[Dark-Fic]
Suϻɪsɪóи
—Powerpuff Girls & Rowdyruff Boys—
Summary: [DARK-FIC] Princesa Morbucks es caprichosa, vanidosa, adinerada y a sus 19 años sigue siendo igual de mimada que antes; sin embargo, no fue hasta que su "nueva adquisición" les pateó los traseros, que las Powerpuff Girls vieron que quizás, el dinero sí podía comprarlo todo.
Advertencias: Violencia gráfica. | Lenguaje fuerte. | Violación. | Muerte de personajes. | Posibles advertencias inesperadas en capítulos posteriores.
Disclaimer:
PowerPuff Girls © Craig McCracken
Sumisión © Adilay Fanficker
Notas:
Este fic fue inspirado en una imagen publicada en el grupo de Facebook "PPG & RRB +18". No la puse como portada, primero, porque el fic NO es 100% parecido a lo que se presenta en la imagen, y segundo, porque me gusta hacer mis portadas así XD.
Pero para quienes deseen ver la imagen en la que me inspiré, visítenme en mi página de Facebook "ADILAY ACKATERY" o en el grupo ya mencionado.
El fic es un tanto crudo, no expondré mucho (o casi nada) de romance, lo digo desde ya. Drama, tragedia, ¿por qué no? XD
Y para quienes deseen ver pasteles, colores o sonrisas cada capítulo, les aviso con pesar que por aquí sólo habrá caras serias o rojas por la ira o la tristeza y no pienso repetirlo. Ojala no se molesten tanto conmigo por eso pero creo que fics acaramelados ya hay demasiados XD
La sorpresa sería ver escenas felices.
Si se lo preguntan, NO tengo planeado un final feliz pero tampoco tengo planeado un final triste o trágico, así que ni yo misma sé qué esperar de todo esto.
¿Listos y listas para seguirme en este oscuro sendero?
Bien, entonces comencemos.
•
CAPÍTULO
I
Advertencia del Desastre
Aquella tarde de viernes, Blossom Utonio estaba sumamente concentrada; tecleaba en el ordenador con mucha rapidez y precisión para no dañar las teclas. Su cabeza estaba llena de ideas que necesitaba plasmar en archivos computarizados muy importantes que luego usaría. Pero su silencio, su soledad y por ende, su centralización, se vino abajo cuando escuchó a sus queridas hermanas regresar a casa.
Un azote de puerta la hizo saltar en su sitio.
Ay no puede ser.
Soltó aire hacia su fleco preguntándose por qué no podían sencillamente discutir o descargar sus frustraciones en el bosque o en el Polo Norte donde no molestasen a nadie. Mucho menos a ella.
Usualmente eran ruidosas, tanto Bubbles como Buttercup; hablando de sus malos momentos y de lo mucho que deseaban comer chucherías el fin de semana o ver una película en el cine. Pero en esta ocasión hubo algo distinto. Tanto así que la chica pelirroja permitió que su burbuja de números y ecuaciones explotara sin llegar a enloquecer (tanto) por eso.
Ahora mismo se sentía un tanto ultrajada por el escándalo, pero con su agudo oído ella pudo notar que al parecer estaban muy molestas. Y por lo que gritaban, no era cualquier cosa.
Blossom miraba con el ceño fruncido el techo del primer piso. Guardó el documento en Word y lo cerró antes de apagar la computadora y estirar sus brazos hacia arriba.
Adiós a su tranquilidad.
Luego suspiró tratando de no subir hecha una furia como otros días para gritarles a ese par que se callasen. Lo único que quizás podría aligerar su malhumor era que ya faltaba poco para poder juntar el dinero suficiente para poder partir a su casa propia alejada de la concurrida y ruidosa ciudad. Y de sus hermanas.
Las amaba a ambas, pero ella necesitaba silencio para trabajar.
—¡Maldita sanguijuela!
—¡Bu-Buttercup… de-déjame revisart…!
—¡Me vengaré! ¡Voy a mandarla al infierno!
La líder, luego de rascar su cabeza, abrió la puerta del laboratorio y se encontró con sus hermanas en la cocina. Buttercup comía una barra de chocolate que acababa de sacar del congelador mientras que Bubbles se sentaba en la mesa de madera del centro.
—¿A qué se debe este escándalo? —Reprendió claramente irritada por la interrupción de sus hermanas.
¿Cuántas veces debía decirles que cuando ella estaba en el laboratorio necesitaba que se callasen? Odiaba tener que repetirles las cosas.
—Necesito concentrarme —espetó.
—¡Desde hace medio año te dije que te largases a tu casa propia!
—¡A qué viene eso ahora! —Preguntó Blossom cayendo en el juego de la ira. Nada lograba sacarla más de sus cabales que Buttercup atreviéndose a ofenderla—, ¡y por qué no te vas tú ya que eres la que menos aporta a los gastos de la casa y las que más vacía la despensa!
—¡Porque no me da la gana! —Tomó del refrigerador una soda de lata y dejó a sus hermanas solas en la cocina.
Bubbles se acarició las sienes, sentada en la mesa y con un codo apoyado en esta mientras resoplaba.
—No tuvimos el mejor día, Blossom.
Claro, y ella había estado jugando Buscaminas en el ordenador desde la madrugada.
—Buttercup nunca tiene buenos días —respondió Blossom sentándose con la rubia encontrando un poco de silencio al fin—, ¿qué ocurrió?
—Princesa…
Oh vaya, aquí vamos de nuevo.
Para poder ayudar a Bubbles a calmar sus nervios, Blossom hizo un batido de chocolate con el talento nato de una chef profesional y una vez que se sentaron juntas de nuevo, Bubbles narró lo ocurrido.
Resulta que hace 4 horas. 2 antes de irse a casa, Bubbles y Buttercup estaban juntas en la única clase que compartían, Historia Universal, cuando las puertas se abrieron al par.
»¡Powerpuff Girls! —Exclamó Princesa Morbucks con la más chillona voz que ambas hermanas hubiesen podido oír en sus vidas.
El uniforme del prestigioso Colegio para Señoritas de Saltadilla era bastante elegante, consistía en un vestido negro de mangas ¾ (cuya falda estaba poco más arriba de las rodillas), un chaleco azul marino, un suéter del mismo color con el escudo del colegio y unas medias oscuras de licra que cubrían en su mayoría, más allá de la rodilla o un poco menos; un par de zapatillas negras con poco tacón y en sí, toda la tela usada para la confección del uniforme era cómoda.
Pero Princesa en esa ocasión vestía el uniforme con un suéter dorado, un vestido rosa cuya falda era más corta de lo permitido y unas zapatillas negras de tacón alto. Su pelo naranja alborotado estaba siendo adornado con una tiara de oro y rubís mientras que sus manos finas y delicadas estaban sobre sus pronunciadas caderas.
»¡Princesa! —Exclamó el profesor en turno—, ¿a qué se debe este retraso? Estamos en medio de un ensayo.
»Oh, perdone profesor, pero el asunto no es con usted —y sin ser invitada, Princesa se adentró al aula ante la atenta mirada de las 20 señoritas que miraban con interés cómo la pelirroja se paraba justo enfrente de las dos hermanas—. Se los advierto, chicas ―sonrió maliciosa―. Esta es su última oportunidad de aceptarme como su nueva integrante.
»Arg, vete al infierno ―se quejó Buttercup sin dejar de escribir los apuntes del pizarrón en una libreta en su pupitre. Bubbles se habría reído de no ser porque la sonrisa de Princesa la había dejado pensando en el plan que seguramente tendría.
»Oh, no, ustedes se irán al infierno.
Los ojos verdes se desviaron hacia Princesa en señal de amenaza. Si la pecosa perra no se quitaba de en medio realmente iba a extrañar algunos dientes.
Al ver que esa estúpida sonrisa no abandonaba ese feo rostro visiblemente operado, Buttercup se levantó dando un resoplido. Ella usaba el chaleco y no el suéter, además de que usaba unas medias oscuras que cubrían toda la piel de sus piernas. Sus zapatos, completamente destaconados resonaron un poco hasta que la morena llegó a posarse frente a Princesa.
Buttercup era una chica muy alta, tanto así que aún sin tacones pudo mirar frente a frente a Princesa quien estúpidamente no se intimidó.
—Déjate de ñoñerías. ¿Qué es lo que quieres ahora? —Se cruzó de brazos impaciente.
—Quiero la revancha —dijo con simpleza, chasqueando los dedos con una sonrisa.
Entonces por la puerta entraron 3 grandes encapuchados oscuros con máscaras de goma raídas.
Un payaso. Cara blanca, ojos pintados de morado y labios y nariz rojas.
Un cerdo. Un tanto tétrico ya que los ojos al otro lado de la máscara no se veían por lo que las cuencas de la máscara permanecían negras.
Y un bebé. Como el cerdo, este era bastante difícil de mirar sin desear voltear la cara; una aterradora máscara en todo su esplendor ya que esta mostraba una sonrisa maliciosa y las cuencas de los ojos tampoco no se notaban por la capucha.
»Dahaka, elimínala.
El encapuchado con la máscara del cerdo dio un paso enfrente.
Buttercup suspiró burlándose.
»¿Ahora qué tipo de robot le pediste a Mojo que te fabricara? Porque lo destruiré como hice con el otro y esta vez haré que te lo com…
¡PUM!
Sin que nadie lo viese venir (ni siquiera la propia Buttercup), la chica salió disparada por la ventana mientras que en su lugar reposaba el encapuchado con el puño enfrente. Éste acababa de golpear a Buttercup a una velocidad tremenda, toda el aula se quedó en completo silencio.
Lo único que hizo que todos los espectadores despertaran fue la risa descontrolada de la pelirroja.
»Ja, ja, ja, ja. ¡Trágate esa! —Exclamó Princesa dichosa.
Entonces cuando menos la chica pecosa se dio cuenta, el encapuchado con la máscara del bebé detuvo el puño de Bubbles antes de que pudiese tocarle la cara.
A tan solo 4 centímetros, Princesa musitó entre furiosa y desubicada:
»Azrael.
Bubbles fue arrojada por Azrael por la ventana.
Ambos encapuchados salieron disparados por los agujeros creados por las chicas al ser repelidas con suma facilidad.
»¡Princesa, exijo una explicación de este acto tan violen…!
El encapuchado de la máscara de payaso se paró enfrente del profesor con una velocidad que hizo que el hombre diese un paso atrás cuando vio los ojos ennegrecidos del sujeto.
»Leraye, no le hagas daño al profesor, ¿no ves que quiere vivir un día más para poder aprobarme este año? —Dijo Princesa riendo mientras se retiraba a paso lento siendo seguida por su acompañante.
El salón se quedó frío.
»¡Bubbles! —Exclamó Buttercup atrapando a Bubbles cuando ésta bajó en picada al piso―. ¿Te hizo daño?
»Estoy bien ―contestó Bubbles reincorporándose.
Ambas hermanas se mantuvieron juntas y miraron con seriedad el sexto piso del edificio, justamente donde se alojaba los agujeros de las ventanas.
Ambos encapuchados permanecían volando allá arriba.
»Lo admito, me confié —dijo Buttercup entre dientes—, no volveré a hacerlo.
»No son robots… si lo son no serán fáciles de destruir… aunque insisto, no lo parecen —analizó Bubbles sin dejar de mirar a sus nuevos enemigos—. ¿Qué crees que sean realmente?
»Robots o no los derrotaré.
»¡Espera, Buttercup, no podemos subestimarlos!
»No lo hago.
Para cuando Bubbles miró preocupada a su hermana, notó que de la comisura del labio de Buttercup bajaba lentamente un hilo de sangre.
»Estás sangrando.
»Imposible, nadie puede hacerme sangrar —gruñó teniendo conocimiento pleno de la realidad.
La risa de Princesa resonó en la cancha polvorienta de carreras del colegio.
»Estás sangrando —aseguró feliz—, y sangrarás más. —Chasqueó los dedos una vez más y Dahaka voló en picada contra Buttercup quién lo recibió con una patada para repelerlo por un par de segundos.
El encapuchado dio un giro maestro y ágil, cayó de rodillas y con las puntas de los pies se impulsó nuevamente para encestar un golpe firme en el estómago de la Powerpuff verde. Esta no se movió de su lugar aunque sus pies hayan sido arrastrados 3 centímetros atrás, pero el golpe sí le dolió bastante. Pero eso no hizo que, furiosa, respondiese al contrataque con un gancho derecho a la sien del sujeto.
Buttercup fue por él, atraída por su deseo de victoria.
»Será mejor que te detengas, Princesa —le dijo Bubbles a Princesa aún con la mirada puesta sobre el de la máscara de bebé—. Recuerda que el derecho de tu padre por mantener sus bienes puede irse abajo si continuas haciendo destrozos por la ciudad.
»La fortuna Morbucks es infinita —le dijo con suma superioridad—, y construir un par de veces esta ciudad de cuarta no es problema alguno; además, papá puede comprar la vida que quiera; y de hecho, ha comprado las vidas que quiero y me sirven para lo que deseo y un poco más.
»¿De qué estás hablando?
Princesa sonrió arrogante chasqueando los dedos de nuevo. El de la máscara de bebé bajó justamente enfrente de Princesa dándole la espalda a Bubbles, ésta (seguramente) alzó la máscara, puso las manos sobre los hombros del encapuchado, le guiñó un ojo a la rubia antes de besar al sujeto tras la máscara.
¿Cómo lo supo Bubbles? Por los sonidos que Princesa se esmeraba en hacer mientras besaba a quien fuese que estuviese tras la capa; menos mal que no estaba viendo el espectáculo en todo su esplendor.
La rubia hizo una mueca.
»Qué asco.
Princesa se rio.
»Para mí no —dijo lamiéndose los labios ya con poco lápiz labial rojo.
Tan solo verla haciendo eso fue más que suficiente para que Bubbles quisiera vomitarse ahí mismo, pero lo contuvo.
»¿A qué te refieres con comprar vidas?
»Muy pronto lo sabrás —el de la máscara de bebé se giró cuando estuvo cubierto de nuevo. Chasqueó de nuevo los dedos llamando al sujeto antes llamado Dahaka—. Vámonos.
Esquivando un golpe de Buttercup, Dahaka dio un salto hacia atrás posicionándose a un lado de Princesa.
Bubbles detuvo a Buttercup cuando ésta intentó arremeter una vez más contra la chica pecosa, que riéndose (prometiendo volver a verlas), la ricachona se retiró campante del sitio.
Con cuidado (ignorando los reclamos y jaloneos de su hermana mayor) y con su súper visión de rayos x, Bubbles miró cómo Princesa iba hacia el estacionamiento de la escuela, se adentraba a su limosina y los otros 3 también la seguían.
Hizo una mueca otra vez cuando la vio llamar a uno de ellos con la mano para arrancarle la máscara y besarlo en una postura vulgar: con él arrodillado entre sus piernas y ella agachando la cabeza para tomarlo de los (aparentemente) largos cabellos.
»Maldita ricachona —escuchó decir a Buttercup, ésta estaba despeinada y con mucha tierra encima—. Hay algunos tipos ricos como Batman o Iron Man que usan sus millones y habilidades para hacer cosas positivas por sus ciudades, pero no —escupió sangre al piso—, me pregunto por qué rayos su padre jamás la ha detenido, castigándola de vez en cuando por estupideces. Mira nada más con lo que nosotras debemos aguantar.
La rubia la soltó cuando la notó rendida. Para su mal augurio Princesa en una cosa sí tuvo razón:
Buttercup estaba sangrando más.
Lo que sólo quería decir que la chica morena iba a ir en busca de la redonda cabeza de esa pretenciosa de una forma u otra cuando ni ella o Blossom pudiesen detenerla.
—En el tiempo restante de clase, Buttercup no me dijo nada más, sólo se lavó la cara en el baño y después fuimos al Ayuntamiento para informar al Alcalde que Princesa podría estar intentando algo. Miss Bellum dijo que por el momento era mejor mantener vigilada a Princesa ya que el señor Morbucks no estaba en el país, aparentemente ahora se encuentra en un viaje de negocios en Inglaterra y no regresará hasta dentro de dos semanas —terminó de narrar.
Soltando un suspiro, Blossom se tocó los labios, pensativa.
—Dices que ese tal Dahaka… hizo sangrar a Buttercup… eso nadie había podido hacerlo. Bueno, sólo uno que otro monstruo pero nada que fuese de su tamaño.
—En realidad era más alto que ella.
—Bubbles.
—Ya sé. Ese no es el punto.
La pelirroja se rascó la cabeza terminando de beber su batido.
―Bubbles, ¿recuerdas los nombres de los encapuchados?
―Ehm… recuerdo el nombre de dos solamente. Dahaka y Az… Azrael, o algo así era un nombre raro. El otro no lo conozco, pero si por algo Princesa no lo presentó seguramente fue porque lo guarda para ti.
―¿Qué te hace pensar eso?
―Porque… qué coincidencia que sean tres enemigos, que haya directamente hacia nosotras, y que ese tal Dahaka haya podido hacer lo que ningún otro enemigo había podido hasta hoy. —Blossom asintió.
―Hacer sangrar a Buttercup.
―¿Crees que haya sido todo parte de un plan?
―O la primera parte de uno. Demasiado elaborado para que sea de Princesa.
―Recibió ayuda, ¿cierto?
―¿Pero de quién?
―¿Mojo?
―Lo dudo, desde aquella última ocasión dudo que Mojo vuelva a confiar en Princesa.
Se refirió a cuando la niña, teniendo 6 años, hizo un pacto con el simio para darle poderes a ella y revocarles a las chicas los suyos. Resultado: el láser que iba a arruinar a las chicas interceptó a Princesa, ella perdió sus poderes, Mojo su libertad (de nuevo) y aparentemente la insoportable chica jamás aprendió de esa lección.
―¿Him?
―No creo que sea su estilo, él suele gustarle hacer las cosas por sí mismo y dejarse ver desde el primer momento; no es de aquellos que se oculta todo el tiempo disfrutando de la diversión desde lo lejos. Le encanta estar en la primera fila.
Bubbles concordó.
―¿Fuzzy? ―Blossom alzó las cejas, divertida; Bubbles se rio―, olvídalo. ¿Pero entonces quién?
―Se acaban las opciones y no llegamos a nada. Creo que será mejor aplicar el consejo de Miss Bellum y no caer en los juegos de Princesa, mantenerla vigilada a ella y a sus nuevos secuaces.
―Espero que Buttercup no haga nada arriesgado.
―Sólo por no decir "estúpido".
―Hermana, ya sabes que no uso ese lenguaje tan vulgar. ―Blossom se rio de Bubbles.
Lo que ninguna de las chicas sabía era que mientras ellas reían, tratando de olvidarse de Princesa por un par de horas, Buttercup había escapado por la ventana de su habitación con dirección a la Mansión Morbucks.
―FIN DE CAPÍTULO―
Bueno, sé que no es el GRAN cambio pero hice lo que pude. Actualmente tengo algunas ideas para este fic y quisiera llevarlas a cabo.
Para quienes me leen en otros fics de otros fandoms quiero aclararles que no pienso dejar ninguno de mis proyectos. Sin embargo mi inspiración se inclinó hacia esta historia y quisiera aprovecharla al máximo. Gracias por seguirme.
Ahora, ¿qué rumbo llevará especialmente este fic? Sencillo. Princesa va a demostrarles a las chicas y a todos quienes la subestiman que es más peligrosa de lo que creen. ¿Veremos a Him o Mojo? Indudablemente; varios villanos se unirán a la fiesta (o así lo tengo planeado) pero aún no sé quienes. Pero de que Mojo y Him están asegurados lo están.
¿Escribiré algunas escenas yaoi? No lo creo. No soy nada buena en este campo y lamentablemente deberé decirles que todos los personajes acá son heterosexuales. ¿Para qué aclarar eso? Bueno eso también es sencillo. Lo descubrirán hasta el capítulo 3.
Gracias por leer nos mantendremos en contacto. Gracias.
JA NE!
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