Recuerdos


Se oyó el eco de pasos a través de la noche; el sonido ocasional de la brisa era la única cosa que se podía oír, con excepción del canto ocasional de un pájaro cantor.

Fleur estaba sentada, las piernas extendidas. En frente de ella, descansó una lápida humilde, los grabados visibles en la luz de la luna. Sin embargo, no era necesarios leerlos. Cada letra se grabó bien en su mente, quemada en cada fibra de su conciencia.

Cerró los ojos y dejó que sus dedos pasaron por las letras grabadas. Otra vez se sintió el frío del mármol, las lagrimas lavaron el superficie.

"Nunca deberías de haber estado allí," susurró Fleur en francés, dejando que la frente descansó contra el mármol frío. Ella suspiró un nombre ininteligible entre sollozos suaves. "Nunca deberías de haber estado allí," ella repitió, su cuerpo temblando por tristeza.

Estas visitas se habían convertido en una jornada anual para Fleur. Cada mes de mayo, en el segundo día del mes, ella venía a presentar sus respetos, con tres tulipanes - un tulipán de cada color de la bandera francesa. El rojo por su valor, el blanco por su pureza, el azul por su personalidad cariñosa y por su sonrisa.

Su marido maravilloso, Bill, siempre le esperaría a ella en casa y le abrazaría cuando regresara, y ayudarle a reparar las heridas que el tiempo no puede curar. A pesar del viejo adagio, Fleur aprendió que hay algunas cosas, algunas cosas terribles, que dejan una herida tan profunda que ni el tiempo la puede curar. No se puede recuperar realmente después de la muerte de un ser querido.

Amigos. Familia. Se convierten en parte de ti, Fleur había aprendido – y cuando se vaya esa parte de ti, para no volver jamás – se queda un agujero. No se puede regresar a la felicidad anterior.

Fleur se puso de pie, y miró una última vez a la lápida en frente de su vista. Ella nunca debería de haber estada en la batalla final de Hogwarts. Debería de haber estada en casa, en Tours. Lo triste es que lo que debería de haber pasado nunca es lo que realmente pasó.

Ella leyó el nombre en el epitafio en voz alta, permitiendo que las sílabas suaves llenaron sus orejas.

"Gabrielle Victoire Delacour," dijo en voz bajo, "Au revoir, ma petite sœur, au revoir."


Traducción de Never Forgotten. Sé que no es perfecta la traducción. Si tiene sugerencias, por favor, demelas.