Aviso: Este fic contiene lemon, es la primera vez que escribo algo así y me gustaría saber vuestra opinión. Espero no haberlo hecho demasiado mal. Como siempre, los protagonistas tenían que ser mi pareja favorita :)
Capítulo único
Han pasado seis semanas, tres días y once horas desde que se despidieron en el patio de La Madriguera. Seis semanas, tres días y once horas en las que Hermione no ha dejado de echar de menos las palabras malsonantes, las quejas hacia sus extensas horas de estudio, las discusiones por tonterías, los besos de reconciliación y la mano de Ron entrelazada a la suya al andar.
Ahora se encuentra en la pequeña cocina de la familia Weasley, golpeando nerviosamente el suelo con el pie derecho, mirando de reojo a Bill y George que preparan la mesa mientras Ginny se relaja en la ducha tras su partido de Quidditch y Fleur ayuda a Molly con la cena. Se siente inútil allí sentada, pero su futura suegra ha insistido en que no hiciera más que tomar una taza de té, en un intento fallido de calmar su creciente ansiedad.
Son las 5:38 de la tarde y Ron y Harry ya deberían de haber vuelto de su primera gran misión como aurores. Hermione está agarrando tan fuerte la silla que sus nudillos se han puesto blancos y se está clavando sin querer el anillo de compromiso.
Justo cuando Ginny aparece, todavía con el pelo húmedo, escuchan un sonoro ¡crack! en el patio. Todos miran hacia la puerta en silencio por unos segundos hasta que la pelirroja cruza la cocina con grandes zancadas y la abre.
—¡Son ellos!—Grita con una sonrisa de oreja a oreja, y se lanza fuera de la casa.
Cuando los demás salen, ella ya está abrazando a su padre, que acompaña a los dos chicos desde el Ministerio, y Harry tiene las mejillas sonrojadas, señal de que ya ha recibido una calurosa bienvenida de su joven esposa.
Hermione se fija en Ron, que parece más alto que la última vez que lo vio, si es que eso es posible, y además se ha dejado crecer una incipiente pero atractiva barba, y no puede evitar el fuerte latir de su corazón contra el pecho. Lo próximo de lo que es consciente es de que lo está besando como si no hubiera un mañana y él tiene sus fuertes brazos alrededor de ella, atrayéndola hacia él todo lo posible, como si quisiera fundir sus cuerpos. Realmente lo ha echado mucho de menos.
—¿Sabes, Hermione...? Ron tiene familia aquí que quiere saludarlo, nos gustaría intercambiar unas palabras con él antes de que le succiones la lengua—La voz de George y las risas de la familia la traen de vuelta a la realidad y Ron la suelta, quedando ambos sonrojados pero sonrientes.
Mientras la Señora Weasley abraza a su hijo pequeño, Hermione se da cuenta de que todos han saludado ya a Harry menos ella. Sin querer del todo separarse de Ron, se acerca a su mejor amigo.
—Eres probablemente la única persona en el mundo mágico que hace esperar a Harry Potter, Hermione—le dice el Elegido, provocando más risas de los demás.
—Oh, cállate, Harry—responde ella mientras lo abraza.
...
Dos horas y muchos platos de comida más tarde, todos se sientan en el acogedor salón para escuchar cómo ha ido la misión de los dos amigos. Fleur sostiene a la pequeña Victoire en brazos, que duerme profundamente, así que todos hablan en susurros.
Hermione, acurrucada junto a Ron en un sillón, no puede evitar mirarle a los labios cuando habla y morderse los suyos, evitando lanzarse encima del chico delante de su familia. La tensión de su novia no pasa desapercibida para el pelirrojo, que decide jugar un poco, y empieza a acariciarle la pierna muy sutilmente, subiendo por el muslo. Hermione da un respingo y mira alrededor, muerta de vergüenza, pero nadie parece darse cuenta, así que no hace nada por apartar la mano de Ron.
Harry está hablando de algún tipo de problema con otros aurores. De vez en cuando gira la cabeza para ver a sus amigos y Hermione asiente como si le interesara, cuando en realidad lo único que le interesa es despedirse de todos y arrastrar a Ron hasta una habitación donde puedan estar solos.
Ron, que con el tiempo se ha vuelto mucho menos tímido, sigue subiendo la mano, agradeciendo que su prometida hubiese elegido ponerse una falda ese día, hasta tenerla completamente oculta bajo la tela. Hermione suspira demasiado alto y ambos ven a Ginny mirarlos de forma sospechosa. La castaña le dedica a su novio una mirada de reproche, aunque sin poder ocultar las ganas que tiene de que siga, y él le responde con una falsa sonrisa inocente.
—Me alegro de que todo fuese bien, chicos. Es hora de que Fleur, Victoire y yo nos vayamos a dormir—cuando Bill habla, Ginny finge un bostezo e imita a su hermano, diciendo que Harry y ella también se van.
—Te quedas a dormir, ¿verdad, querida?—Molly se dirige a Hermione y ella asiente, quizá demasiado deprisa.
—Claro que se queda, con lo cómoda que está aquí...—George le guiña un ojo antes de despedirse de sus padres y salir de la sala.
No sabe si George lo ha dicho porque ha visto a Ron sacar la mano rápidamente de debajo de su falda o porque tiene escrito en la cara lo que quiere hacer. De todas formas, Molly y Arthur les dan las buenas noches, dejándolos solos en el salón y Hermione cree que va a ponerse a llorar de alegría por poder tener a Ron para ella sola.
La Señora Weasley nunca la dejó dormir con Ron durante su noviazgo. Sin embargo, desde que Hermione lleva ese pequeño anillo en su dedo, que demuestra que van mucho más que en serio, la mujer se ha relajado y no parece preocuparle tanto como antes lo que pasa en la habitación de su pequeño-ya-no-tan-pequeño Ron.
...
Se encuentra de pronto sentada en el regazo de Ron, enredando las manos en su pelo, con sus labios pegados y sin interés en respirar más aire que el que él le proporciona. Las manos de Ron están en la parte baja de su espalda, agarrándola posesivamente. Tras unos minutos de intensa pelea de lenguas, Ron la sujeta con fuerza mientras se levanta del sillón y ella se enreda a su cuerpo, dejándose cargar como una niña pequeña. Lo abraza por el cuello y le muerde juguetona el lóbulo de la oreja mientras él sube las escaleras y la lleva hasta su habitación.
Una vez dentro, Ron la deja en el suelo delicadamente y ella lo empuja contra la puerta, no tan delicada. Lo besa con todas sus ganas y Ron gruñe contra su boca.
Cuando se separan en busca de aire, Hermione pasa sus dedos por la fina barba del chico y Ron acaricia sus caderas, rozando su excitación contra ella.
—¿Te gusta?—la voz de Ron suena tan ronca que Hermione no sabe si se la ha imaginado.
—Me encanta—responde ella, y ninguno está muy seguro de si están hablando de la barba o no.
Ron conjura los hechizos necesarios y tirando su varita a un rincón, lleva a Hermione empujándola de la cintura hasta la cama. Empieza a quitarle la falda con una parsimonia casi cruel y ella levanta los brazos para que pueda quitarle la camisa más rápidamente. Cuando está totalmente desnuda, la castaña lleva sus manos al pantalón del chico, pero él niega con la cabeza, apartándole las manos, y le dedica una mirada pícara.
La obliga a recostarse y se pone sobre ella, besando su clavícula y acariciando cada trozo de piel a su alcance. Hermione gime con antelación cuando nota sus cálidos labios bajar de los pechos al estómago. Cuando Ron acaricia su intimidad con la boca, cree que va a explotar. No puede más. Lo necesita y todavía tiene demasiada ropa puesta.
Se deja llevar por la necesidad y de repente es Ron quien está recostado en la cama, mientras ella lucha con la hebilla de su cinturón, sentada en sus piernas. Ron no puede evitar reírse viendo lo rápido que va su novia. Hermione intenta fulminarlo con la mirada, pero está demasiado ocupada deseándolo.
—Como si tú no me hubieras echado de menos—farfulla cuando por fin consigue desnudarle del todo.
Ron vuelve a reír y la abraza contra su cuerpo. Hermione se separa lo justo para bajar las manos por su pecho, examinando una nueva cicatriz, probablemente fruto de la misión. Se inclina para besarla y Ron suspira. Ella aprovecha y le muerde el labio inferior.
—Hermione, por favor...
—¿Ahora quién tiene prisa?—responde ella sensualmente, deslizando una mano hacia abajo para tocarlo.
...
Ron cree que ya han esperado demasiado y, muy a su pesar, aparta la mano de Hermione de su miembro. Ella alza la mirada para encontrarse con unos ojos azules nublados por la pasión. Ver y sentir lo mucho que Ron la desea es su sensación favorita de todas las que puede llegar a vivir. Besándolo de nuevo, apoya sus manos en el pecho del chico, que la ayuda a unir sus cuerpos cogiéndola de la cintura. Ambos gimen al tan esperado contacto y tras un instante regulando sus respiraciones, Hermione empieza a moverse. El pelirrojo enseguida le sigue el ritmo, llevándola hacia la locura.
Gira sobre ella, quedando encima, y aumenta la velocidad. Hunde la cara en el delicado cuello de la chica y lo muerde. Hermione responde empujando sus caderas más violentamente contra las suyas y dibuja con las uñas en su espalda. Gime tan alto que Ron cree que el muffliato fue inventado para ella.
—Ron...
Sabiendo que no durará mucho más, el chico aumenta la fuerza de las embestidas y desliza una mano entre sus cuerpos para proporcionar más placer a su prometida. La siente temblar bajo su cuerpo y bien podrían resucitar Grindelwald y Voldemort en ese instante, que no le importa en lo más mínimo.
Hermione le clava las uñas en los brazos y él alza la cabeza para mirarla. Sus ojos están más oscuros que nunca, deshaciéndose de placer, haciendo que la vida se detenga en la vieja habitación.
—Merlín, Hermione...
Lo siguiente que se escucha son dos largos gemidos ahogados y el choque de sus cuerpos una última vez.
Hermione abraza a Ron por el cuello, dejándolo descansar en su pecho. Sus respiraciones se calman minutos después y Ron está tan quieto que Hermione cree que se ha dormido. Le acaricia los pelirrojos cabellos dulcemente y él se incorpora, tumbándose a su lado sin dejar de abrazarla.
La castaña vuelve a acariciar la nueva cicatriz que ha descubierto en Ron y alza una ceja de forma interrogante.
—Solo un pequeño rasguño—susurra él con la voz dormida.
—No me gustan las misiones tan largas, Ron...
—Pues yo no tengo queja si me recibes así de necesitada.
Hermione le golpea el hombro e intenta librarse de su agarre pero Ron es más fuerte.
—Idiota. Yo no estaba necesitada, solo te echaba de menos—murmura avergonzada, escondiendo la cabeza en su cuello.
—Ajá, claro...No se preocupe, futura señorita Weasley, puede usarme para su necesidad las veces que quiera.
Hermione vuelve a golpearle, esta vez más leve, y ambos ríen.
Y mientras Ron se incorpora para echar una sábana sobre ellos y vuelve a acurrucarse contra ella, Hermione piensa que seis semanas, tres días y once horas no es nada comparado con toda la vida que tienen para necesitarse.
