Tal para Cual.

Chapter 1

Peter observaba a su hermana Susan desde la ventana de su habitación. La chica practicaba tiro con arco mientras enseñaba a la pequeña Reina Lucy a utilizar el suyo, el cual se lo había regalado Peter por su cumpleaños. Esa mañana estaba bellísima. Su vestido azul brillaba bajo la luz del Sol y su largo cabello era movido por la brisa fresca de la tarde.

Susan se giró y comenzó a mirar a su alrededor. Su vista se posó en la ventana donde su hermano la miraba y lo saludó. Él salió de su mundo y la correspondió. Segundos después, llamaron a la puerta y tuvo que dejar la ventana. Su otro hermano, el Rey Edmund, se encontraba con una gran sonrisa y una carta entre sus manos. Se la entregó y comenzó a abrirla.

-Es de uno de los hijos del Rey de Archeland. Quiere pedir la mano de la Reina Susan y solicita tu permiso para venir a Narnia y hacernos una visita. -Peter leyó la carta con detenimiento y sus ojos se llenaron de tristeza. -¿Ocurre algo?

-Creo que Susan aún es demasiado joven para casarse. No creo que le agrade que le concertemos una cita con un príncipe al que no ha visto en su vida. -El Sumo Monarca arrugó la carta en su puño y la tiró a un lado.

-Peter, yo pienso que deberías, al menos, darle la opción de poder elegir. -Los dos hermanos se miraron fijamente. Ya se estaba cansando de la insistencia de Edmund.

-¿Qué pasa? ¿Por qué discutís? -Susan apareció preocupada en el umbral de la puerta. Edmund se acercó a ella y cogió sus manos con delicadeza.

-Un príncipe de Archeland nos ha enviado una carta para que aceptemos su petición de pasar en Narnia unos días. Quiere pedir tu mano. -Le explicó. Se acercó hacia el papel arrugado del otro extremo del cuarto y se lo mostró.

-Yo le decía que aún es muy pronto para que formalices un compromiso. -Peter se defendió rezando para que su hermana lo comprendiera. Lo miró a los ojos sin mostrar ninguna expresión mientras reflexionaba en lo que iba a contestar.

-No obstante, no ocurre nada porque nos visite. Es la primera propuesta que recibo y me gustaría reconsiderarla. -Peter se encogió de hombros y Edmund miró a ambos sorprendido.

-¿La primera? Llevas más de dos años recibiendo propuestas, Susan. -Ante este comentario, la chica observó indignada a su hermano mayor.

-¿Me lo has estado ocultando? -No contestó. -¿Por qué?

-Aún eras muy joven. Yo sólo quiero proteger a mi familia.

-Peter, ya no soy una niña. -Le gritó. - Puedo cuidar de mi misma y estoy harta de que no veas lo que soy capaz de hacer. -Sintió como unas lágrimas intentaban salir, mas se contuvo y se marchó corriendo a su habitación. Edmund bajó la cabeza y también se marchó cerrando la puerta tras de sí.

Peter se dejó caer en su escritorio y apretó los puños intentando evadir la rabia. Había impedido que ningún hombre se acercara a ella desde que se convirtieron en Reyes de Narnia. También pasaba lo mismo con Lucy, en cambio, las razones eran distintas. Lucy era su hermana pequeña, a la cual llevaba protegiendo desde que llegaron a Narnia. A Susan la quería para él. Su belleza aumentaba con cada año que transcurría y la amaba de una forma distinta de como lo hacía con su otra hermana. Sabía que ese sentimiento era enfermizo y que estaba mal, no obstante, contra más intentaba esconderlo más aumentaba.

Todos esperaban que se casara con alguna bella princesa de Archeland, al igual que se espera de sus hermanos, y para que así pueda nacer el futuro Rey de Narnia que le sucedería como Sumo Monarca cuando él muriese. A pesar de todo eso, su mente siempre albergaría las esperanzas de poder compartir su vida junto a Susan, pese a que sólo fueran mero sueños.

Posó un papel sobre la mesa de su escritorio y buscó una pluma. La mojó en tinta y comenzó a escribir una carta para Archeland. En realidad, Susan tenía razón. Ya no era una niña y tenía derecho a reconsiderar aquella proposición. Era egoísta por su parte tenerla aislada del mundo cuando sabía que jamás podría ser suya. Además, estaba en su derecho de ser feliz con alguien que pudiera amarla sin ningún tipo de restricción.

Dobló la carta y la selló con el emblema de Narnia en el reverso. Buscó al Señor Tumnus por todo el castillo y le explicó que debía entregar aquella carta con suma urgencia. Después de esto, se dirigió a la habitación de la Reina Susan para pedirle perdón, mas no quiso recibirle.

A los pocos días, Peter recibió la noticia de que la carta había sido enviada con sumo éxito. A su hermano Edmund le encantó la idea, por otro lado, a él le parecía horrible por mucho que intentara aparentar lo contrario. Quería contárselo personalmente a Susan, que se encontraba dando un paseo matutino por el jardín.

Su rostro alegre y lleno de luz se tornó triste y oscuro cuando lo vio llegar. Peter vio como se sentaba en un banco dándole la espalda como si de esa forma pudiera evitar que hablara con ella. Se acercó en silencio y se colocó frente a su espalda tan cerca que podía oler su embriagador aroma. Ninguno de los dos dijo nada durante unos segundos y después, su hermano comenzó a hablar.

-Hoy me han dicho que la carta ha sido entregada al príncipe que pidió tu mano. Pronto estará en Narnia para que puedas conocerlo. -Dijo con una voz seca y sin a penas mostrar ninguna emoción.

-Muy bien, a pesar de ello, no se comenta otra cosa en el castillo. Te has molestado para nada. -En su tono de voz se reflejó un gran resentimiento. Peter lo notó y sintió como si le clavaran millones de flechas a la vez.

-En realidad, también deseaba disculparme contigo, no quiero que sigamos peleados. -La chica no se molestó en contestar. Él alzó su mano izquierda para acariciar su cabello, mas la bajó sabiendo que debía dejarla recapacitar tranquila. De repente, se levantó y lo miró a la cara.

-No, Peter, no hasta que me demuestres que de verdad confías en mí y que crees que he crecido lo suficiente como para tomar mis propias decisiones. -Salió corriendo hacia el interior del castillo y él fue detrás gritando su nombre para que se detuviese.

Se apresuró a entrar en su cuarto y le cerró la puerta en las narices. Aquello hizo que toda la furia que llevaba por dentro explotase y la tomara con ella. Aporreó la puerta un par de veces consciente de que todo el que pasaba por ese pasillo se le quedaba mirando como si el Rey Peter se hubiera vuelto loco y, en cuanto se harto, irrumpió en su habitación y cerró la puerta para poder estar solos y dejarse las cosas bien claras.

La encontró leyendo sobre su cama. Las lágrimas le bajaban por el rostro y no paraba de temblar. Cuando se dio cuenta de que estaba parado junto a su puerta, se levantó de golpe y se dirigió a él sin fuerzas para seguir discutiendo. Peter odiaba verla llorar y más si era por su culpa y eso esfumó toda su rabia.

-¿No puedes entender que necesito estar sola? -Preguntó entre sollozos. Él se fue acercando lentamente a ella.

-Su, yo no quiero verte llorar así. No es que no confíe en ti o que no vea lo mucho que has crecido, es sólo que quiero protegerte. Quiero protegeros a los tres. -Posó sus manos en los hombros de su hermana, pero ella se apartó.

-Ya, Peter, aunque no vas a estar solo para nosotros siempre. Tú también te casarás y tendrás tu propia familia, entonces te preocuparás por ellos. -La abrazó pese a su insistencia por mantenerse alejado de él y la estrechó con fuerza contra él.

-Mi verdadera familia eres tú.-Le susurró. Rompió a llorar en sus brazos y lo rodeó por la cintura como si no quisiera que se fuera nunca de su lado.

Peter sentía como todo su cuerpo se estremecía con el contactó. Sus manos acariciaban su cabello mientras posaba sus labios en su coronilla y le daba un tierno beso que parecía calmarla. Las manos de Susan se aferraban con rigidez a su espalda impidiendo que se moviera y sus lágrimas empapaban la camisa del chico, lo que a él no le importaba en absoluto. Nunca podría aspirar a ser más que un consuelo para ella.

Se calmó y se separaron con lentitud. Pese a esto, la distancia entre ellos aún era escasa y Peter la tenía cogida de la mano sin estar muy dispuesto a soltarla. Pronto se casaría con aquel príncipe y se marcharían fuera a vivir su vida juntos. Esa idea retumbaba en su corazón causándole un terrible dolor, el dolor que se siente cuando estás a punto de perder a alguien. Eso comportó el estallido del pánico en su interior. Observó sus sonrosados labios, que ahora estaban algo agrietados por todas las lágrimas que había derramado y no se lo pensó dos veces. La besó. Un beso que jamás se volvería a repetir y un beso que posiblemente haría que su hermana quisiera alejarse de él para siempre.

El cálido tacto de sus labios era la cosa más dulce que jamás había experimentado. La acercó a su cuerpo con toda la delicadeza que se merece una reina y se sorprendió cuando ella no decidió alejarse de él. Ambos disfrutaban y saboreaban aquel tierno placer como si se les fuera la vida en ello. La pasión sonrojó las mejillas de ambos y el fuego abrasivo que sentían por dentro llenó la habitación de un aire denso al tiempo que aumentaba la temperatura de los jóvenes.

Peter se separó con una amplia sonrisa que se desvaneció al ver que no era correspondida. Susan tenía la cabeza agachada y las lágrimas volvían a caerle por el rostro. Se lo levantó con su dedo índice pero la chica evitaba su mirada.

-Siento haberte ofendido con esto. Entiendo que me odies por lo que he hecho y no busco tu perdón. -Bajó su mano y dio una vuelta para dirigirse hasta la puerta. Cuando agarró el pomo de la puerta, oyó algo que lo heló por completo.

-Te amo, Peter Pevensie. -No sabía como reaccionar ante aquellas palabras. Se volvió para mirarla y comprobó que había sido sincera. Se acercó a ella con la intención de saborear ese beso tan maravilloso por segunda vez, no obstante, ella se alejó. -No podemos estar juntos y lo sabes. Yo he de casarme con ese príncipe y tu deberás buscar a una princesa que te dé hijos que te sucedan en el trono. Nuestro amor está prohibido. -Acarició la mejilla de Peter con su delicada mano observando como buscaba en su interior algo que la hiciera cambiar de opinión.

-Si pidiera permiso a Aslan, nosotros podríamos estar juntos.

-¿Y qué hay de nuestros hermanos? ¿Y de nuestros amigos? -Se dirigió hacia su cama y se sentó en el borde de ésta mientras miraba al suelo sin mostrar expresión alguna. -Nadie lo entendería y sería muy egoísta por nuestra parte obligarlos a vivir con esto.

-Tú y yo nos amamos. -No contestó. -Susan...

-Discúlpame, Peter, necesito estar sola. -Él entendió sus palabras y volvió a ir hacia la puerta. Volteó la cabeza para contemplarla de nuevo y la descubrió con las manos en la cara conteniendo sus sollozos.

Salió de su cuarto entristecido por todo lo ocurrido. No sabía que dolía más, el haber creído que su amor no era correspondido y sentirse como un monstruo por ello o el ser correspondido y no poder estar juntos debido a que todo eso estaba prohibido.

Durante la cena, los dos estuvieron muy distantes y evadieron sus miradas. Al menos, eso era lo que Susan se dedicaba a hacer. Edmund y Lucy lo notaron y se preocuparon por ambos. No obstante, ninguno de los dos quería hablar sobre el tema ya que posiblemente jamás lo entendieran. Cada día que pasaba, la relación entre los dos se hacía más distante y ya casi se veían.

Los días pasaron lentos y torturadores para Peter. Cada minuto que pasaba sin verla hacía que se consumiera por dentro y su felicidad iba desapareciendo tan rápido que ya no recordaba haber sido feliz alguna vez. Quedaba poco tiempo para que el príncipe de Archeland les hiciera una visita a los Reyes y Reinas de Narnia y ese pensamiento hacía que creciera una angustia en su interior.

Un bello día de otoño, Lucy y Susan salieron a cabalgar para aprovechar aquella brisa otoñal y hablar de sus cosas. Peter, de esa manera, les preguntaría qué tal había sido el viaje y podría estar cerca de ella otra vez. Exigió que se le avisara en cuanto llegaran al castillo y así se hizo. Se encontraban en el gran salón y cuando llegó, vio a su hermana Susan y a un joven rodeados por sus hermanos y los narnianos.

-...Así que, antes de que nos atacara ese oso salvaje por la espalda, el Príncipe James apareció y nos rescató de una muerte segura. -Explicó Susan sonriendo al apuesto príncipe que tenía a su lado.

-Por favor, llamadme James, querida Reina Susan. -Pidió mientras acariciaba su mano y los dos se sonreían abiertamente.

-Entonces, James, llámame Susan. -Los celos de Peter estallaron de forma que le cegaban el cerebro. Se acercó a ellos con muy malos modales para un rey y exigió una presentación de inmediato. -Él es el Príncipe James de Archeland. Nos salvó a Lucy y a mí. -James mostró la intención de estrecharle la mano, mas Peter se dirigió a Susan con intención de regañarla.

-¿A caso no conoces Narnia como para saber por donde tienes que ir? -Su mirada llena de rabia fue recibida por la chica de forma dolorosa y punzante.

-Nos distrajimos por un momento y perdí la orientación. Fue un error que no ha tenido consecuencias y que no volverá a sucederse. -Los dos se desafiaban con la mirada intentando herirse cada vez más, aunque lo hicieran de forma inconsciente.

-Rey Peter, no es tan grave. El Sol comenzaba a ponerse y los árboles tapaban la escasa luz que quedaba. -James intentó socorrer a Susan que parecía estar al borde de las lágrimas. El Sumo Monarca miró a su alrededor y comprobó que todos estaban perplejos ante su nuevo comportamiento. Hizo una reverencia a modo de disculpa y subió a su habitación.

Se tumbó en su cama y despejó su mente. Posiblemente ese ataque de celos no sería el único, por otro lado, tenía que controlarlos y comportarse como lo había hecho hasta ese momento.

Un príncipe debía de ser valiente y bravo y a la hora de impresionar a una dama, además de impresionarla con sus encantos, tenía que caerle bien a todos sus allegados. Peter lo sabía, lo que significaba que iba a tener que pasar mucho tiempo con el Príncipe James por el único hecho de que no le caía nada bien.

Dos días más tarde de la llegada del nuevo invitado, el Rey Edmund decidió llevar a cabo una cacería de los animales salvajes de Narnia para ver quien conseguía la mejor pieza. A todos les pareció una maravillosa idea y sólo faltaba una cosa, que el Sumo Monarca diera su aprobación. Al principio, de sólo pensar que tenía que pasar un día entero con ese príncipe le entraban nauseas. Luego, cuando lo reflexionó con más detenimiento, se percató de que sería una buena forma de impresionar a Susan.

Peter y su caballo se colocaron delante de todos. Iban seguidos de sus hermanos y de James y al final se encontraban algunos narnianos dispuestos a divertirse. El alba asomaba por las montañas y todo el bosque se encontraba en silencio. Llegaron hasta un claro y se escondieron tras los árboles en cuanto dejaron a sus caballos metros más atrás. La competición había comenzado.

Hacia la hora de comer, Peter iba en cabeza, no obstante, aún quedaba mucho tiempo para que todo diera un giro inesperado. Él contempló como su hermana compartía su comida con James y reían juntos. Aquello le crispaba los nervios. Se acercó a ellos de forma casual e intentó captar la atención de Susan. Ella intentaba ignorarlo con todas sus fuerzas, mas era muy cabezota y persistente.

-James, ¿podrías disculparme? Necesito hablar con mi hermano Peter un segundo. -El chico asintió y se agachó para besar su mano. A Peter le faltó poco para abalanzarse contra él por toda aquella galantería. Los dejó solos. -Estás muy pesado estos días.

-Intento protegerte. No le conocemos de nada y ya tiene demasiadas confianzas. -Susan le miró con incredulidad y enfado.

-Ya estoy harta de esos celos tuyos. Déjame en paz a mí y a mi futuro esposo. -Su voz no sonó muy fuerte, en cambio, fue directa y no le tembló ni una vez. Peter rodeó una de sus manos con las suyas y se acercó un poco más a ella.

-Podríamos intentar ser felices juntos. Seguro que en el mundo hay un sitio para nosotros. -Comprobó que nadie les prestaba atención y rozó su nariz con la punta de la suya viendo como ella cerraba los ojos al sentir su aliento tan cerca. -Nunca le querrás como a mí.

-Nadie dijo que no pudiera intentarlo. -Se apartó de él con brusquedad y se dirigió hasta donde James hablaba con sus otros dos hermanos. Peter miró la escena sin ningún agrado. No pensaba rendirse tan fácilmente, no la iba a dejar ir tan pronto.


Hola! Bueno este es el primer fic que hago sobre Peter&Susan así qe no sean malos ^^

Y como favor os pido una cosita: Dejen reviews (pucheros), se admiten críticas, alabanzas, consejos e insultos (pero sin pasase xD)

Cuidaos.

Bss&Bye