Es mi tercer oneshot SaiIno de la serie de oneshot que hago sin presión de nombre "La raíz de la flor". Ya me parece idiota e inútil tener un título para eso.


Una anémona por el abandono

por Ragdoll Physics


Ino entró a toda velocidad a su oficina con la esperanza recomponiéndose con cada latido de su corazón, se había quedado dormida esa mañana y ya le había pasado tres veces en esa semana. Ibiki la había reprendido el día anterior y aunque nadie podía arrebatarle su puesto en Inteligencia como legítima heredera de Inoichi, sí podía hacerle la vida imposible. Y su excusa era siempre la misma.

—Te estoy entrenando, niña, y parte de tu entrenamiento es que seas puntual —le dijo desde dentro de la oficina que se le había asignado a la florista, junto a otros dos miembros de Inteligencia. Instantáneamente Ino se paralizó en el umbral de la puerta y toda la esperanza de no encontrarse con su superior se fue a la basura—. Llegaste tarde otra vez —puntualizó al tiempo que se daba vuelta para encararla mientras cerraba una tarjeta que estaba leyendo antes de que ella llegara.

—No volverá a suceder —prometió casi sin pensarlo y cuando se escuchó a sí misma puso los ojos en blanco. «¡Tonta!», se gritó en su interior.

—Eso me dijiste ayer —contestó Ibiki con la voz calma y le extendió la tarjeta como si no estuviera enfadado realmente. «Sé que está torturándome, hace esto para torturarme», se dijo Ino—. Sabes que está prohibido recibir recados acá en el Cuartel, los leeré todos sin excepción.

—¿Un recado para mí? —preguntó totalmente asombrada, Ino no podía imaginarse quién había sido y su mente divagó en las figuras de Sakura y Shizune mientras abría la tarjeta sin estar preparada para lo que venía. La tarjeta venía doblada a la mitad para ocultar el contenido obsceno que traía en su interior, Ino pudo identificar inmediatamente de quién provenía el mensaje porque reconocía la tinta negra y los trazos, pero jamás había visto algún dibujo de Sai que detallara posiciones sexuales que sabía eran sus favoritas. Incluso veía el parecido que había entre el boceto de ella con claridad. Eran ellos teniendo coito, el artista y la florista.

Un grito horrorizado salió de su boca al tiempo que arrugaba el dibujo y hacía como si desaparecía, reducido a una pelota bajo su puño. Ibiki la miró desde las alturas, elevando una de sus cejas delgadas y plegando los brazos detrás de su espalda. «¿Por qué me está pasando esto?», se preguntó aterrorizada mientras sentía la mirada de sus compañeros de oficina, Iwashi Tatami y Hana Inuzuka. Probablemente ellos ya habían visto el dibujo pornográfico también pero no iría a preguntárselos derechamente y no creía tampoco que ellos le dijeran algo al respecto. Ino tenía claro que ese calvario que pasaba pensando en si sus compañeros la verían en su imaginación como los dibujos que Sai había dibujado con total detalle, era parte de la tortura que Ibiki la hacía pasar a modo de enseñanza cruel.

Para la hora de almuerzo Ino no tuvo las fuerzas ni el ánimo para almorzar con sus compañeros del Cuartel. Si había algo de lo que estaba segura era que en un lugar donde la extracción de información era la prioridad, el cotilleo y el intercambio de rumores entre los colegas era cosa de todos los días en Inteligencia, y ella había encajado a la perfección por lo chismosa que era; pero no era divertido cuando el tema de conversación era su novio extraño que dibujaba escenas pornográficas de ellos mismos y se los mandaba a la oficina a modo de cartas de amor.

En el Cuartel disponían de dos horas para almorzar por lo que Ino no perdió tiempo para dirigirse a su residencia con la intención de almorzar sola, a la espera de que otro novio imprudente hiciera una tontería para que hablaran de su novia y el Cuartel se deleitara a costa de ella. Pero la rubia no era tonta y se ilusionaba con soluciones que no llegarían porque Sai era bastante raro para darles material durante años y su primer incidente pornográfico era demasiado memorable como para ser olvidado.

Con ese pensamiento en la cabeza, Ino azotó la puerta en tanto le quitó el seguro para evitarse un chillido de rabia y su nariz percibió lo que su mente tardó en notar. El aroma a especias, a aceite calentándose y verduras cocinándose en agua hirviendo. «Almuerzo», pensó ella tras unos momentos de razonamiento y se lanzó al trote dentro del pasillo que daba a la cocina. Vapor que olía a un sinfín de sabores salía de una cacerola grande que se calentaba sobre los quemadores de la cocina y un novio desnudo de la cintura para arriba hacía trazos diestros en su libreta de bocetos fueron lo primero que vio al cruzar el umbral de la puerta. Lo segundo, flores recién cortadas de distintas especies recostadas a un lado de él esperando ser dibujadas por él. Sai tenía la nueva manía de dibujar todas las flores que Ino tenía en su florería y aprenderse los significados de cada una de ellas, y además había adquirido la molesta necesidad de corregirla si recitaba erróneamente el lenguaje de sus flores.

—Ah, Ino —le dijo cuando levantó la vista al sentirla llegar—. Tenía la impresión de que llegarías a comer. —Y le sonrió como él hacía.

—¿No tienes que salir hoy? —cuestionó con suspicacia mientras comenzaba a pasearse por la cocina—, a trabajar, por ejemplo.

—Nada que no pueda hacer durante la tarde —respondió con simpleza Sai mientras dejaba el carboncillo a un lado y se limpiaba los dedos con un trozo de tela húmedo.

Ino ya no se sorprendía que su novio se sintiera tan cómodo dentro de su residencia y cuando se iba a su propia casa se sentía sola. Era evidente que no pasaría mucho tiempo para que su convivencia fuera oficial y es que los dos viviendo solos en casas diferentes casi no tenía sentido. Ino tenía una residencia considerablemente grande y se hacía mucho más espaciosa sin su padre a su lado; y sus amigas permanentemente la acompañaban en su soledad hasta que la presencia de Sai se hizo cada vez más insistente.

La rubia miró de mala forma algo que había pasado por alto.

—¿Por qué no traes nada puesto arriba? —cuestionó y su novio se miró como si no se hubiese dado cuenta de ese detalle.

—¿Debería cubrirme? —preguntó con su tono mecánico—, pensé que te gustaba que no tuviera nada puesto.

Ino cerró los ojos y negó con la cabeza como si responderle requiriera de mucha energía.

—Sólo…, hazlo si viene alguien. —Ino se cruzó de brazos y lo miró con los ojos entornados, analizándolo en silencio sin que él se percatara de que había algo mal—. Recibí tu nota —dijo finalmente y esperó que él respondiera por su crimen pero Sai ya había perdido la concentración con ella y señalaba lo que estaba haciendo antes de su llegada.

—Junté flores que me recordaron a ti —avisó—. Campanulas. —Se las enseñó y al ver esas campanitas azules le susurraron en su idioma silencioso que era muy coqueta. Luego Sai sacó flores multicolores—. Unos tulipanes jaspeados. —Aquello la hizo sonreír tontamente, significaba que le gustaban sus ojos—. Y anémonas, por el abandono de hoy en la mañana. —Cogió las últimas flores blancas e hizo una mueca rara de tristeza. Ino se sobresaltó, olvidándose por unos instantes que estaba enfadada con él, últimamente estaba experimentando emociones humanas que ella asumía venían de su convivencia juntos—. Dijiste que habías recibido mi nota.

Ino lo miró como si le costara entender lo que estaba pasando y con una torpeza inesperada cogió la anémona que Sai le extendía como aceptando el hecho de que lo había abandonado en la mañana para ir a trabajar y llegar tarde.

—¡Por supuesto! —gritó a regañadientes y Sai fácilmente confundió aquella ironía con felicidad—. Al superior Ibiki le ha gustado mucho, dice que eres muy talentoso —continuó rabiosa y apenas pudo sonreír, pero su conviviente ocasional no notó absolutamente nada.

—Sabía que eras abierta en comentar parajes de nuestra relación sentimental con tus amigas, Ino, pero no pensaba que compartieras detalles de nuestra vida sexual con tus superiores.

—¡No lo hice! —rebatió ella sin fingir esta vez y Sai abrió los ojos un tanto, para denotar sorpresa—. ¿Sabes por qué está prohibido enviar recados secretos al Cuartel? ¡En el Cuartel no existen los secretos!

—¿Por qué sería secreto que tenemos sexo? Somos una pareja y eso hacen las parejas.

Un chillido rabioso sonó dentro de la boca de Ino aun cuando ella la mantuvo cerrada para acallarla, al tiempo que pateaba el suelo con su taco como si él tuviera la culpa. Finalmente se derrumbó en la mesa de la cocina y escondió la cabeza dentro de sus brazos, como un avestruz en un agujero. No había manera de combatir su necedad.

Sólo dame de comer —le pidió suplicante sin levantar la cabeza y sintió como Sai se levantaba de la mesa en silencio y se encaminaba a la cacerola humeante. Se dignó a dejar su escondite cuando lo escuchó tararear una canción suavemente mientras servía la sopa de fideos y verduras en dos cuencos iguales como si no hubiese algo más feliz para hacer y se los puso a un lado de ella con ligereza. Antes de sentarse le sonrió calmadamente y le acomodó el flequillo para verle su ojo oculto por unos instantes. Era un gesto que ella misma tenía cuando se sentía amorosa con él y el hecho que él lo haya adoptado para tratarla la hizo suspirar y sonreírle al almuerzo que había preparado para ella—. Pensé que no te gustaban las verduras —puntualizó en tanto las vio flotar en la sopa, verdes e inertes.

—No me gustan —afirmó él metiendo la cuchara en el cuenco y extrayéndolo colmado de sopa—, pero a ti sí.

—Ah… —Ino suspiró con una sonrisa volviendo su atención al plato humeante, olvidándose por completo su incidente de la mañana con Ibiki y el mensaje pornográfico de Sai.

La florista disfrutó enormemente su almuerzo porque ella misma no era una buena cocinera y comer comida hogareña sólo lo lograba saliendo a restaurantes que ofrecían comida hogareña, o bien, que Sai le preparara algo. Se permitió hablar todo lo que quiso, reírse e ignorar completamente lo que le depararía la hora en que terminaba el descanso, a eso de las tres de la tarde. Incluso checar la hora en el reloj. Pero se lo merecía tras ese enorme bochorno, ¿no?

Tal como se merecía los cinco minutos eternos e iterativos que se regalaba durante las mañanas.

Un retorcijón de nervios al imaginarse a Ibiki la hizo quejarse en silencio y Sai lo notó. Le preguntó si lo que había preparado le había caído mal al estómago y si necesitaba alguna hierba medicinal para hacerla té, porque además de aprenderse el lenguaje de las flores decorativas, también había aprendido las propiedades curativas de las hierbas menos agraciadas.

—No es eso —le dijo un tanto molesta, no era glamoroso enfermarse del estómago—. Creo de debo irme, no quiero que se me haga tarde otra vez.

—Ah —suspiró Sai llevándose la mano al mentón, pensando un poco. Luego sonrió suavemente cuando se le ocurrió algo que Ino no supo decidir a qué venía—. Nunca me dijiste si te había gustado mi mensaje.

Acordarse del bochorno la hizo sonrojarse.

—No lo vi con detalle —reconoció roja mientras meneaba la cabeza y el flequillo se sacudió frente a su cara con ira—, lo arrugué en tanto entendí cuál era el mensaje —continuó sin piedad y Sai se vio un poco aturdido por su respuesta.

—Es una lástima —le dijo tras una pausa para cerrar los ojos—, esperaba que volvieras a casa para recrear la escena después del almuerzo —admitió con su simpleza para decir las cosas más brutales. «Era una invitación», pensó ella contrariada por no haber entendido el mensaje. A Ino se le cortó la respiración en el acto, incapaz de hacer o decir algo mientras que Sai levantaba los cuencos vacíos de la mesa y los dejaba en el lavabo. Sai comenzó a lavar los platos enseguida porque no parecía tener pereza para hacer las tareas domésticas y a Ino aquello le pareció de lo más desagradable del mundo.

La florista al fin se dignó a mirar casi con miedo al reloj colgado en la pared, a espaldas suyo, y comprobó lo que ella tanto temía. Faltaban cinco minutos para las tres, su hora límite para volver al Cuartel y al ojo crítico de Ibiki que la entrenaba para suceder a su padre. Pero su padre ya no estaba ahí para mirarla decepcionado.

—Con cinco minutos me basta —se dijo para sí en un suspiro.

Ino se incorporó de su asiento en la mesa como un espectro poseído y Sai supo enseguida qué era lo que estaba sucediendo.

—Deja ya esos platos —le ordenó y él obedeció pero no alcanzó a cortar el flujo del agua antes de que ella lo aventara a la mesa vacía. Ya entendía por qué no tenía nada de la cintura para arriba y no fue difícil terminar de desvestirlo, al igual que ella.

Para cuando Ino se desperezó con el corazón en un hilo, sabiendo que los cinco minutos estirados en realidad eran más, tenía el pelo desordenado y enredado con los innumerables pétalos machacados de las flores que simbolizaban la coquetería, los ojos bonitos y el abandono; y que Ibiki le enseñaría como evidencia de que se estaba revolcando con su novio en tanto llegara al trabajo.

Ino saltó de su mesa arreglándose la ropa y entrando y saliendo de las piezas para alistarse pobremente para su última jornada laboral del día, con Sai siguiéndola con la mirada y una sonrisa en los labios.

—¿Qué hora es?

—¿Me abandonarás otra vez?

—Sai…

—Las tres y media.

Ino corrió de vuelta al Cuartel, con un grito de horror a modo de estela o huella que evidenciaba su trayectoria pasada. Su novio limpió la mesa de los pétalos y ramas de las flores que todavía quedaban ahí y se puso a dibujar más escenas eróticas que mandaría al Cuartel de todos modos.


Nota de la Autorísima: Sí, es mi segunda historia en poco menos de una hora, I'm miserable, es sólo el síntoma de que se me terminan las vacaciones(?) Ya está, no tengo más ideas para tonterías SaiIno-ezcas y no me molestaría que me retaran para seguir escribiéndolos(?) jajajaja Es sólo una idea para que me den ideas xD

¡Espero que les haya gustado tanto como a mí! De las tres tonterías SaiIno es la que más me está gustando :P Claro, con esto no digo que tendrá continuación PORQUE NO LA TENDRÁ. No pongan follow, I mean it, it is useless jajajaja

Como me siento agobiada por las historias a capítulos del otro fandom en el que estoy involucrada, no quiero hacer un SaiIno que sea así aunque me pica el bichito a capítulos muy seguido. Me frena el que no tengo ideas para algún argumento largo y esto de escribir oneshot y viñetas me ayuda a ensayar a Sai :P

Besos ragdollezcos, RP.