Suspiro

El hecho de perder a la única persona a quien yo amaba me cayó de golpe sumiéndome en una profunda depresión de la cual yo creí jamás iba a poder salir. Creyendo que era mi último suspiro de vida, me había resignado por competo a luchar contra aquel agonizante dolor que por poco me consumió en vida; donde ya a punto de partir de este mundo: llegaste tú.

Capitulo 1: Una terrible pérdida.

Abrí lentamente mis ojos, me sentía algo mareada y un poco desorientada. Trate de incorporarme mas fue en vano ya que me sentía sin fuerzas. ¿Qué había pasado?, ¿Dónde diablos estaba? ¿Y por que sentía fuertes punzadas por todo mi cuerpo?

Escuche un leve sonido al final de la habitación, moví mi cabeza lo más que pude para ver de que se trataba. Lo único que alcancé ver fue un hombre alto, con una bata larga blanca y unos anteojos.

-es un milagro de que ahora esté bien señorita Higurashi- dice el hombre haciendo unas anotaciones en el cuaderno que llevaba consigo

¿Un milagro? ¿Quién diablos era ese hombre y como sabía mi nombre? definitivamente mi paciencia estaba llegando a sus límites…

-¿Dónde estoy?- fue lo único que mi leve y ronca voz pudo decir antes que se cortara por el agonizante dolor que empecé a sentir quizás por el movimiento que mis músculos hicieron al intentar hablar

-será mejor que no se esfuerce- dice el, ignorando mi pregunta –no se preocupe todo estará muy bien y se recuperará muy pronto-

Claro grandísimo idiota, cosa que no te mata te hace más fuerte ¿Pero de que diablos me iba a recuperar? No entendía absolutamente nada y ese hombre no me estaba siendo para nada útil.

Antes que diera un último intento de querer aclarar mi mente, un segundo ruido más brusco se escuchó desde el fondo de la habitación nuevamente. Esta vez era alguien conocido…

-¡¿Qué haces aquí?!- lo dije incorporándome rápidamente lastimándome a mi misma -¡No tienes nada que hacer aquí! ¡Anda! ¡Vete lejos!-

-señorita Kagome por favor tranquilícese- me decía aquel inútil hombre con bata blanca –acaba de tener un fuerte accidente y su cuerpo no se recupera del todo…-

¿Accidente?... miré con más detenimiento al lugar: era un hospital.

-¿Qué ha pasado?...- pregunte temerosa a su respuesta

-¿No lo recuerda?- dice el hombre, que viéndolo bien era un doctor –su madre y usted tuvieron un accidente en el coche-

Sí. Ahora lo recuerdo todo, iba con mi madre en el coche directo a nuestro restaurante preferido, y después… después… ¿Un accidente?...

-¿Y mi madre?- pregunto asustada -¿Dónde está mi mamá?-

-ella ha muerto hija- dice aquel hombre que hace poco me estaba encargando de correrlo de la habitación –lo siento mucho-

-¿Muerta? no… no es cierto... esto… esto debe ser una broma- dije respirando agitadamente

-lo siento pero es verdad y tienes que afrontarlo- dice aquel hombre con sus despreciables facciones falsas de tristeza –en verdad, no sabes como lo siento- dice tratando de tomarme la mano

-¡tu no me toques vil desgraciado repugnante!- después de empujarle con una fuerza algo sorprendente de acorde a mi situación… razoné… muerta… mi madre muerta. Empecé a llorar desconsoladamente, mi madre era la única persona que me entendía y a quien yo quería… y ahora sin ella… estoy sola.

-necesito verla- dije con lagrimas en los ojos –necesito verla…-

-lo siento- esta vez fue el doctor quien habló –pero me temo que lleva dos semanas en coma, el hecho de que se despertara fue un milagro, como ya se lo había mencionado-

-déjese de cordialismos doctor- dije volteándolo a ver con una mirada de recelo –no me importa si mi madre ya esta enterrada o que me la pase veinte días muerta y regrese a la vida "milagrosamente"- dije con gran sarcasmo –quiero verla, ahora-

-haga lo que diga- dijo aquel estupido hombre que me estaba colmando la paciencia con su presencia –déla de alta, yo me encargare de cuidarla-

-pero, señor…-

-hágalo- fue lo único que dijo

-esta bien, con su permiso- dice aquel hombre retirándose de la habitación

-ni creas que voy a dejar que estés cerca de mi estos días…- le dije mirándolo con gran rencor y odio

-hija, por favor…-

-¡no me llames hija!- grité nuevamente, ese último esfuerzo me canso así que tuve que recostarme –no quiero que estés cerca, años… años de ausencia tuya y créeme: si no te necesité dieciséis años de mi vida eso implica que no sirves para nada-

-a veces sueles ser muy dura Kagome-

-trato a las personas según ellos me trataron y según se lo merecen-

-esta bien- dice él –pero dime ¿Qué piensas hacer ahora que tu madre no está? familiares no tenemos, ¿Piensas quedarte sola?-

-lo que yo haga con mi vida no te incumbe-

-como tu digas- dice poniéndose de pie y retirándose de ahí dejándome completamente sola. –Descansa- fue lo último que escuche de él

No sabía que pensar ni que sentir. Estaba triste, desilusionada y dolida mas al igual estaba demasiado cansada para ponerme a llorar. Sabía que ya estaba algo grande para ponerme a llorar y necear como un bebé mas no podía evitarlo, mi mamá, aquella mujer que era mi ejemplo de fortaleza y valentía se fue para siempre dejándome sola aquí; en este maldito mundo frío y desalmado. Estaba sola, no tenía a nadie.

Sonó el teléfono. La verdad no podía imaginarme quien era ya que no tenia tantos amigos y menos de esos que hablaran al hospital cuando estas enfermo, lo descolgué.

-diga- fue lo único que dije, no tenia ganas de hablar.

Escuche esa voz, era mi tía Delma.

-hola tía-

-me acabo de enterar Kagome- dice ella con su voz despreciable que fue una de las principales causas por las cuales mis padres se separaron –y quiero que sepas que estoy aquí para cualquier cosa cariño…-

Si, siempre estas para cualquier cosa, inclusive para acostarte con el que una vez fue marido de tu hermana –gracias tía, te lo agradezco mucho, mas ahora estoy a punto de ser dada de alta del hospital, así que no creo que ocupe mucha ayuda; ya estoy mejor-

-oh cariño- quehipocresía puede tener un ser humano –pero no puedes vivir sola, a tu madre no le gustaría; yo pienso que seria mejor que te vengas a vivir aquí conmigo-

-lo veré tía- dije –ahorita saliendo del hospital iré a visitar a mi madre; yo te hablo-

-esta bien Kagome, ten cuidado- dice colgando el teléfono.

Mas horripilante no puede estar este día. Desperté con grandes lagunas mentales en un hospital con el cuerpo herido de un accidente que me dejó en coma durante dos semanas. Mi madre resultó muerta de ese accidente, aquel hombre despreciable que se atreve aun llamarse mi padre se le ocurrió aparecer y esa zorra resbaladiza de mi tía que se acostó cuando aquel hombre aun estaba casado con mi madre me llamo ofreciéndome su grandiosa hospitalidad. Todo eso, el día más despreciable de toda mi vida resumido a unas pocas palabras…

De repente una enfermera entró a mi habitación con unas de mis ropas consigo

-aquí esta su ropa señorita- dice la enfermera – ¿Puede usted sola o quiere que le ayude?- pregunta amablemente con una sonrisa

-no gracias- le contesto –puedo sola, al igual, cualquier ayuda que ocupe yo le llamare- al parecer no todos son despreciables en este mundo

Me levante con cuidado, sentí como todos aquellos moretones que durante mucho tiempo estuvieron dormidos conmigo, empezaron a darme una cadena de dolor por todo el cuerpo. Camine lentamente hacia el sillón y me senté un momento. Me sentía algo mareada, así que preferí cambiarme sentada.

Al terminar, salí de mi habitación. Firme unos papeles en la recepción y salí de ese inmundo hospital, tome un taxi y emprendí hacia la tumba de mi madre.

Cuando llegué pague al taxista y me baje. No sabía que lápida era, mas tenía que encontrarla. No recordaba a ciencia cierta los últimos momentos que pasé con ella. Me urgía, aún cuando solo pueda ver ese pedazo de roca que sobresale de la tierra en la que yace su cuerpo sin vida.

-si quieres saber que tumba es yo puedo mostrarte- era la voz de aquel hombre

-¿Qué haces aquí?- le digo

-supuse que vendrías hacia acá, y como no sabes que lápida es decidí mostrarte…-

Ni hablar, tenia que aceptar su ayuda; la verdad no me sentía con una energía para andar viendo de lápida en lápida.

Me llevó a una de las tumbas más grandes del lugar. Estaba adornada con bellas rosas y una inscripción que decía lo siguiente: "Bella madre dedicada a su familia que dio la vida por su adorada hija"

-vaya, contrataste a un poeta solo para escribir esas líneas…- dije con cierta ironía en mis palabras

-la verdad me la recomendó el escultor- dice él –nunca fui muy bueno para esas cosas-

-si lo se, no necesitas decírmelo…- miraba la lápida. Aun seguía sin creer lo que estaba sucediendo, pellizque levemente mi brazo para ver si no era una pesadilla; mas no… todo era real, muy real. ¿Por qué diablos no conseguía recordar lo que pasó aquella tarde? No logro comprenderlo.

-¿sabes? aunque no me lo creas, quería a tu madre- dice él interrumpiendo mis pensamientos

-eso agrégalo a la lista de las miles de mentiras que un día has dicho- le dije –por cierto, iré a casa de Tía Delma; así que necesito un boleto de avión de inmediato-

-¿Por qué esa decisión tan repentina?-

-por enésima vez: lo que haga con mi vida no te incumbe- le dije fastidiada por su maldita actitud insistente –y digo de inmediato por que quiero acabar esto de una buena vez para así empezar la preparatoria allá-

-estoy orgulloso de ti, estas tomando esto de una forma muy madura-

-no quieras aparentar ser un padre amable- le digo poniéndome de pie y alejándome lentamente de ahí –ya que esa actitud no encaja contigo…-

Continuara…

Espero que les vaya gustando esta historia, les prometo que el clímax de la historia será mas emocionante aun.

Por mientras gracias por sus reviews

Bye.