Debido a las reglas del reto en el que participa este fic, me he visto en la necesidad de dividir el relato en cuatro partes: una introducción y cuatro capítulos.
Discúlpenme fehacientemente por las molestias que les haya podido ocasionar.
Gracias por su fidelidad.
.love
o.o.o
LIMPIO, LIMPIO MI SALÓN
RETO ESTACIONAL: LIMPIEZA DE PRIMAVERA
Este escrito participa en el reto estacional de primavera del foro "Del Yaoi & el Slash".
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son creación de Sir Arthur Conan Doyle y la adaptación de la BBC. Escribo por amor al arte, literalmente.
Warning: Johnlock. Pero eso no es una advertencia.
o.o.o
INTRODUCCIÓN
Hacía calor, mucho calor. La temperatura había subido exponencialmente, como había dicho el hombre del tiempo en la televisión. ¡Para una vez que acierta!
Esa misma mañana seguía haciendo frío y el detective se vistió con su abrigo para ir a Bart's, pero ahora hacía un calor horrible al otro lado de la ventana del laboratorio. Sólo el aire acondicionado le salvaba de morir víctima de sus glándulas sudoríparas.
Pensó en el abrigo; tendría que cargarlo hasta casa y suspiró por ello. Pero el calor era excesivo, no se sometería a tal tortura gratuitamente. ¡Tomaría un taxi!
La primavera había llegado hacía unos días, pero ahora era cuando realmente se estaban notando sus efectos. El invierno se había alargado más de la cuenta. Un crudo invierno que había llegado a su fin.
Salió pronto del laboratorio; todo el mundo tenía prisa por irse ese día. Él no, pero prácticamente lo echaron a patadas y no tenía ganas de discutir. Preguntó a Molly el porqué de esa necesidad tan imperiosa, y ella simplemente le contestó: limpieza de primavera. Decidió no preguntar más y marcharse a casa.
La noche había sido dura; había discutido con John, otra vez, sobre algo que no recordaba, y tenía la intención de arreglarlo o, al menos, mostrar interés y que se arreglase solo.
Caminó cansado hasta la puerta principal y paró un taxi que pasaba en ese instante. Se sentó sin decoro, dio la dirección al conductor, apoyó la cabeza en el respaldo y suspiró. Odiaba cuando John se enfadaba; le hacía sentirse mal sin saber el motivo ni la solución más adecuada. El doctor no hacía nada, sencillamente seguía con su vida como si él no estuviese, esperando a que se diera cuenta por sí mismo de su error y rectificara. Aunque al final, por los casos, los pacientes o cualquier otra cosa, acababa olvidando el enfado y empezando de cero; hasta la siguiente vez.
Sherlock abrió la puerta principal y comenzó a subir las escaleras. Por la hora, John tendría que estar aún en la clínica; por lo que no entendía el ruido proveniente del salón. Era ensordecedor. Le bastó abrir la puerta para encontrar la respuesta: ataviado con un pañuelo en la cabeza, una camisa de manga corta y un delantal de volantes.
— ¿Qué haces? —preguntó el detective ante un salón prácticamente vacío.
— La limpieza de primavera —respondió el doctor sin mirarle, limpiando de acá para allá.
— ¿Y mis cosas? —gritó de pronto.
— En esa esquina.
— Ahí no pueden estar todas mis cosas —protestó entornando los ojos hacia ellas.
— Te sorprenderías del poco espacio que ocupan las cosas ordenadas—. El moreno optó por no decir nada más. Con suerte, a John se le habría pasado ya el enfado. Mejor dejarlo estar.
— ¿Te ayudo? — dijo sin pensar al ver el sofá repleto de "entes" y no poder tumbarse en él.
— ¿Tú? ¿Ayudando? ¿Por qué? —remarcó esto último parándose en seco. Y pareció recordar. — Ah, eso—. Sherlock no pudo más.
— Mira, no sé qué hice o qué dejé de hacer, pero esta disputa es inútil; no voy a acordarme aunque sigas así toda la vida. John bufó y siguió limpiando. Sherlock, como respuesta, se tumbó en el suelo haciendo un mohín.
— Del suelo te levantas, que estoy limpiando —refunfuñó empujándole con el cepillo de barrer. El detective le miró con rabia y se levantó. — Ayúdame a mover el mueble, anda —y se fue a un extremo de éste dejando el cepillo en la pared. El moreno se colocó en el otro extremo. — A la de tres; una, dos… El mueble se movió hacia delante y, de entre éste y la pared, algo cayó hacia John, que se echó las manos a la cabeza al ver que iba directo a ella. Por suerte, tocó antes el suelo. El atronador sonido al caer le hizo dar un paso atrás. Tras unos segundos, abrió los ojos para poder ver. Era grande, metálico, azul…
