Era un día normal en la campiña francesa. Bueno si se podía llamar normal a los estallidos de las bombas y de las balas. Europa estaba en guerra, y los campesinos rogaban porque no llegaran los soldados a sus campiñas para robarles lo poco que tenían. El clima de guerra era hostil, tan hostil que hasta las nubes estaban negras.
No muy lejos de la batalla que habían tenidos los soldados alemanes contra los soldados británicos, había un pequeño campo. Habitado nada más que por una joven de veinte años, llamada Emma. Emma era la hija de un famoso capitán británico que por los horrores de la anterior guerra en África se había retirado a vivir en la paz del campo en Francia pero al hacerse presente la guerra con los alemanes su padre había sido llamado de nuevo al frente por el gobierno del Rey. Emma había quedado sola, el único que la visitaba era su tío, Francis, sacerdote de una pequeña capilla que estaba en el pueblo. La madre de Emma había muerto de una enfermedad dos años antes de la guerra. La joven, de tez blanca y larga cabellera rizada y de color rojo como el ocaso, de ojos verdes esmeraldas y contextura delgada, se encargaba de cuidar el campo de su padre hasta su regreso.
Un día, en una de sus excursiones por el campillo, su perro Spaniel comenzó a ladrar y a correr en dirección contraria de donde debían caminar. La joven se preocupó y corrió detrás de su mascota.
-¡Pierre! ¡Espera! –exclamaba la joven mientras corría detrás de su perro.
Cuando el Spaniel se detuvo Emma vio que su mascota estaba olfateando el cuerpo inmóvil de un hombre. La persona parecía un soldado británico, ya que llevaba el uniforme característico de ellos, estaba cubierto de sangre y no respondía ante las lamidas del perro. La chica se horrorizo al ver al hombre en ese estado tan grave. Se arrodillo a su lado y con un pañuelo le limpio el rostro cubierto de sangre.
-Oh… Dios mío… espero que no este muerto Pierre. –le habló a su perrito y este le correspondió con un ladrido.
El soldado al sentir la mano de la joven se removió en su lugar y logro que la señorita sonriera aliviada al ver que todavía respiraba.
-Oh… gracias Dios mio y Virgen Santa porque todavía está vivo. Pierre debemos llevarlo a casa. No podemos dejarlo morir aquí. Los soldados alemanes podrían verlo. –dijo preocupada pero muy segura de sus palabras la joven campesina.
Con cuidado tomo un brazo del soldado y lo paso alrededor de su cuello y haciendo un esfuerzo sobrehumano, ya que el hombre era mucho más pesado que ella, lo arrastró hasta su cabaña. Claro que eso le llevo su tiempo y Emma era acompañada, en todo momento, por su mascota, la cual ladraba cada vez que ella se paraba a descansar.
-No me regañes Pierre… hago lo que puedo pero el señor es muy pesado para mí. –decía Emma y sólo lograba que su mascota volviera a ladrar, como si le respondiera.
Al llegar a su casa dejo al hombre sobre la cama vacía de su padre. Primero lo recostó y después le levanto los pies para apoyarlos sobre la cama. Al hacerlo suspiro aliviada ya que el peso del hombre la hacía esforzarse de sobremanera.
-Muy bien. Ahora debemos curar esas heridas. –dijo al mismo tiempo que salía corriendo.
Apresurada y preocupada Emma tomó su botiquín, con vendas, ungüentos, hilo y aguja, un balde lleno de agua y un trapo limpio para higienizar las heridas del soldado. La joven llegó corriendo de nuevo a la cama y comprobó que el extraño todavía no se había despertado. Emma se sentó junto a la cama y le limpio el rostro, sucio con sangre seca y barro. Al ver su rostro despejado la joven quedo impresionada. El extraño era muy apuesto, tenía su cabello rubio al igual que sus cejas. Su piel era blanca y su semblante expresaban su varonil apariencia. Emma despertó cuando su mascota ladró y le apoyo su pata delantera sobre su rodilla.
-Si, lo sé Pierre. Tengo que curar sus heridas. Y no me gusta el soldado. –dijo sonrojada. Sin embargo la joven se percato que para curarlo debía quitarle el sucio uniforme, eso implicaba desnudar al extraño. Y eso la incomodo de sobre manera. Por eso suspiro y le hablo al soldado por más que este no la escuchara por estar inconsciente.
-Bueno señor… me llamo Emma Dankworth y… eto… yo… para curarlo debo quitarle su uniforme… no me agrada la idea pero es la única manera que tengo para salvarle la vida… eh… espero que no se moleste o que no se despierte mientras lo hago… Dios mío que vergüenza. –dijo completamente sonrojada al mismo tiempo que se tapaba el rostro con sus manos de la vergüenza.
Las manos de la joven temblaban mientras desprendía los botones del uniforme. Pero su corazón se aceleró, al punto de parecer estallar al limpiar el pecho del soldado. Era un hombre magnífico, a pesar de ser delgado, su cuerpo demostraba lo bien entrenado que estaba, pero a la vez de demostrar masculinidad también se veía que era delicado.
Emma higienizo y curo cada herida vendando el pecho lampiño del hombre. El cual tenía su piel tan blanca como la de ella. Dejó la parte de arriba del uniforme dentro de un balde pero se dio cuenta que las piernas del hombre también estaba heridas. La pierna derecha sólo tenía leves rasguños pero la pierna izquierda parecía destrozada por una bala o varias. La chica se volvió a sonrojar todavía más si eso se podía. Y volvió a escuchar el ladrido de su fiel compañero.
-Oh no Pierre. ¿También tengo que quitarle los pantalones? Bueno… no puedo dejar que su herida se infecte… eh… esto… Señor lo lamento pero tengo que curarlo. Créame que esto me da más pena a mí que a usted. –dijo toda roja Emma. –Bueno… ¿Por donde empiezo? –se pregunto. Con cuidado desabotonó el cinturón del hombre y le bajo los pantalones. Los cuales dejo junto con el resto del uniforme. Con delicadeza higienizó la herida y tuvo que coserla con hilo y aguja debido al importante tamaño. Mientras lo hacía, su mascota ladraba.
-Basta Pierre… sólo lo estoy curando. El tío Francis siempre dice que hay que ayudar a las personas necesitadas. Y este hombre está muy herido, no sé si va a sobrevivir pero tengo que hacer el intento de salvarlo. –se excusó Emma pero sus manos le temblaban y no podía contener a su corazón que daba grandes saltos en su pecho.
Al terminar de vendar la herida la chica busco en el armario de su padre ropa y cuando encontró un pantalón acorde al tamaño de su soldado corrió a vestirlo. Bueno sólo lo vistió con los pantalones porque su pecho estaba vendado y seguramente tendría que volver a cambiarle las vendas porque las heridas continuaban sangrando.
Al terminar de vestir al hombre Emma suspiro aliviada y se llevo las manos a su cintura.
-Bueno Señor he terminado… espero que mis curaciones sirvan de algo… sería una pena que usted muera. –dijo preocupada mientras se acercaba a él y tomaba un paño mojado y lo pasaba sobre el cabello del soldado.
En ese instante su perro volvió a ladrar y apoyo una de sus patas delanteras sobre la pierna de su dueña. La cual volvió a sonrojarse.
-Basta Pierre ya te dije que no me gusta el soldado. –refunfuño sonrojada. –Ah… y me encargare de dejar como nuevo su uniforme militar. Espero poder quitarle las manchas de sangre y lo guardare bien por si vuelve algún soldado alemán. Le prometo que lo ayudare. No dejare que le hagan daño. –dijo con una dulce sonrisa.
Emma miro a su mascota y este le movió la cola, como si estuviera dándole su aprobación. La señorita tomó sus cosas y el balde con el uniforme sucio. Mientras su Spaniel se acercaba a la cama y olfateaba al extraño.
-Vamos Pierre. Debemos dejarlo descansar. Seguramente el pobre hombre pasó por un infierno. Además no puedo abandonar a un colega de papá. Aunque en realidad no sé si se conocen. –comento pensativa. –Bueno… eso no importa… ya está aquí. Vamos Pierre… dejemos que el extraño soldado descanse. –dijo Emma con una tierna sonrisa.
Su mascota le movió la cola, como si aprobara las palabras de su dueña y la acompaño fuera de la habitación. Emma cerró suavemente la puerta, pero antes le dirigió una tierna mirada al extraño que dormía plácidamente.
Buenas tardes y bienvenidos a mi historia. Espero que les haya gustado el primer capitulo. Les cuento que el otro día vi War Horse y cuando vi el personaje del capitán James Nicholls caí perdidamente enamorada jajajaja. No puedo evitarlo, todos los personajes de Tom Hiddleston son increíbles, bueno... él es increíble jajajaja. Y después de ver la película mi cabeza creó esta historia.
Cualquiero sugerencia, o consejo, saben que es bienvenido. Actualizare una vez por semana ;) Gracias por leer mi fic, saludos!
