Antes que nada, la imagen no tiene que ver con nada de aquí dentro, solo es Doran Martell en su mejor momento, así que TENÍA que ponerla si iba a hablar de él.

Después de eso tengo que decir que este fic participa en el Reto#37: Drabbles de Casas Mayores del foro Alas Negras, Palabras Negras. Todo el que quiera ir es bienvenido, desde bastardos hasta eunucos... También se admiten brujas rojas.


George R. R. Martin aún no se muere así que todo esto sigue siendo exclusivamente de él y nadie más.


#Doran.

El mundo tiene una idea errónea de él, Oberyn lo sabe por bien, pero está seguro que desde su perspectiva es quien mejor conoce a Doran.

Sí, es cierto, su hermano puede ser un tipo blandengue de vez en cuando, bastante conspirador en otros, solo que al final lo único por lo que lucha es por su familia… de una forma un tanto exasperante para algunos, claro.

Como para Arianne, a quien no es que le encante mucho esa posición de monje ascético que suele poner su padre ante la vida. Si fuese ella —y algunos dan al cielo las gracias de que no lo sea—, hace mucho rato que hubiese hecho algo: armar una revuelta o promover un enfrentamiento a campo abierto ¡Algo! Si supuestamente lo que buscan es justicia ¿Qué hacen todavía sentados entre la arena?

Lo malo es que no es la única con esa idea, porque Quentyn piensa lo mismo, solo que él, a diferencia de su hermana, trata deliberadamente de ganarse el favor de su padre en pro de encontrar la manera de hacerlo cambiar de opinión. Tiene claro que debe haber un plan, en eso está de acuerdo con el Príncipe de Dorne, solo que él cree que debería ser un poco más radical, como su hermana lo plantea.

Y es por esas cosas —otras también—, por las que Trystane no se junta con sus hermanos más allá de lo necesario. Desde su pre-púber punto de vista, el pasado no debería removerse tanto si uno no quiere acabar igual que sus antepasados —que no se diga que el niño es tonto—. Cree en Dorne, tiene fe en esas arenas inmensas que su padre tanto protege y sabe que de haber un camino mucho más sencillo su progenitor lo tomaría… haría justicia. Es solo que no lo encuentra y él, que nunca ha comprendido del todo esas viejas redecillas del reino, lo deja estar, porque es un hombre viejo y enfermo y nadie debería cuestionar sus decisiones cuando los ha mantenido a todos con vida.

Menos a Elia, que lo conoció primero que todos.

Ella nunca hubiese cuestionado las decisiones de Doran, porque ella misma terminó casándose con Rhaegar por consejo de su madre y apoyo de su hermano. Supo ver la oportunidad que representaba para Dorne donde Oberyn solo veía a un muchacho caprichoso. Ella sabía que a veces los sacrificios personales son la semilla para que nuestros seres queridos tengan un futuro brillante.

Por eso a Doran a veces se le revuelve la tripa al pensar que son ya quince años. Días y días, consecutivos unos con otros, en los que no son sus exquisitos ojos de ónice los que se ríen por los pasillos junto a Oberyn. Era su hermana pequeña, la única que tenía, y la había perdido. El dolor es tanto que una venganza apresurada sería algo miserable para honrar su memoria. Lo que se tiene que hacer es envenenar la lanza y enterrarla con suavidad.