Paso la punta del pincel con cuidado sobre el lienzo en blanco, haciendo mi mejor esfuerzo por no equivocarme. Ya llevaba un lienzo completamente destrozado a mis espaldas. Me inclino sobre el banco y trazo una línea delgada.

El día es hermoso, un cielo azul, limpio y fresco se abre en el cielo, el pequeño lago delante de mí se revuelve gracias a la familia de patos que nadaban libremente allí, disfrutando de su día de verano. Para ellos nadar era su forma de vivir, para mí el arte.

Sé que no soy ninguna descendiente de Vincent Vangog ni mucho menos, pero cada vez que sostengo un pincel entre mis dedos todo se vuelve más claro, más brillante para mí. Guardo todas y cada una de las pinturas que hago, es parte de mi método para mejorar. Como he dicho, no soy la mejor, pero es mi modo de estar sola con la naturaleza, de relajarme y tratar por un momento de escapar de mis problemas.

Mojo el pincel en el agua para lograr el efecto que quiero en el dibujo. Llevo media hora intentando dibujar el movimiento de las aguas del lago de tal manera que parezca que mi dibujo se mueve en sincronía con ellas.

Catherine piensa que mi arte es básicamente un desperdicio, que yo, como mujer veintiún años que tengo debo estar encerrada en una cocina, cociendo o cosas por el estilo. Siempre le digo que quizás fui hombre en mi vida pasada, pues me encanta el exterior.

- Mierda.

El pincel se resbaló de mis manos entre mis pensamientos y cuando veo el lienzo me doy cuenta de que mi dibujo quedó bastante arruinado. Es el segundo en lo que va del día. Dejo el pincel dentro del envase de vidrio con agua e intento pensar en algo más, quizás solo sufro de un bloqueo. Pero en el momento en que cierro mis ojos una voz masculina me sorprende.

- Esa no es manera de hablar para una dama.

Abro los ojos al tiempo que me giro sobre el banco redondo para mirar a Harry. Es bastante obvio que viene de montar caballos; lo hace todo el tiempo y siempre regresa con la misma pinta. Los pantalones de lino blanco sucios, la camisa blanca abierta, dejando ver su pecho y el cabello negro rizado despeinado por el viento. Él es tres años menor que yo, apenas tiene dieciocho, pero parece mucho mayor.

Harry me sonríe de lado al tiempo que arrastra el otro banco sin utilizar y se sienta en él.

- Pues tápate los oídos. -Le digo sin muchos ánimos, pero termino por sonreír- Se supone que nadie debería escucharme.

- Sabes que siempre hay alguien escuchando. -Acerca su banco al mío y observa el dibujo- ¿Es el lago?

- Se supone.

- Parece el lago.

Niego con la cabeza. Harry es un excelente jinete, inteligente, bueno en todo lo que hace, por no mencionar que a cualquier mujer que le sonría cae a sus pies. Pero cuando se trata del arte, es tan ciego como un topo. Señalo con mi dedo la línea azul que atraviesa todo lo que suponía debería ser el lago.

- No me sale, llevo dos intentos ya.

- Lo que sucede, Hermione, es que estás muy apretada. -Dice, alzando las cejas negras al mismo tiempo.

- ¿Cómo que apretada?

- Con mucha ropa, me refiero. -Su sonrisa se curva aún más ancha. Ahora lo entiendo.

Llevo pantalones viejos de Draco, así como una camisa grande que no es de mi talla. Nunca pinto con mi ropa, pues sé que la terminaré manchando tarde o temprano. Bajo mi mirada para ver la ya sucia camisa y me encojo de hombros.

- No tiene nada que ver. Es el agua, no logro captar... El movimiento. -Le digo antes de retirar mi vista del dibujo.

- Eso tiene solución.

Harry se levanta, haciendo que el banco caiga para atrás y en un abrir y cerrar de ojos su camisa queda tirada en el suelo. Hace lo mismo con sus pantalones para quedar en su ropa interior. Mi instinto es taparme los ojos al ver lo que está haciendo, pero antes de que pueda reaccionar me jala, sacándome de mi asiento. Harry es fuerte así que logra arrastrarme medio camino hacia el lago cuando me doy cuenta de cuales son sus intenciones.

- ¡No, no, no! El lago está sucio, no lo hagas. -Le pido, pero sigue jalando sin hacerme daño.

- Los patos se bañan en él, tú también puedes. Vamos, Hermione solo te hace falta ver las cosas desde un punto diferente -Deja de jalar y se acerca a mí, intentando convencerme.

- No. Además ésta ropa no es mía, no puedo mojarla, Draco...

- Quítate la ropa entonces.

Me quedo quieta, paseo la mirada entre él y el lago a sus espaldas. En realidad sabía que no estaba sucio, era solo un desesperado intento de hacer que dejara la loca idea de querer meterse allí. Intento saber cuales son mis posibilidades entre salir corriendo de allí hacia la casa antes que él o empujarlo y luego correr. Probablemente me gane en cualquiera de las dos.

- Sino decides rápido, te meto al lago con todo y ropa. -Me advierte. Puede ser bastante dominante cuando se le place.

- Vale, vale. Espera.

Me quito el pantalón, que es lo que más me preocupa, así como los zapatos y las medias. No quiero ensuciar mi ropa interior, así que me quito el brasier sin sacarme la camisa. Quedo con la camisa lo suficientemente grande para cubrir lo que queda de mi ropa interior, ya que me llega hasta las rodillas. No he terminado de sacarme las medias cuando siento los brazos de Harry levantarme del piso y correr hacia el lago.

El grito no alcanza a salir de mi garganta. Siento el agua invadirme por todos lados, hundiéndome un poco. No le temo a nadar así que espero unos segundos y me impulso hacia la superficie.

Harry me mira con una sonrisa de medio lado en sus labios. El cabello negro le cae por la frente y sus músculos se ven aún mejor en el agua.

- ¿Mejor? -Pregunta, nadando hacia mí.

- No sé tú, pero yo me siento parte de la naturaleza ya. -Doy una brazada hacia atrás, pero él me alcanza antes de que llegue a la orilla.

- Agradéceme. Ahora puedes ir a terminar tu dibujo. - Sus ojos azules intenso me sonríen. Tenerlo tan cerca es extraño.

- Oh, vamos. No tengo que agradecerte nada.

- Di gracias y listo.

El pelinegro se acerca aún más a mí. No me está tocando pero puedo sentir su aliento chocar contra el mío, así como sus ojos mirando directamente en mi alma. Me aparto de él y subo a la orilla para ponerme de pie.

- Gracias, Harry. -Le sonrío desde afuera y él se limita a asentir con la cabeza antes de dar unas brazadas por el lago.

Recojo el pantalón y todo lo demás que me quité antes de zambullirme en el lago, así como mis pinceles. El lienzo lo dejo, quizás pueda arreglarlo después, pero primero tengo que secarme.

Corro hacia la casa que queda a unos 20 metros de distancia. Catherine no está, suele pasear por la ciudad todo el día y llegar en la noche, sin embargo, no necesito que nadie me vea como estoy o recibiré otra charla de como ser femenina. Para mi suerte logro llegar hasta las escaleras, subir al primer piso y doblar al ala derecha sin cruzarme con nadie, pero mi buena suerte termina cuando Draco se cruza conmigo.

Draco es el hermano mayor de Harry y Lily. Me lleva dos años y tiene la misma contextura que su hermano menor. Lo quiero como sí fuera mi hermano, siempre he sido abierta con él. Va vestido elegante, con sombrero y una maleta en la mano.

- Corres como alma en pena. -Me dice antes de dedicarme una sonrisa perfecta.

- No estoy muy cómoda vestida así... -Niego con la cabeza. Ya me vio, ya no vale la pena ocultarme- ¿A donde vas con esa maleta?

Su semblante cambia por completo. Su expresión se torna triste. Se quita el sombrero y se pasa la mano por el cabello rubio antes de mirarme. Él sacó el cabello de su mamá, rubio platino.

- Me voy. Iré a estudiar en el extranjero. No quería decirte a ti o a Lily porque...-Empieza, pero se calla a mitad de la oración.
- Así que claro, soy muy frágil para manejarlo ¿No es cierto?
-No es eso lo que quise decir, Hermione… -Deja de hablar cuando le empiezo a pegar con mis puños.

- No soy un bebé, por el amor de dios. Te hubiera matado si me despertaba mañana y no te veía, ¿Por qué no me ibas a decir? Draco...

Sus brazos me rodean y dejo de gritar así como también de pegarle. Yo sabía que la razón por la cual no me quería decir era por lo unido que éramos. Igual que Lily. Harry era otro caso, ellos dos se amaban como hermanos que son, pero como hombres mantenían sus distancias. Cosas estúpidas a mi parecer. Yo no soy débil, él lo sabe, sin embargo me limito a abrazarlo, sabiendo que quizás no lo vuelva a hacer en años.