Epílogo 2: El último adiós.

Las hojas de los árboles caían sobre el césped, balanceándose al compás del viento. Estos, desnudos, describían certeramente el tétrico paisaje que inundaba el cementerio de Hogsmeade.

Era el funeral de Virginia Weasley.

 Ron estaba destruido, su cuerpo estaba inmóvil frente al cajón de su pequeña hermana. No podía creerlo, solo deseó saber quien fue el maldito bastardo que osó matarla, a ella, la persona más inocente que conoció en su vida.

Molly no paraba de llorar, Arthur la abrazaba tratando de parecer y ser fuerte, pero no podía evitar las lágrimas que caían sobre la capa de su querida esposa, ya, empapada de dolor. Los mellizos ya no reirían como antes, ya no más bromas, ya no más felicidad. Los Weasley, a pesar de sus problemas, eran, ciertamente felices. Eran.

El cuerpo de Ginny fue, lentamente, hundiéndose en la oscuridad. Este ya no sería visto, su sonrisa eterna quedaría en el olvido...

Cada aprendiz de mago arrojó una rosa blanca dentro de la fosa de la pequeña pelirroja, así también lo hicieron maestros y familiares.

Hermione y Harry abrazaron a Ron, mientras éste emitía llantos desgarradores al ver aquella terrible escena...

- Mi niña-  dijo Dumbledore al acercarse a la fosa - No he podido protegerte... Solo deseo que puedas descansar en paz... que ya nadie te pueda hacer más daño-

Tomó su hoja y leyó en voz alta:

''Queridos amigos:

                             No tengo fuerzas para esto... Uno de nosotros, quizás alguien que esté aquí presente en este momento, fue el culpable de esta dolorosa pérdida... Lord Voldemort ha salido de la oscuridad y lo ha demostrado... oh! Esos malditos mortífagos!! ¿Por qué no me han llevado a mi y no a esta pobre criatura del señor? El mundo mágico se ha dividido, en la clásica lucha entre el bien y el mal.

Hogwarts ya no es un lugar seguro, hemos aquí, frente a una clara repetición de aquellos 11 pasados años de dolor, pero los pocos que quedamos debemos combatir juntos a las tinieblas, solo juntos.. lograremos triunfar.''

                                                                ***

Draco caminaba lentamente hacia la tumba de Ginny. Las hojas, ya secas, crujían cada vez que éste las pisaba y ese era el único sonido, además de su respiración, que se escuchaba en el lugar. Dejó caer sus manos dentro de sus bolsillos, y se paró, erguido, frente a la tumba de Ginny. Ya todos se habían ido, y eso lo tranquilizó ya que quería evitar ver a la familia sufrir.

Dejó caer una rosa roja.

- Lo siento, siento haber sido un cretino, siento haber sacrificado a tu persona solo para satisfacer las necesidades de mi padre - dijo el muchacho. - Ya no puedo cambiar el pasado.-

Dawn apoyó una de sus delgadas manos sobre el hombro de Draco.

- Ya olvidarás esto- dijo - Me tienes a mi - y dicho esto se acercó a él con intención de besarlo.

- Ya! Sal! - dijo Draco irritado- ¿Qué pretendes? No te quiero, solo sentía atracción hacia ti, solo intenciones de divertirme. Ni pienses tomar el lugar de Ginny...-

Dawn rompió en llanto y se arrodilló. - He presenciado todo! Vi el sufrimiento de su familia y amigos... Pude haberlo evitado! Solo creí que no la querías tanto, Draco! Oh dios!! ¿¡Que he hecho?!- el llanto amargo que Dawn profería apagaba su voz.- Solo no pensaba... Te quería tanto! Te amaba! Solo di que me perdonas Draco, solo di eso y mi mente quedará en paz... solo dos palabras... -

- No tendrás mi perdón. Desaparece de mi vista y no me vuelvas a dirigir la palabra! - al decir esto, Draco giró sobre sus talones moviendo su capa hacia la misma dirección,  farfulló algo ininteligible y se alejó del lugar dejando a Dawn llorando como nunca antes lo había hecho... Su mente ya no estaría en paz, su error la marcaría para siempre.

                                                                                                                    ***