Chapter 1: Prefectos en acción
Y aquí estoy de nuevo un año más, en mi hogar, en mi escuela y cumpliendo mi mayor sueño. Sí, Hogwarts se convirtió en todo y eso y más cuando compartí la primera aventura con los que serían mis mejores amigos: Ronald Weasley y Harry Potter. Cuando me salvaron del Trol en los baños de chicas algo cambio y desde aquel momento nada volvió a ser igual. Maduramos rápido debido a las cosas que nos sucedieron... Pero maduramos juntos y eso es lo que más importa. Atrás dejaba a la niña con los pelos peor que un león recién despertado, de dientes largos y ojos brillantes cargados de inocencia y dice hola a una chica de cabellos rebeldes pero más domables de un color castaño claro,con un cuerpo más desarollado y sinuosas curvas. Este año sería diferente, él había vuelto. Quien-tu-ya-sabes-quien había resucitado por fin con un cuerpo corpóreo sin servirse de alguien más y todo eso gracias a la ayuda de Barty Crouch hijo y su secuaz más ruin Peter Pettigrew, un hombre que había traicionado a sus mejores amigos (los padres de Harry) Lily y James Potter. Cuando Voldemort resurgió de un caldero se llevo a su paso a un muchacho noble y fiel, Cedric Diggory, perteneciente a la casa de Huffelpuff. Nunca hablamos pero nadie se merece morir a sangre fría y menos a un joven que le quedaba toda la vida por delante. Pero dejando de lado a todo lo malo que sucedió el año pasado y lo que sucederá con el de vuelta este año cursaría quinto año, lo que se resumía en una sola palabra: TIMOS. Siempre había sido una chica estudiosa, la "empollona" de la clase pero este curso debería dar todo de ella, debería pasarse día si y día también detrás de gruesos libros para aprobar estos con la mejor mota. Y a eso debería unir la preocupación por Harry, él tenía pesadillas constantes por lo que sucedió en el cementerio junto a Voldemort en el Torneo de los tres magos. Esa competición nunca debería haberse celebrado, te prometía la gloria eterna pero al preció de ponerte a prueba de la manera más cruel. Mientras pensaba en todas estás cosas Harry y Ron se encontraban delante de su asiento hablando de quiddicht.
Que novedad pensé con un toque de ironía al verlos hablar muy interesados en las opiniones del otro. Ni siquiera Lord Tenebroso podría hacer que esos dos dejaran de hablar sobre ese estúpido deporte de siete personas golpeando, buscando, pasándose y parando distintas malditas me gustaban mucho los deportes (prefiero los libros) pero sigo sin ver práctico ir detrás de una pelota como imbéciles. Además de algo absurdo y bizarro era peligroso, soy una Glyffindor pero una persona a fin de cuentas y por muy valiente que sea prefiero mantenerme a salvo. Suspira al levantar la cabeza y observar a Ronald comer sus ranas de chocolate como si su vida dependiera de ello, hacía gestos con las manos como un poseso intentando que Harry entendiera lo que quería decir con la boca llena. Rodé los ojos de forma exagerada y observe el reloj de muñeca que me regalo Ginerva Weasley la navidad pasa y al ver la hora me alarme de forma desmesurada. ¡La reunión de prefectos a la cual debo asistir! Y no solo yo sino también cierto pelirrojo que se encontraba en frente mía, Ron y yo hemos sido seleccionados para ser los prefectos de Glyffindor y Molly Weasley estaba la mar de orgullosa de su hijo. Cuando nos llego la carta a Grimmauld Place quedo encantada y lo fue pregonando a los cuatro vientos como si fuera lo más importante del mundo. Me levante recogiendo mis cosas que deje desperdigadas sobre el vagón y metiendolas en mi mochila de color malva con bastante prisa en mis gestos, lo podría hacer después pero era para asegurarme de que si llegábamos más tarde estaría todo recogido y solo debía vestirme. Observe a esos dos y me detuve en Harry, pobre de él,debería quedarse solo en sus pensamientos. Comencé analizarlo y pude notarle más demacrado y ojeroso, no podía dormir por sus pesadillas y por el terrible dolor que le producía la maldita cicatriz en forma e rayo que le hizo leyenda. Yo ya le dí mi opinión sobre lo que debería hacer acerca de esas terribles pesadillas pero como siempre pasan de mi como si de un trapo se tratase, así que le dejare en claro de nuevo que debería hacer haber si hay suerte.
-Deberías comentarlo a Dumbledore Harry- Le dije con una voz suave pero se podía notar mi tono autoritario, el debería comprender que era lo mejor. Sólo era un niño y todo esto le queda grande, si estuviera sólo comprendería su mal estar pero nos tiene a Ron y a mi y también a Sirius y el único mago al cual Voldemort teme: el director de nuestra amada escuela.
-No Hermione, no quiero y no lo haré-Dijo este manteniéndose en sus trece. Era cabezota a más no poder y solo me quedo soltar un suspiro resignado. Sabía que no llevaba razón, las pociones para dormir no han funcionado por lo que veo pero el seguía negándose en acudir a tan buenas ayudas. Él se excusaba en que era una idiotez y yo debía callarme que lo que estaba haciendo si que era una idiotez. Mire a Ron a ver que opinaba y coloque una mueca de asco al segundo ya que comía sin ninguna delicadeza enseñando todo lo que en su boca se depositaba. Dientes manchados de chocolate ya fundido por su saliva y sus mordeduras, comida a medio masticar posándose en su lengua que ahora estaba de un tono azulado. Era asqueroso, aparté la mirada algo asqueada y me dedique a observar un punto fijo porque sabía que si miraba echaría las dos ranas de chocolate que me tome hace a penas diez minutos.
-Ron, creo que deberíamos irnos hacía la reunión de prefectos. -Comenté jugando con mi jersey apretado de color rosa y este levanto la cabeza cerrando su gran boca y tragando todo lo digerido mientras me hacía ojos de cordero. Este se tomo otra rana mientras seguía mirándome de esa forma, sabía lo que significaba. Quería que le sutituyera en su primera reunión. La miraba asesina que le dirigí basto para que tragara hueso de forma bastante sonora.
-Vhef gendo zu -Comentó con la boca llena resignado a que debería hacer una aparición para que no le mandase alguna imperdonable allá mismo. En su idioma quería decir: Ve yendo tú. Sin mandar ninguna miradita más y sin añadir palabra me fui de ese vagón para caminar por los pasillos del Expreso para dirigirme al gran vagón de prefectos.
La verdad es que me sorprendía bastante que Ronald halla sido elegido prefecto, es decir, de sus dos amigos siempre creyó que sería primero Harry antes que Ron. No solo por que las notas de Harry eran ligeramente mejores a los del pelirrojo o que tuviera una estrecha relación con el director, sino porque de todo es sabido que entre ellos dos el más responsable es Harry. Mientras él ya estaría acá conmigo contento por este cargo cierto pelirrojo quiere tomar la comida que pueda antes de hibernar y dejar este honorable cargo a manos mías. No hemos empezado las rondas del colegio y ya quería que le sustituyera. `Por eso no quería a Ron como acompañante en la lucha por mantener orden en el colegio y en su amada casa de Glyffindor. Ni siquiera quería a Harry, quería a alguien responsable, tan estudioso como ella y que amara verdaderamente este puesto y la confianza depositada en su persona por los profesores. Alguien que siguiera las normas y que solo las incumpliera cuando no pudiera haber otra opción para salvar su pellejo y el de sus amigos. Básicamente quería a alguien que la comprendiera pues por mucho que Harry pusiera de su parte y Ronald le apoyaba (aunque a veces de una forma rara) no la comprendían. Y lo entendía ya que ella no entendía como podían tener pasión con el deporte horrible de las escobas, eran chicos y lamentablemente ella no tenía casi amigas chicas. Las compañeras de cuarto que le toco desde primer curso son todas insportables cotillas. Lavender Brown sólo ocupaba esa rubia cabeza suya con chicos, revistas y las cartas del tarot. Padma seguía los pasos de esta ya que ahora eran inseparables, después se unía la chica que tartamudeaba y que odiaba a todos la cual no sabía ni el nombre y allá entraba la única que se salvaba: Ginny Weasley. Sabía que ella era una chica, su única amiga de su mismo sexo pero... No era precisamente femenina, después de criarse en una casa llena de hombres ella había heredado sus costumbres y parecía a veces más un chico que una chica. Por lo tanto no le servía de nada y además ella era al estilo Ronald, cuando estaba cabreada no escuchaba a nadie y pasaba de todos como si fueran una decoración más. ¿A quién le contaba sus problemas? Porque con el trío dorado podría hablar de su miedo a que todo el mundo se cansara de ella por ser... Tan ella. ¿Pero como les contaba que experimentaba cambios? No estaba hasta el punto de Brown pero ya sentía atracción hasta el sexo opuesto, sentía como su cuerpo también crecía y como se convertía en una mujer de píes a cabeza. Este verano le había llegado la dama de rojo y con eso su pecho había crecido considerablemente a la par que sus hormonas que se habían disparado como locas formando una explosión en su cuerpo. Y lo peor es que el único chico que le servía estaba en Bulgaría. Apreciaba a Viktor Krum, fue el sólo quien mostró interés por esta sabelotodo pero... No era muy elocuente, sólo la miraba hasta hacerla incomodar y sus pocas conversaciones eran extrañas ya que cada dos por tres debía pararse para intentar que hablara en condiciones su idioma y no los sonidos bastos que asomaban en sus labios carnosos. Mientras pensaba esto se choco con un pecho fornido tropezando con sus píes y casi haciendo que cayese por la ventana abierta de la derecha.
-¡Lo sien...!- Pero al darse cuenta de quien era sonrió con una mueca de falsa inocencia y dijo en un tono calmado mirando al joven que se encontraba allá maldiciendo.- Siento no haberte tirado por la ventana y ahorrar el trabajo a todos Malfoy. -Este me miro con un odio impregnado en su mirada y me sonrío de forma irónica.
-Granger por mucho que te tires a mis brazos la respuesta es no- Dijo en un tono ronco y a la vez suave que hizo que se me erizaran todos los pelos del cuerpo,- pero habla con Potter y Weasley a lo mejor hay suerte. -Le lancé una mirada envenenada intentando trasmitir todo mi odio hacía ese rubio petulante que se encontraba en frente mía. El rubio albino que me sacaba una cabeza, con unos ojos de plata fundida con toques azules que te hacía nadar entre ellos y un cuerpo esbelto y delgado pero dejando notar que el entrenamiento de quiddicht le servía para otra cosa que jugar.
-En tus sueños querría estar contigo Malfoy- Le comente mientras escupía mis palabras notando como mis pulsaciones subían a medida que mi enfado era mayor. ¡Al final soy yo la que se cabrea! Maldito hurón albino.
-Corrección Granger, en mis pesadillas.- Dijo en un tono mordaz haciendo que me sintiera enana comparada con él, pero a pesar del malestar levante mi mentón con orgullo observando sus ojos de plata. Este interpreto mi muestra como enfado y sonrío de forma torcida mientras se acercaba a mi dejando ver la diferencia de altura bastante notable.- Oh, no te enfades leona.-Empezó a decir en una falsa mostración de entender lo que pasaba por mi cabeza.- Sé que soy el sueño de toda mujer y que deberás estar afectada por mis palabras pero no te preocupes, si cierro los ojos y me quitan los sentidos del gusto y el tacto podría llegar a pensar en ti de esa forma.-Comentó en un tono jovial recalcando su ironía en estas frases. Yo cerré leve mis ojos para observar sus facciones bastante enojada.
-Dios dame paciencia porque si me das fuerza lo mato- Comenté en voz alta como si hablara conmigo misma pero con intención de que oyera cada una de mis palabras. El levantó una ceja y sonrío de forma irónica.
-Diez puntos para Glyffindor por la ocurrencia.-Me guiño un ojo cuando me vio molesta con él y se marcho en la misma dirección que debería haber tomado hace ya unos buenos cinco minutos.
Cuando recuperé mi tranquilidad comencé a andar para seguir el camino que tomo Malfoy hace a penas un minuto y pude sacar la conjetura de que sería un prefecto o que iría a molestar a cualquier niño nuevo para que se enterarán de que él era el rey. El rey de los idiotas me dijo mi fuero interno y yo le di toda la razón, era imbécil pero que se le va a hacer, nadie es perfecto. Pero sigo creyendo que va a ser prefecto, por mucho que me costará admitirlo Malfoy es genial académicamente y hasta ahora nunca le han pillado rompiendo las normas, aunque yo sabía que con sus fiestas hasta la madrugada rompía barias. Suspire y cuando me quise dar cuenta ya estaba en el vagón de prefectos , me senté en uno de los sillones notando como Pansy Parkinson pasaba a mi lado para llamarme sangre sucia por lo bajo e irse con su querido rubio platino. Rodé los ojos e hice caso omiso al insulto ya que no quería comenzar a gritarle como una desquiciada, espere paciente a Ron mientras hablaba con Cho Chang de cosas banales omitiendo lo sucedido el año pasado. Y así cuando llego Ron comenzó la reunión, después de esta nos fuimos a patrullar por los pasillos del expreso vigilando a los enanos y a los de segundo sobre todo pues eran los más revoltosos.
Mientras tanto en un pasillo cerca de los dominios de las serpientes.
Caminaba con mi aire de dios griego mientras miraba a todo el mundo por encima del hombro, la reunión había estado bastante bien. Me alegre de que dijeran que este año las patrullas en pareja las haríamos con gente de nuestra misma casa ya que el año pasado paso un no se que y tuvieron que quitar la propuesta de hacer que casas enemigas fraternizasen. Me alegro ya que no cabía el aguantar toda una noche a Granger o peor aún a Weasley, es decir, creo que aborrecía mas a esa sabelotodo pero al menos con ella me divertía discutiendo pues me rebatía con astucia pero ese pobretón solo sabía prometerme que me iba a matar un día de estos y decir insultos a lo cual yo respondía con insultos aún peores hasta que la conversación me parecía tan absurda que me largaba en busca de diversión. Pero sin embargo con el cabello escoba podía divertirme y echarme unas risas al ver sus caras y sus respuestas ingeniosas, nada competía con molestar a Granger (obviando el sexo claramente). Seguía haciendo mi "guardia" ya que lo que en realidad hacía era a ver si veía un mocoso y podía divertirme en su costa, me hacía tanta gracia las caras que ponían intentando darme pena. Pobre de ellos pensaba a la par que recordaba sus carillas desconsoladas, nadie me daba pena, un Malfoy no podía tener clemencia. Un verdadero Malfoy hunde a la persona hasta el final sin importar las suplicas y llantos de estas, solo importaba ganar. Eso se lo había mostrado su padre a base de bien, le había mostrado que en este hundes o te hunden y no había puerta número tres. No había lugar para sentimientos y buenas intenciones y eso era algo que había podido observar el mismo, por eso ni siquiera podía mostrar clemencia al ver esos ojillos llenos de lágrimas pidiendo en silencio que le dejara en paz, que ellos no tenían la culpa. Pero no podía dejarse conmover por unos niñatos, era un Malfoy y esa familia no sentía. Y sus cicatrices y múltiples llantos de pequeño cuando todavía era una criatura inocente que caminaba creyendo el todo el mundo era bueno y bondadosa, burda mentira esa. El mundo esta podrido y nadie ni siquiera el trío maravilla podía cambiar eso. Todos podían pensar que odiaba a su padre por las palizas pero al contrario lo admiraba, no podía decir que en su momento deseaba que estuviera muerto pero comprendió que lo hacía por su bien. Lo hacía para que nadie rompiera su coraza y así nadie pudiera hacerle daño como se lo hicieron a él. Porque aunque nadie sabía porque era así, eso era por dolor un dolor que solo su madre Narcissa conocía y que me temo que seguirá siendo así hasta el final de los tiempos, porque Lucius nunca diría que la hace débil.
