Bleach

Ichigo/Rukia

Advertencia: de sutilizas y otras hierbas ni un poco.


Capítulo I

No estaba de humor en lo absoluto y es que saber que una tercera chica, además de sus dos hermanas, viviría con él y su familia, no era el mejor panorama que pudiera visualizar.

Podría haber sido un chico, dado que el que se fuera a vivir a la casa era un hecho inevitable, por lo que notó, pero no. Una chica.

—¿Por qué tenemos que tener a esa extraña con nosotros? —indagó dubitativo —. ¿No dijiste que tenían mucho dinero? ¡Qué viva sola!

—No tiene que gustarte, sólo tienes que aceptarlo —rebatió su padre —. Las decisiones las tomamos tu madre y yo, y Rukia-chan vendrá acá.

Había crecido conociendo su nombre, pero nunca la había visto en realidad. Su padre había vivido con esa familia cuando comenzó sus estudios universitarios, ya que donde él residía no era posible estudiar medicina, de querer lograr sus objetivos iba a tener que abandonar la ciudad, y lo hizo y se jactaba de que esa había sido la mejor decisión de su vida, porque había podido conocer a su madre.

No importaba cuanto refunfuñara y manifestara su postura acerca de la chica viniendo a vivir con ellos, sus padres no lo estaban escuchando.

—Y será mejor que te comportes con ella —le advirtió su padre.

Aquello le molestó, ya que aunque no estaba ni siquiera un poco de acuerdo con la nueva integrante en el hogar, él no era un hombre maleducado. Sabía comportarse acorde a la situación.

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La llegada de la chica finalmente se llevó a cabo, y cuando la tuvo frente a sus ojos supo que no podría llevarse bien con ella por más que lo intentara.

—Soy Ichigo —saludó.

Quizá él no era bueno fingiendo o ella había percibido la reticencia que sentía él de tenerla en su territorio, pero cuando llegó el momento de responderle, ella lo encontró desprevenido.

—Piérdete —espetó con claridad ella.

Las cosas no iban a llegar a darse con aquella chica, por lo que podía ver. Y era mejor así, así no tendría que aparentar.

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Ichigo no llegaba a creer que Rukia fuera mayor que él, y es que con ese humilde porte era difícil de aceptar esa verdad. Ella no le dirigía la palabra directamente y no era como si le importara en realidad. Si las cosas iban a ser así, era lo mejor no entablar ningún tipo de contacto.

Rukia se llevaba bien con todos en la casa y por las cosas que escuchaba, era como si fuera un favor el que ella les hacía permaneciendo con ellos, porque no había un solo reclamo acerca de su comportamiento, muy por el contrario, sólo habían elogios para sus buenos modos, los que él no era capaz de ver.

—¡Ese es mi tazón! —reclamó.

Su madre sólo lo miró a modo de advertencia y él supo que tenía que arreglar la situación.

—Pero puedes ocuparlo, está bien por mí —agregó de modo conciliador.

No obstante no estaba bien, menos después de ver una sonrisa escondida detrás del tazón que él mismo reclamó.

Ella se había burlado de él y nadie lo había visto.

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Estaba harto, esa mujer hacía todo a propósito para irritarlo: se sentaba en su silla, tardaba mucho en el baño, volteaba los líquidos en su ropa, y delante de sus padres se comportaba exasperantemente amable, pero todo era parte de una farsa.

—¿Cuánto tiempo crees que lograrás mantener esa careta? —le preguntó.

Era difícil encontrarla sola, por lo que en cuanto tuvo la oportunidad, él le preguntó lo que le estaba carcomiendo el cerebro.

—¿Cuál careta? —preguntó haciéndose la desentendida.

—Esa —explicó él —. No sé cómo alguien puede creer en tu mala actuación.

La chica frente a él aunque pequeña le inspiró respeto con esa expresión temeraria en su rostro.

—¿Y por qué te molesta? —indagó ella.

Lo cierto es que ella tenía razón, como ella actuara no debería afectarle o molestarle.

—Ignora que te dije algo —espetó.

Ella se encogió de hombros y por primera vez desde que ella había llegado, no discutió algo que él dijera.

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No podía creer su buena suerte, ni sus padres ni sus hermanas iban a estar en casa, y por lo que había oído durante la cena, Kuchiki tampoco. Eso significaba la casa completamente sola para él; algo que no ocurría a menudo.

Se apresuró en llegar porque oportunidades como esa no se podían ser desperdiciadas, y es que poder masturbarse con videos con audio era prácticamente un lujo. Le gustaba en particular la parte en que la mujer de turno se acercaba al orgasmo y sus gemidos lo evidenciaban. Había algo en esa evidente carencia de aire que lo excitaba y se preguntaba si él algún sería capaz de excitar a una mujer hasta hacerla llegar a ese punto, donde le pidiera más, en el cual le pidiera hacerla acabar…

Subió a su habitación con nerviosismo, no es que no fuera una práctica habitual, tocarse era algo que si tenía la oportunidad lo hacía dos o tres veces al día, pero en el silencio de la noche era distinto, y esa práctica a esa hora, con el estímulo auditivo adherido, era demasiado tentador como para no aprovechar esa oportunidad. Se acomodó frente al escritorio, buscó los pañuelos desechables que siempre se ocupaba de reponer antes de que se le acabaran, y aunque sabía que era una experiencia que le gustaría prolongar, no abusaría de su suerte y se aseguraría de disfrutarlo al máximo.

Buscó en la categoría que más le llamaba la atención: mujeres con senos grandes, y sin mucho buscar encontró el video que sería el elegido, ya que le gustaban aquellos videos que no fueran tan evidentemente fingidos, y aquel parecía ser una de esas escasas joyas que muy de vez en cuando eran encontrados… mujeres con silicona no eran realmente lo suyo, pero la mujer del video parecía ser completamente natural.

Su forma femenina lo tenía embelesado, el modo en el que seducía al hombre era uno que a cualquiera macho heterosexual de sangre caliente obtendría una erección dura que nada tendría que envidiarle al hierro…

Sus movimientos se volvieron frenéticos a medida que los segundos transcurrían y su excitación era tanta que no pudo siquiera aguantar hasta la parte donde el hombre se aseguraba de que la mujer recibiera su simiente, y es que los gemidos de la mujer resonaron en sus oídos de tal forma que su orgasmo consiguió, literalmente dejarlo temblando, y por unos segundos dejarlo inmovilizado, disfrutando ese momento de relajo máximo.

Había sido una sesión de onanismo memorable y no creyó que nada pudiera amilanar su buen humor. Se aseguró de borrar el historial antes de alejarse del computador.

Necesitaba deshacerse de aquellos pobres pañuelos que habían sido utilizados en el nombre del más vil de los propósitos: la autosatisfacción, sin embargo al mirar su puerta algo estaba mal: estaba entreabierta y él, con completa certeza, la había cerrado. Se acercó hacia esta y pudo escuchar claramente unos pasos alejándose.

Alguien había sido testigo de lo que había hecho y él deseó que la tierra se lo tragase… nada podía ser peor que ser captado in fraganti masturbándose y no supo si era mejor hacerse el desentendido o rogar que al menos no hubiese sido una de sus hermanas. Eso sería lo único que podría ser peor.

Continuará..


Un nuevo fanfic corto que tiene el propósito de que cada capítulo no tenga más de mil quinientas palabras.

Espero les agrade y ojalá me lo hagan saber con un review.

Gracias por leer.