Réquiem por un amor

Por Yoali Iizax Luin

One shot. Cuando estaba ya muy cansada, llega alguien a darle una nueva oportunidad, más allá de la muerte.

Dedicado a Nitoky, espero que te guste.

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Los copos de nieve habían caído desde hace ya varios días, casi como papelitos blancos cubrían todo el piso, la carretera, las calles, los altos techos de las construcciones antiguas, los autos estacionados.

Cubiertos por gruesa ropa para la época invernal, una que otra pareja paseaba en las calles, tal vez tan deslumbrados por su compañía que no notaban el frío que recorrían en todo el lugar.

En muchos días el sol no había hecho aparición alguna, pero su luz traspasaba las gruesas nubes, apenas iluminando los días. Al caer la noche en las calles, eran iluminadas por la tenue luz que desprendía las lámparas públicas, el tiempo transcurría lentamente.

Las personas que pasaban a su lado parecían solo sombras de una pesadilla, cuyas voces se distorsionan en el ambiente y se convertían en ecos incomprensibles, todo el mundo a su alrededor se volvió algo extraño, lejano, algo irreal.

Caminaba lentamente, escuchando apenas sus pasos que causaban leves sonidos sobre la nieve, cada paso la llevaba a un destino incierto, lo único que le importaba era que la llevaba lejos.

En un arrebato de conciencia escucho como un comercio situado al final de la calle cerraba, ningún sonido se escuchaba ya, las luces de las casas estaban apagadas.

Ni un rastro de vida, mejor.

Así ya nadie se detendría a preguntarle si estaba bien, como lo habían hecho desde que salió.

La noche brindaba un estupendo refugio, sin el movimiento del día, sin ruido, sin demasiada luz, sin gente, sin nada de lo que algún día amo.

Su vestido blanco dejaba al descubierto la delicada piel de su espalda y su largo cuello, realzaba su fina y alta figura. Su peinado era muy elaborado, dejando al descubierto su rostro, cada cabello cuidadosamente acomodado, sostenido por hermosos pasadores plateados. Parecía una novia que acabara de salir de su recepción, pero en su cabeza no llevaba el velo, ni el ramo, tal vez lo que llamaba más la atención en su figura, era su falta de abrigo en una noche tan fría.

Casarse era algo que nunca haría.

No es que no lo deseara, pero ningún hombre que conociera su pasado se atrevería a pensar en hacer una vida con ella.

¿Por qué?

Fácil, era una mujer de la vida alegre como solían llamar muchos a su profesión, la más antigua de todas.

Sus brazos desnudos no sentían frío alguno, aunque las ventanas de las casas estaban empañadas y los pronósticos eran de una noche muy fría, con posibilidades de nieve por la madrugada.

Camino en silencio, casi como un fantasma que sale a hacer su ronda nocturna, para recordar a los vivos que sus almas atormentadas aún no se marchan, pagando alguna condena.

Ante sus ojos percibió apenas el fin de las calles, había una pequeña barda que anunciaba el paso del mar, del otro lado las luces de la ciudad parecían más vivas. La ciudad estaba dividida por esa porción de mar, el lado en el que ella estaba era considerado el antiguo, del otro lado del puente estaba lo moderno. Casi nunca cruzaba el puente, le gustaba permanecer de ese lado de la ciudad más tranquila y pacifica.

Siguió caminando en paralelo a la corriente marítima, hasta llegar a un enorme puente, una obra hermosa reconstruida recientemente, mucha gente lo cruzaba diariamente, esta noche era diferente, era una de las celebraciones más grandes de todo el año, las personas se reunían con familia y amigos, se daban obsequios, deliciosos banquetes y reían hasta caer dormidos por el cansancio.

El puente vació daba una hermosa vista del mar. Y como capricho de la naturaleza, a lo lejos donde el mar se fundía con el agua, podía verse claramente unas cuantas estrellas cuyo fondo era sólo el azul de la inmensidad. Observó el espectáculo de pronto dándose cuenta que jamás se había detenido a ver el paisaje por muy hermoso que este fuera, para ella era sólo otro lugar.

Pero la naturaleza parecía querer complacerla, comenzaron a caer delicados copos de nieve sobre todo el lugar, observó a su alrededor queriendo grabarse ese instante en lo más profundo de su alma. Las altas y antiguas construcciones, las calles empedradas, las luces de las calles, incluso el frío que por fin comenzaba a sentir por la leve brisa que jugaba con la nieve.

Dando un largo suspiro se vio a ambos lados del puente, estaba ubicada justo a la mitad, la visión no era muy buena pero notó que nadie estaba cerca, así que decidida trepo por la barrera de protección y se paro justo al borde.

Con el mar a sus pies, sonrió para si misma y levantó los brazos al cielo, cerro los ojos, dejando que los copos acariciaran su piel y se incrustaran entre su cabello. Dejo que la calidez de su rostro los derritiera y como lágrimas resbalasen sobre sus mejillas para luego buscar el mar. Su maquillaje fue arruinado pero no le importó, ya nada le importaba.

Como golpes al corazón, recuerdos comenzaron a llenar su mente.

Cuando era niña todo era diferente, su madre era una excelente modelo en el sur de la cuidad, su padre era un hombre honrado con un trabajo de profesor en la universidad, su hermano era un chiquillo que la amaba y la molestaba por igual, incluso tenía un gato llamado Kero, en su pequeño mundo ella era muy feliz.

Vivían en la parte sur de la ciudad no con opulencia, pero el trabajo de sus padres les daba para sobrevivir cómodamente. Todo era perfecto, tenía muchas amigas en la escuela y era feliz, quería ser de grande una profesora o una doctora.

Pero un fin de semana todo cambió, regresando de visitar a su abuelo tuvieron un accidente y todos excepto ella murieron. Se quedo sola, fue a vivir en la casa de su abuelo pero también murió de viejo, dejando más deudas que propiedades, finalmente termino en la calle, y al desarrollar su cuerpo hubo quien la guió en el camino del servicio a los hombres.

Su belleza e inteligencia pronto hicieron la hicieron muy demandada y le permitió cobrar más y mejor, con el tiempo se hizo de una casa, pero su profesión la condeno a las burlas y al rechazo.

A pesar de eso no quería marcharse a buscar una vida nueva, como alguna vez le aconsejo alguien que realmente se preocupo por ella, porque en ese lugar su familia yacía en el cementerio.

Permaneció en silencio todo ese tiempo, sorprendida que ella misma la hubiese olvidado esa historia, su vida. Aunque en realidad sólo quiso olvidarla pero era parte de ella.

Luego, los recuerdos de esa noche.

Arrancó de un tirón un hermoso collar de diamantes que pendía de su cuello, lo observó unos segundos y después lo dejo caer a las frías aguas que llevaban del mar, luego un hermoso anillo de diamantes que hacía juego con el collar. Regalos caros que no le servirían de nada al lugar a donde iba.

Observó al mar después, tan tranquilo, ajeno a las preocupaciones humanas, sólo quería estar en paz de nuevo, cerró lo ojos preparándose para todo.

- Espere – escucho una voz fuerte tras ella.

- No se acerque – advirtió firme, sin ver de quien se trataba.

- Demasiado tarde – ni siquiera tonto cuando ese alguien ya se había colocado a su lado.

Se extraño un momento, pero luego lo observo.

Era un hombre bastante alto y delgado, estaba vestido con un inmaculado traje negro, pero no pudo ver su rostro. Tenía un mechón de cabello cubriendo una parte de su rostro, parecía tener la mirada en alguna parte del inmenso mar, parecía relajado pues mantenía una de sus manos en su bolsillo, mientras con la otra fumaba un cigarrillo.

- ¿Qué quiere? - sus palabras estaba muy lejos de ser tiernas o tranquilas, estaba furiosa porque alguien intervenía cuando finalmente había resuelto terminar con eso que los demás llamaban vida.

El hombre sólo levantó levemente los hombros.

- Sólo me pareció que no era adecuado morir en este lugar, ¿sabe? su familia no encontrará su cuerpo - levanto la mano y señaló el mar - es muy caprichoso y llevaría su cuerpo muy lejos.

- No me importa, ni a usted - regreso la mirada al mar sin importarle nada.

- Tal vez, sólo me preguntaba ¿por que alguien tan joven y hermosa piensa acabar con su vida? - su voz no demostraba emoción alguna.

- Fácil, comenzando con que no estoy viva.

- ¿En serio? Para ser un fantasma creo que es demasiado real – terminó su cigarrillo y tiró el filtro al mar.

- Soy sólo un instrumento en las manos de los demás - lo dijo en forma fría y sincera.

- Le importaría hablarme de eso, digo, por lo menos tendré una historia para la policía cuando usted haya lanzado su cuerpo al mar.

- No.

- Que más da que lo cuente o no. Si esta decidida a hacerlo no se lo impediré, pero tal vez le haga bien hablar de esto antes de hacerlo, tómelo como una confesión si quiere para que su alma descanse en paz. O como una estadística más, sólo quiero saberlo por curiosidad.

- ¿Bromea? – frunció el ceño.

- No.

Sus insolentes palabras le sembraron la duda de su identidad, así que sin recato alguno lo observó como esperando ver al mismo diablo burlándose de la salida que había elegido. El hombre permaneció de perfil unos instantes luego simplemente le dio la cara.

Era el hombre más apuesto que había visto en toda su vida, además de su gran estatura tenía una piel tan clara que rivalizaba con la nieve que aún caía, un rostro casi perfecto, unos labios delgados pero muy masculinos y lo que en ese momento se clavó en su mente, unos ojos dorados llenos de un extraño brillo casi hipnotizante.

Había visto hombres apuestos en su vida, muchos, pero éste simplemente se salía de todo lo que ella conocía. Su cabello sólo era largo en la parte de enfrente con un mechón que caía suavemente sobre su blanquecina piel y que hasta ahora le había ocultado el rostro.

Un momento.

Se dijo, sí, sí lo había visto antes, una semana atrás en una fiesta lo había visto de lejos acosado por cuanta fémina había en el lugar.

En aquel momento ni siquiera lo vio bien, era una fiesta de sociedad a la que había asistido para acompañar a una amiga suya. Como siempre llamó la atención al entrar, pronto todos comentaban en susurros a lo que se dedicaba y el mal gusto de que se hubiese presentado.

Acostumbrada no hizo caso alguno. La noche fue tranquila, pero para envidia de la mayoría de las mujeres, atraía muchas miradas masculinas y más miradas enfadadas por parte del sexo femenino.

La orquesta comenzó a tocar y todos comenzaron a bailar, a pesar de que varios hombres la invitaron ella no acepto. Fue cuando vio dejo de ser la comidilla de los invitados ahora lo era un hombre que recién llegaba, la anfitriona lo recibió con bombo y platillos, dio un pequeño discurso que no le intereso.

Shaoran Li era su nombre, le susurró su amiga, un empresario extranjero que llegó para hacer algunos negocios y luego partiría, era un verdadero misterio pues nadie parecía saber nada sobre él, sólo que podía hacer millones en días y desaparecer.

Ella se dedico a hablar en voz baja con su amiga de cosas sin importancia, como vestidos y zapatos de moda, lo único de deseaba era hacerle compañía para que no fuera la única rechazada. Se mantuvo al margen casi todo el tiempo, varias parejas se marcharon y ella estaba deseosa de hacerlo, pero su amiga había visto a un hombre que le llamo la atención y quería quedarse.

Prefirió quedarse, pues no estaba segura de dejar sola a su amiga, aunque parecía que disfrutaba la compañía del hombre. Fue cuando sintió que alguien la observaba, a lo lejos vio al seño Li que mantenía sus ojos en ella mientras bailaba con una chica joven, hija de la anfitriona según sabía. La chiquilla reía con las mejillas sonrojadas, mientras él ni siquiera la observaba.

Ignoró su intensa mirada, en ese momento sólo un hombre había en su mente y había jurado que sería el último en quien pensaría. Podría pasar por miles de camas, por miles de hombres, pero era fiel en pensamiento y sentimiento a ese hombre que amaba.

Esperando a que su amiga le diera alguna señal para saber si se quedaba o no, siguió sentada, casi todos se habían marchado ya. Finalmente su amiga le dijo que pasaría la noche con el hombre y ella sólo asintió.

Camino firmemente a la salida, un chico le dio su abrigo y espero a que la anfitriona despidiera a una pareja. Mientras ella regresaba su mirada a su amiga quien sonreía contenta, sonrió sin notarlo, luego sus ojos chocaron de nuevo con esa intensa mirada dorada, él simplemente movió la cabeza como despedida y ella hizo lo mismo.

- Bien señor Li ¿qué es lo que desea saber?

- Me alegro que recuerde mi nombre, señorita Kinomoto – sonrió levemente.

- Me doy cuenta que se divierte con el sufrimiento ajeno, pero ¿exactamente que quiere? - le habló sin rodeos.

- Sólo conversar.

- Claro, todos los hombres se acercan a mí, solo para "conversar" - dijo con evidente molestia.

Suponía que él sabía de su profesión, como una de las damas de compañía más solicitadas del mundo empresarial, de los hombres poderosos que pueden tener todo lo que quieren sólo con una tremenda cuenta de banco.

Según sabía, Shaoran Li fácilmente la podía comprar sus favores que no eran nada modestos.

- Bien quiero hacerle un trato...

- Sé de que habla y la respuesta es no.

- No, se equivoca no sabe de lo que habló. Usted busca la salida fácil, yo le ofrezco algo diferente.

- Lo que sea, no me importa.

- Al menos debe escucharme, le ofrezco borrar el sufrimiento, borrar su pasado que es seguramente el motivo de su decisión.

Sin desearlo recordó lo que horas antes había sucedido.

Pensó que sería la noche más feliz de su vida, cuando el hombre del que llegó a enamorarse, le pidió pasar esa noche con él. Ella aceptó gustosa de la proposición, sabía que tenía esposa pero estaba de viaje, así que era la promesa de una noche inolvidable, él había prometido que se divorciaría y jurado que la amaba, que la sacaría de esa vida para convertirla en su esposa.

Tonta mujer enamorada que lo creyó.

Se arreglo hasta el último cabello al salir de su casa, comprada y mantenida por amantes, era la envidia de las demás mujeres con una buena cantidad de sirvientes, que al darles la espalda contaban todo cuanto ella hacía.

Subió al auto que él envió para recogerla y se fue, la sonrisa la llevaba tatuada en el rostro, se sorprendió al ver la puerta de la entrada abierta, así que entró y se encontró con un camino de pétalos de rosa que la llevaban al dormitorio. Sonrió aún más, cerró la puerta, dejo su hermoso abrigo en el perchero y siguió el camino, lo llamo pero él no respondió así que subió a la habitación.

Ahí estaba él, con una gran sonrisa en su rostro ofreciéndole una hermosa copa de cristal.

Ambos bebieron y él la sedujo con promesas con palabras dulces que de nadie más había escuchado, después de algunos besos, él la sorprendió de nuevo ofreciéndole una caja negra cubierta de terciopelo.

Su regalo, había dicho, al abrirlo se maravillo al ver el hermoso collar de diamantes, con una estrella como colgante, casi lloro cuando vio el anillo a su lado, él se había inclinado y con delicadeza lo deslizo en su dedo. Como una silenciosa promesa de amor.

Lo había besado con tal devoción que sintió perder la cordura.

Con las emociones al límite comenzaron con el juego amoroso, que siempre terminaba con una buena experiencia en el sexo, que aunque él le pagaba, ella lo hacía como un acto de verdadero amor. Justo cuando él ya tenía el pecho desnudo gracias a la destreza de ella, la puerta de la casa se abrió y ninguno lo escucho hasta que fue demasiado tarde.

Ambos escucharon el grito ahogado de la mujer, su esposa había llegado y encontrado en esa situación, confirmando sus sospechas.

La mujer entonces le dirigió una increíble cantidad de insultos, ella se alejo algo desconcertada y la esposa se le fue encima. No trato de detenerla, sólo de cubrirse el rostro de las filosas uñas, la mujer lloraba mientras la maldecía una y otra vez.

Cuando finalmente se canso, la escupió y salio de la habitación.

El hombre ya se había puesto la camisa, había permanecido sólo observando y al ver salir a su esposa salió tras ella.

Ella también salió, se los encontró en la puerta que daba a la calle, ella lo insultaba y lo golpeaba mientras él trataba de controlarla.

Finalmente un "te odio" salió de los labios de su esposa, y vio como el hombre tenía una expresión de verdadero dolor. Su esposa salió corriendo sin rumbos fijo.

Él pareció pensar sólo un segundo y dirigió su mirada a ella y luego el lugar por donde su esposa se fue, parecía estar decidiendo lo que deseaba.

Después de sólo unos segundos él salió corriendo tras su esposa.

Había elegido.

Su corazón se hizo pedazos en ese segundo y salió corriendo del lugar, queriéndose perder para siempre.

Unas diminutas lágrimas salieron de sus ojos, antes se habían negado a llorar pero ahora... sólo observaba al mar como una salida, como el fin de una agonía.

- Aún no le digo el trato - la sacó de sus pensamientos - así que no lo intente hasta escucharme, si lo hace, prometo que si su decisión es la misma la dejare terminar con su vida.

- ¿Cuál es el trato? – susurró con los ojos nublados, nada podía ser peor.

- Le ofrezco una oportunidad, dignidad, respeto e incluso puede llegar a acercarse a la felicidad.

- Ja, ¿Y cómo lo hará? ¿se casará conmigo y viviremos felices?

- No, el matrimonio es algo demasiado mortal y efímero, como seguramente usted lo ha podido comprobar, mi proposición es cambiar completamente.

- ¿A cambio de qué? – aunque sabía que era imposible, en esos momentos sonaba ridículamente convincente, una oportunidad.

- Simple, sólo quiero su compañía.

- No me diga que con tanto dinero no puede comprarse una mejor.

- Sí puedo, pero la he elegido a usted...

- Y lo que quiere lo obtiene ¿no es así?

- En realidad sí, pero usted es un caso diferente. He estado buscando a alguien que me haga compañía durante mucho tiempo y creo que la encontré, en usted.

- Me gustaría creerlo pero…

- No lo haga, no me crea, sólo arriésguese. Lo que le ofrezco es mejor que ser comida por el mar, mejor que olvidar el pasado, mejor que vivir.

- Y dígame señor ¿cómo pretende cumplir lo que promete?

- Puedo hacer algo mejor que darle muerte.

- ¿En serio? ¿Qué puede ser mejor que la muerte?

- No, primero dígame ¿acepta? Es su única oportunidad.

- Pero...

- ¿Pero?

- Si no me gusta puedo renunciar a ello.

- No creo que se arrepienta, me encargaré de ello.

- Bien.

Él bajo de un brinco y la ayudo a bajar, quedando de frente se observaron unos momentos.

- ¿Cómo lo hará?

- Así - tomo su rostro con sus frías y blancas manos y la besó levemente, apenas un contacto.

Luego dirigió su boca a su cuello con pequeños besos, Sakura se sobresalto jamás había percibido tanta sensualidad en esos movimientos, sólo cerró lo ojos y se dejo llevar. Los abrió grande, cuando sintió que dos intrusos entraban en su cuello, dos largos y finos colmillos eran introducidos en su cuerpo y extraían lentamente sangre.

Supo entonces que de todas maneras moriría, sus ojos perdieron brillo, sus piernas la fuerza, su piel las sensaciones y sus oídos el sonido, sintió que dejo de existir.

Su pasado corrió frente a ella como una película, después todo pareció desvanecerse, el dolor, el recuerdo, la soledad, el desprecio, el alma quedo en blanco unos momentos.

Luego simplemente el vació se fue llenando de una extraña energía que la cubrió por completo.

Abrió levemente los ojos para ver al hombre concentrado en su tarea, extrañamente parecía tener gesto de sufrimiento en su rostro, pero continuaba. Lentamente retiró los colmillos de su cuello y dirigió su helada boca a la suya, fue como si el beso que le daba le regresará algo de vida, algo de energía que había perdido.

Al separarse, él la sostenía para que no cayera y ella comenzaba a escuchar algo.

Su cuerpo se convulsiono, como si rechazará la energía que él le había proporcionado.

- Tranquila - lo escucho decir y su cuerpo se tranquilizo.

Una extraña sensación viajo desde su cabeza hasta sus pies.

Cada parte de su cuerpo fue restaurada por completo, incluso las cicatrices de su pasado, de maltratos y sufrimientos desaparecieron. Sólo quedo una piel muy blanca, suave y lisa, al igual que su cabello, cada hebra fue reparada con una nueva energía que lo restauraba. Sus ojos verdes tomaron una gran intensidad.

Mientras sentía la transformación, unos delgados colmillos crecían en su boca y una extraña sensación de hambre la embriagaba, extrañada recorrió con la lengua los nuevos colmillos.

Él sonrió - ahora toma un poco de la mía - le ofreció su cuello.

Ella dudo, pero después sólo lo hizo. Ya sin saber si era la realidad, un sueño o una pesadilla de la cual no quería salir.

Fue la sensación más satisfactoria que hubiera tenido, sentir como su sangre corría por su boca, como se mezclaba con la suya para hacerse una, era un sabor delicioso, adictivo.

Se separó de él cuando el cansancio la dominaba.

- Vamos, es hora de comenzar tu nueva vida - dijo él.

Pasando un brazo por sus piernas y sosteniéndola por la espalda la levantó con facilidad. Ella, aún perturbada, le brindo una leve sonrisa luego cerró los ojos, su mente estaba en blanco y sólo un rostro aparecía en él, Shaoran Li.

Ambos se perdieron entre las solitarias calles de la ciudad, dejando al cielo como mudo testigo de lo que ahí había sucedido.

Sakura había muerto y nacido de nuevo.

S&S· S&S· S&S· S&S· S&S· S&S· S&S· S&S· S&S· S&S·

Saludos.

Yoalitzin.