Lo veía en la escuela, por las calles, en Vongola, en sus sueños y hasta ahora es que finalmente explota. Ver todos los días a ese herbívoro que tiene por jefe ya era colmo, no tenía paz en ningún momento del día desde que el castaño se le confesó y aunque lo rechazó y él se conformó con amistad no ha podido descansar mentalmente, aún tenía la sospecha de que Sawada Tsunayoshi, todavía albergaba esos sentimientos que por tanto tiempo guardó. No le prestaba atención y contradecía cualquier calumnia que asegurara de que se amaban pero por alguna razón, el presidente del Comité Disciplinario no podía dejar de pensar en él, todo le recordaba y le sabía a él, muy a pesar de tratarlo mal y odiarlo sin razón aparente, ya que aún no caía en la cuenta de que realmente sí estaba enamorado del herbívoro, ése herbívoro.
Se da cuenta de sus sentimientos, sabe de antemano que serían correspondidos pero él, Hibari Kyoya, por excelencia siendo como es, nunca aceptaría que aquello que siente sea conocido por nadie nunca. No es que odie el tono amable y cariñoso con el cual Tsuna se refiere a él ni tampoco es que le desagrade las reuniones que organiza para cuando alguien cumple años (es sólo que hay demasiada gente) lo que le cabrea realmente es que es un débil, ridículamente débil, tan fácil de manipular, tan simple como es de devastarlo para alguien tan experto en la tortura como él, pero por sobre todo, es jodidamente tierno. ¡Si! Eso es lo que menos puede soportar del castaño, ¿Cómo es posible que alguien amable y lindo pudiera ser tan inútil? No cabía en su lógica, por mas que tratase de pensarle, bueno, tenía sus momentos en donde demuestra ser un gran oponente digno de respeto, pero también habían momentos donde era todo lo contrario. No encontraba las palabras para describir tales cambios, era algo que no comprendía y cada vez era menos.
Aún así, por todo lo demás era una persona tranquila, algo torpe, pero en definitiva se podía hablar bien con él y hasta también podía tener esos momentos de paz que tanto ansía recuperar pero difícilmente lograba.
Antes de caer ante sus pensamientos se golpea mentalmente por ello, sin duda un pensamiento inapropiado en él, pero hasta su mente (si no es que todo el cuerpo) le traiciona para poder ir con él, para pensar y vivir por él. Le desagrada ser tan débil, siendo un depredador por excelencia, por rendirse ante su voluntad para caer en movimientos no típicos que su cuerpo hace cuando ve a ese castaño tan débil, tan amable… Si, lo admite, le gusta ¿y? Más bien, lo ama y se desvive casi como Gokudera (porque él no hará un ridículo por ese inútil, ni muerto).
-Hibari-san, ¿te ocurre algo? Luces molesto –le preguntaba la causa de su malhumor mientras acompañaba a los demás guardianes a una caminata "normal" antes de cualquier pelea.
-estoy bien, no es de tu incumbencia –cortó la conversación con desdén, evitando mas preguntas de parte del otro fulminándole con la mirada, provocándole un ligero miedo y volviendo para sus amigos.
En efecto, odia amar así, odia sentir esa sensación de ahogarse cuando algo le sucede a ese herbívoro y luego la satisfacción al saber que está bien, es molesto sentir todo aquello, aunque lo ame mas que a nada.
Pobre Tsuna, si supieras en la trivialidad en la que estás metido; ya que has encajonado a tu Guardián de la Nube en una pelea interna constante contra su corazón, como Hibari odia amarte.
