Pokémon Reset Bloodlines – El Chico Salvaje de Sinnoh
Escrito por Viroro-kun, traducido por Fox McCloude.
Disclaimer: Pokémon y todos sus personajes son propiedad de Satoshi Tajiri y Nintendo. La historia de Pokémon Reset Bloodlines es idea original de Crossoverpairinglover, y este spin-off es propiedad de Viroro-kun con su autorización, al igual que mi traducción. Todos los derechos reservados.
Capítulo 1: Hareta y Mitsumi - Ruta 202
Región de Sinnoh…
El sol brillaba sobre el Lago Verity, la joya de la corona del oeste de Sinnoh, y uno de sus tesoros regionales. La gente que visitaba el lago aquel día, sin embargo, no venía con turismo en mente.
Varios hombres y mujeres, todos con cabello verde azulado recortado en forma de tazón y con uniformes de spandex grisáceo, se encontraban colocando una maquinaria y leyendo varios reportes y lecturas científicas. Supervisándolos se encontraba un hombre bajito con gafas y cabello color malva, ajustándose las gafas mientras veía la información en su computadora.
- Fascinante. Este es uno de los tres lagos de Sinnoh, y tal como lo esperaba hay varias lecturas de los Pokémon Legendarios. Parece que los mitos eran ciertos después de todo. – El hombre sonrió, cambiando de varias lecturas a otras mientras escribía cadenas de código en su laptop. Un soldado se le aproximó, dándole un saludo formal.
- ¿Vamos a capturar a Mesprit, señor Charon? Se rumorea que vive aquí. – le preguntó. Charon sonrió, pasándose la mano por encima del pelo, y negó con la cabeza.
- No seas ridículo, eso es trabajo para la rama principal. Y aunque estuviera aquí, nos superaría a todos, y lo mismo para Azelf y Uxie en los lagos Valor y Acuity. – Miró al soldado con ojos severos. – Deberíamos enfocarnos en tomar el control de una pieza más importante del rompecabezas con nuestra información actual. Mientras tanto, tú y los demás deberían preguntar menos y trabajar más. Hay varios Pokémon aquí en la Ruta 202 que podemos utilizar.
- Lo único que hay por aquí son Starlys y Bidoofs. – dijo el soldado. – Y de estos últimos hay demasiados.
- Lo que sea que consigamos puede ser útil. – Charon frunció el cejo, devolviendo su atención a la laptop. – Como te dije, trabaja más y pregunta menos. Es todo lo que tienes que hacer.
- Sí, señor. – El soldado se inclinó y volvió a su trabajo.
Charon lo siguió por la esquina del ojo sonriendo al ver como él y los otros se esforzaban por atrapar Pokémon. Había esperado un tiempo para probar esta teoría en la que su viejo colega Ein había trabajado años antes, y esta sería la oportunidad perfecta.
La Ruta 202 no era exactamente el tramo de tierra más remarcable de Sinnoh: era solo un camino largo delineado por árboles, con verde por todas partes y muchos Pokémon corriendo por doquier, que conectaba a Sandgem con Twinleaf. No era muy diferente de cualquier otra ruta de la región. No que esto le molestar a Mitsumi; le agradaba la atmósfera tranquila que le daba el camino, y le resultaba tranquilizador saber que el mayor peligro con el que podría toparse era un Bidoof fuera de control. Sacó de su bolsa su mapa, revisando su posición. El Lago Verity tendría que estar por lo menos a unos treinta minutos de donde estaba. Frunció el cejo, pero siguió adelante; el Profesor Rowan contaba con ella, después de todo.
Había sido realmente muy colaborador y generoso al aceptarla como su asistente sin hacerle muchas preguntas, y ella quería pagarle su amabilidad. Además, estos encargos eran un juego de niños comparados con otras cosas que le habían ordenado hacer en el pasado. Sacudiendo su cabeza, se enfocó en el camino: aunque un Bidoof fuese la criatura más temible de la ruta, mejor no bajar la guardia. Agarró una Pokébola y la lanzó al aire.
- Starly, avísame si ves a alguien cerca de nosotros.
El pájaro marrón se materializó en el aire, asintió y salió disparado hacia el cielo. Mitsumi apretó los dedos alrededor de la manija de su maletín, mirando a todas partes. Todo estaba bien. Demasiado bien. Las cosas nunca estaban así de bien. Algo tenía que andar mal. Respiró profundo y se quedó inmersa en sus pensamientos mientras seguía adelante, esta vez corriendo.
Lo que no pensó era donde estaban pisando sus pies, fue por eso que no se percató de una piedra inusualmente grande a la que se estaba acercando y como resultado…
- ¡Gah! – Mitsumi se fue rodando varios metros hasta detenerse contra un árbol. Se puso de pie rápidamente, frotándose su retaguardia y mirando el pedazo de piedra con el que se tropezó. – ¡Piedra estúpida!
Después de gritar de rabia le dio una patada y se dio la vuelta para continuar su camino. Pero apenas dio unos pasos, la tierra empezó a sacudirse y detuvo a Mitsumi. Enfrente de ella se encontraba un enorme Onix que acababa de emerger de la tierra, y su piedra central se parecía mucho a la que acababa de patear.
- Diablos. – Se mordió el labio, frunciendo el cejo. No tenía idea de qué estaba haciendo un Onix en la Ruta 202, pero no había tiempo de preguntar. Metió su mano en su bolsa. – ¡Infernape, usa…!
Al no encontrar sus Pokébolas, se quedó pálida; se acordó en ese momento que había dejado a su equipo con el Profesor. Maldición, ¿cómo pudo bajar la guardia con eso de todas las cosas? Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el Onix trató de aplastarla con su cabeza, lo que la hizo recuperar su atención y saltar para ponerse a salvo justo a tiempo. Starly notó la conmoción y se posó en una rama de árbol cercana, esperando instrucciones. Mitsumi apuntó hacia el frente.
- ¡Starly, usa Embestida!
El pájaro rápidamente se lanzó contra Onix, chocando contra su cuerpo de piedra; como era de esperarse fue a parar en el suelo después de eso, pero rápidamente se puso de pie otra vez, y se fue volando para ponerse a salvo. Mitsumi frunció el cejo. Ya se esperaba ese resultado, pero valía la pena intentarlo. Enseñando los dientes, ya no tenía muchas opciones, pero tal vez…
- ¡Hey, Onix, cálmate!
Al oír esa nueva voz, Mitsumi y el Onix se detuvieron. Al darse la vuelta, vieron a alguien saltando fuera de un árbol cercano para aterrizar entre los dos. El recién llegado era un chico bastante bajito de estatura, que lo único que llevaba puesto eran un par de shorts muy desgastados con pelo negro levantado en punta, ojos rojizos y unas marcas de nacimiento con forma de Z en las mejillas. Mirándolos a ambos, sonrió ampliamente y se volteó hacia el Onix.
- ¡No te pelees con todo el mundo! ¡Estoy seguro que no fue su intención tropezarse contigo! – le dijo cruzando los brazos.
Onix se enfurruñó, pero el chico no dejaba de sonreír. La serpiente de roca rodó los ojos, y dándose la vuelta, resopló y se fue. El chico se quedó viéndolo hasta que desapareció, y luego se volteó hacia Mitsumi.
- No le prestes atención, a veces es muy temperamental. Después se disculpará.
- Uhm, si tú lo dices. – Mitsumi se rascó la nuca. – ¿Ese era tu Pokémon?
- No en realidad. – El chico siguió sonriendo, con las manos detrás de la cabeza. – Solo es mi amigo.
- ¿Amigo? – Mitsumi arqueó una ceja.
El chico asintió, y Mitsumi pudo ver que no estaban solos en la Ruta: a su alrededor había varios Aipoms, un par de Starlys, un Drifloon, e incluso un Bidoof. Mitsumi retrocedió, solo para ver como los Pokémon se aproximaban deteniéndose a poca distancia de él, sin intenciones hostiles. El chico misterioso expandió sus brazos hacia los lados, sonriendo todavía más.
- Hemos vivido juntos en muchas rutas antes de llegar aquí. Ellos son mi familia.
Mitsumi parpadeó, volviendo a fijar la mirada en el chico. ¿Sus Pokémon eran su familia? Eso era nuevo. Había escuchado de entrenadores que eran tan cercanos con sus Pokémon que se consideraban como familia, pero él se veía demasiado joven para ser un entrenador, y mucho menos para haber alcanzado ese lazo. ¿Y cómo diablos viajaba por Sinnoh con casi nada de ropa encima? Sacudió su cabeza; ahora no tenía tiempo para esos dolores de cabeza. Ya su vida de por sí era complicada. Pero el chico caminó hacia ella, extendiéndole la mano.
- Me llamo Hareta, ¿y tú? – le dijo. Mitsumi dudó por un segundo, pero le sonrió. Siempre se le olvidaba que dar su nombre no era un peligro.
- Mitsumi. – le dijo. Hareta alzó ambos brazos sin perder esa sonrisa sincera.
- ¡Gusto en conocerte, Mitsumi!
- Gracias por la ayuda, pero ahora tengo que marcharme. – le dijo ella, dándose la vuelta para irse junto con Starly.
- ¿A dónde vas? – Hareta corrió frente a ella, dándole una mirada curiosa, especialmente al ver su maletín. Por instinto se aferró a ella.
- Al Lago Verity. – le dijo ella. Hareta pensó en el nombre, y mirando arriba, de pronto sonrió.
- ¡Oh! Es ese lago que hay por aquí cerca, ¿verdad? ¡Conozco un atajo! – le dijo. Mitsumi se detuvo, parpadeando al verlo.
- ¿En serio?
- ¡Sí! – Hareta salió corriendo por un lado, haciéndole un gesto para que la siguiera. – ¡Solo sígueme, te mostraré!
Mitsumi observó a Hareta y a su "familia" tomar una desviación por la ruta, siguiéndolo con los ojos. Aparte te parecer un niño raro, no tenía aspecto de ser peligroso. Definitivamente podía confiar en él, y si se podía ahorrar unos pocos minutos de caminata, que así fuera. La Enfermera Joy de Twinleaf podría esperar un poco más por el paquete. Empezó a caminar detrás de Hareta, manteniendo un ojo alerta por el camino a su alrededor.
Los dos siguieron adelante por varios minutos, y Mitsumi no volvió a bajar la guardia con cada paso que daba. Se dio cuenta que su actitud vigilante se le hacía difícil de mantener con Hareta corriendo a su alrededor, mirándola todo el tiempo.
- ¿Para qué quieres ir al Lago Verity, Mitsumi? – le preguntó Hareta, ladeando la cabeza. Mitsumi suspiró. Quizás no habría problema diciéndole.
- Investigación. – le dijo, ajustándose su bolsa. – Trabajo para el Profesor Rowan. Estamos estudiando la conexión entre los tres lagos más grandes de Sinnoh y los Pokémon Legendarios que se dice que residen en ellos.
- ¿Tres? – Hareta cruzó los brazos. – ¿No existen cuatro?
- ¿Cuatro? – Mitsumi parpadeó, y negó con la cabeza. – No, solo están los Lagos Verity, Valor y Acuity. Todos los demás son relativamente menores y no tienen historia notable.
- Mi papá me dijo que eran cuatro. – dijo Hareta después de guardar silencio un momento, y rascándose detrás del cuello.
- ¿Tu papá? ¿Quieres decir, un… papá Pokémon? – Miró entonces a los Pokémon salvajes que los seguían, tratando de identificar cuál sería el "padre" de Hareta. Este pareció darse cuenta y luego se rio.
- ¡Oh no, es humano! – le dijo mientras ponía las manos detrás de la nuca y miraba al cielo. – Siempre viaja por el mundo, así que hace tiempo que no lo veo.
- ¿Y te dejó solo así nada más? – Mitsumi ladeó la cabeza. Hareta negó con la suya y extendió los brazos hacia Pokémon.
- No estoy solo. Mis amigos están conmigo. – Los Aipoms, Drifloon y Bidoof asintieron todos juntos. Mitsumi solo se quedó más confundida. Hareta se le aproximó con una expresión interrogante. – ¿Qué hay de ti? ¿Dónde está tu familia?
Mitsumi se quedó congelada, rápidamente agachando la mirada. Agarró de nuevo su bolsa, después de tragar en seco, volvió a mirar a Hareta, forzando una sonrisa.
- Es complicado… – le dijo. Hareta parpadeó esta vez, pero sonrió al entender.
- ¡Oh, ya veo! ¿Tus padres también viajan mucho?
- Se podría decir. – Mitsumi dejó salir una risita, tratando de evitar el contacto visual. – De hecho, me gustaría encontrarlos.
- Bueno, espero que lo hagas. – le dijo Hareta con una sonrisa. – También estoy buscando a mi papá.
- ¿No sabes a dónde se fue? – le preguntó Mitsumi con curiosidad.
- Nop. – Su sonrisa no se desvanecía ni al decir eso, mientras alzaba su puño en el aire. – ¡Pero lo encontraré algún día! Solo necesito buscarlo.
Mitsumi se quedó sin palabras, y se dio una palmada en la cara. Quizás era mejor quedarse callada. De repente, escuchó un ruido de algo que gruñía, y volvió a ponerse en alerta, lista para agarrar la Pokébola de Starly, pero se tranquilizó al darse cuenta que solo era un estómago. Primero se puso a buscar al Pokémon responsable hasta que fijó su atención en Hareta frotándose el estómago y riéndose. Ella arqueó la ceja.
- Perdón, hoy todavía no hemos comido. – Se rascó detrás del cuello, todavía sin dejar de sonreír. – ¿Quieres acompañarnos?
- Uhm, en realidad no tengo… – Estuvo a punto de guardar su Pokébola y negar con la cabeza, pero el gruñido de su propio estómago la traicionó, haciéndola sonrojarse. – Bueno, quizás un poco.
- Está bien. – Hareta se dio la vuelta y se dirigió hacia un árbol cercano. – Espera aquí, traeré algo para comer.
Sin perder un instante, Hareta se trepó al árbol como un experto, olfateando cada baya antes de arrancarlas. A su alrededor los Aipoms hacían lo mismo. Mitsumi lo seguía con la mirada: comparándolo con los Aipoms, no había mucha diferencia en su comportamiento. Era casi como si él mismo fuera un Pokémon. Después de varios minutos de juntar bayas, Hareta y los Aipoms regresaron, con una enorme pila de ellas. Hecho esto, las dejaron en el suelo y se sentaron cerca de ellas, indicándole a Mitsumi que se les unieran.
- Toma las que quieras.
- Gracias. – Mitsumi se sentó a ver la pila.
Su conocimiento de bayas no era el mejor, pero sabía que eran en su mayor parte comestibles para los humanos. Después de mucho pensar, agarró una baya llena de púas, color marrón-naranja, que identificó como una baya Petaya, y empezó a masticarla. Pero apenas pudo degustarla, se detuvo: su cara se puso de cincuenta tonos de rojo y fue un milagro que no la hiciera vomitar allí mismo. Tuvo que respirar profundo y echarse un trago del agua que llevaba para empezar a sentirse algo mejor.
- Sabe bien, ¿verdad? – Hareta sonrió inocentemente, masticando también una baya Petaya. Mitsumi parpadeó, y forzando una sonrisa asintió y mintió.
- S-sí… claro.
- ¡Je, me alegra! ¡Es mi baya favorita! – La sonrisa de Hareta se volvió aún más grande mientras terminaba de comerse el resto de la Petaya.
Mitsumi se puso pálida, volviendo la mirada hacia la pila de bayas pale. Había demasiadas bayas Petaya en ella. Tragando en seco y sudando, se rio nerviosamente, sin saber muy bien qué hacer. Por suerte para ella, de repente Hareta de pronto frunció el cejo y miró a su alrededor, poniéndose de pie.
- Hm, qué raro. – Se frotó el cuello y puso los ojos en rendijas. Mitsumi ladeó la cabeza.
- ¿Qué pasa?
- Onix ya debería estar aquí. – Hareta cruzó los brazos. – Incluso cuando se pone de mal humor no tarda mucho en regresar.
Mitsumi también miró por toda el área, no había rastro de ese Onix. Lo cual era muy raro: hasta donde ella sabía la Ruta 202 no era tan larga, y un Onix no sería bueno para esconderse. Fue entonces que oyeron un fuerte grito, y Mitsumi agarró la Pokébola de Starly.
- ¿Qué fue eso? – preguntó, empezando a correr varias posibles estrategias. Los ojos Hareta se ensancharon y se puso de pie de un salto.
- ¡Es Onix! ¡Ya regresó! – exclamó corriendo junto con el resto de sus Pokémon. Mitsumi bajó su Pokébola y corrió tras él.
- ¡Hey, espérame!
Los dos corrieron por un largo rato, hasta llegar a una enorme pradera al borde de un gran lago. Hareta la dejó atrás por un momento, y para cuando los alcanzó, se quedó sorprendida ante la escena: Hareta y toda su familia de Pokémon estaba de pie frente a Onix, que parecía listo para atacar.
- ¡Aquí estás! – Hareta caminó mientras le daba a Onix una mirada severa. – ¡Nos tenías preocupados! ¡Si no ibas a regresar todavía debiste avisarnos!
Mitsumi entrecerró los ojos, y apretó la agarradera de su maletín. Había algo muy extraño con ese Onix, o específicamente con sus ojos: se veían feroces e inyectados en sangre, mucho más que cuando ella lo hizo enfurecer. Hareta también lo notó, y su expresión pasó de ser severa a confusa mientras parpadeaba.
- ¿Onix? – le dijo. Onix no respondió, simplemente echó atrás la cabeza para lanzarse contra Hareta. Mitsumi se puso pálida.
- ¡Cuidado! – gritó. Por suerte los reflejos de Hareta lo salvaron, saltó y rodó hacia un lado, justo cuando Onix se estrellaba contra el suelo. Hareta lo miró con los ojos como platos.
- ¡Onix! ¿Por qué me atacas? – preguntó Hareta, y el resto de sus Pokémon tomaron posturas defensivas.
Onix no le respondió, en lugar de eso volvió a retomar su ofensiva. Con su siguiente ataque, Hareta y los otros Pokémon salieron volando por los aires, pero la colosal serpiente no cesó su asalto. Mitsumi se mordió el labio, registrando entre su bolsa antes de recordar que la Pokébola de Infernape no estaba allí. Solo tenía a Starly, que le había ido maravillosamente contra Onix antes.
- Diablos. – Mirando la batalla, se dio cuenta que Hareta y el resto de su "familia" se mantenían constantemente esquivando los ataques de Onix, sin responderle y tratando de que recuperara el sentido. Apretó los puños, pensando en lo inútil que era ella ahora… hasta que se acordó de que no era así.
Mirando el maletín, se acordó de su contenido: tres Pokémon iniciales, una petición del Centro Pokémon de Pueblo Twinleaf para un par de entrenadores que cumplieron los estándares de Rowan, pero no podían viajar hasta Sandgem. No le agradaba la idea de traicionar la confianza del Profesor, pero se imaginó que a los niños no les molestaría demasiado quedarse con una opción menos de iniciales.
Se dispuso a abrir el maletín, pero entonces se percató de que Onix estaba a punto de darle un cabezazo; de un grito se agachó y se tiró al suelo, y la onda de choque por el impacto la hizo soltar el maletín y las Pokébolas salieron volando fuera de su alcance. Pálida del miedo, se puso de pie otra vez, para encontrarse con la sombra de Onix encima de ella. Volvió a ver de nuevo, esos ojos furiosos fijos en ella, y todo su cuerpo se tensó. Su mano se dirigió hacia la Pokébola de Starly, pero Onix ya se le venía encima. No lo lograría a tiempo, pero tenía que intentarlo.
En cuanto Onix se le lanzó, ella ya estaba lista para lanzar la Pokébola, pero alguien se interpuso entre ellos. O más bien, alguien. Mitsumi se quedó sin habla al ver que Hareta detuvo a Onix de golpearla, sosteniéndolo apenas con sus manos y con toda su fuerza. Miró fijamente a los ojos de Onix, enseñando sus dientes.
- ¡Onix, soy yo, Hareta! ¿No me reconoces? – preguntó, con preocupación en su voz. Onix rugió en respuesta, empujando hacia el frente, pero Hareta no cedió ni un ápice, incluso mientras gritaba de dolor.
- ¡Tenemos que irnos de aquí! – gritó Mitsumi, volviendo a ponerse de pie antes de darse la vuelta al otro lado y correr hacia un lugar seguro.
- ¡No! – gritó él. Mitsumi se detuvo, mirando de nuevo a Hareta, con el cuerpo y los músculos totalmente tensos de contener a Onix. Cerrando los ojos, empezó a empujar la cabeza de Onix hacia atrás – ¡No tengo idea de lo que le pasa, pero no puedo irme! ¡Onix es mi amigo, tengo que ayudarlo!
Hareta gritó a todo pulmón, y lanzó lejos a Onix. Respirando con dificultad, Mitsumi vio la determinación en sus ojos y vio la determinación en sus ojos, preparándose para pelear de nuevo. Ella apretó sus puños: no podía abandonarlo, pero necesitaba ayuda. Al revisar de nuevo el área, sonrió al ver donde había caído el maletín, y su contenido junto a él.
- ¡Hareta, toma una de esas! – le gritó, ahuecando una mano en la boca y señalando las Pokébolas con la otra. – ¡Nos ayudarán con Onix!
Hareta se volteó en la dirección donde la señaló y corrió hacia donde estaban las esferas, observándolas con detenimiento y volteando la cabeza.
- ¿Qué son esas cosas? – preguntó.
- ¡Son Pokébolas! ¡Solo usa una de ellas! – le respondió Mitsumi. Hareta las volvió a mirar, y agarrando la del centro, la sacudió y entrecerró los ojos.
- ¿Cómo se abre esto? – Se la puso en la boca, mordiéndola.
Mitsumi se puso pálida, y estuvo a punto de gritarle que así no funcionaba, pero entonces le clavó los dientes al botón activador, y la Pokébola se abrió en un estallido de luz.
- ¡Piplup!
El inicial tipo Agua de Sinnoh alzó sus aletas con una gran sonrisa, que se desvaneció cuando empezó a agitarlas violentamente tratando de escapar de la boca de Hareta. Mitsumi parpadeó y se dio una palmada en la frente. Estaban condenados.
Hareta finalmente escupió a Piplup en el suelo, riéndose nervioso mientras el inicial lo miraba con ojos asesinos.
- Ay, perdón, casi te trago. – Hareta se rascó la nuca, pero de inmediato se puso serio. – ¿Puedes ayudarnos a calmar a Onix?
Piplup frunció el cejo y se volteó con desdén, cruzando sus aletas. La expresión de Mitsumi se tornó sombría. Por supuesto, tenía que elegir al más terco y orgulloso de los tres. Rápidamente recuperó la compostura y ahuecó ambas manos en la boca para gritar de nuevo.
- ¡Hareta, los ataques tipo Agua son fuertes contra Onix! ¡Dile a Piplup que use Rayo Burbuja!
- ¡De acuerdo! – asintió Hareta, apuntando hacia Onix. – ¡Piplup, use Bubblebeam!"
Piplup no le respondió, todavía seguía mirando para el otro lado. Hareta parpadeó, y se agachó para ponerse a su nivel.
- ¿Qué pasa, no quieres pelear? – Piplup gruñó, y lo miró con ojos asesinos. Hareta se quedó quieto, pero al parecer entendió el mensaje. – Está bien, entonces yo lo haré. ¡Tú vete a un lugar seguro! – le dijo, lanzándose contra el Onix, mientras Piplup se sentaba y se quedaba viendo.
- ¡No dejes que tu Pokémon te mande, debería ser al revés! – gritó Mitsumi lanzando su Pokébola. – ¡Starly, mantén ocupado a Onix!
El Pokémon pájaro apareció y rápidamente revoloteó alrededor de Onix, logrando captar su atención. Onix trató de darle un cabezazo, pero algo lo jaló por atrás y se lo impidió. Dejando salir un poderoso rugido, se dio la vuelta para darse cuenta de que era Hareta el que lo estaba sujetando. Trató de soltarse, pero los otros Pokémon no iban a permitírselo. Los Aipoms se le echaron encima del cuerpo tratando de ponerle peso, e incluso el Bidoof trató de ayudar, pero ninguno pudo contenerlo cuando empezó a agitarse violentamente, ni siquiera Hareta.
Piplup sacudió la cabeza mientras observaba la pelea. Todo ese despliegue de esfuerzo se sentía patético: ¿qué esperaban lograr? Un Onix era demasiado grande y fuerte para ser derrotado así. Qué bueno que el Onix no eligió atacarlo a él. Al menos, no todavía.
Se tuvo que tragar ese pensamiento cuando una enorme sombra apareció encima de él; en ese instante a Piplup se le fue toda la bravata y arrogancia, siendo reemplazada por palidez total y terror. Trató de ponerse de pie, pero el Cabezazo le llegó demasiado rápido, volándolo por los aires y chocándolo contra una roca, sacándole todo el aire de los pulmones. Se deslizó hacia el suelo y empezó a respirar agitadamente, con el Onix todavía dirigiéndose hacia él para rematarlo. El pingüino cerró sus ojos, ese sería su fin.
- ¡Piplup!
Alguien lo agarró y lo sacó de allí, justo cuando la roca fue despedazada por el Cabezazo de Onix. Rodaron un poco sobre la hierba antes de detenerse de pronto, y Piplup abrió sus ojos con confusión, encontrándose con la sonrisa de Hareta.
- No estás herido, qué bueno. – Hareta dejó a Piplup en el suelo antes de ponerse de pie otra vez. – ¡Quédate aquí, terminaremos con esto rápido!
Se apresuró a volver a la acción, embistiendo a Onix con toda su fuerza, y su familia de Pokémon ayudándole también. Piplup pasó de sentirse escéptico a ponerse… maravillado. Claramente no eran rivales para un Onix en fuerza y durabilidad, y a pesar de eso no se rendían. Eran tan estúpidos… y tan valientes. Piplup se puso de pie de nuevo, enfocando los ojos en el Onix. Alcanzó a ver algo muy extraño, un detalle en el cuerno de su cabeza. Un dispositivo circular, encendiéndose y apagándose. Parecía que nadie más lo había notado.
El inicial se envalentonó y fijó la mirada. Con toda su fuerza, empezó a inhalar, y después exhaló, liberando una ráfaga de burbujas directo hacia el cuerno de Onix. La serpiente rocosa gritó de dolor cuando el dispositivo se rompió en pedazos, y terminó desplomándose hacia un lado, derrotado. Por fin, el alboroto cesó, e inmediatamente la familia de Pokémon y Hareta corrieron hacia la cabeza de Onix, con miedo y preocupación escritos en sus rostros.
- ¡Onix! ¿Te encuentras bien? ¡Háblame! – exclamó agarrando la cabeza de su amigo y sacudiéndola ligeramente.
Onix lentamente abrió sus ojos, enfocándose en lo que tenía en frente. Al aclararse su mirada, pudo ver frente a él a Hareta, que sonrió y todos sus otros Pokémon rápidamente se le unieron en un abrazo de grupo.
- ¡Volviste a la normalidad! – dijo Hareta, abrazándolo más fuerte. Onix no tenía idea de por qué se veía tan feliz, pero eso no le impidió abrazarlo a él y a todos con su cuerpo rocoso.
Mientras Hareta y su familia celebraban, Mitsumi sonrió mientras recuperaba a su Starly. Su expresión se volvió seria cuando miró el suelo y recogió un fragmento del dispositivo destruido. En particular, reconoció el emblema amarillo, con forma de una letra G. No había duda. ELLOS estaban detrás de esto.
- Así que eso fue lo que pasó. – dijo frunciendo el cejo, analizando el dispositivo. – Alguien le puso este dispositivo a Onix para que se volviera violento.
- ¿Quién haría algo tan cruel? – Hareta se volvió hacia Mitsumi, mirando también la máquina.
- Tengo unas cuantas ideas. Pero dudo mucho que los culpables sigan por aquí.
Hareta no dijo nada, simplemente agachó la mirada pensando en lo que acababa de suceder. Pero rápidamente recuperó su sonrisa mientras acariciaba la cabeza de Onix.
- Lo que importa es que Onix está bien. – Sonrió y levantó su otro brazo mientras se daba la vuelta. – ¡Muchas gracias, Piplup! No lo hubiéramos logrado sin ti.
Piplup pretendió no escucharlo, y miró para el otro lado. Hareta arqueó una ceja, mientras que Mitsumi suspiró, cruzando los brazos.
- Piplup es muy orgulloso. Quizás no te haya perdonado por lo que pasó antes.
- Ya veo. – asintió Hareta, sonriendo de nuevo de oreja a oreja. – En ese caso, haré lo mejor que pueda para compensarlo.
Mitsumi sonrió brevemente antes de volver a ponerse seria, de nuevo enfocándose en el camino detrás de ellos. Se desempolvó la ropa y empezó a caminar.
- De acuerdo. Creo que es mejor que volvamos a…
- ¡Espera! – gritó de repente. Mitsumi se dio la vuelta, parpadeando al ver a Hareta olfateando en el aire como un Growlithe antes de apuntar hacia adelante. – ¡Recuerdo este olor! ¡Casi llegamos al lago!
- ¿En serio? – Mitsumi lo miró confusa.
- ¡Sí! – asintió él, antes de salir corriendo en esa dirección. – ¡Sígueme!
Hareta y su familia de Pokémon salieron corriendo adelante, dejando a Mitsumi atrás. Ella suspiró antes de devolver la mirada al dispositivo roto, apretándolo con las manos con furia. Ellos estaban aquí, y todavía haciendo de las suyas. Sacudió la cabeza y metió el objeto en su bolsa, siguiendo al chico. Tenía que estar preparada para cualquier cosa la próxima, pero por ahora, la tarea que le encomendó el Profesor tenía mayor prioridad.
- ¡Ya estamos aquí! – Hareta levantó sus brazos respirando profundo, junto con el resto de su familia de Pokémon.
Mitsumi se detuvo junto a él, observando el enorme lago enfrente de ella. Igual que la Ruta 202 no se veía particularmente impresionante, siendo solo un enorme cuerpo de agua con muchos árboles a su alrededor. Aun así, la gentil brisa y el agua cristalina hacían que el lugar se sintiera bastante agradable; por un momento, se sentía que sus preocupaciones y problemas habían desaparecido.
- Así que este es el Lago Verity. – Tomó un profundo respiro antes de inclinarse junto al borde del agua, viendo como los Magikarps nadaban libremente.
- Es un hermoso lugar. – Hareta se puso las manos detrás de la nuca, y miró hacia el cielo. – Mi papá solía traerme a menudo.
- ¿No lo extrañas?
- Un poco. – Hareta sonrió. – Pero sé que está bien, nada puede detenerlo mucho tiempo.
Mitsumi de nuevo se encontró sonriendo. Su optimismo y actitud alegre eran contagiosos, no se había sentido así de relajada desde que conoció al Profesor Rowan. En eso se acordó: rápidamente se sentó en el suelo y empezó a registrar su bolso, ganándose una mirada confusa de Hareta.
- ¡Es cierto! ¡Tengo que informarle al Profesor! – Rápidamente sacó una computadora e inició una videollamada, esperando a que respondiera. – ¿Profesor Rowan, puede oírme?
La mirada severa de Rowan apareció en la pantalla, dividiendo su atención entre ella y unos papeles.
- Te escucho, Mitsumi. ¿Ya llegaste al Lago Verity? – le preguntó.
- Sí. – asintió Mitsumi. – Tuve algunos problemas, pero llegué al lago justo ahora.
- ¿Qué clase de problemas? – Rowan desvió toda su atención a la pantalla. Mitsumi se rascó la nuca, forzando una sonrisa.
- Bueno, un Onix furioso me atacó, y luego este chico llamado Hareta me ayudó…
- Espera un segundo, ¿dijiste Hareta? – Rowan se inclinó más cerca de la pantalla, guardando los documentos. Mitsumi parpadeó.
- Uhm, sí, así dijo que se llamaba. – dijo ella. El Profesor estuvo a punto de hablar de nuevo cuando Hareta salió al paso, dándole su mejor sonrisa a Rowan mientras saludaba a la pantalla.
- ¡Hey, es el abuelito! ¡Cuánto tiempo sin vernos! – le dijo, casi aplastando la cara contra la pantalla.
- En serio eres tú, Hareta. No he tenido noticias tuyas ni de Kaisei en un largo tiempo.
- Jejeje, hemos estado ocupados. – dijo él.
- ¿Ustedes se conocen? – Mitsumi miró a Hareta y a Rowan, confundida.
- Su padre es un viejo amigo mío. – Rowan cruzó los brazos. – ¿Cómo se conocieron exactamente?
- Bueno, como le estaba diciendo…
Mitsumi relató todo lo que había sucedido en la Ruta 202, desde su encuentro con Hareta hasta la pelea con el Onix. Rowan no dijo una palabra, solo asentía y prestaba atención a lo que decía. Al terminar, Mitsumi tomó un profundo respiro.
- Hmm, ya veo. – Rowan se volteó hacia Hareta. – Es decir que tuviste que usar a Piplup.
- Sí, no tuvimos opción. – Mitsumi se rascó el brazo, desviando la mirada. – Me disculpo por haberlo usado.
- No te preocupes, creo que los niños en Twinleaf de todos modos querían a Chimchar y Turtwig. – Rowan fijó la mirada en el muchacho. – Hareta, ya tienes quince, ¿correcto?
- Hmmm, eso creo, sí. – Hareta se frotó el mentón, frunciendo ligeramente el cejo.
Mitsumi parpadeó. ¿En serio tenía quince? Ella podría haberle calculado unos doce, tal vez hasta once. ¿Cómo podía ser mayor que ella?
- Ahora puedes ser oficialmente un entrenador Pokémon Trainer. ¿Te gustaría?
- ¡Claro, suena divertido! – Hareta sonrió, alzando los brazos felizmente.
- En ese caso, eres oficialmente elegible para un Pokémon inicial. – Un atisbo de sonrisa cruzó brevemente por la cara de Rowan. – Aun así, ese Piplup no parece muy apto para un principiante, ¿prefieres recibir algún otro?
- Nah, quiero quedarme con Piplup. – dijo Hareta.
- ¿En serio? ¿No prefieres criar un Pokémon que sea menos molesto? – Mitsumi ladeó la cabeza, observando a Piplup con el cejo fruncido a unos pocos metros de ellos.
- Ya nos haremos amigos con el tiempo. – Hareta se rio.
Piplup le dio una mirada confusa, antes de darse vuelta, avergonzado. Hareta se le aproximó con la intención de darle un abrazo, pero todo lo que recibió fue un Rayo Burbuja en toda la cara. Entretanto, Rowan volvió su atención hacia Mitsumi, que frunció el cejo.
- Uhm, ¿por qué es tan amable con él? Eso no es muy normal de usted, Profesor.
- Conozco a Hareta y Kaisei desde hace tiempo, y confío en que Hareta tendrá el mismo potencial que su padre. – La mirada severa del Profesor regresó a su rostro. – Tengo una tarea importante para asignarte ahora.
- ¿De qué se trata? – Mitsumi parpadeó.
- Quisiera que acompañaras a Hareta en su viaje por Sinnoh, mientras exploras los otros dos grandes lagos.
- ¿Y eso por qué? – Mitsumi ladeó la cabeza, viendo a Hareta haciendo bromas y jugando con los Pokémon. Rowan puso las manos en su escritorio y entrelazó sus dedos.
- Kaisei es un experto inigualable en Pokémon Legendarios. Si se encuentran con él, sería una gran ayuda para nuestra investigación.
- ¿Qué hay de nuestra investigación con los lagos?
- Por el momento, eso puede esperar. Por supuesto, no olvides reunir toda la información que necesitamos del Lago Verity mientras estás ahí.
- Entiendo. – Mitsumi sonrió y asintió. – Lo haré.
- Gracias. – dijo Rowan. – Estaré esperando noticias.
Terminada la conversación, la cara de Rowan desapareció de la pantalla. Mitsumi cerró la laptop y miró hacia arriba en el cielo. Las cosas parecían haber tomado un giro bastante extraño.
- Parece que viajaremos juntos por un tiempo. – dijo acercándose a Hareta.
- ¡Grandioso! – Hareta alzó sus puños. – ¡Seguro que vamos a divertirnos mucho!
- Y bien, ¿dónde planeas ir ahora? – preguntó Mitsumi, poniendo los brazos en jarras y mirando al camino que tenían adelante.
- No tengo idea. – replicó Hareta, sin perder su alegría. Mitsumi se quedó pálida y los ojos casi se le salen.
- ¿Qué?
- Te lo dije antes, no tengo idea de dónde fue mi papá. – Hareta se encogió de hombro.
- ¿En serio no tienes idea, literalmente?
- Ninguna. – Hareta negó con la cabeza. Mitsumi levantó su dedo y trató de quejarse, pero finalmente no pudo y simplemente se agarró la frente y suspiró.
- De acuerdo, mantengamos la calma. – Agarró de nuevo el mapa y pasó las páginas. – Lo primero, vamos a entregar los otros dos iniciales, y después iremos a Ciudad Jubilife.
- ¿Jubilife? – Hareta miró el mapa.
- Es una ciudad que está cerca, y la más poblada que hay en Sinnoh. Es el mejor lugar para pedir información. – explicó Mitsumi. Hareta la miró fijamente y asintió.
- ¡Muy bien! ¡Vamos para Jubilife!
Y una vez más, Hareta y su familia salieron hacia el camino a toda prisa sin esperarla, con Piplup siguiéndolos reacio. Mitsumi se rio para sí misma antes de seguirlos, sintiéndose de alguna manera más ligera de lo que jamás se había sentido. Este viaje seguro sería divertido, al menos.
Mientras el dúo y los Pokémon salvajes abandonaban el Lago Verity, nadie notó a un hombre de pelo verde siguiéndoles los pasos. El señor Charon lo había enviado a recuperar algunos de los dispositivos que habían olvidado, pero lo que se encontró ahora parecía mucho más importante.
- Kaisei, ¿eh? – sonrió el soldado. – Creo que los administradores estarán muy interesados en escuchar de esto…
Esta historia continuará…
Notas del traductor:
Hola, gente. Y con esto comienza el spin-off de Pokémon Reset Bloodlines. La razón por la que decidí postearlo como una historia aparte y no dentro de Chronicles, es porque esta va a ser de varios capítulos y siguiendo un arco específico (de hecho, Viroro-kun ya me avisó que el segundo capítulo pronto estará), a diferencia de los oneshots que son mayormente independientes. Me complace además anunciar que en el momento en que escribo esto, oficialmente está traducido todo el Resetverso. ¡Mi labor está cumplida, viva yo! Je, al menos por ahora, hasta la próxima actualización, digo. En breve subiré el interludio de Wally, que hoy también toca.
En fin, espero que disfrutaran de este primer capítulo del spin-off tanto como yo. No hay mucho que decir por ahora, pero será interesante para ver lo que traman los del Equipo Galactic en paralelo a las aventuras de Ash por Kanto (y que además vemos que su padre esparció su semilla también hasta Sinnoh), especialmente ya que Cyrus fue el que puso en marcha el Resetverso con sus acciones. Por ahora, me despido, y nos vemos en el Interludio de Wally en Chronicles.
