Disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen, si no a su autora J.K Rowling, yo sólo los he utilizado para satisfacer mis ansias de imaginación.
Notas autora: Esta historia está ambientada en la época en que Harry y Draco aún eran estudiantes de Howarts, la guerra aún no es una constante en sus vidas, aún la profecía no era algo que pesara en la vida de Harry, pero no por ello he de dejar de lado algunos sucesos que se puedan relacionar con el mago tenebroso. Como no he leidos todos los libros pido disculpas por si hay puntos descontextualizados con la historia original, y espero que sea de su completo agrado. Este fic contiene genero Shonen-ai de Draco x Harry, pues resulta que los Malfoy son mis personajes preferidos de esta saga.
Aclaraciones de simbología: Las letras en cursivas son recuerdos, la letra en cursiva con cremillas representan cartas o pergaminos. El título hace completa referencia a Draco, quien yace enamorado de Harry pero sin poder aceptar el amor que le tiene, por miedo y orgullo.
Dedicado a mi hermana.
Idilio
"…Te amo con el silencio de mi boca
Y el gritar de mi corazón…"
-Anónimo-
Capítulo I
-El trabajo deberán entregármelo en una semana. Las pociones deberán estar finalizadas para entonces, y por cada condimento mal mezclado, o algún proceso mal argumentado en vuestros pergaminos provocará que se les reduzca una cantidad considerable de puntos a sus casas. – la voz de mi profesor resonaba en mi cerebro, y me golpeaba inmensamente. Logrando que me doliera mi cabeza. Estaba seguro que podía sentir su aliento golpearme mi cara. Sus ojos oscuros y negros observándome detenidamente. –Las parejas ya fueron decididas, y no, no hay cambios. Si no les gusta con quien les tocó hacer su trabajo eso no es mi problema. No me interesan las pequeñas rivalidades que puedan tener entre ustedes-
Al profesor Severus Snape era muy poco lo que podía interesarle sobre las relaciones personales que uno llevaba con los jóvenes de las casas ajenas a las otras. Por ello no se preocupaba cuando en los grupos que solía escoger, se encontraran aquellos enemigos declarados de por vida, o por el contrario, los amigos de siempre.
Pero algo era seguro, siempre, siempre terminaba vinculado con Potter.
Aquello no me desagradaba, pero mi sentido Slytherin suele apoderarse de mi persona más lejos de lo que yo podría dominar; tendiendo por lo general a su humillación pública, y si lo lograba; y mi intelecto me lo brindaba, su destrucción plena desde el interior de su alma. Jugar con los sentimientos no es algo que yo apruebe, pero aquel griffindor tiene algo, algo extraño y al mismo tiempo escalofriante que provoca disfrutar el molestarle con sus tontos amigos o sus escasos familiares.
Aunque claro, jamás iba a admitir que me agradaba el chico dorado de la casa de los leones.
-Te lo dejo claro desde ahora Potter- le dije con una cortesía no muy propia de mi ser. De hecho, sentí que mi voz no sonó con el mismo tono con el cual solía dirigirle mis burlas.- Nos dedicaremos a terminar esta poción, que de hecho estoy seguro que podría hacer sin tu ayuda, y si no nos sale perfecta tendrás que hacerte un espacio en tu ocupada agenda para juntarte conmigo y trabajarla.- Cuando le hablaba de esa forma, me gustaba observar la expresión seria que adoptaba su rostro. Potter siempre ha tenido algo que me ha llamado la atención para contemplarle. Sus ojos solían mostrar la profundidad de sus emociones. Y ahora, mientras mis pupilas grises luchan con su mirada puedo distinguir como un intenso verde esmeralda adorna a esa tez blanca.
Su enojo era algo evidentemente notorio por cualquier lado en que se le mirara.
-¿Y acaso crees que permitiré que nos salga mal?, mientras menos tiempo tenga que pasar contigo es mejor para ambos Malfoy-
-Entonces deja de hablar y camina por los ingredientes Potter- Sí, nunca iba a dejar de tratarlo de aquella manera. Porque para mí es mucho menos complicado que tratarle con cortesía. Eso es un aspecto de mi vida que no puedo hacer con el ídolo del colegio.
-¿Y qué piensas hacer tú por mientras? No creo que te quedes sentado mientras yo hago tus mandados-
-Para tu información yo estaré preparando los condimentos, quiero una buena calificación. Y confío plenamente en mis capacidades en esta asignatura, ambos sabemos que yo estoy mucho más capacitado en ello- No me replicó, logré visualizar como una mueca de resignación cruzó su cara. Se levantó, tomó la lista del jefe de mi casa y buscó los materiales necesarios. Siempre he sido un gran actor, por ello no se dio cuenta de cómo le estaba observando mientras mi rostro se encontraba enfocado en algunos punteos que había garabateado para el informe.
-La poción que tienen que preparar es un poco distinta a las que están acostumbrados. Dado su complejidad es el tiempo que les he asignado. No tiene efectos secundarios, a menos que sean tan incompetentes para que ello ocurra. No quiero ver la enfermería provista de alumnos inútiles que no lograron si quiera seguir unas simples instrucciones de un pergamino- lo chistoso es que siempre Potter y la comadreja Weasley eran los pobres moribundos que terminaban en la enfermería. Y no, yo nunca he saboteado las pociones. Simplemente cuando las termino es el moreno el que está obligado a beberla. Yo no me iba a arriesgar a ello. Y no, no me malinterpreten. Yo tengo plena seguridad en lo que hago, pero cuando está el griffindor demasiado cerca me dedico en gastar más energías en molestarle que en mis actividades escolares.
A veces me pregunto si las cosas serían mas sencillas si me hiciera el tiempo para analizar lo que realmente ocurre en esta extraña manera de relacionarnos. Y la respuesta es un rotundo no. No quiero analizar nada. Por que simplemente no quiero vincularme de una forma más profunda con aquel ser de mirada marina.
Prefiero estar cerca de él como la escoria que cree que soy. Eso es algo que todos tienen por seguro: Draco Malfoy siempre será el enemigo perfecto para Harry Potter.
-Esta vez Snape se pasó…- murmuró Granger unos asientos más lejanos de mi ubicación.- ¿Puedes creer que si algo sale mal los efectos secundarios podrían ser impredecibles Ron?, ¡pobre que no seas preciso en tus movimientos! – la comadreja parecía en estado de shock momentáneo. No es raro, no digamos que sea una de sus mejores cualidades. Dentro de las que se puede mencionar claro. – No pienso tomarme esta cosa Herm, ya lo he vivido demasiadas veces.-
El tonto de Potter le mandaba mensajes visuales a la comadreja. La sonrisa que le transmitió…provocó que mi ánimo empeorara y mis ganas de concluir rápido por este día se dispararon. Él simplemente no pudo preveer cuando le arrojé algunos de los tallos que me había dedicado a cortar con tanto esmero.
-Malfoy sé que estás necesitado de atención, pero para algo tienes tu boca- bueno, el problema fue que "la atención" que yo exigía en ese minuto no quería que fuera compartible, mi cuerpo tembló al darme cuenta de ese pensamiento. Todas las hormonas de mi cuerpo se encendieron en un mismo minuto, y sólo pude morderme los labios. Yo NO iba a sentir eso por Potter, lo había decidido y así se quedaría.
-No te creas cara rajada- no tenía un comentario mas inteligente que decir. Mi lengua no logró sacar algún apelativo lo suficientemente ácido para darle la revancha. Simplemente me concentré en la estúpida poción, mientras maldecía; imaginando el pecho de Harry cubierto sólo por su camisa abierta.
Diablos, lo había hecho otra vez.
-Malfoy me parece que la poción está demasiado concentrada-
-Dame una razón para creer en ello y te dejo arreglarla entonces- obviamente la respuesta nunca salió de su boca. Aunque yo sabía que no estaba del todo bien, pero no importa. Es el tonto león el que termina bebiéndola siempre.
-No pienso beberme eso Malfoy-
-Ah, que coincidencia, por que yo tampoco ando con las "ganas" suficientes para ello Potter- me gusta pelear con él. Sin embargo, jamás iba a escuchar de mi boca que no tenía idea de que había colocado, pues había estado imaginando todo tipo de cosas…exóticas por decirlo de alguna forma; pero nada de ello me importó realmente cuando tuve la primicia de contemplar su rostro sonrojado.
-Olvídalo, esta vez si que no me la bebo-
Lo otro que conocía perfectamente del niño que vivió, es que era condenadamente terco. Y lo terco le quitaba la inteligencia.
-Decide- no iba a desaprovechar para manipularle, es uno de mis juegos favoritos. – O te tomas esta poción, lo cual sólo durará unos segundos o tú redactas el informe, lo cual te costará varias noches en vela y visitas constantes con el profesor Snape-
Claro que esta vez el juego se me salió de control.
-Yo hago el informe Malfoy- y para rematarle, y haciendo gala a mi orgullo tomé el oscuro líquido, sintiendo como se quemaba mi garganta en un instante. No conocía muy bien lo que debería pasar, pero supongo que salió perfecta por la mirada satisfactoria de mi padrino.
Claro, si no fuera por que el piso me dio vueltas y el rostro de Harry se me desfiguró por completo.
Si no sentí el golpe contra el piso era por que mi cuerpo se encontraba demasiado petrificado para ello…aunque no razonaba el hecho de que Potter me hubiera sujetado.
Interiormente me maté de la risa, por primera vez me tocaría a mí hacer el papel del perfecto inútil que terminaría en la enfermería, y ni siquiera por culpa de Harry.
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Supongo que si cualquier otro ser humano se hubiera encontrado en mi situación, habría pedido las explicaciones pertinentes en el momento adecuado. Pero no Draco Malfoy.
Cuando desperté en la enfermería ni siquiera pregunté quien me había llevado en mi estado de inconciencia. No tenía que ser un genio para adivinarlo. Considerando que la persona que posiblemente había sentido un poco cuando todavía no sucumbía a los efectos de una poción que yo mismo había realizado incorrectamente, se trataba nada más y nada menos que el centro del dichoso trío dorado de Griffindor.
Todos en nuestro dichoso colegio conocían la fama del chico de ojos verdes. Aunque nuestras diferencias fueran las más excesivas, destacándolas hasta el cansancio en una rivalidad infundada por caprichos y deseos egoístas de nuestras casas, Potter nunca iba a dejarme moribundo en aquella sala de clases.
En primera, por que estaba mi padrino, quien sería capaz de maldecirle en ese mismo lugar por haber representado la inutilidad máxima, ya que era poco probable que su alumno estrella haya cometido alguna equivocación.
Y en segunda, por que su sentido de justicia era tan inmenso que no distinguía entre amigos y enemigos.
No pregunté si alguien había venido a visitarme. En mis primeros años lo habría hecho, pero no ahora que me faltaba menos de un año para postularme para prefecto de mi casa. Un papel que estaba seguro, nadie más que yo representaría mejor.
-Señor Malfoy todavía no ha descansado lo suficiente- claro que otra de las cosas con las cuales todavía no he aprendido a lidiar es con Madame Pomfrei. Tan terca y llevada de su idea, parecida a esa maldición de cabellera negra azabache que no ha logrado irse de mi mente, ni siquiera mientras fui inducido al sueño por aquellos brebajes mortalmente desagradables. – Su cuerpo sufrió una limpieza de emergencia debido a la toxicidad del líquido que se bebió. Su profesor encargado mandó una orden de que no podía irse de aquí ni asistir a sus siguientes clases-
Claro, mi padrino ya tenía todo arreglado. Una muestra más de su inmensa fidelidad a mi familia.
-Ya estoy bien, estoy de pie y conciente- aunque me temblaban un poco los brazos y mis piernas no quería quedarme en ese sitio. Prefería estar ocupado, y así evitaba pensar en lo que no quería aceptar. Prefiero mi mente ocupada, atareada, a que mi imaginación vuele en aquellas paredes inmaculadas y solitarias. – Yo fui responsable de lo que pasó, y si yo digo que me encuentro bien es por algo. Ahora, si el profesor Snape viene usted dice que la amenacé-
Ella me quedó mirando con esos ojos enormes. Su expresión no era de sorpresa, más bien era como si ya hubiera previsto que yo diría algo como eso. Lo cual no se escuchó muy Malfoy francamente.
-Ya se lo dije y no se lo repetiré: vuelva a la cama. Si no lo hace tendré que inducirlo al sueño nuevamente, hasta que su cuerpo se haya liberado de cada una de esas toxinas y créame. No despertará en por lo menos dos días-
En una situación normal habría reclamado, y lo más paradójico de todo era que yo habría querido seguir en la enfermería saltándome las clases, por que tenía que compartirla con las casas que para mí no valían la pena. Sin embargo ahora, lo que menos deseaba era quedarme solo. Por que siempre llegaba a la misma conclusión, y por más que me convenciera me seguía dando vueltas en el mismo tema.
Finalmente me resigné. Suspiré largamente y me dejé caer en la cama. Mis ojos quedaron en el techo, clavados mientras me lo absorbía con mi visión, tratando de no perder el sentido de mi realidad. Cosa que me pasaba a menudo.
-Por si le interesa algunos de sus compañeros estuvieron preguntando por su salud esta mañana- Bueno, era fácil de predecir que Pansy habría estado preguntando por mí. Frente a todas las personas, ella es mi "novia". Pero entre los dos hay un pacto mucho mayor, no nos queremos de esa manera. Más bien, nos protegemos. Y Blaise, aunque somos muy distintos y no actuamos efusivamente como la comadreja con Granger, nos apreciamos. Sí, de una forma muy poco convencional y ácida. Casi no aguanto el temperamento de Zabini, pero extrañamente somos amigos.
A él le pasa casi lo mismo cuando mi personalidad anda distorsionada, y de muy mal humor.
Los puntos en el techo ya no se me hicieron tan interesantes como había imaginado, ni siquiera el profundo dolor que yacía en las palmas de mis manos me importaba.
-Lo siento, pero el joven Malfoy no puede tener visitas a esta hora- de lejos escuchaba como mi "enfermera" impedía a alguien verme. No me interesaba en lo más mínimo, en este instante sólo quería tener la mente ocupada.
-¿Está despierto?- pero mi intento se vio frustrado cuando escuché aquella voz fina, lo cual provocó que mis ojos se abrieran desenfocándose. ¿Acaso su buen sentido de bondad lo habría impulsado a preguntar por mí?
Maldito sentido de la justicia Grifindor.
-Señor Potter si quiere ver al joven Malfoy venga después de la hora del almuerzo, quizás entonces lo pille ya conciente.- no quería verlo. No tenía por qué estar aquí, fue un error mío; el cual estoy pagando como se debe. Seguro que Snape lo obligó a preocuparse. Lo más seguro es que hasta le haya amenazado con una cantidad exorbitante de puntos de su casa.
Madame Pomfrei se retiró, y escuché como se cerró la puerta tras de ella.
Nunca se lo diría, pero esta vez agradecí no ver al héroe innato del colegio.
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-No puedo creer que hayan sido tan descuidados, especialmente tú Harry- Hermione nunca había tenido rodeos para expresarse. Y ahora que Malfoy se encontraba en la enfermería, al parecer inconciente todavía, luego de haber sido inducido a dormir hace dos días, indicaba que no era nada bueno el resultado.- ¿Te imaginas si te hubieras tomado tú la poción?- Harry le quedó mirando con algo de cansancio. Ya se sabía el sermón de memoria, no era raro que las pociones se enloquecieran cuando le tocaba trabajar con el rubio, pero era la primera vez que le tocaba a la serpiente caer en la enfermería. -¿Qué fue lo que hicieron mal?, me extraña por que tú sabes que Malfoy es el mejor de su casa en la materia-
Eso era lo raro. Malfoy no le había estado molestando como de costumbre mientras trabajaba en su poción, de hecho ni siquiera le había estado mirando. Lo raro también caía en que no le había reclamado diciéndole que todo lo que estaba haciendo estaba mal. El Slytherin había preparado casi toda la poción por su propia cuenta.
-¿Y cómo quieres que yo sepa eso Herm?, si siempre es él el que las prepara. Todas las veces anteriores yo incluía algún ingrediente que no estaba en la lista, o me equivocaba en el tiempo de cocción. Sin embargo, esta vez ni siquiera toqué el caldero.-
-¿Estás insinuado que Malfoy se equivocó?- por el tono de su voz no se lo creía.- Vamos, sabes que una persona como él no se permite errores. De seguro tú hiciste algo sin darte cuenta-
No tenía caso razonar con la leona de cabellos ondulados. Él estaba seguro de no haber tocado nada del caldero. Sin embargo, su amiga no estaba siendo lo suficientemente razonable tampoco. Si Malfoy había cometido un error no se acabaría el mundo, aunque si podría darle material para molestarle en forma de venganza.
-Como sea, ¿Fuiste a verlo?- habían dirigido sus pasos hasta el comedor. Varias cabezas de la mesa de las serpientes miraban en su dirección, con la clara intención de recordarle que por su culpa faltaba un miembro importante en aquella mesa.
-Si fui Herm, pero no me dejaron entrar. Tú sabes como es madame Pomfrei con lo que refiere a las visitas, ni siquiera me dijo algo sobre su estado-
-Mira, una cosa es que se lleven mal; pero no seas como él. Vas a ir a verlo luego del almuerzo, aunque sea por cortesía. Una cosa es que no se aguanten y otra muy distinta es que te comportes como una verdadera serpiente-
-Sabes que Harry no es así Herm, y deja ya el tema. Me tienen mareado- y Ron nunca cambiaría. Harry suspiró, tomando un vaso de jugo que había aparecido en un instante. El salón en sí estaba más bullicioso de lo normal. Demasiada energía en un sólo día. Hermione se había encontrado más agitada de lo normal por los ramos que llevaba y Ron de por sí había amanecido insoportable. Era raro no tener la vocecita de aquel ser de ojos grises revoloteando en su oído. Se había acostumbrado tanto a aquellos encuentros que cuando se agitaba el patrón de comportamiento se sobresaltaba, y parecía que todo estaba de cabeza.
Mientras saboreaba un trozo de pollo su mente había estado meditando las palabras de su amiga. Cosa que había estado haciendo a menudo desde que se había dado cuenta de que es mejor observar y escuchar. Las precipitaciones de sus acciones le habían acarreado grandes pérdidas. Su padrino había sido una, y él ya no quería sentir una opresión en el pecho con esa misma intensidad.
Lo que sí su amiga no sabía, es que la presencia del rubio no le era del todo desagradable. Por ello mismo también había partido a verlo cuado tuvo la oportunidad, por que su sola presencia le representaba algo demasiado misterioso. Algo atrayente, pero que no podría definir por que no conocía su significado.
Sólo sabía que en este minuto hubiera dado lo que fuera por que el rubio hubiera aparecido, gritándole de que fue su culpa haber arruinado un trabajo tan perfecto como el suyo.
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Cuando el profesor Snape prácticamente exigió que se retirara de su clase de defensa contra las artes oscuras supo de inmediato que era por causa de aquel chico de cabellos dorados que aún no se reintegraba a las aulas.
Ahora se encontraba en el despacho de su profesor de pociones, cosa bastante extraña si es que alguien le preguntaba. Por lo general se habría esperado que la jefa de su casa lo hubiera llevado frente al director del colegio. Albus Dumbledore era mucho más fácil de tratar que Severus Snape. Snape era impredecible, difícil de entender. En cambio su querido director tendía a decirle las cosas con meros gestos que sólo él podría comprender. Esa era una de las tantas ventajas que tenía al pertenecer a una de las casas más leales de entre las cuatro existentes. No importaba la situación, él siempre tenía un método para enterarse de los acontecimientos que rodeaban al colegio. En este caso era distinto.
Severus Snape se lo había arrastrado hasta su despacho; y ahora lo tenía esperando en medio de un ambiente tétrico, adornaba por miles de estantes de pociones, brebajes y condimentos. No era una de las salas que él en lo personal accedería a visitar.
Si aquella situación tan bizarra se había dado por culpa de cierto chico Slytherin esperaba que el castigo que se le fuera implementado hubiera sido al menos conversado con su jefa de casa.
Claro que lo que terminó escuchando por parte de su profesor de cabello lacio fue algo muy distinto a lo que tenía en mente.
-Espero que esté contento, por su completa incompetencia tengo a uno de mis más valiosos alumnos en la enfermería- Bueno, para el griffindor de cabellos azabaches no le pareció sorprendente que su profesor comenzara su sermón aludiendo al estado actual del rubio. Tampoco aquella mirada penetrante que le estaba dirigiendo. Harry intuía que la condición de ahijado del slytherin influía bastante en las determinaciones de Severus Snape. – Y no, no trate de defenderse diciendo que usted no hizo nada. Ya hablé con el joven Malfoy-
Lo único que pudo hacer fue cerrar la boca rápidamente, evitando así que su profesor le recriminara otra vez. – Y por eso mismo fue que lo mandé a llamar-
Para su mala suerte las cosas no se le podían dar fáciles a él. No señor, haber comenzado con el pie izquierdo, lo cual literalmente fue así; dado que se enredó en las sábanas y se cayó de la cama provocando un estrepitoso ruido al chocar con el suelo. La entrega de los primeros timos, que de hecho no sobresalió, y luego el incidente de Malfoy hace dos días atrás.
No, definitivamente no había sido su mejor semana.
Ahora sólo faltaba que ese joven de cabellera rubia y lengua viperina le haya echado por completo la culpa, cosa que no era de extrañar. Malfoy tenía una dote muy particular para hacerse la víctima en casi todas las situaciones en las cuales se veían involucrados.
-Sé que usted Potter, para desgracia mía, no tocó el caldero- pero que el profesor Snape le estuviera diciendo justo lo que él había estado tratando de decir lo dejó pasmado en su sitio.- Créame que aún así le digo que fue su incompetencia lo que provocó el accidente durante mi clase-
-Pero si usted mismo sabe lo que pasó-
-El hecho de que usted no estuviera participando en la construcción de la poción me indica claramente que no le prestaba la debida atención al señor Malfoy. Lo que indica que usted no estaba haciendo absolutamente nada, solo gastar el aire del salón.- Harry sintió sus puños presionados. ¡Es que era increíble! ¡Lo estaba recriminando sabiendo que era inocente!
-Profesor yo no hice nada. Si Malfoy cayó a la enfermería fue por un descuido suyo, yo no tuve nada que ver. Usted mismo me lo ha dejado bien claro en estos segundos.-
-Oh, gracias señor Potter por informarme algo que sé con perfecta seguridad- Daba ira comprobar lo muy Slytherin que era su profesor. Aquellos ojos oscuros no le mostraban nada, ni siquiera podía contemplarse para ver si se reflejaba en aquellas pupilas. –Antes de que vuelva a interrumpirme con sus reclamos infantiles y sin fundamento le aviso que si estoy haciendo esto es por que el director me lo exigió.-
-¿El profesor Dumbledore?- Si a Harry ya se le había hecho extraño el acontecimiento ahora le parecía un rompecabezas con miles de piezas faltantes.- ¿Qué le pidió profesor?-
Snape internamente sonrió con cinismo. El cambio de humor de ese chiquillo de Griffindor fue demasiado palpable cuando le mencionó a su máximo protector. Era tan parecido a James, tan…repugnante.
Y se sentía tan impotente por que él no había podido sacarle la información al rubio. El tener que recurrir al peor alumno de su clase no se le hacía el más perfecto de los sueños.
-Lo que le diga queda aquí, de lo contrario me veré en la obligación de hechizarlo y borrarle su memoria. Aunque con suerte podré encontrar algo que valga la pena en su vacía cabeza- Su profesor soltó un prolongado bufido; antes de soltar alguna cosa. No confiaba en Potter, y no confiaba en exponerle una de sus mayores preocupaciones…pero si Draco enloquecía…no, no quería pensar en esa pequeña, pero horripilante posibilidad.
-Ni yo, ni su idealizado director sabemos que fue lo que hizo el joven Malfoy para que saliera mal su trabajo-
-Profesor, eso ya lo…
-Cállese y déjeme terminar- Harry se contuvo. Pero le era difícil, por que él actuaba por instinto, no pensaba mucho en sus acciones. Quería hablar, pero la sola presencia de Severus Snape lo intimidó. – El problema no recae en ello, si no en los efectos colaterales que puedan surgir. Usted mismo lo ha comprobado millones de veces. Sólo tiene que forzar a que sus neuronas le traigan una escena en donde la señorita Granger terminó en la enfermería convertida en gato.-
Si lo recordaba. En ese tiempo recién Hermione estaba perfeccionando su magia, y había salido mal su adquisición de cabello.
-¿Cree que a Malfoy le pueda pasar algo parecido?-
-Desgraciadamente Potter no tengo respuesta a esa pregunta. Así que procederé a la orden dejada por su Director- Snape extrajo un sobre desde uno de los bolsillos de su túnica. Los ojos de Harry le contemplaron, y procedieron a guardarlo en su pantalón. – Cuando termine de leerlo el papel se desintegrará, le aconseje que lo lea en su habitación. Una vez que lo haya meditado me busca-
Harry se alejó, dándole la espalda a su profesor de pociones.
Cuando estaba cruzando la puerta, el melodioso sonido de la voz de Severus snape se alzó, gruesa y potente.
-Lo olvidaba. 10 puntos menos por haber llegado tarde a mi clase, ahora puede retirarse señor Potter-
Y sí. Definitivamente Severus Snape era muy Slytherin para sus cosas; no le extrañaba que estuviera del lado de las serpientes.
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-¿Qué fue lo que te pasó Draco?- aún podía escuchar el tono de su padrino repitiéndose en el interior de su oído. Si no le había respondido no era por que no supiera. Era por que no quería que él lo supiese.
¿Si le había pasado algo durante la clase?
En realidad no podría contestar eso nunca. Lo único que tenía claro en ese momento era que sentía unas inmensas ganas de golpear a la comadreja Weasley. No entendía como Harry podía tenerlo de amigo, juntarse con él y quien sabe cuantas cosas más.
-Si fue culpa del incompetente de Potter te juro que me encargaré de que la pague como se merece- cuando contempló a su padrino desde la cama de la enfermería entendió plenamente a donde iba a llegar el punto. Y su respuesta de inmediato fue no. Draco Malfoy no estaba dispuesto a esa clase de paga.
Le había costado decidirlo.
Él no iba a sentir algo por el moreno, y lo primero que tendría que hacer sería reducir los mínimos contactos que frecuentemente tenían.
Al principio le encantaba ser el centro de atención del moreno. En una discusión, en un encuentro con sus penosos amigos, o por algún trabajo designado por sus profesores. Toda su vida desde que entró a Hogwarts había tratado de conseguir su atención. Un parte impulsado por aquellos resentimientos infantiles que aún poseía en su memoria, y otra por el sentimiento que se apoderaba de sí cuando le veía, con aquellos ojos verdes luminosos.
Pero se acabó, él mismo había llegado al límite.
Lo había comprendido al distraerse de aquella forma durante su clase de pociones, y debido a ello se lastimó. Y aunque no quisiera admitirlo, sentía miedo de lo que le causaba la sola presencia del griffindor cuando se encontraba muy cerca suyo. Siempre se mostró firme, y seguiría haciéndolo; por más que en su interior se estuviera devastando en pedazos.
-Profesor Snape- y aunque fuera su padrino le trataba con respeto, como lo habría hecho cualquier miembro de la prestigiosa familia Malfoy- Esta vez Potter no tuvo nada que ver con el incidente-
El rostro que le había brindado Severus fue una delicia. Desconcertado de una manera que jamás había observado. Lo irónico de todo es que le dieron unas inmensas ganas de reír.
-¿Qué?- y su monosílabo sólo le brindaba más razones para creer que la situación se volvía mucho más picaresca. – Si estás tratando de cubrirlo Draco…-
-Sabe que yo jamás haría algo como ello profesor- su mirada gélida fue suficiente para que el de cabellos azabaches le creyera. No entendía tampoco cómo se le había venido a la cabeza tal disparate. - Él nunca haría eso por mí…- y aunque lo dijo como en un susurro, sintió pánico al pensar que su profesor le hubiera escuchado.
-Si es verdad lo que dices, entonces supongo que el señor Potter queda liberado del asunto- perfecto. Eso era lo que había querido escuchar desde que ingresó a la enfermería. Draco lo había confeccionado con mucho cuidado. Aunque no le gustaba admitir que un error propio le había provocado tal daño, era mejor confesarlo antes de que su padrino determinara aquel castigo que le quedara como guante a Potter. Algo que odiara hacer, y que sufriera por ello. Entonces su estado sicológico sería tan malo, y su ánimo tan inestable que comprendía perfectamente que con su sentido Slytherin podría aprovecharse de la situación. Y él ya no estaba para juegos.
Draco se dejó caer en la almohada. Las imágenes de la visita de su profesor saltaban rápidamente en su cabeza, todas acumulándose y golpeándose.
No le había mentido a su padrino, sólo había omitido los detalles importantes que explicaban el por qué de su conducta durante la clase.
-Realmente no comprendo tu decisión, Draco- no necesitaba que lo hiciera. En este momento ni siquiera él mismo se comprendía. Lo único que sabía era que no quería sentirse así de débil, de vulnerable frente al joven que ha sido su mejor enemigo en todo lo que lleva en el colegio.
¿Por qué los sentimientos tenían que volverlo tan distinto a como siempre se mostraba?
Por que siempre se encontraba fingiendo.
Fingía ser el estudiante tramposo, y molesto frente a Potter; por que era mucho más fácil odiarlo que aceptar lo que sucedía en verdad; y en el fondo por que envidiaba un poco de su esencia tan simple.
Fingía ser una escoria, por que dentro de sus venas corría la prestigiosa sangre digna de todo chico de la casa de Salazar Slitherin.
Fingía sus emociones, por que dentro de su familia debía siempre mantenerse al margen. Aprender a controlarse en toda situación es algo fundamental que todo heredero Malfoy debe dominar.
Por eso ahora que tenía un verdadero sentimiento. Uno auténtico y no sabía como actuar, como sentirse o aceptarlo.
-Sabes que con lo que ocurrió el joven Potter tendría que estar a tu servicio por tiempo indefinido. Un castigo muy adecuado si me permites decir- y no. Eso era lo que él no quería. Mientras más cerca de Potter, más grande se volvería aquello que aún no lograba comprender. Más escalofriante.
¿Cuál era entonces el verdadero problema?
El problema radicaba en que así, con "aquello" atrofiándole su corazón no lograba gustarse. Así de…humano.
A él le gustaba su otro yo, ese ser firme, egocéntrico, narcisista, sarcástico, y frío. Como un verdadero Malfoy tendría que ser.
Nunca le había pasado antes, no de esta manera. No con tal intensidad, y por eso sólo conocía una forma rápida para dejar de lado todas sus preocupaciones.
Lo mejor era olvidarlo.
Extraer cuanto antes aquel sentimiento para actuar como siempre se ha mostrado. Sin dudas, sin horribles emociones que se reflejen en el color de sus ojos. Cuando sentía que "eso" se encontraba presente podía percibir como se suavizaba su mirada, como se relajaban sus labios. No lo iba a permitir.
Todo aquel amor que pudiera sentir lo volcaría en lo único que conocía con plena seguridad hacia ese ser moreno. En un odio que careciera de sentido racional hasta para la mente más brillante.
-Ni siquiera sabemos si lograste algún tipo de efecto secundario- no le diría a su profesor que él no sabía que había hecho. Otro dato para colocar en su lista de "borrar todo sentimiento de su corazón" - ¿Sentiste algo cuando te desmayaste?-
Un vacío…y una oscuridad profunda que se lo envolvía y que se lo tragaba consigo. Un horripilante sentimiento de dolor en su espalda, mareos, nauseas. Cuando despertó creyó que su cabeza le iba a estallar como una inmensa bomba de tiempo, y un extraño cosquilleo en sus manos.
-Sólo me sentí vacío- y no le estaba mintiendo, eso era lo que más recordaba con exactitud. Vacío…como un muñeco que se movía y que respiraba en respuesta de otro, pero no por si mismo. Cuando Snape se retiró de la enfermería estaba seguro que había sido por algo que hubiera dicho. Quizás tenía una idea de qué procedimiento había realizado erróneamente. Sea lo que sea no supo definir la expresión de la cara de su padrino.
Tan carente de cualquier sentimiento humano que le aterrorizó, e irónicamente, fue como verse en un espejo.
Después de todo eso era lo que quería ¿cierto?
Suspiró, escondiendo su rostro lo que más pudo, sin comprender del todo lo que estaba pasando consigo. Él no lograba quererse de esa forma tan emotiva, no lograba gustarse, y aún así…dudaba.
-Basta de tonterías sentimentales de personas vulgares- apretó sus puños fuertemente. Ya lo había decidido, y un Malfoy no se retracta. – Es lo que quiero y punto- a como diera lugar eliminaría cualquier rastro de cariño por el griffindor. Aunque tuviera que perder su corazón en el camino.
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Harry había logrado evadir a la leona de cabellos ondulados. Ron tampoco se la había puesto fácil. Engañarlos no era una de sus mejores ideas, pero Snape le había advertido. Aunque le doliera guardarles cualquier clase de secreto, sabía que no era la primera vez. Ellos lo entenderían. Ahora lo que le importaba era la absoluta y completa discreción. Si cualquier ser ajeno a su persona se enteraba de lo que estaba escrito en la carta, estaba completamente seguro que su profesor de pociones lo hechizaría y quien sabe, quizás le diera el privilegio al rubio desaparecido para vengarse como se merecía.
Aunque ello no le desagradaba del todo…
-Vuelve a la tierra, Malfoy se encuentra en la enfermería. Y aunque no quieras admitirlo una parte fue por tu culpa. Claro, muy pequeña.- se sentía un poco raro hablar consigo mismo, le faltaba Hermione. Necesitaba que le aconsejara ahora mismo, y así disipar cualquier duda de su mente. Rápidamente rompió el sobre, asegurándose antes de que nadie entrara a su habitación. Había elegido una hora de clases en la cual nadie osaría faltar. Snape los castigaría a todos quitándoles puntos de sus casas.
-Soy un genio- pensó el moreno llevando sus pupilas hasta las letras estampadas en el papel.
-"Harry, sé que esto no es muy tradicional viniendo de una persona como yo. Pero estoy seguro que lo entenderás. – su querido director siempre le había tratado con cariño, con mucha más atención que al resto de los alumnos del colegio, y ello lo llenaba de dicha. – Seré breve Harry. El joven Malfoy no nos proporcionó información sobre lo que pasó en el salón. Tú fuiste el único testigo, puesto que te encontrabas haciendo un trabajo como su compañero designado. He de decirte también que admitió su culpabilidad en lo ocurrido, liberándote por completo del incidente.- Aunque sabía que el único culpable fue el rubio, le hubiera parecido más normal que lo injuriara. Aquello que describía su director no le sonaba una acción muy Malfoy. Ni siquiera viniendo de un miembro de la casa de Slytherin. – Con ello te informo que no recibirás ninguna especie de castigo o sanción. Puesto que en palabras del señor Malfoy, sólo él fue responsable de sus actos. Tampoco aceptó los consejos de Severus. Por ello te escribo, el profesor Snape estuvo de acuerdo en mi decisión. Harry estoy seguro que el joven Malfoy mintió en su testimonio.- Dumbledore no dudaba de la palabra de sus alumnos, eran su joya. Su razón de vivir, por ello la carta había comenzado con un inicio tan extraño. – No te estoy culpando absolutamente de nada. Lo que de verdad nos preocupa es que el joven Malfoy nos haya escondido información. Me imagino que es difícil de comprender, y lo que te voy a pedir ahora no es obligación que lo hagas. Queda a tu completa libertad de decisión. – Sus dedos extrajeron el segundo pergamino, el tamaño que había elegido su director era lo suficientemente pequeño y al observar el segundo pudo percibir como el otro pergamino se había comenzado a deshacer.
"Una vez que leas el mensaje éste desaparecerá"
…Queda a tu completa libertad de decisión. Alcanzó a leer antes de que el papel terminara por desaparecer del todo. Sus ojos cayeron en las letras que habían empezado a escribirse en el pergamino.
-Necesitamos que vigiles al joven Malfoy Harry. Estamos seguros que aquello que buscamos tú podrás distinguirlo. Que te conviertas en una especie de sombra. Ser amigo suyo es casi imposible, por ello no estás obligado a hacerlo. – difícil, complicado. El orgullo y carácter poco tolerante de Draco Malfoy no le daría las cosas a la palma de su mano. – Severus cree que algo le pasó, y eso es lo que quiero que averigües. Que logres darte cuenta de aquel detalle que se nos ha escapado a nosotros-
Eso sí que era difícil. Malfoy jamás, jamás, primero se mordería la lengua, nunca admitiría que tenía un problema. Conociendo el tan característico orgullo y linaje de su familia, primero moriría antes de admitir que poseía alguna debilidad.
Harry lo pensó, lo meditó unos segundos. Se visualizó así mismo, cerca del rubio en cada segundo. Quizás descubriendo algo que sólo él tendría la primicia de contemplar. Un deseo egoísta, pensarían sus amigos. Pero en el corazón manda otro idioma y otras motivaciones.
Aunque su profesor le había dicho que no estaba obligado, él intuía perfectamente que ya habían sellado su destino con la carta. Una de las tantas manipulaciones que realizaba su director, aunque no haya sido verdaderamente intencional.
Rápidamente cogió su pluma, para garabatear su respuesta.
-Entrégasela al profesor Snape, y trata de volar por sitios en donde no te vean- le dijo a su fiel compañera. Ella tomó la carta con su pico, y se retiró de la habitación.
Aunque nunca le diría a ese ser de cabellera clara, el verdadero motivo de sus acciones.
Total… ¿Libre albedrío o no?
..Continuará..
