Disclaimer: Los personajes de Príncipe del Tenis (Prince of Tennis) no me pertenecen, sino a Takeshi Konomi. No hago esto con ningún fin lucrativo.


Prólogo

El minutero se desplazó lenta y trabajosamente hasta el doce y dieron las cuatro de la tarde en la secundaria Seigaku. Las aulas permanecían vacías, pues los estudiantes se habían marchado ya hace bastante y el único sector en el que todavía podía verse movimiento era el de las canchas de tenis.

Los titulares, como todos los días, luego de estirar y elongar los músculos, habían comenzado a correr alrededor de la cancha, mientras los principiantes e intermedios se dedicaban a algunas tareas menores, a la espera de la llegada de la entrenadora y el capitán.

Nadie sabía porqué se estaban tardando tanto, pero tampoco es que fueran a preguntar.

Momoshiro se detuvo de repente al distinguir la figura de una dulce muchacha tras la reja. Su mirada, profunda y anhelante, iba dirigida hacia un chico en particular, el cual como siempre, no parecía reparar en su existencia.

Eiji se frenó de golpe justo antes de chocar con el moreno.

—¡Ah, Momo! —reclamó—. Casi me caigo por tu culpa.

—¿Ah? —preguntó el aludido, mirando a su compañero por sobre el hombro.

—Que no puedes frenar así de golpe —replicó el pelirrojo, ofuscado como un niño pequeño—. En todo caso, ¿qué es lo que miras con tanta atención?

—Estaba viendo a Ryuzaki-chan —dijo como toda respuesta, despertando la curiosidad del otro chico, que sin dudarlo, se volvió a mirar en la misma dirección.

—¿La nieta de la entrenadora? —preguntó, pestañeando confundido. Sakuno iba todos los días a observar las prácticas, así que no veía porqué Momoshiro la miraba con tanto interés—. Ohhh, no me dirás que te gusta Saku-chan.

—¿Qué? —replicó Momo, saliendo finalmente de su aturdimiento—. ¡Claro que no!, ¿de dónde sacas…?

Pero antes de que pudiera terminar de hablar, el pelirrojo ya había comenzado a gritar.

—¡A Momo le gusta Saku…!

—¡Calla, Eiji! —gritó, sujetándolo hábilmente de la espalda para taparle la boca a tiempo.

Oishi, que acababa de pasarlos, se detuvo al oír el escándalo.

—¿Qué ocurre?, ¿por qué están parados aquí?

—Ahh, no es nada, Oishi-senpai —murmuró Momoshiro avergonzado, mientras Eiji se removía frenéticamente entre sus brazos.

—No deberían perder el tiempo, Tezuka llegará en cualquier momento.

—S-sí, seguiremos enseguida —le aseguró Momo, para luego dar un pequeño grito de dolor—. ¡Eiji, me mordiste! —le reprochó.

Para ese entonces Fuji ya se había acercado a los tres en silencio, movido por la curiosidad.

—¡Es tu culpa por no dejarme respirar, nya! —reclamó el pelirrojo.

—Lo siento, es que estabas diciendo tonterías.

—Oigan, chicos… ¿por qué nos detenemos? —preguntó Kawamura, uniéndose al grupo.

—No lo sé, Eiji y Momo estaban discutiendo por algo —le explicó Oishi.

—No estábamos discutiendo. Es que Momo se molestó porque yo dije que le gustaba…

—¡Shhh! —lo interrumpió el aludido—. Deja de decir eso, no es verdad.

—¿Y entonces por qué estabas mirando a Sakuno-chan?

—Sólo pensaba en que la pobre viene todos los días a ver los entrenamientos, pero el descortés de Echizen ni siquiera la toma en cuenta.

—Bueno, ese no es asunto nuestro —comentó Oishi.

—Lo sé, lo sé… pero siento lástima por ella. Me gustaría poder hacer algo.

—¿Algo cómo qué? —preguntó Eiji.

—No sé, quizás intentar que Echizen se fije en ella de alguna manera.

—¿Te refieres a que hagamos de cupido? —preguntó esta vez Kawamura, dubitativo.

La idea pareció entusiasmar a Eiji, quien se puso a saltar en su lugar, emocionado.

—¡Hoi hoi, esa es una buena idea!

—¿Por qué no están corriendo? —preguntó Sadaharu deteniéndose detrás de Momoshiro.

—¡Momo tiene un plan para juntar a la nieta de la entrenadora con Ochibi! —exclamó el pelirrojo.

—¿Qué? ¡Yo no he dicho eso! —se defendió Momoshiro—. Sólo estaba pensando en voz alta, nunca dije que tuviera un plan.

—Pero podríamos hacerlo, ¿no? —insistió Eiji.

—¿De verdad están pensando en hacer esto? —preguntó Oishi, contrariado por el rumbo que estaba tomando la conversación.

—Quizás no sea tan mala idea —opinó Fuji, acariciándose el mentón.

—¿Hablas en serio? —replicó un horrorizado Oishi, no podía creer que el genio del tenis estuviera considerando en serio una idea tan absurda.

—Yo estoy de acuerdo con Oishi-senpai, no deberíamos meternos en la vida de Echizen —opinó Kawamura.

—Exactamente —asintió el sub-capitán.

—Ahh, ¿pero qué es lo peor que puede suceder? —preguntó Momo, comenzando a convencerse de la idea de Eiji, que de alguna manera el pelirrojo había sacado de sus palabras—. Si no hacemos nada Ryuzaki-chan se aburrirá y buscará a otro, y Echizen será un amargado para toda su vida.

—¿Qué estupidez dices, Momo? Echizen sólo tiene catorce años, no es como si no fuera a tener una novia algún día —replicó Oishi.

—Ohh, ¿de verdad crees que sea capaz de conquistar a una chica por sí solo?

—Bueno, a las chicas les gusta el tenis y esas cosas, ¿no? —intervino Kawamura—. Eso debería ayudar.

—Pero no basta sólo con eso —contradijo Momo, tajantemente—. La vida amorosa de ese pequeño odioso podría estar en nuestras manos —añadió con tono dramático.

Una gota de sudor surgió en la nuca de Oishi.

—¿Qué opinas tú, Inui? —preguntó Fuji, alzando la mirada hacia él.

—Bueno, no lo sé… en realidad es asunto de Echizen.

—¿Lo ven? Deberíamos olvidar toda esta tontería —apostilló el sub-capitán, un poco más animado al tener el apoyo de uno de sus compañeros.

—¿Y qué dicen las estadísticas? —insistió Fuji.

Inui se llevó una mano al mentón y reflexionó durante algunos segundos.

—Supongo que tomando en cuenta la edad, su carácter apático y su nula empatía debería conseguir por lo menos una novia y media.

—¿Una novia y media? —preguntó Kawamura, igual de perplejo que todos los demás.

—Las estadísticas son una ciencia exacta.

—Pero estamos hablando de una persona, Echizen es una persona, no puedes partir a las personas por la mitad —replicó Oishi.

Sadaharu se alzó de hombros.

—Entonces redondeemos al uno.

—¿Lo ven? —preguntó Momo, levantando ambos brazos para dar énfasis a sus siguientes palabras—. Si Inui-senpai dice que Ryoma sólo tendrá una novia esa chica debería ser Ryuzaki.

—¡Hai! Estoy contigo, Momo —saltó Eiji.

—A mí me parece interesante, los ayudaré —dijo Fuji.

—Yo no estoy tan seguro —comentó Kawamura, rascándose tímidamente la nuca.

—Vamos, Kawa. Será divertido —lo animó el pelirrojo del grupo.

—Yo tampoco estoy de acuerdo —añadió Oishi.

—Yo sí —concluyó Inui.

—¿No quieren unirse ni siquiera para asegurarse de que no cometamos ninguna locura? —sugirió Momo sugestionándolos.

Oishi lo pensó un momento.

—Tienes razón, no puedo dejar que hagan esto solos.

—En ese caso yo también iré —lo secundó Kawamura.

—¡Sí! —gritó Eiji dando un gran salto.

A esa altura, Kaoru y Ryoma ya habían pasado por el lado del pequeño grupo reunido en mitad de la cancha cuatro veces. Sólo el primero les había mirado con curiosidad la primera vez.

—Entonces está decidido, tenemos que acordar cómo lo haremos —dijo Fuji.

Momo iba decir algo, pero fue interrumpido por una potente voz de mujer.

—¡Ustedes!

Los seis se voltearon en dirección al lugar del que provenía la voz con idénticas expresiones de terror en el rostro. Incluso Kaoru y Ryoma se detuvieron unos pasos por delante de ellos.

—¿Qué hacen ahí parados como si esto fuera un centro de madres? No se les paga para que hablen —los regañó Sumire.

—Pero si no nos pagan —le susurró Eiji a su compañero de dobles.

Oishi intentó decirle que se callara, pero fue interrumpido por su entrenadora.

—¡Escuché eso, Kikumaru!

—Gomen, Sumiresita —se disculpó el pelirrojo con una leve reverencia.

Unos pasos acercándose volvieron a alertarlos. Tuvieron que saberlo desde el principio, si la entrenadora había llegado eso significaba que Tezuka no podía estar muy lejos.

El capitán se detuvo justo detrás de la mujer y les dirigió una estricta mirada antes de hablar.

—Veinte vueltas a la cancha, ahora.

Esta vez no se escucharon replicas, los ocho comenzaron a correr como si la vida se les fuera en ello.

A la segunda vuelta, Eiji saltó sobre la espalda de Momo, desestabilizándolo y causando que por poco se cayera.

—¡Eiji, ten más cuidado!

—Lo siento, estoy emocionado —se rió el muchacho, volviendo al suelo con un ágil salto.

—Esto será divertido, ¿no creen? —preguntó Fuji.

—Claro que sí —convino Inui—. Se llamará "Operación conquistando a Echizen" —anunció, acomodándose los anteojos en el puente de la nariz, causando que éstos brillaran maliciosamente con los rayos del sol.


Notas finales:

Bueno, esta es sólo una introducción así que no dice mucho, pero creo que la idea está clara.

No es nada del otro mundo y conozco por lo menos una historia que tiene una trama semejante, sin embargo, no es mi intención en lo absoluto copiarme de ella ni nada por el estilo. Esto es algo que tenía pensado hace demasiado tiempo y hace unos días decidí que ya era hora de escribirlo.

Tengo la trama completa en mi cabeza y algunas escenas sueltas escritas, pero lamentablemente mis actualizaciones no serán muy regulares por la universidad. En cualquier caso no abandono mis fics, así que pueden estar seguros de que llegaré hasta el final.

Si deciden acompañarme en esta pequeña locura, gracias de antemano y también gracias por leer hasta aquí.

Nos leemos.