DISCLAIMER: HETALIA no me pertenece

*Cantarella*

Todo el día había sido monotemático y eso que esta noche se festejaría una gran y lujosa fiesta en aquel palacio de los Vargas.

Los dos príncipes se alistaban rápidamente en sus cuartos o bueno, al menos uno de ellos lo estaba haciendo, ya que esta noche se presentarían como futuros dueños de aquel gran imperio.

Ser de la realeza no es cosa fácil. Nunca se tiene tiempo para pensar o consentirse a uno mismo… lo único que debes hacer, es pensar en el bienestar del pueblo. Un príncipe debe imponer respeto y elegancia, debe cuidar cada palabra y movimiento, debe estar al tanto de todas las personas y hacerlas creer que son importantes en la vida de uno. Ser la persona más respetada y deseada es muy difícil, tratando de mantener la compostura en los momentos tediosos… complaciendo en todo a los demás… vivir una mentira.

Aquel lugar estaba tan resplandeciente que daba miedo, el silencio reinaba y un aroma a vainilla mezclado con picante canela, inundaba el lugar… ese aroma tan característico de un hermoso chico, aquel al que llamaban ¨princesa¨ y eso hería cada vez más la autoestima del principito.

Feliciano Vargas, el menor de los hermanos, se encontraba aun en cama. Su mente divagaba y miraba distraídamente hacia el techo, como si tuviera algo interesante que ofrecer… el hermoso chico de cabello castaño cobrizo no quería asistir a la fiesta.

Por otra parte, Ludwig Beilschmidt terminaba por alistarse para el baile… odiaba el tener que asistir a esas fiestas, pero eso era mejor que estar con su hermano y soportar sus tonterías todo el día. El rubio tenía una horrible personalidad o al menos es lo que los demás decían; solía ser muy serio y solitario, alejaba a las personas fácilmente y no era como si a él le importara tener compañía… es mejor estar solo.

La noche no tardo en llegar y con ella, una gran luna que alumbraba el lugar. El príncipe de cabellos dorados y ojos azules como el mar, bajo de su habitación tranquilamente, vestido con sus mejores galas. En todo el lugar se podía ver el dinero derrochado en aquel palacio… candelabros de cristal, estatuas y pinturas costosas adornaban las paredes, alfombra roja que caía desde el segundo piso… todo era tan elegante.

Todos tenían un antifaz… Ludwig llevaba uno azul con pedrería fina.

Las personas se acercaban para saludarlo, pero el simplemente asentía e ignoraba aquellas palabras… toda esa gente era tan hipócrita, solo buscando el dinero que otros tenían. De vez en cuando llegaba a intercambiar palabras con señores cultos, esas pláticas existenciales siempre le habían gustado y más cuando se habla sobre estrategias militares.

De un momento a otro todos los invitados comenzaron a correr hacia una de las entradas. El rubio volvió la mirada curioso por aquel comportamiento…

Eso… ¿Era un chico?

De estatura baja, cuerpo delgado y fino, su piel parecía tan suave como la seda… su cuerpo era tan frágil, que cualquiera pensaría que esta hecho de cristal. A pesar de ser hombre, caminaba con gracia y elegancia, el movimiento de sus caderas hechizaría a cualquiera.

Su rostro se veía tan puro e inocente. Sus mejillas rosadas asían resaltar sus ojos color miel… su nariz asía juego con la delicadeza de este… labios tan rosados y perfectos, hacían la invitación perfecta a la lujuria.

Un singular mechón en forma de caracol adornaba su cabello en el lado izquierdo de su cabeza.

–El príncipe Vargas siempre me deja sin palabras– comento una señora a Ludwig –es una lastima que ya este comprometido. Eso es tan triste, espero que su hermano lo pueda hacer feliz–

El rubio comenzó a caminar a la dirección de aquella criatura. A pesar de que la gente se ponía en su camino y trataba de comenzar una conversación, el las ignoraba ya que su mente solo divagaba ¿Él era el príncipe del que tanto hablaban? En su mente, una voz interrumpía aquella concentración con preguntas que él no podía entender… tenia la impresión de que ya se habían visto anteriormente ¿Qué era ese sentimiento?

–Señor Beilschmidt– Kiku Honda. Un chico de cabellos negros y cortos, de apariencia seria y un poco soñolienta, toco el hombro del ya mencionado príncipe –permítame presentarle al señorito–

Aquel chico y amigo de la infancia, intervino en los planes de seducción de Ludwig. Los dos caminaron tranquilamente, sin intercambiar palabra alguna… ya tendrían tiempo para charlar.

Mientras tanto, Feliciano terminaba por rechazar otro mas de sus pretendientes, pero claro… de una manera formal y disimulada. Unos ojos penetrantes captaron su atención, volteo para ver de quien se trataba… aquella mirada le provocaba demasiado nerviosismo y sus mejillas se tornaron rosadas al ver a su ¨tutor¨ acercarse con otro chico.

El príncipe era demasiado atractivo… sus ojos azules hechizarían a cualquiera, su cabello dorado como los rayos del sol hacían contraste con aquel antifaz, su piel parecía ser suave… esas facciones tan varoniles hacían que el castaño se estremeciera.

–Italia– hablo el tutor tranquilamente –te presento a lord Ludwig Beilschmidt, él se quedara algunos días en el palacio–

–Es un placer– el rubio tomo una de las manos de Feliciano y la beso.

Después de aquel beso tan imprevisto, Italia pudo notar como sensualmente aquel chico pasaba su lengua por los labios… aquella expresión de interés lo dejo en blanco.

–El placer es mio– el castaño volteo a ver al peli negro, pero este seguía hablando con otros invitados. Trato de contener aquel titubeo y no sonrojarse demasiado… eso significaría que estaba alagado por sus acciones tan vulgares y él no quería verse tan débil –Disculpe ¿Cuándo llego?–

–Hoy en la noche– el rubio seguía manteniendo aquella posición tan fría… como si no hubiese pasado nada.

–Lamento no haber estado ahí para recibirlo– se disculpo Feliciano con una pequeña sonrisa –he estado un poco ocupado–

–No se preocupe–

Cuando aquella conversación acabo, el príncipe de ojos color avellana suspiro aliviado… no podía seguir dialogando con esa persona. En su mente algo le advertía, algo le decía que ese chico era peligroso… pero a su vez sentía que era alguien muy cercano, alguien conocido… alguien al que podría tenerle confianza.

Ludwig estaba satisfecho por su avance, el había notado el nerviosismo en las palabras de Feliciano y eso lo atraía mas a él. Sus días en aquel palacio serian más divertidos de lo que él pensaba, aunque algo se interponía en sus planes de seducción y eso era el matrimonio arreglado, además de que contaba con pocos días de visita… tenia que ser hábil con sus palabras si quería ganarse la confianza de aquel ángel.

El baile acabo y el rubio fue guiado hasta su habitación, en donde su martirio comenzaba a crecer. No podía sacarse a aquel niño de la cabeza. Tenia que hacerlo suyo antes de que se retirara de nuevo a su reino… saco de su maletín, una hermosa mascara blanca que cubría perfectamente la mitad de sus facciones y un sombrero negro para ocultar su cabello.

Iba a seducir y enamorar al príncipe lentamente… solo tenia que atravesar con cautela aquellos pacillos.


Bueno, es mi primer fic. de Hetalia y tengo que decirles que amo el GerIta *-* sean buenos conmigo ¿vale? y denle oportunidad a mi tonta historia jejejejjeje acepto todo tipo de criticas, pero no me digan groserías ¿ne~? Esto es solo la introduccion, por eso es tan cortita jajajajaja, yo acostumbro escribir mucho, pero bueno...

¡Esto es para ti amiga: incestyaoilady! ¡Animo amiga y sigue escribiendo plis… :3!