Ai Haibara no se había enamorado del ladrón fantasma. Su corazón no latía anormalmente porque lo veía y si lo hacía, solamente era adrenalina corriendo por sus venas.
Atrapada en medio del espectáculo, debajo de disfraces. Es a donde se encontraba ella.
El viento en esa azotea que mecía sus cabellos en un vaivén, encontrándose enfrentada con Kaito Kid. Esos momentos se generaban para realizar un contratiempo y Kudo así podía atraparlo.
Ella no iba a capturarlo. Tampoco iba ayudarlo a que escape.
Contacto visual. Cara de póker.
Algunos días fueron así, sin decir ni una palabra, pero aun así diciendo todo con la mirada.
Lo de aceptar la rosa que le ofrecía, no significaba nada porque ese era uno de sus trucos. Los de ellos eran encuentros casuales, a veces hablando un poco, lo que ocasionaba que en el proceso notaran que eran bastante similares.
Solo era eso.
No obstante que la llevara volando con su ala delta, tampoco tenía ningún significado. Su corazón latiendo con velocidad, las mejillas sonrojadas, es el resultado de experimentar algo nuevo, pero eso…
No era amor. Era una ilusión perfecta.
Durando hasta que el espectáculo termine.
Él no era real. Era un disfraz.
Pero algunas veces Ai Haibara quería escapar de la realidad y Kaito Kid era perfecto para eso.
