempo se me acaba, más rápido de lo que me gustaría... Sin embargo, espero que hayas disfrutado este pequeño rato. Te veo mañana por la noche de nuevo, cuando sea el tiempo de los sueños. —haciendo una pequeña reverencia y paulatinamente desaparece.
Su entorno se va esfumando lentamente también, al momento de darse cuenta, estaba tan solo acostado en la cama con su yukata puesta, había amanecido incluso. Se restregó la cara con la mano, debió ser un sueño, uno muy extraño y ocasionado por el estrés seguramente, pues no se le ocurre ninguna otra explicación razonable con la que-
— ¡BUENOS DÍAS! —el aire se escapó de su cuerpo por la caída del niño sobre su persona, podía ser pequeño, pero seguía siendo pesado. — ¿Qué tal tu noche? La disfrutaste mucho ¿verdad? —sonrió balanceando las piernas.
— ¿T-tienes algún hermano? —interroga confuso.
—No, soy hijo único. —afirma sonriente. — ¿Vamos a desayunar? Quiero que mi papá te vea, de seguro Mila habrá cocinado muchas cosas por tu presencia y-
—Viktor, te lo dije ayer por la noche antes de que fueras a dormir, debo volver a mi hogar, mi reino, no puedo quedarme aquí.
La sonrisa de Viktor desapareció y levantándose de la cama su rostro se tornó rojo, unas pequeñas lágrimas empezaron a salir de sus ojos mientras apretaba los puños. Yuuri cerro un ojo, esperando, literalmente, una explosión, pue son era normal.
— ¡NO TE IRAS A NINGÚN LADO! ¡ERES MIO! —grita furioso. — ¡DEBES QUEDARTE SOLO CONMIGO! ¡ERES MI REGALO DE CUMPLEAÑOS, MI CONCUBINO Y DE NADIE MÁS!
—Pu-puedo venir luego, solo-
— ¡MAMÁ! —llamó mientras salía corriendo de la habitación. Yuuri alarmado se apresura a perseguirlo. — ¡MAMÁ, YUURI ME QUIERE ABANDONAR POR ALGUIEN MÁS! —el pobre no lograba alcanzarlo, aparte de que aquello sonó bastante extraño ¿Qué acaso lo tomaba como una pareja o que estaba ocurriendo? Lo categorizan de demasiadas cosas en ese palacio.
—N-no es eso lo que quise decir.
— ¿Qué ocurre? —pregunta la emperatriz en el comedor, notando al niño llorando y los guardias se pusieron rectos, esperando la orden.
— ¡QUIERO QUE SE DESTRUYA EL REINO KAT...!
Yuuri lo tomo y le tapó la boca, jadeando y mirando con temor a los emperadores que estaban sin duda alguna furiosos por ver a su hijo de esa manera. Las lanzas de los guardias se estaban afincando en su cuello y su vida pasaba ante sus ojos, pudo haberse desmayado en ese mismo instante por tanta presión.
—N-no me iré, tranquilo, no me iré—susurra asustado y Viktor con una bipolaridad a grandes niveles, se calma, logrando treparse y abrazándolo con los brazos y piernas, como si de un koala se tratara. —Solo no mandes a nadie, por favor...
—Está bien. —junta su mejilla con la de Yuuri, sonriendo contento por Yuuri cediendo a lo que quiere.
— ¿Algo de lo que deba enterarme? —interroga el emperador y Yuuri apenas suelta monosílabos incoherentes, viendo al piso por no tener permiso de verlo a la cara.
— ¡Yuuri es mi regalo! —exclama Viktor, el otro apenas lo puede sostener con lo inquieto que se pone.
—Desde ayer se lo quedo. —da un largo sorbo a su copa y el emperador fija su vista en su esposa. Lo que Yuuri le choca, es que hablen de él como si fuera un perro ¿Acaso no se nota que es humano o qué?
— ¿Estuvo toda la noche?
—Así es. —el emperador dejo salir una enorme risotada, dando un golpe a la mesa.
—Se bienvenido al palacio, deseo que de ahora en adelante tu estancia con nosotros sea la mejor. —Yuuri suda frío ¿Enserio iban a dejarlo ahí? —Viktor, es humano, acapara más atención que tus otras mascotas, cuídalo bien.
—Claro.
Este podría calificarse como el desayuno más incómodo de toda su puta vida, en sus veintidós años de existencia no estuvo en una peor situación. Los emperadores hablaban entre ellos, muy cordialmente y Viktor parloteaba cual periquito un millón de cosas que no se entendían por su boca llena y rapidez. Apenas toco la comida que le pusieron enfrente, que aunque buena, tenía el estómago cerrado por el estrés.
Ya se darán cuenta de lo mal que es la situación...
— ¿Me estas escuchando? —antes de darse cuenta, ya estaba de nuevo en su habitación con Viktor sentando en la cama. —Bueno, no importa... ¡primero iremos a que veas a mis caballos! Quizás alguno te quiera y podamos ir a cabalgar un rato, luego jugar con Beka y Yuri... también debo pedir que te traigan tu ropa, una carta para que sepan que eres mio.
— ¿La carta puedo escribirla yo? —Viktor ladea la cabeza. —Mi madre se tomará la situación muy mal y... preferiría escribirla yo al menos.
—Está bien, pero no puedes decir que los quieres, solo puedes quererme a mí. —afirma saltando de la cama y caminando al closeth. —Mientras desayunábamos metieron un poco de ropa que debe quedarte, hay que probártela para-
— ¿Viniste anoche para acá? Es que... tuve un sueño. —calificarlo así es como faltarse a su propio pensamiento, se sintió demasiado real para ser un simple y vulgar sueño. —Donde había alguien que se llamaba Viktor.
—Si vine anoche ¿No lo recuerdas? Hablamos mucho, estuvimos en un prado y en la playa... ¡Tal como un sueño! —concluye con un pequeño salto.
—Eso no... tiene sentido y... No eras tú, te pregunto si viniste a-
—Si era yo ¿Por qué dices que no? —ladea la cabeza y Yuuri ya está a punto de declararse loco, pues no es posible que Viktor afirme con tanta tranquilidad que realmente era él quien lo... ¿Molesto? Por la noche.
Regresamos a lo mismo... VIKTOR ES UN NIÑO.
A menos que esté de verdad haya dormido con él y coincidieran mágicamente en el sueño, no hay manera existente con la que hubiera dos Viktor, ya estaba más que confirmado que solo hay uno y es de hecho, un niño, por lo que debió tomar o respirar algo que lo hizo alucinar, pues fue tan real que no se cree que sea un sueño, lo único que lo certifica como real es Viktor diciendo que era él.
Un enredo tras otro.
En general, hicieron lo que Viktor dijo querer, cabalgar un rato, un caballo perchón lo había prácticamente reclamado a relinchos, pues al subir a otro destruyó la pequeña puerta de su cubículo. Viktor buscaba hasta la más mínima excusa para pegarse a él, desde ir en el mismo caballo, hasta fingir que tenía sueño y así usarlo de almohada.
El par de felinos del día anterior obedecían al pie de la letra cada orden del pequeño noble, a Yuuri le impresiona lo terriblemente bien adiestrados que están. Durante ese rato escribió la carta que, por desgracia, Viktor no pudo leer por escribirla en su dialecto natal, no pasó mucho para que un ave mensajera la tomara y se fuera volando con ella.
—¿Por que no crees que soy yo quien estuvo contigo anoche? —bosteza perezoso, siendo de noche y bastante tarde cabe destacar, Viktor tenía casi energía infinita. Suspiro pesadamente, quizás si le respondía rápido se dormiría y podría ir a hablar con quién lo trajo. —Hare lo que quieras... para que me creas...
—Pues... no puedo creerlo, porque era un adulto, cabello corto, demasiado... mayor, es imposible que seas u. Buenas no- ¿Viktor? —el niño lo tomaba de la mano, haciendo un pequeño puchero.
—Si te lo demuestro... ¿Me vas a querer? —Yuuri hizo una mueca ¿Por qué motivo quería que le demostrara cariño o lo sintiera? Lo había dejado dolorosamente claro, es como un objeto para él, lo que sienta parece darle exactamente lo mismo.
—Supongo que si. —respondió para que lo soltara en realidad, pues tampoco existe manera con la que pudiera hacer algo, no eran la misma persona.
Estaba la opción de que se tratara de alguien usando magia para cambiar su apariencia a una parecida a la de la familia imperial, pues los rasgos siempre son esos, cabello muy claro y ojos azules, en un raro caso tirando a verde o aguamarina -como lo es Viktor-.
Dejando al niño que asumía se durmió rápido, se dirigió trotando hacia la zona de espera, donde los mensajeros de otros reinados y poblados esperaban por una respuesta y permiso para salir del lugar. Ahí había un moreno durmiendo, con la baba bajando por la comisura de su labio.
—Phichit, Phichit...—llama moviéndolo suavemente y el muchacho abrió los ojos, apenas enfocando su mirada en él.
—Ehh... Majestad~ ¿Ya por fin podemos volver? —pregunta adormilado, limpiando la baba que escurre de su boca, Yuuri negó con la cabeza y Phichit se deja caer en el siento. —Avíseme cuando podamos hacerlo...
—No puedo volver... Al menos no ahora. —Phichit espabilo, levantándose de golpe.
— ¿¡cómo que no!? ¿No tiene una idea de lo mucho que se van a enfadar sus padres por eso? —pregunta con ojos llorosos, su dramatismo usual, Yuuri suspira incómodo.
—Pues... realmente no me lo imagino. Ya envié una carta, vine para decirte que puedes volver. —explica sin mirarlo a la cara directamente.
Quizás es por culpa de sus padres que hablar con la gente, aun si es como Phichit que muy tranquilamente había intentado ser su amigo, se haga terriblemente incómodo, difícil, incluso le da hasta miedo, puede tomarse como timidez ocasionada por el contacto nulo con personas aparte de sus padres sin una explicación hoy en día.
—Mis ordenes eran traerte y llevarte de regreso lo antes posible, no puedo dejarte aquí. —toma la mano de Yuuri, que de inmediato se separa.
—Si lo hago Viktor se enfadará y mandará a todo el ejercito a destruir el reino, no vale la pena pelear por algo que no me matará. —rasca su nuca. —Regresa tranquilo, si ocurre algo mándame una carta y lo arreglare. —asegura con débil sonrisa.
—Eres... ¡Eres un Ángel! ¡te voy a extrañar! —lloriquea abrazándolo, pues, aunque fuera casi una amistad unilateral, lo quería mucho, para él, Yuuri es tierno.
—Yo también...—murmuró apenas dando una palmadita a la espalda del moreno.
Tomo rumbo de regreso a su habitación, jugando con el collar en su juego, en forma de un pequeño reloj de arena blanca. Lo que le preocupaba ahora es que reacción tendrían sus padres, esperaba que no vinieran hasta este palacio, pues su padre solía tomarse especialmente mal cualquier intento de sacarlo de casa o relacionarlo con gente...
Joder, si al menos le explicaran porque es tan malo...
A medida que caminaba notaba algo extraño, como luz aparte de la que ya había en los iluminados pasillo y al girarse, se encontraba con el mismo primer panorama de ayer por la noche. Parpadeando y restregándose los ojos se pudo dar cuenta de que no era un sueño, en lo más mínimo. Dio un paso atrás y al ver abajo, el entorno cambiaba a cada toque.
Acelerado empezó a correr por donde vino y logrando aquello sin lógica hasta que finalmente entro a su habitación, siendo aquel campo, lo que distinguía todo es que había una mesa de té, con dos lugares, uno siendo ocupado por un... Joven.
— ¿Quién eres? —pregunta acercándose.
—Preguntar de nuevo, me hace sentir que te olvidaste de mi nombre. —cierra un ojo, sonriendo juguetón con el cabello largo escurriendo por su hombro. —Aun cuando me llamaste mucho hoy.
—Yo no... No sé quién es usted ¿Pueden dejar de hacer este juego tan extraño conmigo? No estoy de humor. —expresa su molestia, el peli plata deja la taza de té en su lugar. En pie se acerca a Yuuri, inclinándose levemente hacia él, siendo ahora de su estatura con diferencia de unos cuantos centímetros a favor del ojiazul.
Estaba vestido de una forma tan informal que podía apreciar la diferencia corporal con respecto al día anterior, más delgado, apenas marcado, la melena de cabello tan larga como la del pequeño con el que compartió todo el día.
—Soy Viktor, te lo llevo diciendo día y noche. —ríe suavemente, su voz también es menos gruesa y grave.
—No pienso creerme nada de-
—Gastar la noche en confundirte no es tan divertido como piensas que debe serlo ¿Por qué no bailamos un poco? Por lo que vi de ti, te gusta mucho. —hizo un pequeño silbido y de la forma más mágica y bella, el campo de flores se hizo un salón de baile, donde personas con máscaras bailan a su alrededor. — ¿te parece? —pregunta, vistiendo ahora mucho más decente, de hecho, se veía hermoso.
—S-si...—tartamudeo confuso, tomando la mano de este y posando la otra en el hombro del peli plata.
No supo que tanto tiempo paso, como pudo olvidar la duda que lo atormenta, solo bailaron hasta que para cuando abrió los ojos, tenía a Viktor, el niño, sobre él, en la habitación. Esta rutina se repetía sin excepción, no se sentía cansado a nivel de no dormir, sino en dolores musculares de bailar mucho.
Lo curioso es que el "Viktor" que aparecía por las noches, hablaba de cuestiones que ocurrían en el día y viceversa, trayéndole una duda increíble de cómo uno y él otro pueden saber que hace. Lo siguiente es que... a medida que pasaban los días cambiaba, si hablaba de pelo corto, este aparecía por la noche con pelo corto, que es mayor y así... como si estuviera cambiado hasta ser de su agrado.
Hoy, por ejemplo, está como esa segunda noche, cabello largo, corona de flores, camisa blanca y pantalón gris mientras su ropa es el traje de patinaje, el que posee cristales plateados, que encanta al peli plata con el danza en el movido ritmo de la música.
— ¿A que viene esa cara? ¿No te estas divirtiendo? —pregunta con una sonrisa, Yuuri apretó los labios. —Si quieres algo diferente-
—No quiero algo diferente, quiero entender quién eres tú. —da una vuelta y Viktor pone la mano en la cintura del pelinegro. —Aún no lo... comprendo.
—Soy Viktor.
—No explicas cómo es posible que seas Viktor, si es que no me estas mintiendo. —ladeo suavemente la cabeza, Yuuri se separó, la gente que baila a su alrededor desapareció. —Eres... Fantástico, pero quiero entenderlo para—Señala a cierto lugar, donde una puerta apareció, Yuuri sorprendido la ve.
— ¿Por qué no vas? Tal vez te responda, ya que quieres ser tan detallista. —no sonaba molesto, sino más bien contento por su insistencia, lo cual es raro. Con cierto miedo se acerca, abriendo la puerta y pasando.
Era una habitación, la de Viktor en realidad y... él estaba ahí, dormido, en su cama, arropado y tal como lo dejó antes de que Viktor apareciera en su habitación para bailar. Miro al niño y luego al joven de cabellos peli plata ¿Está alucinando o que está pasando ahí realmente? Cuando iba a tocar al niño, el joven lo detuvo.
—No te sugiero hacerlo, si lo despiertas, el sueño acaba. —Yuuri alzó una ceja, extrañado por el comentario.
— ¿Qué sueño?
—El que me mantiene a mi aquí. —lo suelta con delicadeza. —Por supuesto que soy Viktor, solo que... Lo que ves, lo que soy, es lo que ahora estoy soñando. —Yuuri fija su vista en el niño. —Tu y yo pasamos día y noche juntos, no de la misma manera, pero como podrás entender... Soy el único que pasa tiempo contigo, lo único que necesitas para seguir siendo feliz.
—Eso no es verdad, que continúe aquí es porque no deseo que destruyas mi hogar real, aunque me divierta no estoy como y... y...—retrocedió levemente, las paredes se cuarteaban y la expresión tranquila de Viktor se hizo neutra, tirando a enfadada. — ¿Q-que pasa?
—Mentirme es malo, sé lo que sientes y... si eso que sientes por mi lo sientes por alguien más puedo acabarlos. —asegura en siseante tono, el niño se remueve en la cama, con expresión de molestia. —No estoy dispuesto a aceptar que te vayas y mucho menos a que me rechaces.
—N-ni siquiera me pidieron opinión para dejarme aquí, nunca dije que- ¡AH! —bajo sus pies el suelo desapareció, viendo arriba mientras cae esta Viktor, con las manos tras su espalda.
—Así como complacerte puedo torturarte si quiero, aun si gritas y lloras nadie vendrá a molestar al principal de esta familia imperial. —asegura con malvada y cruel sonrisa. Yuuri aterrizo en una cama y en menos de un parpadeo tenía a Viktor encima. —Te lo dije la primera noche, eres mi concubino, mi amante y si no te he forzado es porque no está en mi desear tu malestar u odio.
—Qui-quítate de encima.
—Por otro lado, si no estás dispuesto a colaborar... Hay formas más duras de conseguir afecto. —ladea la cabeza, con escalofriante expresión. — ¿Qué me dices ahora? ¿Umm? —Yuuri guardo silencio, temblando. —Eso supuse, por la noche nos veremos de nuevo. —da un pequeño beso a la frente de Yuuri que cerró los ojos y al abrirlo, estaba Viktor viéndolo sonriente.
— ¿Te asuste?
—T-tu... ¿Co-como...? —balbucea, queriendo apartar la amenaza de su mente y fijando su atención a lo que había sido la revelación de la noche.
—No lo sé, es algo que puedo hacer desde siempre, me sirve mucho, porque puedo ser un adulto como Yuuri necesita que lo sea. —abraza el pecho de este, cerrando los ojos. —Hace tanto que no tenía a alguien como tú, mis sueños eran tan solitarios y aburridos que dejaba de dormir para no tenerlos, incluso tomar medicamentos que mis padres me dejaban.
—Siempre pasa...
—Todas las noches y... ¡Contigo es tan perfecto! Bailar es tan divertido, ya quiero que aceptes por completo ser mi concubino, eres tan lindo que será de lo mejor verte cuando estemos teniendo sexo. —asegura y Yuuri cambio de expresión por completo. — ¿Qué?
—Es mi reino está prohibido tener sexo hasta el matrimonio.
—No importa, ya no vives ahí, así que te riges por las reglas de este palacio, donde mi concubino no tiene que estar casado conmigo para ser mi pareja. —Yuuri lo miro con desesperación. —Nadie puede dañarte, tocarte... Solo debes pensar en mí.
—Eres una persona tan... egoísta. —lamenta con pesar.
— ¿Eso que importa? Yo puedo ser de cualquier manera y, aun así, debes quererme.
No hay forma de describir lo mucho que esto lo frustra.
Tomando rumbo en este día como el resto, habiendo visto a los emperadores por la mañana en el desayuno, se preguntaba cómo estos podían vivir sabiendo ese detalle tan extraño en su hijo, por no decir lo terriblemente precoz que es...
Pues si es un niño y se sueña como adulto, deseando tener relaciones carnales ¿No es una mala señal? Al menos por su parte le preocupa, extrañamente, a decir verdad. Para él, un niño debía tener una inocente infancia normal aun si se trata de un noble, la suya lo fue relativamente hablando, exceptuando lo solo que estuvo.
Y hablando de soledad...
— ¿uh? ¿Viktor? ¿Dónde te metiste? —interroga casi al aire, Yuri que estaba echado en el suelo bosteza, negando con la cabeza y acostándose por completo. —Viktor. —llama saliendo de la habitación con el resignado felino siguiendolo.
El comedor, su habitación, la , los establos, largos pasillos entre un lugar y otro y nada que el infante aparecía en su rango de visión. Sin aviso o consciencia de sí mismo comenzó a correr por los pasillos buscandolo, Yuri lo seguía tan rápido como podía escuchando los llamados angustiados de Yuuri hacia el pequeño noble.
— ¡VIKTOR! —grita desesperado abriendo puertas en su búsqueda, ofuscado en lo absoluto con el animal intentando pararle el paso por notar que acabaría cayendo o golpeándose malamente con algo. — ¡¿En dónde estás!? ¡VIKTOR!
— ¿Eh? ¿Por qué Yuuri está llorando?
Se giró, Viktor se bajó del lomo de Otabek que de inmediato se sacudió, incómodo por la sensación del niño sobre su ser. Yuuri se apresuró y tomó a Viktor, apretándolo en un abrazo, quedando arrodillado en el suelo con este entre sus brazos, el peli plata parpadea sorprendido por el gesto tan repentino y más aún que estuviera llorando con mayor fuerza.
— ¿Paso algo malo? —pregunta rodeando al pelinegro con sus brazos, Yuuri negó suavemente con la cabeza.
—Na-nada solo... me altere, aun no conozco el castillo...
La excusa en si podía tomarse como cierta, que se ha perdido y al único que aparentemente puede consultar es Viktor, pero la realidad es que... La lejanía lo asustó, no sabía que podía ser así cuando duras un tiempo con una persona, considerando que es la primera relación que tiene cercana a una amistad donde -a fuerza- ha convivido y hasta disfrutado la interacción, no es tan raro que no sepa que esto no es normal.
Aun si Viktor se preocupaba en su mentalidad ligeramente infantil, no tenía porqué contarle que estuvo a nada de sufrir un ataque de pánico por su ausencia, eso podía seguir siendo un secreto sin problema alguno.
Aplaude efusivamente mientras Yuuri jadea agotado, sentándose en el suelo casi golpe y sudando el sudor de su frente. Viktor no tarda en llegar hasta él y sentarse a su lado, hablando con suma rapidez de lo que vio.
El peli plata tiene una manía terrible con la primera rutina de patinaje que vio de su parte, pedía repetirla hasta el hartazgo estaba a poco de pedírselo en sueño también, los cuales se habían hecho calmados luego del terrible incidente de la última vez.
La preocupación que tenía a día de hoy es que esa ansiedad que se apoderaba de su ser naturalmente ofuscado aumentaba dependiendo de qué tan lejos estuviera Viktor de su persona sin razón alguna, están prácticamente todo el día juntos, también la noche... llega a pensar que se debe a esto la sensación de abandono que lo llena cuando Viktor no está.
— ¿Por qué te gusta tanto ese baile? Lo hice para ti, pero... no pensé que fuera a gustarte tanto. —Viktor apoyó la cabeza en el brazo de Yuuri, cerrando los ojos mientras sonríe débilmente.
—Es diferente a todas, porque me hace sentir que tú me entiendes. —toma la mano de Yuuri con las dos suyas, la diferencia de tamaños es obvio. —Tu sabes lo que yo siento, lo que he vivido, como me han tratado... Algo que nadie más ha hecho por mí, por eso sé que Yuuri solo debe ser mío, solo yo lo puedo entender.
Suspiro viendo al cielo despejado, no espero que Viktor se sintiera igual, lo había hecho casi por puro azar. Lo que su patinaje demostraba, lo que quería expresar con ella al príncipe, es nada más y nada menos la añoranza por una vida normal, incluso entre nobles ellos dos son un par de extraños.
No hablan con nadie, día y noche en el castillo, animales, joyas, ropas, lujos y una supuesta vida feliz por todo aquello es lo que muchos codiciaban y ellos aborrecían en parte, pues se sentían vacíos y carentes de un afecto real. Porque bien, a Viktor le cumplían todos sus caprichos, pero sus padres atendían su imperio todo un día, la única compañía que este tiene son sus mascotas y ahora Yuuri, que, según las sirvientas, estaba dándole una vida real a quién siempre ha estado en una burbuja.
Que tomaran su otra mano lo sobresaltó levemente, viendo a su lado izquierdo a Viktor con el cabello corto, quizás estuvo pensando demasiado y el pequeño acabó dormido. Recostó su cabeza del hombro del hombre, que sonríe complacido.
—Esos son... ¿Mis padres? —Viktor giro en la misma dirección que Yuuri, viendo al par de personas con la ropa tradicional del reino del cual provine. De inmediato chasqueo los dedos, creando una ilusión con la que no puede ver el castillo. —Oye...
—Iré a echarlos de aquí. —se levanta del suelo y Yuuri permanece donde está.
—Podría despertarlo e impedir que hagas nada. —advierte, pues ha obtenido una que otra técnica para evitar desastres y es que... Viktor es tan pequeño que puede cargarlo y evitar que corra con su madre y estando dormido, todo lo que necesita es despertarlo.
—No pueden venir por ti, no siendo mi concubino, deben rendirse y ahorrarse el tiempo. —bufa, cruzado de brazos. —Los tratados para evitar conflictos y así pertenecer al imperio están para algo.
—Algunas veces suenas tan inmaduro como el niño que eres. —Viktor aparta la mirada de inmediato, sabía que este le ocultaba algo aún, sin embargo, no tenía ánimos de preguntar pues tampoco lo veía muy importante. Colocando a Viktor en el suelo con mucho cuidado se levantó. —Iré a hablar con ellos, no quiero que hagan algo que pueda perjudicarlos frente a tus padres.
—Hablen lo que hablen, me lo dirán a mí, no hace falta que vayas. —insiste en aquella pataleta interminable de no permitirle ver a más nadie a menos que sea rotundamente necesario.
—Será por hoy, pensé que ya estaba claro que no me iría. —Viktor bufa, tomándolo de la mano. — ¿uh?
—No pienso dejar que vayas solo, lo que sea que tengan que decir, debo escucharlo también. —excusa y Yuuri da una pequeña risita, Otabek y Yuri se acuestan alrededor de Viktor, por seguridad y que este no se despierte.
No tardaron mucho en llegar a donde los monarcas están, sin duda, discutiendo. Apenas se distingue lo que dicen, Yuuri abrió muy suavemente la puerta para escuchar bien lo que dice, pues con lo rápido tampoco logra entenderse absolutamente nada.
— ¡... mi hijo no puede quedarse aquí, debe existir alguna manera con la que lo dejen regresar con nosotros! —quisquilla la reina Katsuki alterada.
—Ya ha pasado un mes, mi hijo no tiene porque soltar su juguete favorito. —replica el emperador, como si con está fuera suficiente para negar a una persona volver a su hogar. —Una carta les fue enviada si no tengo malentendido, ya deben conocer los términos de todo este asunto, su presencia aquí la encuentro innecesaria.
—Es que... Mi hijo no puede estar tanto tiempo alejado de nosotros, menos en compañía de alguien más. —Yuuri alzo una ceja por aquel comentario, aparentemente también llamó la atención de los emperadores.
— ¿Se trata de algo mortal o contagioso? De ser así no me molestaría devolvérselos. —afirma la emperatriz y Yuuri detiene la mano de Viktor, pues era muy capaz de interrumpir el momento.
—Para nada... Solo entiéndame, es mi hijo y quiero su bienestar.
—A menos que explique que ocurre, no pienso ponerme en su lugar. —afirma orgullosa la mujer de cabello plateado.
—Nuestro hijo es un Omega, no es una condición común y... Con ella no podemos dejarlo con nadie aparte de nosotros sin que pueda... atarse a él.
— ¿Y eso que tiene? —piensa sin encontrar lo malo en realidad.
—Con atarse se refiere a-
—A que debe estar encerrado en una habitación sin nadie que pueda hablar con él, es lo necesario y lo que siempre se ha hecho con personas en su condición, mucho menos compartiendo con espacio con un hombre... Con todo el respeto, altezas... Debemos llevarlo a casa para encerrarlo de nuevo, haberle permitido venir fue un—ambos se giraron, Yuuri había abierto la puerta, con la cara roja.
— ¿¡Y entonces que!? Morirme dentro de ese cuarto ¿¡Que acaso soy un animal para todo el mundo!? —exclama hastiado de lo mismo, desde que tiene memoria lo mismo, estar en su habitación, sin nadie más y si esta fuera de esta, no mirar a nadie.
Incluso echaron a su madre del palacio para que no se relacionara con ella, apenas la conoce de vista y nada que decir sobre hablar.
—Yuuri, entiende que es por tu bien, e otro modo-
— ¿Qué? Me puedo enamorar, tener amigos... ¡SOY HUMANO EN CASO DE QUE NO SE DEN CUENTA! N-no quiero volver a estar solo, y-ya no quiero. —solloza, Viktor forma una sonrisa en su rostro, levemente escondido. Dio un largo silbido que alertó a los emperadores.
Sin venir a cuento, una panda de cuervos hicieron aparición, lanzándose sobre los dos Katsuki y picoteando con tanta fuerza que lo estaban lastimando, incluso empezaron a sangrar. Abrazo a Yuuri por la espalda, cambiando de ropa para hacer un poco de mofa en el momento, logrando que Yuuri se viera incluso más frágil y vulnerable de lo que está.
—Yuuri es mi regalo, mi concubino y si él no quiere irse, me desharé de quién intente cualquier clase de acto en contra de su voluntad. —explica con tono burlón.
—Viktor, ya basta. —ordena el emperador, a Yuuri le llamó la atención la falta de permiso de este a lo que su hijo hace. Viktor le dirigió una gélida mirada.
— ¿Realmente piensas darme órdenes? —el emperador se sobrecogió, dando un paso atrás. —Eso supuse. —chasqueo los dedos y los cuervos desaparecieron, dejando al par herido y sangrante. —Les sugiero largarse de aquí, a mis mascotas les encantaría continuar jugando con ustedes y afilar sus colmillos con sus huesos.
—Pe-pero...—balbucea la reina.
—Soy capaz de mucho más de lo que han visto, créanme, es mejor no provocarme. —advierte sonriente. —Ahora... Hay mucho escándalo, regresa al jardín pronto. —da un pequeño beso a Yuuri y sin más desaparece. La ilusión que se creó, siendo más grande de lo que se imaginaron, también se esfumó.
Yuuri no dijo más nada, tan solo dando media vuelta y corriendo de regreso al jardín, siendo recibido por Viktor antes de tiempo, cargándolo por costumbre y sintiendo las miradas de sus padres y los de Viktor sobre su persona. Viktor les saco la lengua, abrasándose más al cuello de Yuuri.
Se pregunta con profunda seriedad si fue buena idea haber dicho aquello a sus padres, haberlos rechazado de aquella manera y más aún permitir o no intentar detener a Viktor de herirlos. Sabía que se fueron de inmediato, asustado de lo que el peli plata salido de la nada pudiera hacer, obviamente estos no sabían que se trataba de Viktor.
Sin embargo, habiendo pasado este pequeño lapso de tiempo, a ocurrido lo que suele pasarle cada tres meses más o menos, a veces llegando a ser cada nueve meses. Un calor lo molesta, su mal humor es difícil de disimular por no decir que intenta alejarse de cualquier ser viviente, no siendo del todo exitoso.
—No sé si esto debe ser posible...—cierra la puerta lentamente, la curiosidad mato l gato, no necesitaba ver al par de felinos copulando, enserio...
Con una expresión de absoluta incomodidad llegó hasta su habitación, se sentía ansioso, no solo porque Viktor estuviera fuera de su vista, sino que ese vaporón que lo atormenta parece hacerse más fuerte con el tiempo. Quitándose a jirones la ropa la tira al suelo, haciendo lo mismo con la cama y una vez hay una superficie acolchada en el suelo en lugar de su cama, se echa ahí.
Se siente como un perro en este momento...
Jadea después de un rato, sofocado e incómodo, con la piel más sensible que nunca y urgido de lo que no entiende pues nunca ha tenido, la puerta se abrió con suma lentitud, pues Viktor desde fuera escuchaba los extraños sonidos.
— ¿Estas bien? —pregunta con inocente y tierna preocupación, Yuuri se lo queda mirando. —Estás todo rojo... ¿Estás enfermo? pregunta poniendo una mano en al frente de Yuuri, este lo jala hacia su persona y lo abraza. —Yu-Yuuri...
—Estoy... tan raro...—balbucea con la mirada perdida y opaca. Viktor da una pequeña y accidental a la cintura del muchacho, sacándole un gemido. —N-no me toques...
—Umm... Yuuri está siendo muy seductor ahora que no estoy durmiendo. —lamenta con un puchero, zafándose del agarre y pegándose al pecho de este. —Pero en lo que se hace de noche...
Para Viktor, Yuuri estaba mimoso, como una especie de minino. Yuuri no pudo evitar comprar a Viktor con un bebé por estarle chupando el pecho, lo peor del caso es que le gustaba que lo hiciera, poniéndose de lado e impidiendo que Viktor se pueda separar si es que lo quiere.
—Yuuri... tengo un problema. —expresa pegando su cadera contra a pierna de este, mirándolo con ojos acuosos como un cachorro.
—Y-yo no puedo hacer algo como eso. —tartamudea con los labios rojos de tanto mordérselos, Viktor hace un pequeño puchero, subiendo una mano y jugando malsano con el pezón húmedo del muchacho. —V-Viktor.
—Donde sea que toque estas todo sensible, yo solo quiero que Yuuri también me toque. —con su otra mano, toma la de Yuuri y la conduce a su entrepierna, obviamente pequeña por ser la de un niño de 8 años y la cosa más rara, que se pueda erectar...
— ¿Es-esto no debería ser posible a los doce o trece años? —se pregunta sin mucha idea al respecto, sin la capacidad de hacer lo que el niño pide, esto no lo detiene de moverse en contra de Yuuri, estimulándose a si mismo y con una de sus manos en la entrepierna ya despierta del concubino.
—Ya quiero que sea de noche... Estás tan lindo. —jadea complacido por el contacto y que Yuuri se dejara hacer, que al más mínimo roce este estuviera jadeando y gimiendo bajo.
Se impacientaba de saber cómo sería por la noche, con un cuerpo adulto capaz de complacerlo...
—Yuuri~—gime con las mejillas igual de rojas, subiendo un poco más para juntar sus labios con los de su concubino, un pequeño y casi inocente beso, donde la parte inocente viene de Yuuri para más inri. —Ummm sabe bien...—al separarse tomó asiento, lamiendo lo blanco que hay en su mano y Yuuri mete la cara entre las sábanas desordenadas. —Quiero más... Buen provecho. —sin pedir permiso... Hizo lo qué están pensando en este momento.
—N-no te metas eso a la boca. —pide temblando de pies a cabeza, dando largos y cansados jadeos, llevando una mano a su boca para que los sonidos indecoroso no salgan, moriría de vergüenza y quién sabe si los emperadores vendrían a verlos.
La práctica nula dio lugar a su pronta llegada al clímax, cayendo un poco agotado con el cuerpo flojo y Viktor limpiando con la lengua el pequeño resquicio de líquido blanco que escurría por la comisura de su labio.
—Mi concubino apenas entiende, tan adorable. —mofa dando un pequeño beso a la ingle de este. —Iré a mi cuarto... Me ha dado un poco de sueño.
—Oye... no vayas a...—no pudo detenerlo, lo dejo ahí solo y hecho un ovillo sudoroso. —Es tan... incomodo. —jadea llevando las manos a sus partes privadas y húmedas. — ¿Por qué ahora es así...? —se pregunta lagrimeando lleno de vergüenza, lo que menos quería es que Viktor lo viera de esta manera tan abochornante.
Aun cuando este parecía ser el objetivo contrario al del peli plata.
Aparte de eso ¿Quién le decía que esto no era malo? Nunca tuvo tanta temperatura, quizás si se desesperaba y una vez su padre lo había llamado animal en celo, pensó que jugaba, pero también es una opción, escalofriante y que quisiera descartar. Una caricia en la pierna lo hizo respingar.
—Así que... ¿te gusta como estoy ahora? —pregunta colocándose encima, siendo más grande y en la faceta más adulta que ha visto.
—Si...—ronronea sintiendo temblores por todo su cuerpo, con ese calorcillo llenándole con mayor fueza. Viktor ladea la cabeza.
— ¿Me quieres? —Yuuri aprieta los labios con los ojos llorosos. —Si no lo dices-
—T-te quiero.
—Buen niño~—Con un pequeño golpe al suelo, dejaron de estar en ese tumulto desordenado a una cama más que esplendida y cómoda. —Ahora... a hacerlo como mi bello concubino se lo merece. —entrelaza sus dedos con los de Yuuri y da un beso a su mano, metiéndose entre sus piernas con facilidad.
Para Yuuri, el mundo dejo de girar en ese preciso instante, hasta que el sol salió el día siguiente.
—Ojalá... Viktor no tuviera ese "Don" —suspira, viéndolo jugar con el puma en el jardín, a su lado Yuri descansa también viéndolos. —Es como tener una vida doble y no tener infancia... ¿Qué crees tú? —la pregunta fue retórica, acariciando al cabeza del felino.
—No... es... alo...
— ¿¡QUÉ!? —se hace atrás de golpe, no fue una equivocación, el tigre hablo a juzgar por como lo está mirando.
— ¿Qué pasa?
—Ha-hablo... ¡ME HABLO!
—E... difici...—su rostro acabo pálido como papel por el puma que sacudió la cabeza, aparentemente frustrado. Yuuri mira a Viktor con el ceño fruncido.
— ¿Qué pasa con esto? ¿eh? ¡¿Cuántos secretos se supone que me tienes!? —quisquilla alterado, sintiéndose mujer de un segundo a otro por su cambio de ánimo. Viktor apretó los labios viendo a otro lado.
—Es que... No quiero que te asustes y ya n los quieras cerca, ellos no son malos. —el otro se cruzó de brazos. —Si te lo digo... ¿no me vas a odiar?
—A estas alturas, es difícil odiarte. —se sienta de nuevo, Viktor también lo hace, apoyado de Otabek.
—Yuri era mi primo, Otabek también, más lejano. —comenzó a contar y Yuuri abrió los ojos con sorpresa. —Nosotros... los tres teníamos la capacidad de soñar y hacer realidad ese sueño. Ellos solían jugar así, estar juntos como no podían por ser familia... Pero un día atacaron el palacio y mientras dormían fueron asesinados.
—Quieres decir que...
—Nunca dejaron de soñar, por ello se quedaron en lo último que fueron... Viven, pero no pueden cambiar, permanecen junto a mí que soy el último que queda capaz de entenderlos. —da una caricia al hocico de Otabek, que ronronea. —Sé que contigo aquí, ellos son más felices, porque no estamos tan solos.
—Eso es tan... triste.
—Están juntos, es lo que les importa. —sonríe contento. —Además, es grave si el sueño es dañado, pues el soñador no tiene como regresar.
—Es decir, si te asesinan en el sueño... ¿No vuelves nunca? —pregunta con temor, Viktor asiente. —No lo permitas, nunca... Por favor.
—No podía dejarte solo. Entre nosotros nos ayudamos así ¿No crees? —ladea la cabeza y Yuuri asiente. —Vamos a comer, tengo ham-
— Uhng...
Un pequeño destello y brillo alertó a Yuuri, que tan sensible abrazo a Viktor, cubriéndolo por completo con su cuerpo y cayendo sobre éste a los pocos segundos. Yuri corre en la dirección que el objeto punzante fue arrojado.
— ¡Yuuri! MAMÁ, MAMA LE HICIERON ALGO A YUURI—grita Viktor con tal fuerza que los guardias del lugar no tardan en aparecer, Otabek persigue a Yuri a donde sea que este se fue. —Yu-Yuuri ¿Estas bien? ¡MÍRAME! —Ordena, sin éxito, este parece dormido con la flecha anormalmente gruesa clavada en su espalda. — ¿¡QUÉ ESTÁN ESPERANDO!? AYÚDENLO, AHORA, SI SE MUERE YO... YO...—las lágrimas salen sin permiso de sus ojos, viendo cómo se llevan a su concubino.
Yuri regresa junto a Otabek, con un arco en sus colmillos y entregándoselo a Viktor, que busca algo en este sin nada, lo tira al suelo y corre en dirección a donde e llevaron a Yuuri, de momento, el asunto podía congelarse, no importaba quién disparo...
Cuando viera bien a su Yuuri, se preocuparía por destruir a quien quiera que se atreviera a tal acto. De Viktor Nikiforov, el más importante miembro de la familia real, nadie se escapa y mucho menos, vive para contar el castigo impuesto.
