R o o m m a t e s

By: Vainiella

Tener amigos en común hacía de sus diferencias una diplomacia, pero vivir bajo el mismo techo como compañeros de piso ya era un asunto de supervivencia. Cuando un choque de personalidades no es lo único, ¿Qué hacer cuando te enamoras de tu "Roommate"?

Como dicen por ahí… Polos Opuestos se atraen.

Y mucho.


Capítulo 1

"Amigos"

-La amistad duplica las alegrías y divide las angustias…-


| Mimi |

Es graciosa la forma en como surgen las cosas.

En un día mantienes una vida equilibrada y satisfactoria, sin ningún cambio aparente en tu rutina, sin nada de qué preocuparte. Sientes que cada milésima parte de ti está en su lugar, que nada cambiará y que tu vida será del mismo color siempre. Luego, de un momento a otro, todo toma un giro de 180 grados poniéndote de cabeza, optando por un cambio desprevenido y radical que por más que quisieras ya NADA será igual.

Ahí es cuando finalmente, luego de vivir tranquilamente por mucho tiempo, te sientes impotente, desesperanzado, sin opciones. Y aunque las tengas, es probable que termines entre la espada y la pared. Terminas dándote por vencido al querer que todo vuelva a ser como antes, ó en el peor de los casos tardas más en afrontar la realidad. Cuando ese cambio llega, cuando ese inesperado suceso te hace reaccionar, ya no hay vuelta atrás por más que lo intentes y te esmeres. Llegas al punto en que te ríes de ti mismo porque creíste que nada malo podría pasarte, sintiéndote iluso. Pero algo que siempre debes tomar en cuenta es, cuando más piensas que nada malo puede pasar, es cuando más debes abrir los ojos, y adherirte a la idea de que no siempre todo es de color rosa.

Oh, no. Créanme que no.

Yo soy –Corrijo, "Era"- de las personas cuales nunca les ocurría cosas malas. Siempre tuve una vida llena de gozo, me sentía dichosa y, a pesar de sonar vanidoso, me sentía envidiable. ¿Cómo no? Si Siempre tuve lo que quise así no me haga falta y me malcriaron abruptamente hasta más no poder.

No había nada en lo que No era buena, o al menos mis defectos no destacan tanto como mis virtudes. Artes, deportes, todo se me daba bien. Claro, excepto los números. Pero, a pesar de necesitar más de lo pautado para entender un problema matemático, al tener 21 años de edad por insistencia de mis padres terminé estudiando Finanzas en el Stern School of Business, en New York, y para ser sincera no me va tan mal… incluso hasta ha empezado a gustarme. Creo.

Mejor olvídenlo, ¿A quién quiero engañar? Odio los números y eso incluye a las finanzas. Estudio eso porque debido al negocio familiar mi padre me pidió estudiar algo bastante relacionado. De verdad traté de convencerlo de que no era lo mío, pero como él controla mi tarjeta de crédito no podía negarme, necesito el dinero para subsistir. O al menos mi armario lo necesita. Así que supongo que está bien…

Entonces -volviendo al tema-, no solo cuento con un futuro estable gracias a la empresa de mi papá, sino que cuento con una vida bastante movida y exitosamente sociable. Recuerdo que al principio de mi infancia en USA se me hizo un poco complicado adaptarme. Tanto por el idioma como por las costumbres. Siempre llamaba por teléfono a una de mis mejores amigas, Sora, quien me animaba y me hacía sentir muchísimo mejor. Ya luego empecé a hacer nuevos amigos, me fue bien con el inglés y finalmente pude sentirme en mi hogar. Desde aquel entonces todo ha ido estupendamente bien. Ahora cuento con un círculo social agradable, y sin contar a aquellos amigos que viven en Japón y que no los cambio por nada del mundo. No podía quejarme.

Y no quiero alardear más de la cuenta, pero… también contaba con el novio más perfecto de todos.

Estudia medicina, es un año mayor que yo, y somos bastante parecidos. Es educado y tiene los modales suficientemente pulcros como para hacerle sacar baba hasta a mi propia madre. En realidad nos conocimos gracias a ella, cuando un día nos presentaron por ser hijo de unos amigos de trabajo de mis papás. Mantuvimos una estrecha amistad hasta que nos dimos cuenta que éramos el uno para el otro, compartiendo unos años de noviazgo hasta que, desde hace seis meses, empezamos a vivir en el mismo apartamento.

Hacíamos la pareja perfecta… Juro que parecía el destino.

Dinero, amigos, y amor… ¿Qué más se puede pedir? Como dicho anteriormente, todo el ecosistema se las ingeniaba para que mi vida fuera perfecta. Malcriada, vanidosa, materialista, pero feliz al fin. Ya con eso todo en mí estaba en orden.

Pero claro, tarde o temprano iba a llegar el día en que me bajaría de mi nube. Y algo que es claro, es que la caída no fue tan traumática como el golpe.

-Señorita…

"Nadie es perfecto, Meens. Ni tú."

Bien tarde que vengo a darme cuenta.

-Señorita, ya aterrizó el avión- me despertó al fin de mis pensamientos la azafata, con rasgos similares a los míos y que siempre llevaba una sonrisa en el rostro respetando el inmaculado protocolo. Me limité a sonreír de igual forma, disculpándome por mi despiste y notando los puestos ya vacíos –Permíteme ayudarle- se ofreció mientras abría la compuerta superior de las maletas y sacaba uno de los dos bolsos de manos que estaban guardados.

-Muchas gracias- agradec'i agarrando el otro –Ni sentí cuando aterrizamos…

-Fue un largo viaje, es normal que esté cansada- me excusó la joven, mayor que yo, de ojos achinados –Como trabajo con esta aerolínea pude compartir su vuelo de USA hasta Europa, donde hicimos escala.

-¡Oh, vaya! Debes de estar más cansada que yo, de seguro.

-Nos entrenaron para esto, además, ya estoy acostumbrada- sonriente, entregándome el bolso -¿De vacaciones o regresa a su hogar?

Reí ante esta pregunta.

-Definitivamente… regreso a mi hogar.


| Yamato |

Mierda.

Observé una vez más a través de aquella puerta de vidrio, sintiendo mis manos sudar y una inquietante ansiedad por saber cual será mi futuro; si seguir siendo parte de una simple banda de rock, o el vocalista de la banda más famosa de Japón. Ha sido una real tortura estudiar cada una de las expresiones de mi manager y del presidente de la disquera, quienes mantenían una misteriosa charla desde hace un buen rato. Hemos esperado tanto por esto… Nadie puede imaginarse la cantidad de éxito que tendremos si esta disquera acepta promocionar y producir nuestra música. Por algo era una de las disqueras más reconocidas mundialmente.

Bajé mi mirada al suelo uniendo mis manos en un puño, casi que rezando por ser llamado y no por ver a mi manager salir de aquel salón con mala cara. Hemos pasado por tantos rechazos que esta oportunidad era como decir "Todo o nada", sino es esto, es nada. Así de sencillo. Probamos desde lo bajo y ahora nos tocó lo alto, y por Kami sama que mataría por firmar contrato con ellos.

Al ser el vocalista me toca ser, como decirlo, la "Imagen" de la banda. Por más que no me guste la idea debía hacerlo, pues algo que odio es que todo se centre en mí. Pero alguien tiene que representarnos. Si vienen todos es mal visto porque parecemos hambrientos, y a las disqueras no les gustan los hambrientos, como bien había dicho Jhon, nuestro manager. Por esa razón estoy aquí solo en la sala de espera del salón de reuniones, sentado en una silla que era mil veces más cómoda que la cama de mi apartamento, y sintiendo la garganta seca al no poder pararme y buscar algo de beber por los nervios.

Subí mi mirada, y para muy mi pesar, mi manager se dirigía hacia la puerta de vidrio, serio, muy serio.

-Yamato…- me llamó apenas la abrió, cambiando su semblante serio por uno increíblemente sonriente –Ven a firmar.

Juro que las piernas no me respondían. Y es que si lo hubiesen hecho más que firmar contrato estaría pegando brincos como un desquiciado.

-Sí…

Me levanté automáticamente de mi asiento y caminé hacia el interior del salón, reconociendo el potente aire acondicionado mediante el frío y un olor a habano cubano que solo los adinerados sabían disfrutar. Los lujosos muebles, la vista impactante de todo Tokio gracias al ventanal… como se notaba a leguas que aquí se tomaban las decisiones más importantes de la disquera. No podía evitar sentirme emocionado al no tener que estar más en ninguna sala de espera, ni tener que desanimarme al recibir otro rechazo, ahora estaba prácticamente dentro de la empresa, a punto de sentarme con una de las personas más importantes de Japón para firmar el futuro de mi banda, y el mío.

Detallé al fin al hombre que estaba del lado contrario de la mesa, era gordo, canoso y con ropas que seguro valían más que mi moto y el alquiler de mi apartamento juntos. Su rostro era arrugado, de ojos oscuros y achinados y que se mostraban un pocos discriminantes al verme de pies a cabeza. No me sorprendí, yo al lado de él era un pijo que no tenía ni la cuarta parte de su imperio. Pero eso era lo que menos me importaba, apenas divisé unos papeles ordenados con algo escrito y una pluma de Mont Blanc encima de la mesa toda mi atención se centró en ello.

Ahí estaba mi futuro.

-Al fin tengo el gusto de conocerlo, joven Ishida…- me dijo con voz áspera y con superioridad, sin dejar a un lado su mirada inquisidora –Jhon habló tan bien de ti que ya tenía ansias por conocerlo.

-Igualmente- aclaré mi garganta, para así sonar más convincente –Gracias por esta oportunidad, señor Hanasaka.

-Eres muy joven para el talento que tienes, muchacho… Es una pena que no los hayamos descubierto antes. Ya en estos momentos podrían ser tan famosos como Oprah- rió un poco, en compañía de mi manager –Pero no te preocupes, te aseguro que en poco tiempo estarán en el puesto número 1. Es probable que necesiten guardaespaldas… presiento que las chicas les perseguirán en manadas.

Genial.

Aclaro que lo pensé sarcásticamente. Ser perseguido constantemente por fans no era la mejor parte de este trabajo.

-Tengo entendido que… tú y tu banda tienen juntos muchos años, desde adolescentes, ¿Es cierto?

-Eso es correcto, señor.

-Es bastante tiempo- sacando de una gaveta una caja de habanos cubanos y ofreciéndonos para fumar. Mi manager acepto, más yo lo rechacé cortésmente. Soy fumador pero no soy muy amigo de los habanos –Es probable que tengamos que cambiar unas cosas, Ishida.

-Mi banda se mantiene intacta.

Mi imponencia fue clara y directa, sabía que esa podría ser una propuesta conociendo como son las cosas en este mundo. Pero a pesar que todo esté en juego no estaré dispuesto a acceder a aquello, si he llegado hasta aquí a sido gracias a toda mi banda, todos nos complementamos y nos apoyamos desde que iniciamos como Teaneged Wolves, y nada ni nadie podrá cambiarlo, así me ofrezcan todos los millones del mundo.

Jhon me miró de forma asesina. Anticipando por experiencia, ya armé mentalmente el sermón que me dedicaría él apenas cruzáramos la puerta. No es la primera vez que me muestro a la defensiva, en realidad mi personalidad es bastante jodida cuando algo no me gusta. Ignorando su mirada, mantuve mi posición, estudiando como el hombre sonreía luego de su sorpresa y empezaba a reír.

-¡Jaja! Me agrada tu actitud, muchacho. Pero tranquilo que seguirá así- suspiré internamente –Me refería a unos pequeños detalles. No te preocupes, no saldrán perjudicados. Lo único que obtendrán es fama.

-Yamato, el señor Hanasaka es experto en estos temas. Por algo todas las bandas que él ha promocionado han sido exitosas…

Eso ya lo sé. Pero que me haga millonario no me hará confiar en él.

Personas como Hanasaka son por las que tienes que leer con más razón las "Letras pequeñas".

-Ya con el tiempo verás que tu manager tiene razón, Ishida… pero por ahora solo firmemos y celebremos, ¿De acuerdo?

Arrimó la paca de papeles hacia mí, cual estaba conformada por alrededor de 40 a 50 hojas que de seguro me tardaría más de un día para leerlas todas con atención. Miré a Jhon de reojo, esperando alguna opinión o concejo, pero su mirada azabache me dio a entender que ya no hay nada más de que hablar. Pero, rayos… que él tenga años trabajando en este tipo de medios no me da la completa certeza para entregarle una de las cosas más apreciadas para mí a este hombre. Antes de firmar, mi banda y yo somos nuestros propios dueños, nosotros decidimos el transcurso de las cosas y al ritmo que queremos. Ya al evidenciarle en ese contrato que la banda ya no es independiente Hanasaka será quien decida todo; giras, tiempo, dinero… TODO.

Al tener ya la pluma en mi mano y el espacio donde iba a firmar a la vista, algo en mí se retorció, como si me alertara sobre algo. Un extraño presentimiento.

-No te preocupes…- la voz áspera de aquel hombre me sacó de mis cavilaciones. Lo miré un poco desconcertado, a lo que él prosiguió -Te prometo el éxito no solo nacional, sino también internacional… Todos querrán comprar sus Cd's y no habrá nadie que no los conozca. Vivirán el sueño que siempre han deseado, muchacho. Solo tienes que firmar… y en menos de lo que pienses, todo lo que toques será oro.

Volví mi mirada al papel… y contuve el aliento.


| Mimi |

-¡MIMI!

Levanté de súbito mi vista del suelo para buscar ahora la dueña de aquella voz. La muchedumbre del aeropuerto complicó un poco mi misión, pero luego de un segundo pude divisar a unos metros a aquella persona que terminó resultando una de mis mejores amigas, por muy poco que se crea. Corría despavorida hacia mí mientras sus largos y lisos cabellos morados –color que iba "totally" con ella- se movían con la prisa. Seguía usando los mismos lentes redondos desde siempre a pesar de lo mucho que le he recomendado unos de contacto. ¿Y qué decir de su ánimo? Ya con la sonrisa con que venía corriendo lo decía todo.

Ahí venía a toda velocidad mi adorada confidente, Miyako Inoue.

-¡Yoli! –abrí mis brazos lo más que pude y…-¡OH, CIELOS!

Ambas caímos al suelo apenas me alcanzó, siendo yo el colchón que amortiguó la caída de mi amiga ganándome un terrible dolor de trasero. Pero en vez de quejarme lo único que pude hacer fue explotar en risas, siendo acompañada tanto por la señorita que pesaba un camión –pero de puro hueso, cabe destacar- y por algunas personas que estuvieron de espectadores al momento en que nos abrazamos. Con un reencuentro de esta magnitud pensarán que es que teníamos siglos sin vernos, cuando eran realmente unos cuantos meses.

Yoli –apodo que se ganó gracias a mis amigos de América al no poder pronunciar bien su nombre- y yo desde que nos conocimos mantuvimos una estrecha relación. Fue como si realmente hubiésemos sido amigas de toda la vida. Al ganar la suficiente confianza no había nadie que nos separe, o al menos por Skype, a veces durábamos HORAS hablando de tonterías sin sentido pero aún así nos encantaba. Congeniamos tan bien que hablando de cualquier cosa terminábamos con un tema totalmente opuesto, como aquella en la que discutíamos quien de Jolie ó Aniston era la más bonita terminamos hablando de por qué el cielo es azul.

Que por cierto, me sale Google con esa.

A diferencia de Sora, quien aún la considero una gran persona para mí, con Miyako nunca perdí el contacto a pesar de la distancia. Todo lo contrario, con el tiempo nos hemos vuelto más amigas, contándonos todo con suma confianza y conscientes de que nada ni nadie se enterarán de lo que hablamos. Nos hicimos una promesa de ser el cofre de la otra, guardándonos los secretos más íntimos y aconsejándonos al respecto. Es decir, confío plenamente en Yoli, con los ojos cerrados y las manos amarradas. Por ende véanla aquí en el aeropuerto, recibiéndome, cumpliendo mi petición de que nadie se entere aún de mi visita.

Y no es que tenga algo en contra de que mis amigos de toda la vida vengan a recibirme, es solo que… en estos momentos –precisamente ahora- no puedo verlos. No podría. Sé que ellos esperan a la sonriente y saltarina Mimi Tachikawa, la que es sincera, la que es sociable, y lamentándolo mucho ella no está aquí, por muy convincente que puedo parecer.

No, aquella Mimi se quedó en USA, en aquel apartamento para dos personas, en donde por un tiempo, por muchos años, pertenecí…

-¿Mimi?

Parpadeé al instante en que una palma de tez blanca paso por delante de mi vista.

La miré distraída, notando luego su semblante preocupado y serio.

-¿Sucede algo?

-Eso… quiero preguntártelo a ti… Estás llorando, Mimi…

Confundida, subí mi mano hasta mi rostro, que para mi sorpresa, al primer contacto sentí una diminuta lágrima en toda mi huella.

-¡Oh! No… ¡No es nada! ¡Jaja! Es la emoción, tú sabes…- las borré rápidamente y mostré mi sonrisa más convincente -¡Cielos, Miya-chan! ¡Debemos turnarnos en una oportunidad para que sepas que se siente caer al suelo cada vez que te visito!

Ella siguió un poco seria, pero luego sonrió y volvió abrazarme en compañía de su conocido gritito de emoción.

-¡Es que me emociona mucho tenerte de vuelta! Si sabes lo que me haces falta…- levantándonos al fin del suelo -¿Esperaste mucho?

-Para nada, más bien me demoré un poco porque no conseguía mis maletas…

-Pero es un alivio que las hayas conseguido- sonriéndome -¿Con hambre?

-¡Nop! Resulta que comí en el avión. Por obra y gracia del señor sirvieron una comida bastante decente.

-Ay… y yo que quería llevarte a comer.

-¿Qué te parece luego de que deje las maletas vamos a cenar?

-Bueno, está bien…- me soltó con reproche infantil, por un momento vi en Miyako a una castaña de 10 años con un sombrero de vaquero color rosa, me resultaba divertido saber que siempre hallaría algo de mí en ella, parecíamos hermanas- ¡Pero prométemelo!

-Promise!- dije, levantando el dedo meñique, mientras íbamos caminando hacia las afueras del aeropuerto cargando cada una un par de maletas -¿Cómo están los demás?

-¡Oh, amiga! ¡Tanto que contarte!

Guardamos las maletas en el auto de su madre y emprendimos marcha al sitio. Normalmente la mamá de Miyako le prestaba su auto para que pueda ir a la universidad ó hacer mandados. Recordemos que ella es solo un año menor que yo, y por lo tanto al ser mayor de edad ya tenía que hacerse cargo de algunas responsabilidades en la familia, como también estudiar una carrera. Optó por estudiar Mercadeo, cosa que ayudará bastante en su negocio familiar.

Nunca me cansaré de su dedicación a todo, siempre ha sido sumamente trabajadora, de lo cual padezco. Miyako a veces me regaña cuando le digo que me gustaría ser tan eficiente como ella, es decir, trabajar con tanta dedicación aún cuando se trata de cosas que no le gusta. Para hacerme sentir mejor me recuerda todas las cosas buenas que tengo, sacando mi mejor sonrisa y sintiéndome afortunada por tener a una persona como ella como amiga.

-Ya sabes que Tk y Kari están juntos…- me comentó. Yo asentí, enternecida por la imagen de ellos dos finalmente juntos. No hace mucho me había llegado con la noticia, y ni les cuento la felicidad que me causó. Era de esperarse, son tal para cual, siempre habían estado uno al lado del otro, dándose lo mejor de cada uno. Según Miyako, Kari le había dicho que mantuvieron la relación en secreto por unos meses, por Tai. Al ser tan sobreprotector con su hermana y tan celoso les costó hacer saber la noticia a todos. Pero imaginarme a Taichi, tal y como me lo describió Yolei, aceptar de forma madura que su hermanita ya no era una niña me dejó sorprendida. Era increíble como hemos crecido con el tiempo… y los Yagami sin duda alguna han madurado notoriamente. Desde entonces, Takeru y Hikari han estado felizmente juntos.

-Y que tú ya contrajiste matrimonio con Ichijouji- comenté pícara.

-¡Mimi!

Solté una sonora carcajada al sacar semejante sonrojo en el rostro de Miyako. Ciertamente, avergonzarla con Ken como arma era mucho más divertido en persona. Nunca va a cambiar.

-Oh, vamos, honey… ¡¿Qué esperan?

-¡Tener edad para ello, al menos!- me contestó apenada y concentrando su vista al frente, manejando cautelosamente luego de casi pegar el freno –Ken está bien, centrado más de lo que me gustaría en su carrera… Ya sabes cómo es él- trató de desviar la conversación. ¡Un error sublime!

-Ah, ya veo… ¿Aún en la fase de noviecitos?- comenté pícara -¿Qué tan difícil es desvirgar a Ken Ichijouji?

-¡MIMI!

Volví a reír pero esta vez con más ganas. Solo pude oír a mi amiga resoplar, y decir algunas cuantas cosas que seguro eran maldiciones por tener un novio menor que ella y demasiado respetuoso. Podría decirse que era el típico caballero dispuesto a esperar hasta el matrimonio, cosa que aparentemente no iba con Miyako… pero es demasiado tímida en ese aspecto como para tomar la iniciativa.

-¿Daisuke? ¿Iori?- pregunté, no porque no quisiera hablar más del tema. Ya luego tendría tiempo para enseñarle unos cuantos puntos para hacer que su novio se interese en escuchar a sus hormonas.

-Davis definitivamente no sabe lo que quiere… ¿Recuerdas que te dije que estaba estudiando Derecho?- afirmé por lo bajo –Pues ahora anda de impaciente y empezó con un pequeño negocio andante de comida rápida- refiriéndose al chico de cabellos puntiagudos con su apodo, más con una expresión de cansancio que seguro se debía a lo estresante que éste podía llegar a ser -E Iori por razones familiares se mudará Hokkaido, y cursará su último año en un instituto de puros varones.

-¡Vaya! Es una pena que se mude tan lejos…- comenté visualizando mentalmente a las personas nombradas.

-En realidad está muy entusiasmado.

No hacía falta preguntar por los demás, por e-mail y llamadas me había enterado de casi todo. Miré finalmente a través de mi ventana de copiloto, sintiendo la nostalgia por tener tiempo sin venir a mi país de nacimiento. Todo estaba exactamente igual, las calles, los edificios, hasta los postes de luz… Sonreí al tener un día soleado y así poder ver con detalle las cosas simples pero importantes que hacía de Odaiba un sitio precioso para vivir. Incluso, al pasar cerca de un parque al que jugaba cuando era niña, me regañé a mí misma por vivir la mitad de mi vida en otro país, y no en, que nunca dejará de serlo, mi hogar.

-Mimi…

Volteé a ver a mi amiga, quien ahora no sonreía y miraba concentrada el camino.

-¿Por qué no quisiste que los demás supiesen que estás aquí?

Me limité a pensar bien mis palabras. De alguna u otra forma Miyako iba a preguntarme ello. La verdad, haberle rogado la última vez que hablamos que no le dijera a nadie sobre mi visita seguro la dejó desconcertada. Es lo de menos. Normalmente cuando visito Japón así sea por 3 días todos se enteran 3 semanas antes. Me gusta darles tiempo para planear una cálida bienvenida, como también reunirnos todos sin falta en mi estadía. La única razón por la que soportaba horas y horas de viaje era por mis amigos. Quizás con algunos no mantenga una comunicación constante, pero por ejemplo Miyako, Koushirou, Sora, Taichi y el superior Jou siempre han estado presentes en mi vida. Ellos, a decir verdad, eran los primeros en saber de mi visita y cuales, a excepción de Kido por su exigente carrera, siempre me recibían en el aeropuerto con los brazos abiertos. Incluyendo también a –para mí siempre pequeños- Tk y Hikari. Y haber llegado al aeropuerto consciente de que únicamente Yoli me recibiría me hizo sentir cierto vacío.

Era por eso que entendía la incertidumbre de ella al no poder darse el lujo de avisarles a los demás de mi improvisto viaje. Ni siquiera le di explicaciones cuando hablamos, simplemente le dije que vendría a Japón por un "corto" tiempo, y que nadie podía enterarse de ello por el momento.

-Porque por ahora no puedo ni fingir una sonrisa, Miya-chan- respondí mirando distante la calle, apoyando mi cabeza en la ventana –Y seguro ellos esperarán ver a la sonriente Mimi Tachikawa.

El auto se frenó justamente en un semáforo, y no me sorprendí al oír la preocupada voz de mi amiga quien seguro olvidó por completo todas las cosas que quería contarme.

-Mimi, ¿Qué ocurrió?- suspiré, vencida, para luego mirar con una falsa sonrisa a mi querida pelimorada mientras que centenares de lágrimas empezaban a correr por mis mejillas –Oh, Mimi…


| Yamato |

-Vale, nos vemos en un rato.

Colgué el teléfono y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón, sin poder creerme aún lo que acababa de pasar. Recién habíamos salido de la disquera con un contrato firmado y con miles de cosas por planear. Mientras iba caminando hacia el auto de mi manager éste solo me comentaba sobre las próximas reuniones que tendríamos y los tantos detalles por finiquitar. Hablaba y hablaba pero para mí era como oír a la profesora de Charlie Brown como voz de fondo mientras que millares de cosas buenas pasaban por mi mente. Pensé en la cara de mis amigos, de mi familia, en los próximos conciertos, en los viajes, en lo que podría ser la caratula de nuestro primer Cd… ¡Pensé en tantas cosas! Apenas caí en cuenta de lo genial que era esta noticia llamé inmediatamente a los chicos de la banda, cuales todos estaban en un mismo sitio esperando las buenas nuevas. ¡Y vaya que son buenas! Al solo decirles que ya el contrato estaba firmado pude escuchar silbidos de emoción y algunas cosas caerse por los brincos que seguro dieron. Solo logré reírme, contento, feliz ante la puerta que se había abierto finalmente para nosotros.

-No lo olvides- me recordó una vez más Jhon, quien detenía el carro al lado del restaurant al que le había pedido que me dejara. Me solté el cinturón y pretendía bajarme del auto ignorando por completo a mi manager debido a la felicidad que me desbordaba, pero su voz me detuvo, además de su mano en mi hombro –Yamato, esto es importante.

-Sí, sí…- le solté, un poco ansioso y despreocupado –Tranquilo, mañana estaré allá a las 9.

-Mañana a las 8 y 45 AM tienen que ir a la disquera- me corrigió, cansado -Será la primera reunión, si faltan o llegan tarde les quitarán puntos. Yamato, estoy hablando muy en serio.

-No te preocupes Jhon. Gracias por todo…- agradecí, sonriéndole fugazmente, cosa que descubrí que le sorprendió al tomar en cuenta que aquello era algo difícil de ver en mí –Hasta mañana.

Al bajar del auto y verlo desaparecer en el siguiente cruce, aparté mi pollina hacia arriba destapando por completo mi frente, aún sin poder creer lo bueno que se estaba comportando la vida conmigo. De un momento a otro… lo tengo todo. Todo lo que siempre he querido.

Sacudí mi cabeza riendo ante mi trance de emoción, encaminándome al restaurante que tenía en frente y empujando la puerta para entrar. El sitio estaba como siempre, no muy lleno pero con gente. Ya eran las entrada 6 de la tarde, y solo unas pocas mesas estaban ocupadas. La verdad era un sitio bastante juvenil, y últimamente se estaba poniendo de moda en las noches, hora que venían parejas o grupos de amigos a compartir una cena peculiar aquí en Japón. Era un restaurant francés, y las comidas eran bastante atractivas por ello.

Caminé hasta el bar, un poco más apartado de las mesas de los comensales, sentándome en el primer taburete que vi y apoyando mis codos en el tope del mueble.

-Hey, barman… Un trago aquí, por favor- pedí fingiendo una voz gruesa, observando la espalda de un chico de piel morena y cabellos chocolates que secaba los vasos recién lavados mientras los ubicaba en la estantería.

-Oh, señor, me temo que…- pero se calló al voltear y verme, abriendo sorprendido sus ojos del mismo color que su cabello y sin poder entender como yo, su mejor amigo, estaba ante él cuando debería estar en la tan enigmática reunión -¡Matt! ¡¿Qué haces aquí? ¿Qué pasó con la…?

Mi descarada pero tenue sonrisa le hizo caer en cuenta.

-¡MIERDA!- gritó ignorando que era un empleado y yo un "Cliente", abalanzándose encima mío por sobre el mueble que nos separaba y dándome un fuerte abrazo en compañía de un común coscorrón, todo ante la curiosidad de algunos comensales que tenían visual de la barra -¡Lo sabía, lo sabía!

-¡Yagami!

Taichi se separó rápidamente de mí con cara pálida, ambos dirigiendo nuestra vista al hombre que nos miraba expectante y que aparentaba ser el jefe de mi amigo. Me quise burlar de esta escena pero me contuve, sabiendo que el pellejo de Tai estaba en juego. Pero es que era de esperarse este tipo de situaciones, de alguna u otra manera Yagami terminaba en problemas, aunque salía de ellos valientemente. Claro que, esta vez, a no ser que quería perder su trabajo, tenía que comportarse al margen, y ver a mi compañero disculparse de forma tan educada y disciplinada con su jefe me causaba risa.

-Demonios…- maldijo apenas el hombre se fue, ahora volviendo su atención a mí.

-Te van a despedir.

-Por tu culpa- me soltó, sonriendo contento otra vez y contagiándome en el acto –Enhorabuena, hermano.

-Sí… ¿Y Sora?

-En caja. Ya sabes el camino.

Me despedí momentáneamente y caminé en busca de ella, llegando a un área donde los camareros llevan la cuenta para ser cobradas, una pequeña barra con una computadora moderna que actuaba como la caja registradora, siendo manejada por una joven de mi misma edad y de cortos cabellos rojizos cuales tenía amarrados en una simple cola. Me alivió que no me haya visto, pues pretendía sorprenderla, era raro en mí venir a este sitio, y más cuando supuestamente tenía una importante reunión en mi agenda.

Me apoyé en la barra, y no fue hasta que ella decidió ver quien estaba observándola tan fijamente que notó mi presencia.

-¡Matt!, ¿Qué haces aquí…? ¿No me digas que cancelaron la reunión?- me preguntó preocupada, yo solo pude enarcar una ceja.

-¿Qué te hace creer eso?

-Porque estás aquí… 1, cancelaron la reunión y viniste aquí para que te hagamos sentir mejor, o 2, firmaron cont…- calló súbitamente, para luego abrir de un golpe sus ojos y apartar completamente sus manos del teclado –Por favor, dime que no me estás jugando una broma.

Sonreí, y a diferencia de Tai, Sora fue lo suficientemente normal como para rodear el mueble y alcanzarme, abrazándome lo más fuerte que podían ofrecerme sus delgados pero formados brazos que evidenciaban los años que había jugado Tennis. Yo le respondí con la misma cantidad de ganas, hundiendo mi rostro en su cuello y aspirando su distinguido perfume de cítricos que desprendía su cabello. Era obvio que al igual que yo también estaba feliz por la noticia. Sora ha visto el esfuerzo que me ha costado todos estos años para llegar a donde acabo de llegar. Ella sabía que la banda era muy importante para mí, y que algo así de grande y bueno esté pasando solo le hacía comprender claramente cuanta alegría lo que aquello podía ofrecer.

Me separé para poder verle fijamente, agarrando su rostro con delicadeza y posando mi mirada en aquellos ojos cafés que desbordaban lágrimas de la felicidad.

-Me alegro tanto por ti, Matt…

-Gracias- ofreciéndole una pequeña acaricia con uno de mis dedos justo antes de posar mis labios sobre los de ella, besándolos como lo he hecho últimamente.

Desde hace unos meses Sora y yo decidimos dejar de engañarnos y animarnos a intentarlo. En nuestra adolescencia nos dimos cuenta que entre ambos había algo, pero por cuestiones de la vida nunca tuvimos iniciativa. O al menos yo nunca la tuve. Por alguna razón no quise adentrarme en una relación con ella, por temor de que no funcionara. Pero ella siempre estuvo cerca, al igual que sus sentimientos, y no fue hasta hace cuatro meses que quisimos intentarlo, de forma seria, claro. Antes tuvimos citas, sí, pero jamás formalizamos lo que había entre nosotros. Ahora teníamos el derecho de decirnos novios, y aunque vamos a paso suave –pues hay muchos factores que hay en medio-, nos va bastante bien. Demasiado, a decir verdad.

Siempre creí que Yagami sentía lo mismo que yo por Takenouchi, y aunque él lo negaba intuía que me mentía. Pero al formalizar nuestra relación él no se opuso, todo lo contrario, lo primero que hizo al enterarse fue abrazarnos, y aclararme muy bajito en el oído que si lastimaba a Sora me las vería caro. No hizo falta responderle, era obvio que sería incapaz de ello.

-Oigan, oigan… Profesen su amor en un sitio que no sea público.

Gruñí en los labios de mi novia al escuchar al inoportuno de mi amigo interrumpir un momento como este. Claro, es inevitable cuando normalmente los 3 siempre estamos juntos, pero suele respetar un poco la privacidad de una pareja excepto cuando se trata el área de trabajo de Sora, seguro para abstenernos de algún regaño de su jefe. Me separé a duras penas de ella quien reía ante el comentario de Tai, con un sutil sonrojo en sus mejillas que le hacía ver totalmente adorable.

-Rayos, Tai…- maldije, él hizo una mueca.

-No, no, no me mires a mí… Tienes toda una noche para celebrar apasionadamente con ella. Puedo quedarme en casa de mis pap'as, si quieren…

-¡Taichi Yagami!- regañó Sora completamente sonrojada. Yo también me sonrojé, pero en vez de desquitar mi vergüenza en él simplemente desvié mi mirada imaginado la cabeza de Tai rodar por los suelos. No solo le encantaba interrumpir un momento, sino que lo hacía desvergonzadamente. Suspiré vencido, sabía que por muchos años que pasen Taichi seguirá siendo el mismo de siempre.

-¡Augh! ¡Sora!

Los miré mientras discutían graciosamente, con mis pensamientos distantes a la escena que estaba ante mí.

Ellos siempre han estado ahí para mí, en las buenas y en las malas. Tantos años de amistad me dio a entender que más que mis amigos eran parte de mi persona… y de verdad me costó mucho poder comprender aquello. Siempre estuve a la defensiva, siempre estuve solo. De pequeño, al sufrir los efectos negativos del divorcio de mis padres, sentí que todo lo importante que tenía me era arrebatado, y que no valía la pena querer cuando podías sufrir tanto al perderlo. Eso, hasta que llegaron ellos… mis continuas peleas con Tai pasaron a ser risas entre hermanos, y todas las veces que Sora estuvo para mí dándome su mano para levantarme hizo que mis sentimientos por ella cambiaran a lo que son ahora.

Quizás algunas cosas han cambiado, quizás otras siguen iguales… pero de lo que sí estaba seguro es que ellos siempre formarán parte de mi vida.

-Chicos…- interrumpí, haciendo que ambos voltearan a verme –Debo irme… quedé con los muchachos de la banda para celebrar.

-¡Oh! ¡Deben estar saltando de la felicidad!- acotó Sora, sonriente –Mándales mis felicitaciones…

-Seguro- sonreí, consciente de que no hacía falta despedirme, caminé alejándome de ellos –Nos vemos en la noche.

-Eso asegúralo…- me recordó Tai, poniéndose el trapo con que limpiaba los vasos sobre el hombro –No llegues tarde, te esperaremos para brindar.

-Hablando de brindar, Tai, ¿Compraste el vino?- vi de lejos como el moreno silbaba inocente, mirando disimuladamente otro sitio que no sea a una expectante pelirroja -¡Tai!

-¡Ay, Sora! Sabes que ni a mí ni a Matt nos gusta el vino…

-¡Pero te dije que lo compraras por si acaso lo de Matt se daba! ¡No podemos brindar sin vino!

-Pero hay cerveza…

-¡Taichi!

Me reí suavemente al ver como se sumieron en aquella tonta discusión, ya acostumbrado al ver como ese tipo de sanas disputas se daban entre ellos al ser Taichi un despistado sin esforzarse y Sora una perfeccionista en detalles.


| Mimi |

-¡Ay, no!

Me esperé algo así. Normalmente un inconveniente de esta magnitud se presentaba cuando planeas un día con Miyako Inoue. Parecía que alguna clase de duendecillo aguafiestas le perseguía, pero no por eso volvía el día en un desastre. Todo lo contrario, le daba cierto toque divertido debido a las muecas que se dan en su rostro. No le di importancia al asunto, no hay mal que por bien no venga. Que nuestro restaurant favorito de jovencitas esté full no quería decir que no podríamos probar uno nuevo.

Volvimos a retomar la calle, manejando de forma lenta debido al tráfico por ser un sitio bastante transitado. La mayoría de los cafés y restaurantes estaban por esta zona, y no muy lejos se hallaban las discotecas. La verdad, ahora que me daba cuenta, Odaiba había cambiado un poco en ello, antes no era un lugar tan juvenil. O al menos no tanto como ahora, ¡Siempre era un problema a la hora de salir! Por suerte ahora parecía que teníamos hasta para elegir, así que basándome en las expresiones de Miyako al ver un restaurant, esperé decidir pronto nuestro destino y así comer una cena decente.

-Sorry, Mi-chan… Juré que estaba abierto- se justificó, apenada, yo solo me encogí de hombros.

-No pasa nada, Yoli. Tenemos una excusa de probar en un sitio nuevo… Si te soy sincera, los cambios a veces son buenos- le dije guiñándole un ojo.

-¡Cierto! Hay varios que me han dicho que son buenos… Kari la otra vez me estaba hablando de uno que se come excelente- me comentó, para luego tornarse su rostro pensativo –Que por cierto no me dijo donde quedaba… Justo cuando iba a darme los detalles mi madre me interrumpió y colgamos.

-¿Sabes al menos el nombre?

-¡Eso sí! Tiene un nombre francés… algo así como…

-¿"Vie en Rose"?

-¡Ajá!- confirmó, cuando en eso, extrañada, me pregunta -¿Eh? ¿Ya te han comentado de él?

-No, pero me supongo que es ese- señalé el sitio, cual poseía una decoración tradicional de aquel país y con varios carros estacionados en frente –¡Se ve bastante bien!

-Vaya, tienes razón…- dijo admirando conmigo la fachada del lugar -¿Comemos ahí?

-¡Sería interesante!

Miyako estacionó el auto en un sitio estratégico, bastante cerca. Ambas nos bajamos y nos encaminamos al restaurant con tendencia francesa. Enlazó mi brazo con el de ella y caminamos sonrientes, ignorando por un momento la charla que tenemos pendiente. No estaba evadiendo tenerla, en realidad, ansiaba bastante poder desahogarme verbalmente lo que estaba transcurriendo en mi cabeza. Ya lloré todo lo que tenía que llorar en el hotel, cuando fuimos a dejar las maletas. Apenas entramos al cuarto solté el llanto que venía guardando, sin palabras, ni referencias de mi estado, solo lloraba y lloraba mientras sentía las suaves manos de mi amiga acariciar mi cabellera castaña. Su incondicional apoyo me dio a entender que no necesariamente debía darle explicaciones pare ser consolada por ella. Simplemente se limitó a escucharme llorar, tolerar mis lágrimas en la falda de su vestuario y permitirme desahogar todo lo que podía en aquel momento. Dividiendo todo el dolor que se había acumulado en mí y que no había querido dejar ir hasta sentirme en mi hogar, en mi verdadero hogar.

Entramos al sitio siendo atendidas por un camarero inmediatamente, quien nos llevó a una mesa bastante apartada por petición de mi inteligente compañera. Había mucha gente, incluso me sorprendió que haya mesa. Me senté en frente de Miyako mientras el hombre nos ofrecía las cartas y nos recomendaba alguna que otra bebida especial de la casa. Me reí un poco ante la cómica combinación de un menú con nombres en francés y luego la traducción en japonés. Todo se veía apetitoso, y por experiencia ya sabía la exquisitez de algunos platos, era bastante común ver estos restaurantes en la Gran Manzana.

Ordenamos dos batidos, uno de fresa y otro de melocotón, el segundo para mí. Al cabo de unos cuantos minutos nuestras bebidas estaban en nuestra mesa, y tras pedir lo que íbamos a comer, entre ambas se intercaló un silencio como señal de que era hora de hablar sobre ese tema.

-Mi-chan, si no quieres hablar de ello…

Negué con mi cabeza aquella opción.

-Quiero hacerlo. De esa forma entenderás porque traje la mayoría de mi armario en maletas…

Ella pareció razonarlo; a pesar de tener la maña de meter en la maleta el doble de ropa que necesito para un viaje, esta vez era una exageración.

-La verdad no vengo por un tiempo…

-¿En serio?- extrañada -¿Y para qué entonces te trajiste toda esa…?

-Decidí regresar a Japón.

-¡¿Qué?

Sus orbes color café se abrieron lo máximo que podían hacerlo. Elevando sus cejas ante el asombro de mis palabras y casi palmeándose las orejas para ver si no tenía los oídos tapados. Era obvia su sorpresa. Yo, Mimi Tachikawa, la chica "urbana" del grupo, se sentía mucho más adaptada en una ciudad tan urbanística como New York que Odaiba. Era por esa razón que Miyako me miraba atónita sin poder creerse aquello, y me daba la impresión que no sonreía porque yo tampoco lo estaba haciendo, por muy agradable que suene la idea.

-¿Por qué?- cuestionó, dudosa –¿Qué hay de tus estudios? ¿El negocio de tu familia? ¿Tus pertenencias?- hizo una breve pausa, para luego mirarme temerosa -¿Y qué hay de…Michael?

-Congelaré por los momentos mis estudios… Y si consigo proseguirlos aquí lo haré, por lo tanto seguirá en pie mi futuro en el negocio familiar. En cuanto a mis pertenencias, se quedaron en el apartamento, excepto mis objetos personales y mi ropa.

Ella me miró asustada esperando por la respuesta de la última pregunta. Yo solo bebí un poco más de mi jugo, y luego empecé a mover el pitillo en sentido circular dentro del vaso.

-Terminamos.

Su mandíbula casi llega a la mesa.

-¿C-Cómo…? ¿Por qué? O sea, estaban tan bien… ¿Qué sucedió?

Mis ojos volvieron a escocer amenazándome a perder la cordura y derramar lágrimas otra vez así sea un sitio público. Era inevitable que al nombrarlo las imágenes vuelvan una vez más a mi mente, humillándome partícula por partícula de mi ser y recordándome cruelmente lo ilusa que fui. Yo también creía que todo estaba bien. ¡En realidad juré que todo estaba requetebién! En ningún momento se me pasó por la mente en la pequeña posibilidad de que me estaba engañando a mí misma, que realmente las cosas NO estaban bien. Y en vez de pensar fríamente la situación, me confié, comportándome como toda una ilusa y subestimando lo que podría pasar si estaba equivocada.

Inhalé suavemente, para luego exhalar el aire como si con ello estuviera por quitarme un peso de encima.

-Recuerdas a… ¿Vanessa?

-Que si no- soltó gruñendo, poniendo los ojos en blanco –No la conozco pero las ganas que tengo de romperle la cara son anormales.

Normalmente me reiría de su ocurrencia, pero no tenía ganas de hacerlo.

-Pues, últimamente ella se ha colado en la mayoría de las discusiones entre Michael y yo… siempre era por culpa de ella que peleábamos. Mientras yo le decía que no la soportaba, el solo justificaba todo con que no era su culpa que estudiaran juntos.

-Pero eso no le quita lo resbalosa que es esa perra- rectificó, para luego apretar los labios mientras parecía analizar algo y fruncir su seño súbitamente -¡¿Acaso ella…?

-…Me deprimí muchísimo en nuestra última pelea- interrumpí, yendo con calma –Así que me fui por un fin de semana a casa de mis padres, esperando pensar bien las cosas.

Mis ojos ardían, y mis manos me temblaban… Yolei pareció notarlo porque alcanzó mi mano, tomándola con fuerza.

-Pretendía regresar el lunes, pero quise que fuera antes y darle la sorpresa a Michael… incluso compré para almorzar juntos. Cuando entré al apartamento me extrañó no conseguirlo, pero luego vi algunas guías y libros de medicina dispersados en la mesa del comedor, por lo que me imaginé que durmió muy tarde por el examen que tenía el lunes… Así que subí directamente a la habitación para despertarle…

Mi respiración se aceleró, y apreté inconscientemente la mano de mi amiga.

Las imágenes retornaron a mi mente, otorgándome un sabor amargo más una sensación desesperante como si un agujero negro estuviera absorbiéndome. Hablar sobre esto solo me hacía recordar una vez más lo miserable que me sentí en aquel momento, cuando se suponía que regresaba para hacer las paces con mi novio. Sentí, literalmente, que el mundo se me derrumbó encima. Lo único que recuerdo con claridad, apenas abrí la puerta de mi habitación, era el dolor que se punzaba en mi pecho dejándome completamente sin aliento y era mi mano aferrándose a la manilla de la puerta como si la vida se me fuera en ello.

Las lágrimas hicieron que mis ojos ardieran, resbalando por mis mejillas mientras una mueca de dolor transformaba todo mi rostro.

-Oh, Mimi…- su mano apretó la mía, ofreciéndome nuevamente el consuelo que antes degusté amargamente –Por Kami...

-Yo… Yo solo quería hacer las paces con él, Miya-chan. Jamás me imaginé encontrarlo con ella… con Vanessa- recordar la escena de aquella mujer abrazando posesivamente al amor de mi vida, ambos desnudos, con sus ropas dispersadas por todo el suelo, solo me hizo soltar un sollozo que luché por disimular. Creí que al desahogar desgarradoramente todas mis lágrimas en la falda de mi amiga cuando estábamos en el hotel me harían sentir un poco mejor, ¿Pero acaso seguía siendo ilusa? ¡Era imposible apaciguar el ardor que sentía con unas pocas horas llorando! Mi novio, mi prometido, me había sido infiel. Más que eso, me había humillado revolcándose con aquella mujer en nuestra cama, en nuestro nido de apasionados y amorosos recuerdos que ahora se adherían a mí como si me tatuaran con acero caliente –Yo… quería… yo solo quería decirle que confiaba en él… que lo amaba.

Solté la mano de mi amiga para secar las lágrimas procurando cuidadosamente no deshacerme de mi maquillaje, lo último que quería era verme como una loca por culpa de mis estúpidas emociones. Hipeé unas cuantas veces tratando de calmarme, pero aún cuando ya las lágrimas no corrían por mi rostro sentía mis ojos arder.

-¿Cuándo pasó eso?

Suspiré controlando un poco el sollozo que amenazaba con salir otra vez.

-Hace menos de una semana…

-Pero, espera… ¿Dónde te quedaste en estos días?

-En casa de Kim. Ella fue la que se encargó de buscar la mayoría de mis cosas… lo último que quería era regresar a ese apartamento.

-¿Y por qué no se fue él, eh? ¿Qué se cree?- me cuestionó con un ligero tono molesto, supongo tratando de disimular sus deseos asesinos para no afectar mi estado emocional. Más tranquila, bebí un poco de mi zumo queriendo no cansarme de sus preguntas… pero quizás el largo viaje y los constantes bajos que he sufrido en las últimas horas no me ayudaban a tener un poco de paciencia –Es lo más lógico, es el infiel el que se va de la casa, ¡No tú! ¿Por qu'e cediste tu hogar?

-¿Te parece saludable seguir viviendo en donde abarcan todos nuestros recuerdos?

Miyako notó mi irritación, me apené por ello e inmediatamente me mordí el labio arrepentida.

-Sorry, Miya-chan… Es solo que todo esto me da dolor de cabeza. No es fácil ser feliz un día y sentir que te mueres al siguiente.

-¡No, no! ¡Nada de eso!

La miré expectante.

-¿Qué? ¿También le vas a dar el gusto de subir su ego porque lo extrañas? No seas pendeja, Mimi Tachikawa. Ese idiota no se merece en lo más mínimo ni siquiera un diminuto puchero tuyo. Ahora es cuando MÁS vas a disfrutar de tu vida ya que no tienes a tu lado a un parásito formando parte de ella- me soltó molesta, quizás más indignada que eso. Algo que era científicamente comprobado es que Miyako Inoue era una persona intolerante a las depresiones ajenas. Puedes decirle que tienes una enfermedad terminal y que morirás al día siguiente y ella hará lo imposible para hacerte creer que llegarás hasta los 100 años. Su optimismo a veces resultaba ser insólito -¡UY! ¡Que coraje! Te juro que si tuviera el dinero y el tiempo ahorita mismo estaría viajando para New York para decapitarle la cabeza, ¡Y no hablo la de arriba!

-Yoli…- traté de relajarla, encogiéndome de hombros –No vale la pena.

-Exacto, no vale la pena, y por lo tanto tú NO volverás a llorar por ese engendro, ¿Me oíste?

-No es fácil, Miyako. Nos conocemos desde los 13 años, ¿Cómo esperas que me dé igual todo esto?

-Sencillo. Demostrándole que así lo hayas conocido dentro del vientre de tu madre NO lo necesitas para vivir.

-¿Seguirás dándome énfasis en palabras claves?

-Hasta que se te tatué en el cerebro, sí.

Suspiré vencida, ya debía de haberlo sabido.

-Mimi… ¿Sabes lo mucho que me importas? Eres como mi hermana mayor, y verte así me rompe el alma- me confesó con una expresión de tristeza por la cual me sentí responsable –Siempre fuiste mi ejemplo a seguir, y saber que alguien quiere deteriorar lo que siempre he admirado me enfurece. No soporto verte llorar.

-Miyako…- sonreí enternecida, aunque el malestar aún no se ha marchado –Lamento hacerte sentir de esta manera.

-No quiero que vuelvas a llorar por él, Mimi. No porque sea una insensible y no sepa por lo que estás pasando. Sino porque no vale la pena llorar por alguien así- tras esto, tomó una bocanada de aire calmándose, para luego mirarme preocupada -¿En serio piensas quedarte en Japón? ¿Qué dijeron tus padres al respecto? Seguro te pidieron que te quedaras con ellos.

-Estás en lo cierto, pero tuve que pedirles que respetaran mi independencia. Ya no soy una niña, Yolei…

-Ajá pero tampoco eres una mujer de 30 años- me recordó, cosa que no me hizo sentir mejor -¿Dónde pensarás vivir?

-Miya-chan, ¿Tendré que acostumbrarme a este interrogatorio?

-¡Bueno! ¿Qué esperas? No todos los días mi mejor amiga regresa a vivir en el mismo continente que yo, ¿Sabes?

Bufé, buscando con la mirada a nuestro mesero al reconocer que la comida estaba tardando un poco. Por Dios, eran unas simples ensaladas.

-Hey, Mimi, ¡Hablo en serio! ¿Acaso pensarás vivir en un hotel?

-No suena nada mal; una buena cama, acceso a todo lo que quisiera, comida al instante… ¡Shopping!- enumeré tentada.

-Y un pre infarto en el Sr. Tachikawa por la suma que tendrá que pagar. ¡Hablo en serio, Mi-chan!

-¡Relájate…! Ya buscaré en donde vivir. Creo que me acomodaré en un apartamento estudio.

-Olvídalo, no vivirás sola, y menos en estos momentos- autoritaria –Vivirás conmigo.

-Y la de el pre infarto será tu madre. ¿Acaso se te olvida que tienes unos cuantos hermanos y un trabajo extenuante que mantener con tu mamá?- apenas vi que pretendía insistir la silencié sutilmente con mi mano –No, no, Miya-chan. No vine a este país a depender de alguien más cuando podía depender de mis padres. No es cuestión de huir, quiero demostrarme a mí misma que no dependo de nadie para vivir. ¿Me entiendes?

Hizo un puchero, pero luego lo aceptó con un movimiento positivo de su cabeza.

-Gracias por tu hospitalidad, pero créeme, ya haces demasiado con estar conmigo en estos momentos. Gracias a ti me siento muchísimo mejor, Yoli… En serio.

-De acuerdo… Pero si en algún momento necesitas algo no dudes en avisarme, ¿Ok?

-Promise- levantando mi dedo meñique como código de amigas que tenemos ella y yo.

-Bien. Ahora, tengo un hambre de mil demonios… ¿Dónde está el estúpido mesero que nos atendió?- me reí por su forma de hablar, ciertamente una Miyako con hambre no era algo realmente amigable –¡Ajá, ahí está! ¡Disculpa!- haciéndole señales al mesero, cual al notarnos se sorprendió bastante poniendo en evidencia su olvido. El pobre llevaba en cada mano una bandeja con 5 platos de comida en ellos, ninguno de nosotras. Tenía las manos realmente ocupadas -¡Demonios! ¡Esto es lo malo de tener la mesa más apartada! ¿Piensa que somos decoración o qué?

-Jaja, calma, amiga… El sitio está repleto, entiéndelo.

-¡Pues que se apure sino tendré que ir yo misma por nuestra comida!

Volví a reír, pero esta vez con más ánimo.

Tras unos segundos, una mesonera se acercó a nosotras.

-¡Disculpen la tardanza! Aquí están sus ensaladas…

Pero lo último que hice fue ver las ensaladas siendo ubicadas en la mesa. Aquella voz terriblemente familiar solo fue un imán para dirigir mi mirada hacia la persona que había traído nuestras comidas. Se suponía que el chico de cabellos negros, y flacuchento, debía traernos el pedido, no una chica de insustituibles cabellos rojizos y piel ligeramente dorada. No una chica que a pesar de los años seguía poseyendo aquel tono de voz maternal y dulce que la caracterizaba. No una chica que a kilómetros podría reconocerla debido a todo el cariño que le tenía…

-Sora…

De todas las personas en el mundo que podían traerme una jodida ensalada en estos momentos, tenía que ser ella.

Su mirada correspondió la mía, entrecerrando sus ojos cafés por un milisegundo para luego abrirlos de un golpe incrédula ante lo que estaba viendo. Se quedó estática como no pudiendo creerse que yo estaba sentada en el mismo restaurante que resultó ser su área de trabajo. Yo me mantuve en mi asiento mirándola fijamente, sintiendo un impacto de felicidad al poder verla y recordándome lo mucho que la extrañaba.

Quizás ya no compartamos de la misma forma a como lo hacíamos antes, pero era definitivo que un lazo indestructible nos unía al ser ambas la primera mejor amiga de la otra. Eran años y años de amistad, contacto constante o no, sabíamos que era imposible olvidar todo el tiempo que hemos compartido… y tenernos frente a frente, de forma tan repentina, solo logró destapar una vez más la cajita de emociones.

-Mi…¡Mimi!

Se abalanzó hacia mí al mismo tiempo que yo hacia ella, ambas abrazándonos con la mayor fuerza que podíamos y materializando nuestro reencuentro.

-Oh, cielos… ¡No puedo creerlo!- confesó separándose de mí para luego sostenerme con sus manos el rostro, como si quisiera comprobar que era yo -¡Estás aquí!

-¡Que felicidad volver a verte, Sora-chan!

-¡Mi felicidad supera la tuya!- me soltó, volviéndome a abrazar -¿Por qué no me avisaste para recibirte al aeropuerto?

Supuse que se percató de Miyako, pues luego se separó de mí y la miró con reproche.

-¡Que mala eres guardándotela para ti solita, señorita Inoue!

-Jeje… Era una… sorpresa- se excusó, no sabiendo qué decir realmente.

-¡Y vaya que me la han dado! ¿Hace cuanto llegaste?

-Hoy mismo.

-¡¿En serio? ¿Y por qué no me llamaste o algo? Me hubiese tomado el día libre, te lo juro.

-No quería molestar. Y en realidad el viaje fue de improvisto… Sorry por no avisarte, Sora.

-No importa. Ya estás aquí… ¿Tienes en donde quedarte?

-¡Sip! Me quedaré en el hotel Toshiba, ¿Sabes cuál?

-Sí pero no hará falta, hoy te quedarás con nosotros.

¡Oh!

-¡Cierto!- pareció recordar algo pegando suavemente su puño en la palma de su mano, para luego sonreír -Supongo que Tai tampoco sabe que estás aquí, ¿Verdad?

-No… ustedes son las únicas.

-Joder, ¿Por qué tanto misterio?- se burló. Yolei y yo solo pudimos intercambiar una cómplice mirada, cosa que pasó desapercibida para Sora –Le pediré a mi jefe que tenemos una emergencia, él entenderá, siempre hemos sido muy puntuales. Creo que en una hora podremos irnos… Coman y luego nos vamos juntos, ¿Vale?

-Espera, Sora… ¡No quiero causaros molestia!

-¡Pamplinas! Si has alegrado aún más nuestro día, ¡Tai se morirá cuando te vea!

-¿Taichi también trabaja aquí?

-Sí, pero a él sí vamos a sorprenderlo… ¡Espérennos afuera!- y tras guiñarme un ojo, se marchó. Dejándome a mí con la boca abierta sin poder procesar que no solo me había reencontrado con Sora, sino que también iba a pasar lo mismo con Taichi. Debí de haberlo previsto, se supone que ellos y Yamato compartían el mismo piso.

Se suponía que… aún no podía verlos. Todavía no.

-Mimi… Lo lamento tanto, ¡Te juro que no sabía nada! ¡Yo…!

-Tranquila, Miya-chan. No es tu culpa…

Cuando algo puede pasar, pasará, y en el peor momento. Quizás un reencuentro con dos de mis mejores amigos sea algo bueno, pero en este momento no lo era. ¿Qué de bueno puede haber al tener que compartir con tus amigos como si nada pasara cuando es todo lo contrario? ¿Y más cuando al mínimo roce me suelto a llorar a cántaros? Ya no somos unos niños pequeños, somos adultos, y como tales tenemos más problemas de que encargarnos… Ahora lo que menos necesitan Sora y Tai es pensar en mis problemas amorosos.

-¿Les contarás?

-No s'e…

Miré a Miyako, y por su seriedad me di cuenta que su parte sabia estaba saliendo a flote.

-Los amigos no estamos para felicitarte por tus logros o celebrar tus alegrías nada más. Estamos para sonreír y llorar contigo…

-Lo sé, pero… no es por eso.

-¿Entonces por qué? ¿Por qué quieres que Sora y Tai, siendo unos de tus más cercanos, no sepan lo que sucedió? Mimi, yo te apoyo en todo… pero no será suficiente para sacarte de lo que se viene, y de algo que estoy segura es que a ellos no les gustará saber que no contaste con su apoyo.

No respondí, y eso se debía a que cuando ella hablaba en ese tono, yo debía escuchar. Y recapacitar.

-Nos necesitas, Mi-chan, a todos. Y principalmente Tai y Sora harán lo que sea para animarte, pero para ello debes contarles.

-Sí…


| Yamato |

-¿Ah? ¿Ya te vas?

Tokumori, guitarrista de mi banda y amigo desde nuestra adolescencia, me miró con sus ojos color ocre y con exagerado reproche dándole un nuevo sorbo a su cerveza, onceava, debo destacar. Yo solo lo ignoré y me levanté del sofá, dispuesto a soportar las consecuentes reprimendas que me darán los chicos de mi banda al tener que irme.

-Claro que se tiene que ir, no vez que ahora que tiene novia la prefiere a ella que a nosotros…- bufé ante el comentario del baterista del grupo, un chico bastante inquieto y altanero si se puede decir. No empezó la banda con nosotros pero si se incluyó cuando el último baterista tuvo que irse. Diría que ha sido lo mejor que le ha pasado a nuestra música, pues Louis, francés del que nos volvimos sus primeros amigos al mudarse a Japón, era un Joey Jordison cuando tocaba la batería.

-No empiecen chicos… Quedé con ellos para brindar. Ya nos veremos mañana.

-Ajá… Excusas. Si sigues así pensaremos en pedirte el divorcio, Yama… ¿Verdad, Sato?

Busqué con mi mirada al nombrado, de cabello oscuro y rasgos japoneses que a diferencia de nosotros no tienen ninguna mezcla en su sangre. Me burlé al verle profundamente dormido, con su cabello trenzado desparramado en el cojín mientras aparentaba estar cómodo durmiendo en el suelo. Bebió más de la cuenta, y eso que no pasaban las 11 de la noche.

-Demonios, ¡Sato! ¡Necesitamos refuerzos aquí!- le regañó Tokumori lanzándole un cojín del sofá y pegándoselo en la cara. Ni se inmutó –Agh… no lo conociéramos y juraríamos que está muerto.

-Hey, príncipe azul, despierta a la bella durmiente con tus labios carnosos…

Tomé dos cojines y se los lancé a cada uno, logrando despelucar los cabellos color azabache de Shitsuya Tokumori y hacerle escupir cerveza a mi rubio compañero Louis Lautrec. Son mi banda, y mis amigos, que han conseguido sacarme unas cuantas risas y además de buenos momentos. Aunque no por eso sean fáciles de soportar, a veces me considero ser el único maduro del grupo, claro, descontando a Sato que a pesar de ser nuestro tecladista desde el inicio lo único que hace es dormir, y es poco probable verle un acto de inmadurez si se la pasa durmiendo.

-Préstamelo, Tokumori…- pedí, estirando mi mano hacia él. No necesitaba especificar el qué.

-¿Ah? Encima que me abandonas de esta forma tan cruel, ¿También pretendes llevarte a MI hijo? ¿Qué clase de padre eres?

-Uno bastante bueno sabiéndose que no tomé para manejarlo en perfectas condiciones. Tú, en cambio, ya estás en la fase de visualizarme como el padre de tus hijos y por lo tanto no puedes manejar. ¿También quieres que te recuerde quien hizo que MI hijo esté en el taller en terapia intensiva?

-Ya, ya… Toma- me soltó avergonzado lanzándome las llaves de su auto –Ya te dije que fue un accidente, hermano.

-Cuando lo arreglen ya veremos si considero la idea de perdonarte…- les di la espalda y me encaminé hacia la puerta del apartamento de Sato, tratando de no darle más importancia al hecho que mi medio de transporte aún estaba en el taller por el tremendo accidente que había tenido Tokumori. Duré varias semanas sin hablarle, e incluso cuando me enteré tuvieron que detenerme antes de darle la golpiza de su vida. No tienen la menor idea de cómo era aquella moto para mí. ¿Cómo es posible que el dueño la haya cuidado tanto para que un tercero se haya encargado de joderla? Recién ahora es que hablo del tema sin rabiar, pero debo admitirlo, estoy contando los días por volver a tener a mi Harley Davidson XL883 conmigo, manejando a toda velocidad las calles de Tokio sintiendo el aire golpear contra mi rostro. Era como yoga para mí.

Unos días más y adiós a los autobuses y al apestoso carro de mi amigo de cabellos azabache.

-Nos vemos- me despedí, y luego de escuchar unos cuantos reproches por mi ida, bajé dos pisos por las escaleras –ascensor averiado- y salí al estacionamiento, montándome en el Gol negro de Tokumori y poniéndome en marcha.

Al manejar cinco cuadras pude divisar al fin el edificio donde vivíamos, no era muy grande; diez pisos, y aunque no era un lujo total es bastante cómodo. Al estacionar dentro del estacionamiento mi memoria me transportó al día en que los cuatro nos mudamos a este sitio, pues Koushirou también se incluyó en el plan. Fue mucho antes de iniciar mi relación con Sora, en realidad teníamos bastante tiempo viviendo juntos. Pero hace un mes Izzy fue trasladado a la universidad de Tokio, y por lo tanto tuvo que mudarse a Kashiwa debido a que la facultad de Ingeniería estaba en esa ciudad. Nos alegramos mucho por él –pues la universidad de Tokio era prodigiosa-, pero ahora que se fue nos vemos un poco ajustados con el alquiler, y ciertamente conseguir un apartamento tan ventajoso como este era una ganga. Irnos sería una estupidez.

Subí por el ascensor y tras llegar al piso 9 saqué las llaves de mi bolsillo para luego encaminarme hacia la puerta de mi apartamento. De verdad esperaba encontrar a los chicos adentro, y si no, esperaba tener la voluntad necesaria para aguantar el sueño y así esperarles despierto para celebrar la buena nueva.

Mis pies pisaron la típica alfombra de "Welcome" –regalo de Tachikawa en una de sus visitas-, y abrí la puerta esperando encontrar a los chicos sentados en la cocina esperando por mi llegada. Pero me extrañó bastante ver que, al entrar a mi hogar, ni en la sala ni en la cocina se hallaban ellos, pero sí unos cuantos paquetes de aluminio con comida adentro. Además, todo estaba iluminado, por lo tanto ya tenían que haber llegado. ¿Dormidos? Es probable, tuvieron un día cansado y yo estaba llegando un poco tarde.

Guindé las llaves en la entrada y caminé silenciosamente hacia el pasillo procurando no despertarlos. Tomé la manilla de mi habitación con intención de entrar, pero desde donde estoy pude divisar la puerta del cuarto de Sora semi-abierta, y con la luz tenue de la lámpara encendida. Confundido, me acerqué cautelosamente, y justo al estar a un metro de la puerta escuché claramente las voces de los chicos.

-Lo mataré…

-Shh, Taichi, la despertarás…

-¡Pero es que…!- su voz se elevó un poco más, pero pude distinguir que luchó por seguir hablando en susurros –Maldito, ¿Cómo se atreve? Esto no se puede quedar así, Sora. ¡Él no puede salirse con la suya!

-¡Shh! Si la despiertas tú serás el próximo que empezará a llorar- hubo un silencio, y por alguna extraña razón no me moví. Al parecer aún no se han percatado de mi presencia –Lo que es seguro es que no podemos dejarla sola. Ahora es cuando más nos necesita…

-Estoy de acuerdo… con lo emocionalmente inestable que es ella. Odio verla de esta forma.

-¿Qué podemos hacer?

Me sentí idiota por estar escuchando a escondidas cuando tranquilamente podía entrar y avisar mi regreso. Di un paso y faltaba otro para hacerme ver, pero al escuchar lo siguiente o bien podía detenerme súbitamente o entrar de un golpe.

-Tengo una idea…

-¿Cual?

-Vivirá con nosotros.

Entré casi abruptamente encontrándome con ambos sentados en la cama de Sora, Taichi de un lado y ella del otro. La habitación estaba a oscuras excepto por la pequeña lámpara que iluminaba lo considerable, y con considerable me refiero a una peculiar silueta arropada por las sábanas y en el más profundo sueño mientras su larga cabellera castaña se dispersaba en la almohada. Fue fácil reconocer el tono claro de su piel y los rasgos femeninos de su rostro, y a pesar de dormir plácidamente su postura revelaba el lado infantil que tanto la identificaba. Sí, fue fácil reconocerla, pero mi ceño aun así se frunció, y un gran símbolo de interrogación se formó en mi rostro.

¿Qué hace Mimi aquí?

Mejor dicho,

¿Mimi vivirá aquí?


Continuará…


Notas de la Autora:

¡HOLA A TODOS! Bien, aquí estoy de nuevo, en un intento por ocupar su tiempo de ocio con mis historias. Quienes me lean por primera vez, un gusto, y para aquellos que ya han sufrido los efectos secundarios de mis loqueras, ¡Pues aquí vengo con más!

Ciertamente resultó ser más un reto que una inspiración. Y a diferencia de mis otras historias, esta sí tendrá un poco de todo. Romance, drama, comedia, acción… pienso jugar con bastantes temas mientras no se pierda su concepto, que sería la vida de Roommates. Y si pudieron darse cuenta la historia tratará de estos 4 chicos compartiendo el mismo piso, Yamato y Mimi como protagonistas. Empieza como Sorato, sí, pero como fiel seguidora del Mimato, este Fic será un Mimato. Repito, SERÁ un Mimato. Y que sea fan de esta pareja no significa que me vendaré los ojos y haré como si nunca existió el Sorato.

Primera persona, ¡Oh! Cielos, de verdad lo subestimé. Pero debo admitir que lo disfruté mucho, ya que por momentos debía pensar como Mimi y otros como Matt -al igual que el Oneshot/Propaganda, que por cierto tendra el mismo nombre que este fic pero en singular- y la verdad es un reto bastante divertido. Espero haberles convencido, y si no es así, aceptaré cualquier crítica constructiva. ¡Haré mi mayor esfuerzo!

Bien, ahora a lo importante. ¿Cada cuanto se actualizará esta historia? Bien, debo serles franca. Mi tiempo libre es limitado, pues trabajo y pronto empezare a estudiar de nuevo. Pero no por ello debo abandonarles por meses. Así que haremos mejoras, ¿De acuerdo? Trataré –pero va en serio- actualizar una vez cada dos semanas. Y si tengo tiempo de sobra, pues, ¿Por qué no? Cada semana. Solo cuando me veo realmente complicada les avisaré con anticipación el tiempo estimado en que no podré actualizar. De verdad anhelo que sean comprensivos… y que no sea un factor en contra. Aspiro mucho de esta historia, y lo que menos deseo es que se aburran de ella.

Detalles que debo destacar…

No me pregunten por los que no han sido nombrados todavía. Con el pasar de los capítulos se sabrá sobre ellos. Para quienes hayan leído mis otras historias, los personajes nombrados en el último Yamato's POV son los mismos. Para quienes que no, estos personajes son de mi invencion, traté de ser lo bastante descriptiva con sus características y cosa que deberian saber es que este Fic por ahora sera en un rating T, pero posiblemente tengamos que cambiarlo a M, despues de todo se maneja un tema mas adulto. Aviso con anticipacion que contendra Lemon, pero no sera ofensivo ni explicito, ya que no es lo mio.

Tuve un percance en cuanto a la breve presencia de Koushirou –aunque simplemente fue desde los pensamientos de Yamato-. Busqué bastante información en cuanto a las universidades de Tokio, y no estoy segura qué facultades están en Kashiwa –debo acotar que hay 5 campus, y uno de ellos es en esa ciudad-, o cómo funcionan exactamente las cosas allá. Por lo tanto, supongamos que en aquella ciudad está la facultad de Ingeniería. Japón es un jodido dolor de cabeza a la hora de ubicarse en su mapa geográfico, y eso que duré horas investigando sobre sus universidades y ubicaciones. Apenas consiga la información correcta les haré saber.

Por cierto, se preguntarán ¿Por qué incluyo los nombres verdaderos de los personajes y sus nombres americanizados? Es decir, Miyako – Yolei, Koushiro – Izzy. Lo hago porque con ambos podemos identificar los personajes, y aunque uno sea una pobre traducción de los nombres japoneses, es válido. Formaron gran parte de nuestra infancia, y me pareció dinámico incluirlos como apodos.

Para quienes se percataron, y hayan leído mi One-Shot "Piso 9", sí hice propaganda subliminal xD

Eso también va con que Iori se mudará a Hokkaido y estudiará en un instituto para puros chicos. ¡Jaja!

¿Qué tal les pareció? ¿Les atrae la idea o no? ¿Merezco un Review o no? ¿Merezco saber porque no merezco un Review o no? ¡Sean buenos y apiádense de una adicta a los Reviews! Les juro que, más que la historia en sí, sus comentarios son los que me inspiran a seguir. Es la mejor gratitud que puede recibir un escritor. O al menos si no vas a dejar un RR, ¡Existe la opción de favoritos!

Vamos, es un buen negocio, yo escribo, ustedes me escriben :D Y quien sabe, si mi historia merece más de 15 rr por capítulo puede que publique más rápido. No sé, es una probabilidad.

Imagínense más de 20 rr…

¡Joder! Me dicen chantajista… xD

En fin, agradecida enormemente de que hayas llegado a este punto, o al menos hasta el To be continue. Estoy muy entusiasmada con esta historia, y al igual que las demás, pienso finalizar. Eso sí, ¿Vale la pena continuarla?

Estaré esperando muy ansiosa sus opiniones o concejos, ¡Gracias por leer!

PS: Pueden agregarme por facebook como Vai Niella :) Siempre publico cositas por ahi que pueden interesarles ;) y si no, estare encantada en recibirlos por Deviant Art . Com, donde siempre publico mis dibujos Mimatos :D

Atte.

Vai